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ENTREVISTA a JUAN PEDRO COSANO (Llamé al cielo y no me oyó).

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Autor

Juan Pedro Cosano Alarcón (Jerez, 1960) es titular del bufete jurídico Cosano y Asociados, S.L.P., en Jerez de la Frontera, aunque desarrolla su actividad por todo el territorio nacional.

Es autor de las novelas Hispania y Las muertes pequeñas y del poemario La noche calma y otros poemas. En 2014 recibió el Premio Abogados de Novela por El abogado de pobres.

Está casado y tiene dos hijos, ambos estudiantes de Derecho.

Sinopsis

Una muchacha sola e inocente

En Jerez de la Frontera, a mediados del siglo XVIII, un horrible crimen sacude a la ciudad: Sagrario, una mujer sencilla e íntegra que ha dedicado su vida a las niñas del orfanato, ha sido cruelmente apuñalada. ¿La culpable? Todo apunta a la joven Lucía de Jesús, una expósita que se crió en la institución.

Dos nobles sin escrúpulos.

Sin dudarlo, el abogado de pobres Pedro de Alemán asume la defensa: pronto descubrirá que la inocente muchacha está en el punto de mira de los herederos de una de las principales fortunas de Jerez. Y que la única que podía ayudar a salvarla es precisamente la muerta.

¿Conseguirá la justicia triunfar sobre el poder?

Juan Pedro Cosano, autor que ha cosechado el aplauso unánime de crítica y público con su primera novela, El abogado de pobres (Premio Abogados de Novela 2014) conquistará a los lectores con un espléndido melodrama que se resuelve en un apasionante thriller judicial: una lectura garantizada, imposible de soltar, con unos personajes inolvidables y una trama que funciona con tanta precisión como intensidad.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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Hay libros que son especialmente llamativos. Es verlos e inmediatamente te entran ganas de leerlo. Eso es lo que me pasó con Llamé al cielo y no me oyó pero al pararme a leer la sinopsis me di cuenta que se trataba de una secuela. Su precedente El abogado de pobres, del que ya había oído muy buenos comentarios, está en casa desde la primavera pasada, esperando a que un día alce la mano y lo tome. Y no será por falta de ganas precisamente sino, como os imaginaréis, por la cantidad de lecturas apetecibles que nos andan siempre rondando. Yo creo que si fuera gato, me harían falta más de siete vidas para leer todo lo que se apetece. 

Mientras llega mi transformación a felino voy leyendo sin pausa y esta novela, Llamé al cielo y no me oyó, caerá. Sé que caerá, aunque antes quisiera conocer los inicios de Pedro de Alemán, el protagonista, abogado de profesión, de este volumen y su predecesor. 

Con el autor, Juan Pedro Cosano, tuve el placer de sentarme el pasado martes a hablar de literatura y de derecho. Esto es lo que nos contó. 


Marisa G.- Juan Pedro, leyendo tu biografía veo que también has escrito poesía.

Juan P.C.- Poesía llevo escribiendo toda la vida. ¿Quién no ha escrito un verso alguna vez? Pero la primera novela que me autopublico es una novela ambientada en la Cádiz del siglo I a.C.

M.G.- Hispania.

J.P.C.- Exacto.

M.G.- Y el año pasado ganaste el Premio Abogados de Novela con El abogado de pobres, y viendo las bases del premio, el primer punto dice:


Podrán optar al premio todas las novelas inéditas presentadas que versen sobre el mundo en que se desarrolla la actividad de los abogados, protagonizadas por abogados, que ayuden al lector a profundizar en el conocimiento de esta profesión y sus ámbitos de actuación, valores, proyección y trascendencia social de su función.

Imagino que con tu profesión, no te habrá costado absolutamente nada cumplir con este requisito, ¿verdad?

J.P.C.- Lo que el premio exige es que la novela tenga una relación con el mundo de la justicia. Este año el premio no ha recaído en una novela sobre un abogado sino sobre una mediadora.

M.G.- La novela de Sánchez Adalid.

J.P.C.- Efectivamente. Pero bueno, yo escribí esa novela sin tener en mente presentarme al premio y ni mucho menos pensé que lo fuera a ganar. La novela la escribí en dos meses y medio porque a causa del estrés de mi trabajo, el médico me dijo que tenía ansiedad y que debía bajar el ritmo y en ese tiempo escribí el libro, pero lo escribí para mí, para autoeditarla y regalarla entre mis amigos. Sin embargo, un compañero de despacho la leyó y me propuso presentarla al premio. Me decidí a hacerlo y mi sorpresa fue que en marzo del año pasado me llamaron para comunicarme que había ganado.

M.G.- Cosas que salen sin proponérnoslo. ¡Qué bien! Y ahora publicas la secuela pero no sé si resulta imprescindible leer la primera parte.

J.P.C.- No, no,... En la secuela hay mínimas referencias a la primera parte pero con un asterisco se hace una llamada aparte para indicar al lector que se trata de un asunto de la novela anterior. Así que se puede leer sin ningún tipo de problemas de forma independiente. Pero sí te garantizo que quien se lea la segunda parte irá a buscar la primera (Risas).

M.G.- Pues yo me voy a leer la primera antes de comenzar con la segunda. Me gusta conocer al personaje desde el principio.

J.P.C.- Eso sí. La evolución del personaje se entiende mucho mejor si lees antes la primera parte.

M.G.- En cuanto al título, Llamé al cielo y no me oyó, son unos versos de Don Juan Tenorio, ¿y esto?

J.P.C.- Bueno, esto no es de mi cosecha. La novela se llamaba originariamente El crimen del Hospital de la Sangre, haciendo referencia al crimen nuclear de la trama, pero en la editorial me dijeron que el título era muy tenebroso, muy terrible y que había que cambiarlo. A partir de ahí barajamos diferentes títulos y a alguien de Madrid se le ocurrió Llamé al cielo y no me oyó, no lo ví mal, lo consensuamos y ahí quedó.

M.G.- Un título que nos adelanta que algún personaje lo va a pasar muy mal por aquello de pedir auxilio al cielo.

J.P.C.- Indudablemente. También va con la época en la que había mucha impetración a la ayuda divina y sí hay personajes que se ven tan desesperados que solo les queda esa posibilidad de ayuda y por tanto tiene que ver con la novela. Además  me pareció un titulo  muy atrayente y por eso lo acepté. Hubo otras alternativas a las que dije que no. Por ejemplo me propusieron titularla A Dios pongo por testigo. Y no, no... Hasta ahí no llego.

M.G.- Mejor dejamos el cine en su lugar. (Risas)

Y el argumento, ¿de qué va? Creo que hay una trama principal y una secundaria.

J.P.C.- Mira la novela transcurre en 1755, aunque hay una regresión a 1735, cuando una recién nacida, Lucía de Jesús, es abandonada por su madre en el Hospital de la Sangre, un orfanato que existía en Jerez y del que aún hoy se conserva el edificio. Al mismo tiempo que van sucediendo juicios o subtramas en el presente de la novela, vamos conociendo la vida de esa expósita. Sabremos cómo es, quiénes son sus padres - una criada y don Juan Bautista Basurto, señor de Majarromaque, un caballero veinticuatro de Jérez-, que se cría en el Hospital de la Sangre y se hace cargo de ella la enfermera Sagrario Ramírez... Cuando el padre muere, sin descendencia legítima, hay un testamento donde se nombra a esa hija, a Lucía. A partir de ahí muere Sagrario y es la propia Lucía la inculpada por la muerte de la enfermera y la defenderá Pedro de Alemán. Esa es la trama principal.


Fachada. Antiguo Hospital de la Sangre
(Jerez de la Frontera)

Al mismo tiempo, conoceremos un juicio por contrabando, un juicio por incesto, otro de una esclava negra contra el Marqués de Gibalbín, el antihéroe de esta entrega, un juicio ante la Santa Inquisición,... Todo eso son subtramas que al final confluyen en el desenlace final.

M.G.- Y este Pedro de Alemán, un abogado de pobres, es lo que equivale hoy al turno de oficio, ¿verdad?

J.P.C.- Eso es. El abogado de pobres era nombrado por el Concejo, el ayuntamiento de cada ciudad, para defender a los pobres y menesterosos. Se consideraban pobres a las viudas, huérfanos, presos,... quienes ganasen  menos de tres mil maravedíes al año. 

M.G. ¿Y eso equivale a...?

J.P.C.- Pues mira, te hago una comparativa. Una libra de pan valía dieciséis maravedíes. Hasta qué punto era escasa esa remuneración de tres mil maravedíes al año. Pero una vez que transcurre el tiempo, al final del siglo XVIII fundamentalmente, se van creando los Colegios de Abogados en las diferentes ciudades y a partir de ahí, los Colegios asumen la obligación de defender a los pobres mediante un turno entre sus colegiados y de ahí surge el nombre de turno de oficio, con lo que se extingue la figura del abogado de pobres.

M.G.- ¿Y cuándo se extingue esa figura? ¿En qué fecha?

J.P.C.- Dependiendo de la fecha de creación de los Colegios de Abogados. En Jerez se extingue al final del siglo XVIII, pero en Madrid fue mucho antes. Depende de cada ciudad.

M.G.- Y Pedro de Alemán, ¿ejerce la abogacía como lo hace Juan Pedro Cosano?

J.P.C.- Los instrumentos de la abogacía son los mismos. Es decir, la forma de interrogar, la forma de llevar el juicio,... son los míos porque son los que conozco, pero Pedro de Alemán, como persona, no tiene nada que ver conmigo. 

M.G.- Creo haber leído que Pedro de Alemán es un abogado muy integro y que defiende la justicia por encima de todo.

J.P.C.- Bueno esa es la publicidad de la editorial. Si lees la primera parte te vas a encontrar un Pedro de Alemán repulsivo.

M.G. ¿Ah, sí?

J.P.C.- Sí. En el segundo capítulo de la primera novela, él tiene que defender a un pobre y para ello, a su mujer le exige una felación.

M.G.- ¡¡Vaya con don Pedro!!

J.P.C.- Y posteriormente lo veremos trapichear con clientes. Es un abogado que tiene luces y sombras, oscuridades y tinieblas al mismo tiempo que resplandor, con grandezas  y miserias, pero va buscando un punto de decencia a través de la primera novela que, al final, casi logra encontrar. Y en esta segunda parte, vamos a ver a un Pedro de Alemán mucho más estable, más normalizado, sin tantos altibajos aunque al final veremos cómo se viene a Sevilla para defender una apelación ante la Real Audiencia y otra vez vuelve a incurrir en sus antiguos errores. No es un héroe. Es muy humano y como tal, es imperfecto. 

M.G.- Quizás abogados así, con esas luces y sombras, son los que, por decirlo de algún modo, ensombrecen la profesión.




J.P.C.- Yo es que en los héroes no creo. El héroe es perfecto y los hombres no lo somos. Y Pedro de Alemán es un hombre, no un héroe. Busca la decencia, y le cuesta trabajo encontrarla cayendo en el camino muchas veces.

M.G.- Y mezclas en la novela personajes ficticios con otros reales, al igual que también introduces hechos reales como el terremoto de Lisboa.

J.P.C.- Sí. El terremoto de Lisboa se narra porque es la excusa que busco para sacar a Pedro de Alemán de su antiguo bufete en la calle Cruces, un bufete destartalado que se derrumba con el terremoto y así se irá a vivir a la calle Gloria, una calle paralela a la calle Letrados, donde vivían los grandes letrados de aquella época. 

Además en la novela, hay personajes reales e importantes del Jerez de entonces, Bartolomé Gutierrez, un sastre que fue historiador y cuya historia de Jerez aún se lee a día de hoy, el canónigo don Francisco de Mesa y Xinete, que fue un canónigo muy importante de la época y además escritor, todos los abogados que se citan existieron en aquellos tiempos,... Me gustó aquello de meter y mezclar personajes reales con personajes de ficción y la verdad es que es difícil distinguir unos de otros porque yo creo que están todos perfectamente involucrados en la trama.

M.G.- Y me decías que la anterior novela la escribiste un poco para ti o para tus amistades, imagino que la secuela ha surgido una vez que has visto cómo ha funcionado la primera, ¿no?

J.P.C.- Esta segunda parte la escribí una vez que me dieron el premio porque la editorial me lo insinuó. De hecho en la primera novela el antihéroe, el Marqués de Gibalbín, moría en el epílogo y antes de llevarlo a imprenta me dijeron que lo resucitara, que no lo podía matar porque tenía que aparecer en la segunda. Con eso me dieron a entender que era un personaje con recorrido al igual que la novela. Así que escribí la segunda. Y también empecé a escribir la tercera pero la dejé parada porque la editorial me ha pedido una novela sobre el Jerez bodeguero del siglo XX, que estoy acabando, pero la tercera entrega de Pedro de Alemán la retomaré en cuanto pueda.

M.G.- El Derecho ha tenido que cambiar mucho desde lo tiempos de Pedro de Alemán hasta hoy, ¿no?

J.P.C.- Menos de lo que pensamos.

M.G.- ¿Sí? Pero lo que ha cambiado, ¿lo ha hecho para mejor?

J.P.C.- A ver, el Derecho Civil es el mismo que hemos conocido hasta el año 2000 en que se publica la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil. El Penal sí ha cambiado mucho en el sentido de que los procesos de entonces eran mucho más farrogosos. En la novela he intentado que sea mucho más comprensible, me he inventado el juicio oral que existe en América, y lo he llevado al siglo XVIII para que el lector pueda sentirse cómodo leyéndolo. 

Y la justicia pues sí que ha evolucionado en medios, en instrumentos, en tecnología, en derechos humanos es mucho más garantista hoy que entonces pero  en cambio, es más lenta que antes. En aquella época, un juicio que se desarrolla durante veinte años, como yo he vivido, era algo insólito. Las apelaciones se tenían que ventilar en menos de un año por orden real y hoy nos encontramos con apelaciones que duran tres y cuatro. Lo que ocurre es que la propia masificación de la justicia la ha hecho incurrir en vicios gravisimos que se va a tardar mucho en solucionar. Ya he dicho muchas veces que una justicia lenta no es justicia porque se enjuicia a una persona diferente que aquella que cometió los hechos.


M.G.- Y la acción transcurre en Jerez y supongo que habrás tenido que hacer un recorrido de la ciudad de la época. De hecho se facilita un mapa al inicio de la novela.

J.P.C.- Pero la ciudad está casi igual que entonces. Tú vas a Santiago, el barrio flamenco de Jerez, pues allí está el Hospital de la Sangre, las calles son las mismas, las casas creo que son las mismas que existían en el siglo XVIII. Está prácticamente igual, el urbanismo es el mismo y si en vez de un taxi pones un coche de caballo parece que estás en el siglo XVIII.

¿Y por qué elegí Jerez? Bueno, porque yo creí que iba a ser para mis amigos. Me era más cómodo.

M.G.- ¿Hay muchas novelas que transcurran en Jerez? Bueno, aparte de La Templaza, claro.

J.P.C.- Bueno, tenemos La bodega de Blasco Ibañez, En la casa del padre de Caballero Bonald, y algunas más pero no, no hay mucho.

M.G.- Y en cuanto al lenguaje, todo el mundo sabe que el jurídico es muy farragoso. Al tratarse de un abogado, ¿cómo has enfocado el asunto del lenguaje en la novela?

J.P.C.- En la novela no he querido incurrir en latinajos ni culteranismos, ni usar palabras extrañas. Hay algunas palabras de la época con las que he querido dar un perfume clásico al lenguaje, que no sea el actual porque, claro, transcurre en el siglo XVIII y por lo tanto debe estar acomodado a la época pero entiendo que se lee perfectamente y sin ninguna dificultad.

M.G.- He leído en el dossier de prensa que la ambientación está muy cuidada. Todo lo relativo al mobiliario, a la indumentaria, a las tareas cotidianas e incluso te has documentado en cuestiones culinarias.

J.P.C.- Correcto.

M.G.- ¿Esto ha sido complicado?

J.P.C.- Muy fácil. Y si lees la novela, vas a ver incluso la medicina de la época, cómo se trataban las enfermedades de entonces con remedios caseros. Entiendo que cuando se escribe una novela ambientada en otro siglo, el lector no se conforma con saber el nombre del personaje sino que quiere conocer cómo viste para poder imaginármelo, qué come,... En definitiva, la vida doméstica y cotidiana de la época. Creo que es esencial para poder situar al lector. 

M.G.- Me has dicho que has dejado un poco apartado a Pedro de Alemán pero que estás escribiendo una nueva novela sobre las bodegas de Jerez. ¿Se tratará también de un thriller?

J.P.C.- Es un melodrama. Me lo ha pedido la editorial y transcurre en el Jerez de la República, de la guerra y la posguerra. Un melodrama.

M.G.- ¿Y cuándo la veremos?

J.P.C.- Creo que a finales de año. Ya está prácticamente acabado. En tres meses me lo he pulido. Tenemos una reunión la semana que viene para concretar el final. 

M.G.- Estupendo Juan Pedro pues la novela pinta estupendamente.

J.P.C.- Espero que la leas.

M.G.- Claro que sí. Muchas gracias por este encuentro.

J.P.C.- A vosotros.

Realmente la novela tiene toda la pinta de ser una lectura de esas que dejan huella. Seguro que no me equivoco, así que en cuanto lea la anterior y esta, os haré llegar mis impresiones.



[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]


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