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EL MAL CAMINO de Mikel Santiago.

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El mal camino


Editorial: Ediciones B.
Fecha publicación: junio, 2015.
Nº Páginas: 432.
Precio: 19,00 €
Género: Thriller.
Edición: Tapa blanda con solapas
ISBN: 978-84-666-5704-4

Autor

Mikel Santiago nació en un pueblo marinero de Vizcaya en 1975. El  piano de su hermana, que siempre resonaba por la casa, despertó en él un apetito muy temprano por la música. De sus primeras lecturas recuerda las obras de Sherlock Holmes, Los Cinco y Edgar Alan Poe.

Ha vivido en Irlanda, de donde sacó las ideas para escribir esta novela, y actualmente reside en Amsterdam, donde trabaja en el mundo del software. Cuando no está entre ordenadores, se dedica a escribir y a tocar la guitarra con su banda de blues-rock.

La última noche de Tremore Beach, su debut literario, se ha convertido en un fenómeno antes de su publicación y ha hecho que se le comparte con maestros como Stephen King, Jöel Dicker o John Connolly.

Sinopsis

Tras convertirse en un fenómeno internacional con La última noche de Tremore Beach, Mikel Santiago se consagra definitivamente como un maestro de la intriga con su segunda novela, aún más adictiva y llena de suspense que la anterior.

En una carretera rural del sur de Francia, un hombre surge de la oscuridad y desencadena una serie de extraños acontecimientos, convirtiendo en una pesadilla las vidas del escritor Bert Amendale y su amigo Chucks Basil, una estrella del rock en horas bajas.

Santiago se sirve de un escenario idílico e inquietante, en el coraón de la Provenza, para atraparnos en una historia que se lee compulsivamente y en la que late, de fondo, el destino de unos personajes marcados por sus errores.



[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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Que Mikel Santiago entró como elefante en cacharrería en el panorama literario con La última noche de Tremore Beach es algo que nadie puede dudar. Fuimos muchos los que leímos aquella novela y muchos los que disfrutamos de una historia llena de suspense y misterio, con un ambiente cargado de electricidad estática, la misma que el protagonista, Peter Harris, respiraba en las noches tormentosas de las costas de Irlanda. Así que cuando la editorial anunció una segunda novela, a todos se nos pusieron las orejas tiesas. 

El mal camino es el nuevo trabajo de Mikel Santiago, una novela que se inicia con esa dosis de intriga que consigue que nos arrellemos en nuestro mullido sofá, anticipando las horas de entretenimiento que se nos avecinan. No sé si os ocurre lo mismo que a mí. A veces, al leer las primeras páginas de un libro, mi mente intuye que me voy a encontrar con una buena historia e inmediatamente manda una señal a mi cuerpo como pidiéndole que se acomode bien, que se prepare porque estoy delante de una lectura que me va a gustar. No hay mejor señal que esa.

El argumento de El mal camino gira en torno a una familia de tres que reside en la Provenza, concretamente en Saint-Rèmy. Albert Amendale, o Bert para los amigos, es escritor y será el narrador de toda la novela. Su mujer, Miriam, es marchante de arte y fruto del matrimonio nació Britney que en el presente de la novela cuenta con dieciséis años y cabalga a lomos de la rebeldía. Brit ama la música y odia a sus padres, algo bastante habitual a su edad. Ellos serán los personajes principales de la novela, aunque habrá más, entre ellos, Chucks Basil, un buen amigo de Bert, una vieja leyenda del rock venida a menos, que también se ha trasladado a la Provenza, a otra pequeña localidad llamada Saint Claire, buscando tranquilidad para preparar su nuevo disco, el que le vuelva a colocar en el estrellato. El problema es que tranquilidad, lo que se dice tranquilidad, encontrará bien poca. 

Una noche, de vuelta de tomar unas copas con Bert en un bar de la localidad, Chucks tiene un accidente. Atropella a un hombre en una carretera de poco tránsito. Primeramente intentará socorrer al herido pero cuando lo tiene delante, tumbado en la calzada y todo ensangrentado, le entra pavor y se da a la fuga. Pero el remordimiento no le deja vivir,  al poco tiempo regresa al lugar donde tuvo lugar el infortunio para no encontrar absolutamente nada, ni siquiera restos de sangre. Nada. Como si todo hubiera sido un sueño. Chucks no puede dar crédito y duda de sí mismo pero a medida que van pasando las horas, comienza a recordar detalles y surgen en su cabeza algunas cosas que no cuadran. 

La trama se centrará en averiguar qué ha ocurrido realmente. Si el episodio es real, ¿dónde está la víctima del atropello? Bert ayudará a su amigo a resolver el enigma y mientras realiza diversas pesquisas, tendrá que sortear varias problemas conyugales con su mujer Miriam, pues ella no soporta a Chucks y solo lo ve como un tipo peligroso y problemático que perturba la vida de los demás. Además Bert tendrá que aceptar a unos nuevos amigos, los vecinos de las cercanías, unos matrimonios sospechosamente amables, en especial los Van Ern -Eric y Edilia-, que dirigen una clínica de desintoxicación para famosos. Bert acabará metido en problemas hasta las cejas pero le mueve un noble propósito, lo que le impide ser un ciudadano normal que, ante la adversidad, recurre a la policía sin más. No, él se involucra totalmente en una investigación que le traerá multitud de problemas mientras ve como su matrimonio se suspende en la cuerda floja, perdiendo la última oportunidad que tenía por salvar su relación con Miriam. 

Y creo que me he pasado contandoos demasiados detalles del argumento. Solo os diré que El mal camino es uno de esos libros que siempre tienes en mente, deseando que llegue ese momento en el que puedas sentarte con él entre las manos. Te costará trabajo dejarlo en la mesilla de noche, mientras miras de reojo el reloj, apurando hasta el último segundo antes de apagar la luz, pensando que al día siguiente tienes que madrugar y vas a estar rendida. 

Me ha gustado mucho leer El mal camino. Cierto es que en esta novela me ha parecido que la intriga cobra fuerza un poco más tarde que en la anterior. Inicialmente el suspense es moderado y el ritmo un poco más pausado pero tanto una cosa como la otra va en aumento hasta llegar a un final de traca. 

Creo que Santiago construye con habilidad sus personajes, otorgándole ciertas peculiaridades que ayudan a mantener el suspense. En este caso, el autor juega con dos bazas importantes. Por un lado, tendremos a Bert, un personaje, escritor de profesión, con una imaginación desbordante. Sabemos que tiene capacidad de ver fantasmas donde no los hay pero se jugará mucho con nuestras dudas y certezas, sin que sepamos realmente si lo que Bert piensa o ve es real o no. 

Por otro lado, y en el mismo sentido, estará Chucks. Su pasado, sus coqueteos con el alcohol y las drogas, sus episodios paranoicos previos que quedan debidamente narrados,  son peculiaridades que contribuyen muchísimo en favor de una trama llena de misterios, en la que no se sabe si lo que ocurre es real o pura imaginación del personaje. 

Si a estos personajes, le unimos otros que juegan a la ambigüedad, que se muestran demasiado solícitos y amables y que levantan nuestras sospechas, entonces el suspense está servido en bandeja de planta.

Santiago es un autor al que le gusta los escenarios idilicos, al menos, es lo que hemos visto hasta ahora. En su anterior novela nos hizo pasear por pequeños pueblos costeros y playas irlandesas y en esta ocasión nos traslada a la Provenza, a dos pueblos casi íntimos también, Saint - Rèmy y Saint Claire y entre uno y uno, un campo de canola, un bosque, un gran casa y una clínica de rehabilitación. 

Pero en cuanto a escenarios me gustaría comentaros que la acción no solo se sitúa en Francia. Habrá también un breve desplazamiento a una zona del sur de España totalmente paradisíaca. Me refiero a la Playa de los Alemanes en Zahara de los Atunes (Cádiz), un lugar que lleva ese nombre porque, hipotéticamente, en tiempos de Franco, muchos nazis acabaron en esas playas, viviendo en preciosas casas que prácticamente cuelgan de la ladera de un monte que antecede a la arena blanca y el agua azul. 




En cuestiones estilísticas, me gustaría descatar la manera de narrar del autor. Creo que es bastante práctico a la hora de desarrollar el argumento y repartir las distintos hechos misteriosos y pistas que van dando lugar al avance de la trama. Sabe colocar tales elementos de manera ágil, dentro de situaciones totalmente creíbles sin que nada se le escape. 

Además me gusta que en las ocasiones que tiene que echar mano del pasado para entender el presente de los personajes, sea conciso y directo. Hay veces que en un libro nos topamos con largas y extensas explicaciones sobre la vida de un personaje concreto que nos hacen perder el norte, por decirlo de alguna manera. En El mal camino eso no ocurre. La información que se nos ofrece para que podamos construir en nuestra cabeza ante qué tipo de personaje estamos es la justa y la necesaria, sin más. No hay necesidad de enredarse, ni dar más vueltas y eso es algo que, como lectora, agradezco enormemente porque no me hace perder el tiempo en peroratas que no me llevan a ningún sitio.

Decía antes que la novela está escrita en primera persona en la voz de Bert. Con un estilo sencillo, El mal camino nos ofrece un lenguaje coloquial, fresco, actual y muy desenfadado con lo que la lectura resulta sumamente ágil y llevadera.Los diálogos, muy abundantes, suenan a naturalidad, y los personajes hacen uso de expresiones de gente de hoy en día, gente joven, que ocasionalmente emplean algunos términos relacionados con el mundo de la música, como nombres de intrumentos por ejemplo. No obstante, esto es algo que otorga credibilidad pues Chucks es músico de profesión y por otro lado, Britney, la hija de Bert, también toca en un grupo. Además es un tema que el autor domina bien y eso se nota, no en balde su trabajo y la escritura se alternan con su participación en una banda de blues-rock.

El balance de la lectura ha sido más que positivo.¡Qué gustazo encontrarte con una novela que es capaz de abstraerte de la realidad! Eso es lo que consigue Mikel Santiago con El mal camino, un libro que cargado de elementos intrigantes, en los que un moribundo pronuncia la palabra L'ermitage, unos vecinos demasiado atentos, una clínica de rehabilitación, unos cuadros escalofriantes y un USB que traerá al protagonista de cabeza. 

Si leiste La última noche de Tremore Beach, no puedes perderte El mal camino. Por mal camino irás, si no lees esta novela. 



[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]

Retos:

- Sumando 2015.
- 100 libros.





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