Año: 1946.
Nacionalidad: EE.UU.
Director: Frank Capra.
Reparto: James Stewart, Donna Reed, Lionel Barrymore, Thomas Mitchell, Henry Travers, Beulah Bondi, Frank Faylen, Ward Bond, Gloria Grahame, H.B. Warner, Frank Albertson, Todd Karns, Samuel S. Hinds, Mary Treen, Virginia Patton, Charles Williams, Argentina Brunetti.
Género: Drama.
Sinopsis: George Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que dirige y mantiene a flote un pequeño banco familiar, a pesar de los intentos de un poderoso banquero por arruinarlo. El día de Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante suma de dinero, que supondría no solo la quiebra de su banco, sino también un gran escándalo, decide suicidarse, pero cuando está a punto de hacerlo ocurre extraordinario.
[Información facilitada por Filmaffinity]
Aprovechando que mañana es Nochebuena y que hace un siglo que no traigo un clásico al blog, me he decantado por venir a hablaros de Qué bello es vivir, una película tan idónea en las fechas en las que estamos.
Recuerdo haber visto esta cinta unas tres o cuatro veces y hasta la fecha siempre he mantenido un gratísimo recuerdo de la misma. No obstante, mi percepción tras este nuevo visionado ha variado sutilmente pues, a diferencia de mis impresiones pasadas, no me he encontrado totalmente cómoda durante los ciento treinta minutos de metraje, disfrutando mucho más de la parte final que de la inicial. Debe ser cosa de la edad.
Como bien dice la sinopsis, Qué bello es vivir, dirigido por el majestuoso Frank Capra (Sucedió una noche - 1943, Arsénico por compasión - 1944,...), narra la historia de un buen hombre, George Bailey. No solo conoceremos lo que le ocurre en la Nochebuena de 1945 sino que también se narrará cómo fue su infancia, su adolescencia, su entrada en la madurez y los anhelos que le acompañaron a lo largo de todos esos años.
La vida en Bedford Falls discurre tranquila salvo por la presencia de Henry Potter, un hombre espantoso y ruin, avaricioso y mezquino que pretende arrebatar a la comunidad de unos exiguos beneficios al tiempo que desea apoderarse de todas las instituciones importantes de la ciudad. Sin embargo, Bailey no se lo pondrá fácil aunque a punto está de tirar la toalla, angustiado y desesperado cuando desparece una importante cantidad de dinero que no solo arruinará su vida sino la de todo el condado. La responsabilidad le abruma y es cuando decide poner fin a sus días. No obstante, la Navidad es una época llena de magia en la que todo puede ocurrir.
En la película se respira fundamentalmente un ambiente navideño y pone en relieve esos sentimientos tan supuestos en una época como esta, -sentimientos que se deberían mantener a lo largo de todo el año pero que parece que solo florecen por Navidad-, me refiero a la bonhomía, el amor, la entrega y el rogar por el prójimo. Confieso que los inicios del largometraje me parecieron excesivamente empalagosos, algo que no recordaba. Aunque con ligeras pinceladas de humor, hay mucho melodrama en escenas con una fuerte carga negativa que consiguen repeler al espectador permitiendo que se posicione desde los comicios del lado de los buenos, del lado de George Bailey. A su vez, Qué bello es vivir exprime esa dicotomía en el ser humano, el ser perverso y malvado encarnado por Potter frente a la bondad, el amor y la ayuda a los necesitados, características del personaje de Bailey, un hombre que siempre estuvo sacrificado, dejando de lado sus deseos en favor de los de los demás.
Por suerte, la desaparición del dinero y la caída en picado de Bailey frente a una situación que no sabe cómo sobrellevar extraerá, a mi juicio, la parte más interesante del largometraje, ese declive del hombre bueno a los bajos fondos, donde mostrará su lado más oscuro y agreste, despojando al personaje de todo azúcar y haciéndolo quizás más terrenal, al mismo tiempo que se enfatiza lo importante que podemos ser en la vida de los demás, lo que podemos llegar a influir en el devenir de otras vidas casi sin darnos cuenta y el deseo de seguir viviendo porque la vida, a pesar de los malos tragos que nos hace pasar, siempre merecerá la pena. Esta es la parte que más me ha gustado y este es el mensaje con el que me quedo, entre todos los de índole moral que salpican el metraje.
Es justo en esa parte final en la que el actor James Stewart está enorme. Hasta ese momento, su interpretación estaba bañada por una capa de melaza que no me convencía pero llegado el momento álgido, el punto en el que el derrumbe se aproxima, envuelve su rostro de desesperación por la pérdida y no solo por la del dinero sino por la de otras cuestiones tan fundamentales que lo llevarán a ver la vida de otro modo. No será fácil olvidarse de su rostro congestionado por el sufrimiento, ni tampoco olvidaremos esa mirada febril con un toque de locura. Está sublime en los últimos compases hasta un desenlace que todos pueden intuir lleno de felicidad en el que el sosiego y la paz lo inundarán todo. Es Navidad. El mal rato ha pasado. Ha recuperado su fe. Y la vida vuelve a brillar a su alrededor.
Qué bello es vivir es un largometraje encumbrado por los espectadores. Si lees las diversas opiniones que se encuentran en la red no hallarás otra cosa más que parabienes y si lo pensáis un poquito no deja de ser una especie de cuento de Navidad o incluso, si me apuráis, una prolongación de aquel otro cuento de Navidad de nuestro querido Dickens. Tanto en una historia como el otra, la magia está muy presente y en ambas sus protagonistas tendrán la ocasión de ver cómo hubiera discurrido la vida en otras circunstancias, haciéndoles comprender que tienen que valorar lo que poseen.
Aunque este nuevo visionado de Qué bello es vivir no me ha hecho disfrutar al 100% como en ocasiones previas, no hay que olvidar que es una gran película con un bonito mensaje y unas interpretaciones magníficas - los secundarios también están maravillosos-, así pues yo siempre la seguiré recordando y recomendando. De vez en cuando nos tienen que poner delante una historia así para entender que, más allá de ese mundo interior en el que en ocasiones nos refugiamos, existe una vida maravillosa que bien merece la pena contemplar y disfrutar.
Aunque este nuevo visionado de Qué bello es vivir no me ha hecho disfrutar al 100% como en ocasiones previas, no hay que olvidar que es una gran película con un bonito mensaje y unas interpretaciones magníficas - los secundarios también están maravillosos-, así pues yo siempre la seguiré recordando y recomendando. De vez en cuando nos tienen que poner delante una historia así para entender que, más allá de ese mundo interior en el que en ocasiones nos refugiamos, existe una vida maravillosa que bien merece la pena contemplar y disfrutar.