Editorial: Cuadernos del vigía.
Fecha publicación: mayo, 2007.
Nº Páginas: 112
Precio: 14,00 €
Género: Relatos.
Edición: Rústica con solapa.
ISBN: 978-84-95430-26-6
Autor
Jesús Ortega. Melilla, 1968. Reside en Granada, donde se licenció en Filología Hispánica por la UGR. Desde 1997 coordina las actividades culturales del Patronato Municipal Huerta de San Vicente, Casa-Museo Federico García Lorca. En 2004 y 2005 fue profesor de escritura creativa en los talleres "30 horas de relato breve" patrocinados por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la UGR. El clavo en la pared es su primer libro de cuentos.
Sinopsis
El clavo en la pared reúne una decena de relatos breves en torno a encrucijadas en las que los personajes descubren aspectos escondidos o secretos de sus vidas. Las historias tienen lugar en el mundo privado de las relaciones familiares y sentimentales, con alguna que otra incursión lúdica en la literatura fantástica. El descubrimiento de la identidad a través de las cosas que hieren, los ajustes de cuentas entre padres e hijos, la búsqueda de la comunicación con los demás, los amores malogrados, los miedos reveladores, las mentiras, las ambigüedades y los malentendidos inquietantes son algunos de los temas que asoman por estos cuentos. Los personajes son seres normales que arrastran alguna herida y que se ven inmersos en situaciones a veces desbordantes y que les cambian la vida, a veces sutiles y que les revelan algún tipo de verdad sobre sí mismos que no aciertan a comprender. Escritos con diversos tonos y estilos, los cuentos de El clavo en la pared siguen de cerca a algunos de los maestros de la tradición clásica del género de Poe a Chéjov, de Hemingway a Aldecoa.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
Vuelvo a traeros un volumen de relatos. Últimamente estoy leyendo muchos porque, a pesar de estar de vacaciones, no paro quieta y apenas tengo tiempo para leer. Los relatos son ese aquí-te-pillo-y-aquí-te-mato que me permiten cubrir esos breves intervalos de tranquilidad que otras actividades me dejan libre.
El clavo en la pared se vino conmigo un día que paseaba por la biblioteca. Me gustó lo que se mencionaba en la sinopsis, eso de que estos cuentos surcan las relaciones familiares y sentimentales, un caldo de cultivo que siempre da tanto juego, o que los personajes no son más que individuos comunes y mundanos. A veces, en la proximidad y cercanía es donde radican las mejores historias.
Dado que El clavo en la pared consta tan solo de diez cuentos, creo que podría hablaros brevemente de cada uno de ellos. El volumen empieza con El zurdo, una historia que me ha recordado mucho a aquella idea de malignidad que antaño se relacionaba con las personas zurdas. «Escribir con la izquierda es pecado», «Los zurdos llevan al demonio por dentro»,... frases que se inculcaron a los niños de otras épocas, imagino que creándole unos tremendos traumas. Pues bien, El zurdo, una historia de adaptación o inadaptación -según se mire-, explota esa concepción y la obcecación por parte de educadores y padres por hacer diestro lo que no lo es. Pero la naturaleza tiene más fuerza que la imposición y los niños de este cuento terminarán por descubrir su verdadera identidad.
En Bésame me ha gustado encontrarme con un tipo al que, inevitablemente, se le coge manía desde el primer momento. Se trata de un joven funcionario que mantiene una relación con una joven iraní pero es una relación ciertamente tortuosa que no pinta nada bien porque cuando el orgullo se mezcla con el miedo, surgen los celos y nos dejamos llevar, las consecuencias son terribles y demasiado tarde aprendemos a valorar aquello que teníamos en nuestras manos. Si al protagonista narrador se le coge tirria sin que podamos hacer nada en contra, Razia la joven iraní se presenta como el personaje con el que el lector empatiza. Su reacción al final del cuento me ha colmado de alegría.
El clavo en la pared, cuento que da título al volumen, explora un terreno que, en algunas familias, está lleno de aristas y filos cortantes. En este relato hay tanto rencor por parte de un hijo que casi se podría tocar con la mano. Bernardo es un personaje en el que la amargura rezuma por sus poros, que se cree por encima de los demás, mirando con desprecio a todos desde esa atalaya en la que se ha encumbrado únicamente basándose en un supuesto éxito laboral. Bernardo no entiende nada y paga sus frustraciones con su esposa Nieves o con su madre, a la que intenta siempre pillar en un renuncio. Hay mucho secreto en este cuento, muchas palabras que un día no se dijeron y terminaron por enconarse.
Pero no será el único relato que explore esas relaciones entre padres e hijos. En El perdón el silencio en el reencuentro entre un padre y un hijo dice más de lo que se llega a expresar con palabras. La culpabilidad flota cuando ambos se miran pero es mucho mejor seguir adelante y no materializar las emociones o los pensamientos.
Y habrá un cambio de tercio. Si bien esos relatos se centran en ese entramado de relaciones humanas, Ortega se decanta ahora por ofrecernos unos cuentos con tintes fantásticos.La manzana de Neuman, si no me equivoco dedicado al escritor Andrés Neuman, es un cuento curioso que me ha parecido algo insustancial. Lo he dicho muchas veces, yo no encajo muy bien con el género fantástico y en cuanto me topo con un argumento que se aleja del realismo termino por sentirme incómoda. Y aún así, con Gonatropina, también un cuento con un toque irreal, he disfrutado mucho pero porque su carga humorística es muy importante y me he tenido que reír muchísimo con el protagonista al que la vida le da una lección.
Pero si tengo que elegir uno de estos cuentos me quedaré sin dudar con Los dedos del tiempo, una preciosa historia de amor en la que los libros juegan un papel importante. Hay miradas, roce de dedos posados sobre los lomos de una novela, hay un flujo de energía potente que transita de un cuerpo a otro pero ¡ay! todo se trunca y no solo por un ardid del destino sino por una cobardía que conllevará un arrepentimiento.
Sin querer tiene mucho de inquietud. Quizás es el cuento que menos he entendido pues se juega mucho con el lector, con su capacidad de creer o no en lo que se narra.
Y en La segunda vez vamos a adorar a un niño que representa ese bloqueo del escritor.¿Cómo se mantiene el reconocimiento después de un primer éxito inesperado? Es un cuento muy curioso que no solo escarba en esas difíciles circunstancias que un contador de historias puede llegar a encontrarse sino también en la inocencia de un niño.
Por último, La lectora. Este tiene un punto de suspense muy acertado que se mantiene a lo largo de toda la narración con una superposición de escenas que otorga mucha fuerza. De este cuento destaco también el desenlace, un poco en el aire pero que te hace pensar.
Lo que me gusta de estos cuentos es su cotidianidad, el hecho de que, en alguna ocasión estos personajes podemos ser nosotros mismos y que las situaciones que se presentan no son tan dispares. Es cierto que en algunos de ellos el desenlace es previsible pero, quizás no importa tanto el punto final como los puntos y seguido, es decir, ese desarrollo del relato que, a veces, guarda tantos dobleces.
Ya veis que la temática de todos ellos es muy variada y si te gustan los relatos, me atrevo a recomendarte este volumen. Diez historias que llenarán diez momentos de tu vida. Algunos de ellos no los olvidarás fácilmente.
[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]
Retos:
- Autores de la A a la Z.
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