Autor
Salvador Gutiérrez Solís (Córdoba), novelista incesante, cuentista accidental, narrador a tiempo parcial, ha publicado, entre otros, los siguientes titulos: La Novela de un novelista malaleche (Finalista del Premio Nacional de la Crítica, 1999), Spin Off (2001), El sentimiento cautivo (2005), El batallón de los perdedores (2006) y El orden de la memoria (2009). La obra de Gutiérrez Solís se puede encontrar en decenas de antologías. Ha sido traducido a varios idiomas, ejerce la crítica literaria en diferentes publicaciones, colabora en programas de radio y televisión y es articulista en El Día de Córdoba (Grupo Joly). Con su anterior novela, El escalador congelado, obtuvo el Premio Andalucía de la Crítica 2013.
Carlos J. es una atípica estrella del rock que se enfrenta al reto de componer su álbum más íntimo y personal: Biografía Autorizada. Un trabajo con el que pretende mostrarse tal cual es, por primera vez en su ya dilatada y exitosa carrera musical. Lo que en un principio asume como una tarea fácil, relatar su propia vida, no tarda en convertirse en un proceso extremadamente complicado. Y no solo por la compleja personalidad del protagonista, también, además y sobre todo por una serie de extraños y frenéticos acontecimientos que tienen lugar en su entorno más directo. Primero como vocalista de una banda de éxito fulgurante y posteriormente como solista, la trayectoria y vivencias personales de Carlos J. son la excusa perfecta para adentrarnos en los cajones más oscuros del siempre desordenado armario de la fama, para descubrir la cara b de la industria discográfica y, sobre todo, para rememorar todas esas canciones, bandas, recuerdos, series de televisión, películas y estilos que nos han acompañado durante los últimos cuarenta años, de Bob Dylan a Lady Gaga, de los Stones a Dorian, de los Clash a Los Planetas, del calimocho al mojito, de los Beatles a Sexy Sadie, de las hombreras a la barba hipster, de Elvis a Bunbury, de Matzinger Z a True Detective, de Víctor Jara a Quique González, de Juanito a Messi, de 1 globo, 2 globos, 3 globos a Gran Hermano, de la Carta de Ajuste al 3D, de los bocadillos de chorizo a la comida Nikkei, de las cassettes al iPod...
Biografía Autorizada (La Isla de Siltolá, 2015), la nueva novela de Salvador Gutiérrez Solís (Premio Andalucía de la Crítica 2013), es un divertido, irónico e intrigante homenaje a todos esos recuerdos que han surgido a partir de la cultura popular contemporánea y que nos han acompañado durante las últimas décadas, con una especial atención a todas esas canciones que componen la banda sonora de nuestra vida.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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¿Te criaste oyendo buena música?¿Eres de los que no vive un solo día sin oír algún tema musical? ¿Viviste los años de la movida? ¿Te interesa tanto grupos nacionales como internacionales? Si has respondido a todo que sí, no puedes dejar de leer el libro del que te hablo hoy.
No hace mucho asistí a la presentación de Biografía autorizada (La isla de Siltolá) en la Biblioteca Infanta Elena. De aquel encuentro os di debida cuenta aquí. Pues bien, interesada en saber más sobre el libro, hemos podido entrevistar a Salvador Gutiérrez vía mail, el autor de esta nueva publicación que supone un recorrido por el mundo de la música, recordando grupos que fueron un día y los que aún siguen siendo. Todo ello de la mano de su protagonista, Carlos J., unexitoso cantante de rock protagonista de este libro con el que también vamos a conocer el backstage de los artistas.
Así que, si eres un adicto a la música, un melómeno empedernido que se conoce los grupos y temas más punteros desde el Boys don't cry de The Cure hasta nuestros días, no te pierdas esta entrevista con Salvador Gutiérrez. Esto es lo que nos contó.
Así que, si eres un adicto a la música, un melómeno empedernido que se conoce los grupos y temas más punteros desde el Boys don't cry de The Cure hasta nuestros días, no te pierdas esta entrevista con Salvador Gutiérrez. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- Salvador, nueva novela y ya van unas cuantas. ¿En qué se parece o se diferencia Biografía autorizada de tus anteriores novelas?
Salvador G.- Me gustaría pensar que se parece en mucho y en muy poco al mismo tiempo. Es decir, que he conseguido dejar mi sello personal, pero que me decanto por explorar nuevos territorios. Porque esa es mi intención con cada nueva novela: no repetirme, recorrer otros géneros, crecer, evolucionar.
M.G.- Salvador imagino que en este libro de autorizada habrá mucho pero ¿cuánto hay de biografía?
S.G.- Puede que haya más de biografía que de autorizada, (risas). Durante años he creído que nunca he escrito sobre mi vida o sobre mí, pero estaba equivocado. En el momento en el que tú “cuentas” utilizando tus sentidos y tus emociones, en cierto modo te estás contando. En esta novela he querido hacer un experimento: cederle al protagonista mis recuerdos personales y que él los contase como le diera la gana. Ha sido fiel a ratos, exagerado en otros, irrespetuoso en otros...
M.G.- ¿Cuándo crees que es el momento de escribir una biografía? ¿Qué chispa debe encenderse?
S.G.- Más que una biografía, de momento no hay chispa, tampoco me apetece, le doy vueltas a escribir una especie de diccionario, por llamarlo de algún modo, o bestiario, de escritores, músicos o pintores que he conocido a lo largo de mi vida. Pero desde la admiración, desde el homenaje, ya hay demasiada casquería en el mercado como para abrir una nueva carnicería.
M.G.- Carlos J., la estrella rockera y protagonista de Biografía autorizada–que sin embargo ni bebe ni se droga- es una persona que vive atemorizada por sus miedos, sus agobios, la angustia, el sentirse observado, que envidia tener una “vida normal”… ¿Tienes algo, o mucho, de Carlos J. o, por el contrario, eres su antagónico?
S.G.- Me encantaría no tener ningún parecido con Carlos J., pero tengo la impresión de que compartimos algún ramalazo, aunque nada grave, afortunadamente. Carlos J. es una persona que ha transformado sus miedos en los altos muros de su seguridad, ya que el temor lo aleja de lo desconocido, del miedo como concepto inabarcable. Nunca he padecido “miedo creativo”, no tener algo que contar. El único miedo que me acecha, literariamente, es al de estancarme; miedo a contar una y otra vez la misma novela. Y también tengo miedo a no evolucionar.
M.G.- Hablamos de un libro centrado en el mundo de la música, pero entiendo que aún teniendo esta un papel significativo en sus páginas, es un libro sobre un músico, sobre la persona alejada de los focos que no vemos tras las portadas de los discos y las revistas. ¿Bajas a la tierra a estos dioses mediáticos y los humanizas?
S.G.- Lo pongo a ras de suelo, con zapatillas de paño, recién levantado, sin maquillar, sin filtros ni photoshop, como cualquiera de nosotros una mañana cualquiera de nuestras vidas. Porque la estrella, la que vemos sobre el escenario o en la portada del disco, la conocemos de sobra. He abierto la puerta que conduce a la intimidad de la estrella, o eso quiero creer, para mostrársela al lector.
M.G.- No he contado los grupos musicales que se mencionan en la novela, ¡pero deben ser cientos! Hay pasajes que no se pueden dejar de leer sin cierta nostalgia (canciones, bandas, garitos, tribus urbanas,...), pero sin embargo no abrumas, no es un estudio musical, y creo que es una forma también de conectar con el lector e involucrarlo en la historia, ¿no?
S.G.- Conozco muchos músicos, algunos de ellos muy conocidos, y prácticamente todos se caracterizan por algo: por el permanente intento por ser y comportarse como una persona normal. Intento porque, en cierto modo, no lo son. Me refiero a músicos que actúan frecuentemente ante miles de espectadores, que son muy reconocidos... La gloria del escenario es una sustancia que se les cuela dentro y los transforma. No digo que mejores o peores, diferentes. Desde el temor, también desde la necesidad y hasta desde la dependencia, necesitan sentir esa sustancia. Aparentemente, son iguales que nosotros, sí, pero han sentido algo que la mayoría de nosotros no ha sentido, yeso les marca.
M.G.- Biografía autorizada es una novela con banda sonora, un catálogo musical con las bandas que nos va citando Carlos J. a lo largo de su vida que podemos escuchar en Spotify. En esta novela está totalmente justificado pero aún así, parece que se está poniendo de moda enlazar la Literatura con la música, ¿no te parece?
S.G.- Mis tres últimas novelas (El orden de la memoria, El escalador congelado y Biografía autorizada) cuentan con una lista de Spotify abierta y pública para quien desee escucharla. ¿Por qué? Primero porque soy de aquellos que piensan que las nuevas tecnologías nos ofrecen nuevas posibilidades, nuevas experiencias, y debemos aprovecharlas. La Literatura debe evolucionar al mismo ritmo que lo hacemos nosotros, las personas. En segundo lugar porque tengo muy claro que las inquietudes, así como el consumo cultural definen una personalidad. Si te muestran un personaje que tunea motos, escucha a Pitbull a todas horas y no para de beber cola con sabor a cereza, tardas menos de un segundo en tener tu propia imagen del personaje. Una imagen muy real y concreta. Lo que nos gusta nos retrata, y lo que nos emociona mucho más.
M.G.- ¿Te ha costado mucho documentarte en el plano musical para escribir Biografía..., o esos grupos y cantantes estaban ahí, en tu subconsciente, y han salido a flote y sin esfuerzo?
S.G.- En alguna crítica han señalado que hay algunos errores sobre nombres de programas o años de emisión o sobre títulos de canciones. Lo raro es que no haya doscientos errores, porque lo realmente cierto es que nunca utilicé la ventanita de Google para buscar algún dato. Nada. Es mi memoria, y no por hacer una demostración, no, por hacer creíble al personaje. ¿Alguien cuenta con una memoria perfecta?
M.G.- En casa suenan mucho The Cure, en cierto modo somos Cureadictos, y te tengo que dar la razón en muchas cosas. El Pecho de Andy, qué buenos eran y qué poco duraron. Y tantos otros Tiernos Mancebos, Baldomero Torres y sus cuchillos afilados, Dogo y los Mercenarios,… ¿No te da la sensación que en los ochenta hubo tal explosión musical que era imposible que hubiera espacio para todos y muchos se quedaron fuera?
S.G.- Una confesión, en primer lugar: tengo la entrada para ver a The Cure el 20 de noviembre en Madrid, soy un cureadicto también. En cuanto a la pregunta, si retiramos el velo de romanticismo juvenil encontramos que la mayoría de los grupo de los 80 eran muy malos, pésimos muchos de ellos. Pero es que surgieron de la nada, de la no tradición, del vacío. Seguro que la primera rueda, si la examinamos con los parámetros actuales, era muy imperfecta, giraba con dificultad, no es comparable a las sofisticadas y seguras ruedas actuales. Eso les sucede a muchos grupos de los 80, sin ellos no podríamos disfrutar de la música actual.
M.G.- ¡¡No sabes cuánto te envidio con esa entrada en tu poder!!
Salvador G.- Me gustaría pensar que se parece en mucho y en muy poco al mismo tiempo. Es decir, que he conseguido dejar mi sello personal, pero que me decanto por explorar nuevos territorios. Porque esa es mi intención con cada nueva novela: no repetirme, recorrer otros géneros, crecer, evolucionar.
M.G.- Salvador imagino que en este libro de autorizada habrá mucho pero ¿cuánto hay de biografía?
S.G.- Puede que haya más de biografía que de autorizada, (risas). Durante años he creído que nunca he escrito sobre mi vida o sobre mí, pero estaba equivocado. En el momento en el que tú “cuentas” utilizando tus sentidos y tus emociones, en cierto modo te estás contando. En esta novela he querido hacer un experimento: cederle al protagonista mis recuerdos personales y que él los contase como le diera la gana. Ha sido fiel a ratos, exagerado en otros, irrespetuoso en otros...
M.G.- ¿Cuándo crees que es el momento de escribir una biografía? ¿Qué chispa debe encenderse?
S.G.- Más que una biografía, de momento no hay chispa, tampoco me apetece, le doy vueltas a escribir una especie de diccionario, por llamarlo de algún modo, o bestiario, de escritores, músicos o pintores que he conocido a lo largo de mi vida. Pero desde la admiración, desde el homenaje, ya hay demasiada casquería en el mercado como para abrir una nueva carnicería.
M.G.- Carlos J., la estrella rockera y protagonista de Biografía autorizada–que sin embargo ni bebe ni se droga- es una persona que vive atemorizada por sus miedos, sus agobios, la angustia, el sentirse observado, que envidia tener una “vida normal”… ¿Tienes algo, o mucho, de Carlos J. o, por el contrario, eres su antagónico?
S.G.- Me encantaría no tener ningún parecido con Carlos J., pero tengo la impresión de que compartimos algún ramalazo, aunque nada grave, afortunadamente. Carlos J. es una persona que ha transformado sus miedos en los altos muros de su seguridad, ya que el temor lo aleja de lo desconocido, del miedo como concepto inabarcable. Nunca he padecido “miedo creativo”, no tener algo que contar. El único miedo que me acecha, literariamente, es al de estancarme; miedo a contar una y otra vez la misma novela. Y también tengo miedo a no evolucionar.
M.G.- Hablamos de un libro centrado en el mundo de la música, pero entiendo que aún teniendo esta un papel significativo en sus páginas, es un libro sobre un músico, sobre la persona alejada de los focos que no vemos tras las portadas de los discos y las revistas. ¿Bajas a la tierra a estos dioses mediáticos y los humanizas?
S.G.- Lo pongo a ras de suelo, con zapatillas de paño, recién levantado, sin maquillar, sin filtros ni photoshop, como cualquiera de nosotros una mañana cualquiera de nuestras vidas. Porque la estrella, la que vemos sobre el escenario o en la portada del disco, la conocemos de sobra. He abierto la puerta que conduce a la intimidad de la estrella, o eso quiero creer, para mostrársela al lector.
M.G.- No he contado los grupos musicales que se mencionan en la novela, ¡pero deben ser cientos! Hay pasajes que no se pueden dejar de leer sin cierta nostalgia (canciones, bandas, garitos, tribus urbanas,...), pero sin embargo no abrumas, no es un estudio musical, y creo que es una forma también de conectar con el lector e involucrarlo en la historia, ¿no?
S.G.- Conozco muchos músicos, algunos de ellos muy conocidos, y prácticamente todos se caracterizan por algo: por el permanente intento por ser y comportarse como una persona normal. Intento porque, en cierto modo, no lo son. Me refiero a músicos que actúan frecuentemente ante miles de espectadores, que son muy reconocidos... La gloria del escenario es una sustancia que se les cuela dentro y los transforma. No digo que mejores o peores, diferentes. Desde el temor, también desde la necesidad y hasta desde la dependencia, necesitan sentir esa sustancia. Aparentemente, son iguales que nosotros, sí, pero han sentido algo que la mayoría de nosotros no ha sentido, yeso les marca.
M.G.- Biografía autorizada es una novela con banda sonora, un catálogo musical con las bandas que nos va citando Carlos J. a lo largo de su vida que podemos escuchar en Spotify. En esta novela está totalmente justificado pero aún así, parece que se está poniendo de moda enlazar la Literatura con la música, ¿no te parece?
S.G.- Mis tres últimas novelas (El orden de la memoria, El escalador congelado y Biografía autorizada) cuentan con una lista de Spotify abierta y pública para quien desee escucharla. ¿Por qué? Primero porque soy de aquellos que piensan que las nuevas tecnologías nos ofrecen nuevas posibilidades, nuevas experiencias, y debemos aprovecharlas. La Literatura debe evolucionar al mismo ritmo que lo hacemos nosotros, las personas. En segundo lugar porque tengo muy claro que las inquietudes, así como el consumo cultural definen una personalidad. Si te muestran un personaje que tunea motos, escucha a Pitbull a todas horas y no para de beber cola con sabor a cereza, tardas menos de un segundo en tener tu propia imagen del personaje. Una imagen muy real y concreta. Lo que nos gusta nos retrata, y lo que nos emociona mucho más.
M.G.- ¿Te ha costado mucho documentarte en el plano musical para escribir Biografía..., o esos grupos y cantantes estaban ahí, en tu subconsciente, y han salido a flote y sin esfuerzo?
S.G.- En alguna crítica han señalado que hay algunos errores sobre nombres de programas o años de emisión o sobre títulos de canciones. Lo raro es que no haya doscientos errores, porque lo realmente cierto es que nunca utilicé la ventanita de Google para buscar algún dato. Nada. Es mi memoria, y no por hacer una demostración, no, por hacer creíble al personaje. ¿Alguien cuenta con una memoria perfecta?
M.G.- En casa suenan mucho The Cure, en cierto modo somos Cureadictos, y te tengo que dar la razón en muchas cosas. El Pecho de Andy, qué buenos eran y qué poco duraron. Y tantos otros Tiernos Mancebos, Baldomero Torres y sus cuchillos afilados, Dogo y los Mercenarios,… ¿No te da la sensación que en los ochenta hubo tal explosión musical que era imposible que hubiera espacio para todos y muchos se quedaron fuera?
S.G.- Una confesión, en primer lugar: tengo la entrada para ver a The Cure el 20 de noviembre en Madrid, soy un cureadicto también. En cuanto a la pregunta, si retiramos el velo de romanticismo juvenil encontramos que la mayoría de los grupo de los 80 eran muy malos, pésimos muchos de ellos. Pero es que surgieron de la nada, de la no tradición, del vacío. Seguro que la primera rueda, si la examinamos con los parámetros actuales, era muy imperfecta, giraba con dificultad, no es comparable a las sofisticadas y seguras ruedas actuales. Eso les sucede a muchos grupos de los 80, sin ellos no podríamos disfrutar de la música actual.
M.G.- ¡¡No sabes cuánto te envidio con esa entrada en tu poder!!
S.G.- Tal vez sea lo más autobiográfico de la novela, todas las películas y series que aparecen me encantan, incluida Modern Family (risas). El cine, el mundo visual, junto a la música, y por supuesto la Literatura, son mis referencias culturales más evidentes. Y todas ellas las sitúo en el mismo plano, y por tanto en mi escritura acudo a las tres, pero de forma natural. Algo que voy a explorar y explicitar con mayor evidencia en el futuro.
M.G.- Te pregunto esto porque en tu obra también encontramos su punto de intriga, de género negro. Hay llamadas nocturnas, ruidos en la noche, nuestro protagonista se siente observado mientras duerme, desconfía a veces incluso de su compañera Enka. Has conseguido engancharme también por ese lado. ¿Siempre es necesario algo de suspense en cualquier tipo de novela?
S.G.- No creo que sea siempre necesario, pero me apetecía hacerlo en esta novela, y sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una persona absolutamente entregada a sus temores, y que además le gustan unas series y películas muy concretas... Lo introduje como un juego con el lector, ya que se produce a través de herramientas y situaciones que nos son muy familiares.
M.G.- Y Biografía autorizada es también un libro de personajes, de compañeros y amigos, familia, de amores y enemigos, abarcas prácticamente todo el espectro personal que nos acompañan en nuestra vida, ¿verdad?
S.G.- Siempre tuve muy claro que debía de humanizar al personaje de Carlos J., y para ello tenía que trasladarlo a los ámbitos en los que nosotros nos movemos, a nuestra rutina, a nuestra familiaridad. De hecho, las secuencias de “estrella” sobre el escenario son escasas en la novela, porque entendía que esas escenas nos son más conocidas.
M.G.- Los miedos que acompañan a Carlos J. a través de su vida son los mismos antes que ahora. ¿Crees que, realmente, nos cuesta mucho desprendernos de nuestros miedos, que debemos aprender a vivir con ellos? ¿No sería más lógico que seamos nosotros los que los dominemos y terminemos por vencerlos?
S.G.- Con el paso del tiempo empiezo a creer que cambiamos poco, que en lo esencial siempre somos la misma persona, que simplemente nos domesticamos o nos acostumbramos a vivir con lo poco o mucho que nos ha tocado en suerte. Hablar de batallas ganadas o perdidas en nosotros mismos me resulta hasta cierto punto inverosímil. Tengo la sensación de que vivimos una permanente guerra civil interior.
M.G.- En la novela también se toca la política, como un aspecto más que nos influye en nuestras vidas. En un momento dado, nuestro protagonista dice que a los jóvenes les hemos dejado un mundo de mierda, y que por eso nos culpan ¿Esta es una opinión de Carlos J. o de Salvador?
S.G.- Me temo que la comparto en gran medida. Aunque también soy más optimista. Si uno se detiene un instante a pensarlo, música y política van de la mano en nuestro país. En ambos ámbitos, partíamos de la nada. Y en estos cuarenta y tantos años tal vez hemos avanzado más de lo que nunca hubiéramos llegado a imaginar, aunque también haya quien entienda que hemos avanzado muy poco, y en la dirección equivocada. Yo soy de los que piensan que hemos avanzado mucho, mucho, tal vez demasiado.
M.G.- Para el final dejas un giro inesperado, con el que al menos en mi caso, me dejaste con una sonrisa en los labios de sorpresa… ¿Este recurso lo tenías pensado desde el principio, o surgió al final?
S.G.- Sí, de hecho la novela parte de ese final. Escribí el final en primer lugar. Tratando de no decir nada, por eso de no contar el final, hay mucho de homenaje a ese músico que todos conocemos, que vive la música como una auténtica pasión, como un estilo de vida. Biografía autorizada pretende ser, por encima de todo, una novela de emociones y un homenaje a la música y a todas esas canciones que componen la banda sonora de nuestras vidas.
M.G.- Te pregunto esto porque en tu obra también encontramos su punto de intriga, de género negro. Hay llamadas nocturnas, ruidos en la noche, nuestro protagonista se siente observado mientras duerme, desconfía a veces incluso de su compañera Enka. Has conseguido engancharme también por ese lado. ¿Siempre es necesario algo de suspense en cualquier tipo de novela?
S.G.- No creo que sea siempre necesario, pero me apetecía hacerlo en esta novela, y sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una persona absolutamente entregada a sus temores, y que además le gustan unas series y películas muy concretas... Lo introduje como un juego con el lector, ya que se produce a través de herramientas y situaciones que nos son muy familiares.
M.G.- Y Biografía autorizada es también un libro de personajes, de compañeros y amigos, familia, de amores y enemigos, abarcas prácticamente todo el espectro personal que nos acompañan en nuestra vida, ¿verdad?
S.G.- Siempre tuve muy claro que debía de humanizar al personaje de Carlos J., y para ello tenía que trasladarlo a los ámbitos en los que nosotros nos movemos, a nuestra rutina, a nuestra familiaridad. De hecho, las secuencias de “estrella” sobre el escenario son escasas en la novela, porque entendía que esas escenas nos son más conocidas.
M.G.- Los miedos que acompañan a Carlos J. a través de su vida son los mismos antes que ahora. ¿Crees que, realmente, nos cuesta mucho desprendernos de nuestros miedos, que debemos aprender a vivir con ellos? ¿No sería más lógico que seamos nosotros los que los dominemos y terminemos por vencerlos?
S.G.- Con el paso del tiempo empiezo a creer que cambiamos poco, que en lo esencial siempre somos la misma persona, que simplemente nos domesticamos o nos acostumbramos a vivir con lo poco o mucho que nos ha tocado en suerte. Hablar de batallas ganadas o perdidas en nosotros mismos me resulta hasta cierto punto inverosímil. Tengo la sensación de que vivimos una permanente guerra civil interior.
M.G.- En la novela también se toca la política, como un aspecto más que nos influye en nuestras vidas. En un momento dado, nuestro protagonista dice que a los jóvenes les hemos dejado un mundo de mierda, y que por eso nos culpan ¿Esta es una opinión de Carlos J. o de Salvador?
S.G.- Me temo que la comparto en gran medida. Aunque también soy más optimista. Si uno se detiene un instante a pensarlo, música y política van de la mano en nuestro país. En ambos ámbitos, partíamos de la nada. Y en estos cuarenta y tantos años tal vez hemos avanzado más de lo que nunca hubiéramos llegado a imaginar, aunque también haya quien entienda que hemos avanzado muy poco, y en la dirección equivocada. Yo soy de los que piensan que hemos avanzado mucho, mucho, tal vez demasiado.
M.G.- Para el final dejas un giro inesperado, con el que al menos en mi caso, me dejaste con una sonrisa en los labios de sorpresa… ¿Este recurso lo tenías pensado desde el principio, o surgió al final?
S.G.- Sí, de hecho la novela parte de ese final. Escribí el final en primer lugar. Tratando de no decir nada, por eso de no contar el final, hay mucho de homenaje a ese músico que todos conocemos, que vive la música como una auténtica pasión, como un estilo de vida. Biografía autorizada pretende ser, por encima de todo, una novela de emociones y un homenaje a la música y a todas esas canciones que componen la banda sonora de nuestras vidas.
M.G.- Pues Salvador no tengo más preguntas que hacerte. Enhorabuena una vez más, y gracias por regalarnos esta joya.
S.G.- A vosotros. Un placer.
Y esto es todo lo que Salvador Gutiérrez nos ha contado sobre su novela. En unos días os daré más detalle de la misma pero de momento, se me ocurre que a algunos de los que os pasáis por aquí, esta novela os podría gustar muchísimo.
S.G.- A vosotros. Un placer.
Y esto es todo lo que Salvador Gutiérrez nos ha contado sobre su novela. En unos días os daré más detalle de la misma pero de momento, se me ocurre que a algunos de los que os pasáis por aquí, esta novela os podría gustar muchísimo.