La primera vez que alguien me habló de Beatriz Rodríguez como escritora fue Óscar Oliveira. Hasta la fecha yo solo sabía que era la hermana de mi amiga Sara y, por ende, la hija de Antonio Rodríguez Almodóvar, autor sevillano con más de una treintena de publicaciones a su espalda y que, además, será el encargado de abrir fuego en la próxima Feria del Libro de Sevilla. Desde aquella revelación han pasado cuatro años y no ha sido hasta ahora, con la publicación de Cuando éramos ángeles por parte de Seix Barral, cuando he vuelto a tener noticias de Beatriz.
En apenas unas semanas, el título de su novela me ha perseguido de aquí para allá y a mis oídos solo han llegado parabienes y recomendaciones. Así que, cuando la semana pasada supe que en la Biblioteca Infanta Elena se iba a presentar la novela, nuevamente dentro del programa Letras Capitales, no dudé un momento. Allá que me encaminé.
En apenas unas semanas, el título de su novela me ha perseguido de aquí para allá y a mis oídos solo han llegado parabienes y recomendaciones. Así que, cuando la semana pasada supe que en la Biblioteca Infanta Elena se iba a presentar la novela, nuevamente dentro del programa Letras Capitales, no dudé un momento. Allá que me encaminé.
Conducido en esta ocasión por la también escritora, María Iglesias, el acto convocó a multitud de familiares y amigos que querían saber más sobre la novela y escuchar a su autora. Iglesias quiso romper el fuego leyendo un fragmento de la novela, el inicio del capítulo trece que es precisamente el que da nombre a la obra.
Una de las preguntas obligadas era conocer el origen de la novela. Beatriz, tras dar las gracias al Centro Andaluz de las Letras, a Seix Barral y a su editora por asistir desde Barcelona a la presentación, comentó que el germen de la novela figura precisamente en el pasaje leído por Iglesias al inicio del acto. La autora quiso centrarse en el tema de la violencia cuando no sabemos qué es, en una época como la adolescente, en la que no se tienen «los criterios o las herramientas intelectuales o ideológicas suficientes como para saber y analizar lo que nos está pasando». Todo esto llevado al límite muestra situaciones violentas como las que se ejercen sobre el personaje que encarna el loco de la novela, un papel que «enlaza con el tremendismo español». En resumen,lo que la autora ha querido hacer con su novela es «poner el foco de la violencia sobre una edad concreta»y analizar los comportamientos y actitudes en dichas edades, dentro de un entorno rural como es Fuentegrande, escenario de la trama,lo que nos serviría para catalogar este libro como novela negra rural.
Según Iglesias, una de las cosas que más llama la atención de la novela es «la potencia coral». Figuran muchísimos personajes, tanto masculinos como femeninos, muy distintos unos de otros, aunque de entre todos ellos, «el hilo conductor es Clara, la periodista», que llega al pueblo de Fuentegrande donde transcurren los hechos y que se adentra en una investigación. Es un personaje clave para descubrir todo lo que está detrás de los hechos. Según Beatriz, «Clara es el único personaje que al final sufre una catarsis», que posee una mirada muy displicente sobre el pueblo. Y en relación a los personajes, la autora nos explicó que hay personajes-novela que te piden una historia completa y por otro lado hay personajes-cuentoque simplemente te sirven para contar una historia breve.
María Iglesias quiso destacar que el salto temporal también es un factor importante en la novela pues «Beatriz narra la adolescencia de unos niños que viven o pasan el verano en un pueblo, durante los años 90» para después pasar a la actualidad, momento que se aprovecha para explicar por qué el presente es como es y de qué manera ha influido el pasado. A este respecto, la autora nos comentó que el salto temporal te permite tener «una visión completa de algunas personajes», para ver cómo han evolucionado y además ayuda a que el lector se construya el puzle de la novela en su cabeza.
Como recursos adicionales, en la narración se van intercalando recetas de cocina «porque la comida nos define como personas»y tanto es así que esas recetas incluso forman parte de la nomenclatura de la novela, dando nombre a algunos capítulos del libro.«No es una narración culinaria amable» porque no es gratuito sino que «forma parte del lado oscuro del pueblo» que además«ayuda a configurar Fuentegrande».
Pero no será el único recurso con el que cuente Cuando éramos ángeles pues, tratándose de un grupo de adolescentes, las referencias musicales también están muy presentes en la novela, un elemento que la autora utilizó«para ubicar sociológicamente a los adolescentes», pues en función del tipo de música que oye cada uno, se encuadran en una categoría social u otra.
Sin que lo hayamos especificado hasta ahora, es importante destacar que la novela arranca con un crimen. María Iglesias quiso preguntarle a Beatriz si ella sabía desde el principio cómo se iba a resolver el crimen o si bien era algo que fue descubriendo con el avance de la escritura. Beatriz Rodríguez confesó que ella sabía de antemano cómo se iba a resolver el crimen «porque hay cierta cuestión ideológica en la resolución» pero no quiso adelantar más nada.
María Iglesias quiso destacar que el salto temporal también es un factor importante en la novela pues «Beatriz narra la adolescencia de unos niños que viven o pasan el verano en un pueblo, durante los años 90» para después pasar a la actualidad, momento que se aprovecha para explicar por qué el presente es como es y de qué manera ha influido el pasado. A este respecto, la autora nos comentó que el salto temporal te permite tener «una visión completa de algunas personajes», para ver cómo han evolucionado y además ayuda a que el lector se construya el puzle de la novela en su cabeza.
Como recursos adicionales, en la narración se van intercalando recetas de cocina «porque la comida nos define como personas»y tanto es así que esas recetas incluso forman parte de la nomenclatura de la novela, dando nombre a algunos capítulos del libro.«No es una narración culinaria amable» porque no es gratuito sino que «forma parte del lado oscuro del pueblo» que además«ayuda a configurar Fuentegrande».
Pero no será el único recurso con el que cuente Cuando éramos ángeles pues, tratándose de un grupo de adolescentes, las referencias musicales también están muy presentes en la novela, un elemento que la autora utilizó«para ubicar sociológicamente a los adolescentes», pues en función del tipo de música que oye cada uno, se encuadran en una categoría social u otra.
Sin que lo hayamos especificado hasta ahora, es importante destacar que la novela arranca con un crimen. María Iglesias quiso preguntarle a Beatriz si ella sabía desde el principio cómo se iba a resolver el crimen o si bien era algo que fue descubriendo con el avance de la escritura. Beatriz Rodríguez confesó que ella sabía de antemano cómo se iba a resolver el crimen «porque hay cierta cuestión ideológica en la resolución» pero no quiso adelantar más nada.
La presentación terminó con otra lectura de un fragmento de la novela, esta vez en la voz de la propia autora.
Por último, se dio paso al turno de preguntas por parte de los asistentes.
Y esto es todo. Mi ejemplar, debidamente dedicado, descansa en casa a la espera de poder ponerme con su lectura, algo que me apetece muchísimo y que espero poder hacer pronto. Ya os contaré.
Ficha técnica de la novela:
Autor: Beatriz Rodríguez.
Editorial: Seix Barral.
Género: Narrativa.
Fecha de publicación: Enero, 2016.
Nº Págs: 256
ISBN: 978-84-322-2569-7
Precio: 18,00 €
También disponible en eBook.
Sinopsis:Clara, una joven periodista, vive en un pueblo de menos de mil habitantes, donde lleva una vida tranquila. Dirige el periódico digital local, aunque aspiraba a mucho más, y no se relaciona con casi nadie, a excepción de Chabela, la dueña del hostal Las Rosas, donde come y duerme, e intenta olvidar la reciente muerte de su marido, bebiendo por las noches y saliendo a correr por las mañanas.
La aparición del cadáver de Fran Borrego, uno de los dueños de las tierras que rodean el pueblo de Fuentegrande, hará que esa vida aparentemente tranquila le muestre una sociedad repleta de envidias, intrigas y tramas incompletas que provienen de un pasado que desconoce.
Mientras Clara inicia una investigación sobre la muerte del cacique, entrevistando a distintos personajes que pueden estar involucrados en su asesinato, nos adentramos en un flashback, ambientado en los años noventa, que muestra la verdadera historia de cada uno de ellos, así como el descubrimiento, por parte de este grupo de adolescentes, del sexo, el amor, la ira, la amistad, la decepción y la venganza.
La aparición del cadáver de Fran Borrego, uno de los dueños de las tierras que rodean el pueblo de Fuentegrande, hará que esa vida aparentemente tranquila le muestre una sociedad repleta de envidias, intrigas y tramas incompletas que provienen de un pasado que desconoce.
Mientras Clara inicia una investigación sobre la muerte del cacique, entrevistando a distintos personajes que pueden estar involucrados en su asesinato, nos adentramos en un flashback, ambientado en los años noventa, que muestra la verdadera historia de cada uno de ellos, así como el descubrimiento, por parte de este grupo de adolescentes, del sexo, el amor, la ira, la amistad, la decepción y la venganza.