8 de Mayo. A las 20.00 horas un cielo agrisado y cubierto de nubes leves dejaba caer un bochorno infernal sobre la Plaza Nueva en Sevilla. Aún así él llegó. Con sus 86 años a cuestas caminaba lento pero seguro, derrochando elegancia jerezana. Su entrada la hizo por el pasillo central de la pérgola, espacio abarrotado de personas y medios de comunicación que, como yo, llevábamos una hora esperando aquel momento.
Dispuesto a la faena se dirigió hacia el estrado saludando a todos mientras nosotros, lectores, lo recibíamos con un caluroso aplauso.
Foto: Antonio Pizarro. Diario de Sevilla. |
El acto estuvo presentado por el editor y crítico Ignacio Garmendia y conducido por los periodistas y poetas Antonio Lucas y Javier Rodríguez Marcos. Uno y otro lo animaron a hablar de su vida y de su obra.
Caballero Bonald nos desveló su profunda admiración por el poeta Juan Ramón Jiménez, sentimiento que se desprende al leer el capítulo que dedica al poeta de Moguer en su último libro Oficio de lector. De igual modo, confesó que también considera a Luis Cernuda y Federico García Lorca como sus fuentes literarias.
Para él, la poesía es una mezcla de música y matemáticas a partes desiguales. La música entendida como la sonoridad y la melodía que debe vivir en un poema. Las matemáticas como el rigor en la construcción verbal poética. Pero lo que realmente debe importar es el despertar emotivo en el lector y vivir la aventura del libro libremente, para ello el escritor traspasa a su obra todo lo que piensa aunque no lo pretenda.
Caballero Bonald no es partidario de la poesía obvia, de la poesía realista que consiste en contar lo que se ve con sencillez. Para él es mucho más interesante una poesía intuitiva y buena prueba de ello es su obra Entreguerras:
«no sé cuando arbitré finalmente desertar desasirme de
esas dependencias
cuándo crucé sin yo advertirlo sino a tientas la frontera
prohibida
el reciente hospitalario la adictiva la vaga la benévola
cama
donde finalmente pude refugiarme de las persecuciones
las querellas»
En estos versos transcritos tal cual del libro se puede apreciar el estilo tan peculiar del autor y salta a la visita la omisión de todo signo de puntuación (salvo los interrogativos y los exclamativos). ¿Por qué esta ausencia? Caballero Bonald recoge en este libro, que él tilda de «largo soliloquio»,fragmentos de la memoria perdida y lo hace sin puntos ni comas porque es así como funciona la memoria, en un flujo y reflujo de ideas que asoman a nuestra mente.
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