Editorial: Plaza Y Janés.
Fecha publicación: febrero, 2016.
Fecha publicación: febrero, 2016.
Nº Páginas: 864
Precio: 22,90 €
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Género: Narrativa.
Edición: Tapa dura con sobrecubiertas.
ISBN: 9788401016950
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Autor
Julia Navarro es escritora y periodista. Después de escribir varios libros de actualidad política publicó su primera novela, La Hermandad de la Sábana Santa, con la que logró un éxito sin precedentes situándose durante meses en los primeros puestos de las listas de ventas, tanto nacionales como extranjeras. La Biblia de barro y La sangre de los inocentes afianzaron su prestigio entre la crítica y el público. Tras ellas llegaron Dime quién soy y Dispara, yo ya estoy muerto, que abordan de forma magistral la historia del siglo XX y supusieron un punto de inflexión en su trayectoria literaria.
Es una de las autoras españolas con mayor reconocimiento dentro y fuera de nuestras fronteras. Ha conseguido llegar a millones de lectores en todo el mundo, y sus libros cuentan con traducciones en más de treinta países.
www.julianavarro.es
Facebook: Julia.Navarro/Oficial
Sinopsis
Soy un canalla y no me arrepiento de serlo.
He mentido, engañado y manipulado a mi antojo sin que me importaran las consecuencias.
He destruido sueños y reputaciones, he traicionado a los que me han sido leales, he provocado dolor a aquellos que quisieron ayudarme.
He jugado con las esperanzas de quienes pensaron que podrían cambiar lo que soy.
Sé lo que hice y siempre supe lo que debí hacer.
Esta es la historia de un canalla. La mía.
Thomas Spencer sabe cómo conseguir todo lo que desea. Una salud delicada es el precio que ha tenido que pagar por su estilo de vida, pero no se lamenta por ello. Sin embargo, desde su último episodio cardíaco, una sensación extraña se ha apoderado de él y en la soledad de su lujoso apartamento de Brooklyn, se suceden las noches en que no puede evitar preguntarse cómo habría sido la vida que conscientemente eligió no vivir.
El recuerdo de los momentos que le llevaron a triunfar como publicista y asesor de imagen, entre Londres y Nueva York en los ochenta y noventa, nos descubre los turbios mecanismos que en ocasiones emplean los centros de poder para conseguir sus fines. Un mundo hostil, gobernado por hombres, en el que las mujeres se resisten a tener un papel secundario.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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Soy adicta a las novelas de Julia Navarro. Desde mucho antes de comenzar con el blog disfruté de lecturas como La Hermandad de la Sábana Santa, La Biblia de barro o Dime quién soy. Luego, una vez que esta bitácora comenzó a andar, tuve el placer de leer Dispara, yo ya estoy muerto, una novela que me brindó la oportunidad de conversar por primera vez con la autora. Así que, cuando supe que publicaba nuevamente me alegré muchísimo.
Antes de enfrentarme a esta nueva lectura, pude leer opiniones de otros lectores que me asustaron un poco. Algunas reseñas apuntaban a que la novela se apartaba demasiado de sus publicaciones previas, que resultaba floja y que carecía de gancho. Bueno, cada lector es un mundo y es inevitable que surjan una diversidad de opiniones muy dispares. Realmente, el cambio de registro no es algo que me preocupara, más bien al contrario. A veces reiterar una fórmula, por buena que sea, deja de sorprender al lector y por tanto, los cambios de aires, por regla general, me sientan muy bien. Otra cosa es que algunos lectores amigos muestren objeciones y reticencias de otra índole. Por suerte, la literatura es tan subjetiva que las percepciones de los demás no siempre se cumplen en nosotros mismos. En lo que a mí respecta, y aquí rompo una lanza a favor, tengo que decir que, con cambio de registro incluido, ha sido una lectura que no me ha defraudado.
En Historia de un canalla, Julia Navarro se mete en la piel de un hombre, de Thomas Spencer, un hispano-americano con muchos complejos y muy mala leche con el que es difícil empatizar pero que sin duda, supone un análisis psicológico de un tipo concreto de personalidad, la del canalla.
La novela arranca en un momento crucial en la vida de su protagonista. Las primeras páginas, a modo de introducción, nos servirán para conocer el desenlace de una novela en la que realmente no importa tanto el final como el principio y el medio. Thomas, sintiendo que la muerte llega a su puerta de manera inminente, decide hacer recuento de su vida y sopesar los pros y los contras de las decisiones que ha ido tomando con el paso de los años. Si bien cabría esperar algo de arrepentimiento, pues todos los humanos tienden a arrepentirse aunque solo sea en su fuero interno, Thomas es un mal bicho de cuyo corazón no asoma ni la más mínima pesadumbre.¿Cómo es posible que no se lamente de nada en su vida? ¿Qué le lleva a actuar con tanta soberbia y egocentrismo?
La novela nos permitirá ir conociendo poco a poco a este singular personaje desde su infancia hasta el momento del desenlace, que dicho sea de paso, quedará abierto aunque yo le he puesto un final apoteósico y justo a mi juicio. De este modo, y siguiendo una estructura cuatripartita (Infancia, Juventud, Madurez y Declive) con introducción y prólogo, veremos a Thomas siendo un niño, dentro de su entorno familiar en el que se relaciona con sus padres -John y Carmela- y su hermano Jaime, así como sus primeros años en el colegio. Posteriormente conoceremos al Thomas adolescente, avanzando en sus estudios, asistiendo a una escuela de publicidad donde conocerá a otros compañeros, Esther y Lisa, dos jóvenes que se convertirán una constante en su vida. Poco después entrará en el mundo adulto, con su incursión en el mundo laboral, sutraslado a Londres y sus primeros empleos hasta que el éxito le da de lleno.
La crueldad en Thomas desde pequeño es patente. Como decía antes es un personaje con el que resulta del todo imposible empatizar aunque, he de confesar, que en algún momento a mí me ha hecho hasta gracia. Thomas Spencer es sagaz e intuitivo. Hurga en las interioridades de los que le rodean para descubrir los puntos más débiles de sus oponentes sin importar que se trate de un miembro cercano de su familia a los que, supuestamente hay que cuidar y proteger por aquello de los vínculos consanguíneos. A Thomas le da igual, se aprovecha de la debilidad del contrario para atacar donde más duele, en muchas ocasiones simplemente por hacer daño sin ningún otro objetivo. Él es el único por el que siente afecto, por el que siente conmiseración y la única persona por la que se preocupa. Al resto del mundo le pueden ir dando.
En cualquier caso pienso que su actitud desafiante es más un farol que otra cosa, es una manera de defenderse del entorno hostil que él mismo crea a su alrededor. Hay una máxima que encajaría muy bien en el personaje, aquello de atacar para no ser atacado o bien quien golpea primero, golpea dos veces pero Thomas también tiene su talón de Aquiles o al menos, yo lo veo así. El protagonista queda desarmado cuando encuentra a alguien que no se amilana y responde a sus ofensas, cuando se topa con algún hombre o alguna mujer en su vida que sepa devolverle la bofetada. Será entonces cuando recule y se retire a su cueva. ¿Es tan diferente a lo que camina por el mundo hoy? No lo creo. En realidad me parece un personaje tan de carne y hueso que Historia de un canalla podría tratarse de la crónica de cualquier persona que nos pueda rodear. Quizá por eso la maldad de Thomas no me ha parecido para nada tan descabellada y he llegado a reconocer comportamientos ajenos.
Historia de un canalla os irá desvelando a buen ritmo las claves de la actitud de Thomas que se basan en un gran resentimiento y rencor. Si pensamos en el personaje podríamos imaginarlo como un gran contenedor de odio que nace desde el mismo momento en el que él tiene conciencia de sí mismo y aprecia ciertas diferencias que le marcan como un estigma y que él mismo se encarga de potenciar. Thomas, a pesar de ser un hombre que lo tiene todo en la vida, se desprecia y por ende, desprecia a los que le rodean pues considera que son los culpables de su desdicha. No quisiera desvelar nada importante pero, a grandes rasgos, os diré que el origen de tanta infelicidad radica en sus genes. Pero, ¿podría Thomas haber actuado de otro modo? ¿Podría haberse convertido en un hombre diferente? Claro que sí y de hacernos ver el otro lado de la moneda se encarga la autora.
Lo novedoso de esta novela es que Julia Navarro desmiembra el argumento en dos partes. Por un lado, hará que Thomas nos cuente su comportamiento, sus actos, ruines y mezquinos la mayoría de las veces pero, a la vez, nos presenta una alternativa totalmente opuesta. Es como si la novela tuviera su yin y su yang. Frente a la perversidad del protagonista encontraremos una faz mucho más dulce de sí mismo, una versión más positiva de los hechos, una actitud más bondadosa o, si se quiere ver así, un lado más cristiano del personaje, que figurará en cursiva. Creo que algunos lectores han considerado que esta segunda versión está de más y prácticamente se podría haber omitido. A mí me ha permitido contemplar al personaje desde otro ángulo y ese acercamiento desde otro punto de vista no me ha sobrado. Sí es cierto que, en los primeros capítulos, esa versión en cursiva me ha parecido excesivamente larga pero su aparición se va reduciendo con el avance de la lectura. Además, confieso que, de las dos versiones -la real y la ficticia o la perversa y la bondadosa-, la más almibarada es la que menos fuerza tiene, la menos convincente para mí. Creo que el personaje es tan potente que en ningún momento cabría esperar que se comportara como un buen hijo, un buen marido o un buen amigo. Lo que me seduce de Thomas Spencer es su alma negra, su capacidad para herir, para dañar, para hacer el mal, a veces, simplemente por el hecho de hacerlo y en este sentido, he asistido a escenas espeluznantes y muy acongojantes que perturbarán nuestras entrañas.
Por otra parte creo que la novela aborda temas sumamente interesantes. Como epicentro podríamos considerar el trabajo y la labor de las grandes agencias de comunicación, esas máquinas de gestión que se encargan de modelar la opinión pública y de manipular a los ciudadanos. A su vez, asistiremos desde dentro a los tejemanejes políticos y la puesta en marcha de las campañas electores, un asunto que a mí me ha resultado tremendamente actual y que, a decir verdad, me ha dado mucha más grima que el personaje en sí. Ver cómo los candidatos políticos sacan a la luz la basura y las miserias de los oponentes es algo que me hace recelar cada vez más de la política. Por otro lado, también se hará un guiño al mundo de periodismo con personajes que representan a esos periodistas curtidos frente a los novatos y la inocencia de aquellos otros que tienen que ir espabilando por el camino si verdaderamente quieren convertirse en buenos periodistas de información.
Pero frente a los negocios, la política, el periodismo,... estará la vida familiar de Thomas. Esa parte de su vida, la relación con sus padres, su hermano, su mujer,... es la que más me ha gustado en contraposición a la faceta profesional del personaje. Al fin y al cabo, en los negocios, especialmente en esos grandes núcleos financieros como son Nueva York y Londres, escenarios donde principalmente se desarrolla el argumento, hay que ser un tanto tiburón o lobo con piel de cordero pero, ¿qué te lleva a rechazar a los tuyos, a aquellos que te han criado, cuidado, protegido, amado o amparado? Thomas ha crecido entre algodones y sin embargo es incapaz de estar agradecido. En su lugar, no le tiembla el pulso a la hora de despreciar a su madre o a su hermano, de desdeñar a sus abuelos maternos o a su tía. No hay nada que lo frene o sí pero le importará muy poco.
Y una de las cosas que más valoro en una novela escrita en primera persona es la capacidad del autor, o de la autora en este caso, de desaparecer de la escena. Leyendo esta Historia de un canalla Julia Navarro termina por desdibujarse en favor de un personaje con una fuerte carga psicológica, muy complejo, lleno de matices y aristas, de recovecos y oquedades que lo convierten en un personaje inolvidable. Estoy convencida de que jamás olvidaré a Thomas Spencer y eso ya dice mucho en favor de la novela.
Pero os hablaba antes de que Historia de un canalla supone un cambio de registro en la trayectoria de la autora. Efectivamente, las novelas de Julia Navarro, a priori y basándonos en una cuestión meramente de grosor, tienen en común que son muy voluminosas. Lo mismo ocurrirá con Historia de un canalla que cuenta con casi novecientas páginas pero sin duda hay una diferencia sustancial entre esta nueva publicación y las anteriores. Me refiero a la densidad narrativa. Historia de un canalla cuenta con un argumento más liviano a la hora de leer. Con ello no quiero decir que sea de calidad inferior sino que en esta novela abunda el diálogo y eso, como sabemos, imprime mucha velocidad en la lectura, la agiliza, la dinamiza... En este sentido he de decir que me ha resultado muy «fácil» leer esta novela, y por fácil tenéis que entender que me refiero al compromiso que el lector adquiere con la lectura, al nivel de profundidad que una trama puede requerir.Historia de un canalla es muy actual, con personajes, incluso Thomas Spencer, que encajan perfectamente en la sociedad que vivimos, y eso consigue que el argumento nos parezca muy cercano.
Y llegados a este punto, creo que podéis advertir que mi reseña es diferente a las que muchos hemos leído hasta ahora. Para mí, Historia de un canalla cuenta con muchos más pros que contras y en este sentido estoy contenta con la lectura. Me ha fascinado el personaje de Thomas Spencer, absolutamente magnético e hipnotizador del que, como ya he dicho, jamás me olvidaré y aunque, en honor a la verdad, confieso que Historia de un canalla no ocupará el primer puesto en el listado de mis novelas favoritas de Julia Navarro, tampoco puedo decir que su lectura me haya defraudado. A mí me parece que la autora hace un ejercicio de carácter psicológico más propio de la consulta de un terapeuta que de una escritora o periodista y nada más que por eso, por el perfil que nos presenta, la lectura de esta novela bien merece la pena. Por tanto, yo la voy a recomendar y me quedo con el placer de haber leído una novela con un argumento tan actual que puede llegar a atemorizar.
Lo dicho, acércate a conocer a Thomas Spencer. Eso sí, hazlo bien pertrechado porque te va a sorprender.