Editorial: Anantes.
Fecha publicación: marzo, 2016.
Nº Páginas: 256.
Precio: 17,00 €
Precio: 17,00 €
Género: Novela.
Edición: Tapa blanda con solapas.
Edición: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 978-84-944814-4-4
Autor
Manuel Machuca (Sevilla, 1963) debutó como novelista con Aquel viernes de julio, obra que se desarrolla en su ciudad natal durante los primeros meses de la Guerra Civil española; a ella le siguió El guacamayo rojo, la historia de tres generaciones de emigrantes andaluces en Brasil. Con Tres mil viajes al sur llega a finalista del Premio Ateneo de Sevilla en 2015. Ha publicado relatos en las antologías Relatos de farmacéuticos (2006), Hidra verde (2015) y también en la revista argentina Motor de ideas.
Manuel Machuca (Sevilla, 1963) debutó como novelista con Aquel viernes de julio, obra que se desarrolla en su ciudad natal durante los primeros meses de la Guerra Civil española; a ella le siguió El guacamayo rojo, la historia de tres generaciones de emigrantes andaluces en Brasil. Con Tres mil viajes al sur llega a finalista del Premio Ateneo de Sevilla en 2015. Ha publicado relatos en las antologías Relatos de farmacéuticos (2006), Hidra verde (2015) y también en la revista argentina Motor de ideas.
Antes de su irrupción como novelista, ha colaborado con artículos en los diarios del Grupo Joly, en Cambio 16 y en Cuadernos para el diálogo, obteniendo en 1997 el Premio periodístico de la Fundación Avenzoar.
Asimismo, fue cooperante durante la Guerra de Ruanda en 1994, y desde el año 2000 imparte conferencias en diversos países de Europa y América Latina para formar a profesionales que deseen ser agentes transformadores del cambio, actividad que comparte con otras de voluntariado con personas en riesgo de exclusión social en un barrio de Sevilla considerado como marginal por quienes no han tenido la oportunidad de acercarse a las personas que lo habitan.
Sinopsis
Tres mil viajes al sur, obra finalista del Premio Ateneo de Sevilla de novela 2015, se inspira en la historia de cuatro mujeres que viven en los suburbios de una gran ciudad. Contada con voces narrativas diferentes, encarna la odisea de esas mujeres obligadas a abandonar sus barrios o países de origen, su desarraigo, su soledad, su esperanza y su lucha diaria. Algunas por huir de un entorno de pobreza y exclusión, otras por cambiar el mundo que les rodea.
Manuel Machuca novela la historia real de muchas personas que habitan en nuestras ciudades, para lo cual ha recorrido el extrarradio, ha visitado a sus protagonistas en sus casas y en los cruces de las grandes avenidas donde día a día se ganan la vida.
[Biografía y sinopsis tomadas del ejemplar]
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Hace unas semanas os hablaba de la presentación de la nueva novela de Manuel Machuca, Tres mil viajes al sur, de cuyo acto puedes leer aquí y donde se explica el trasfondo de este libro. Fue una presentación original en el que la fusión resultó ser el hilo conductor. Hoy vengo a hablaros de la novela, vengo a desgranarla y a contaros con detalle todo lo relativo a esta nueva publicación editada por Anantes.
La historia de Josefa, Alberta, Blessing y Esperanza llegó a mis manos hace más de año y medio. Por entonces aquellas vidas empezaban a nacer, no eran más que un esqueleto al que aún le faltaban las vísceras aunque su corazón latía ya con fuerza. Aún así, requerían de huesos, músculos, venas y especialmente sangre para convertirse en un ser vivo que respira. Recuerdo que entonces me conmoví con la vida de estas cuatro mujeres, exponentes de todas esas otras tan luchadoras que existen repartidas por el mundo, distintas y a la vez tan similares. El paso del tiempo y la dedicación de un autor que ha encontrado en la escritura su manera de atrapar recuerdos o abrirnos los ojos, han conseguido que esas cuatro mujeres maduren y se vistan de largo para llegar como finalistas al Premio de Novela Ateneo de Sevilla de 2015. Pensé que volver a leer sobre ellas no sería más que un reencuentro descafeinado. Me equivoqué, pues me he llevado una sorpresa al comprobar que la emoción se ha acentuado hasta conducirme al punto de la lágrima. No, no penséis que Josefa, Alberta, Blessing y Esperanza tiran de sensiblería barata. No hay nada gratuito en sus vidas. Resultó que, aunque conociéndolas, me cogieron con la guardia tan baja que hice mías sus penas, sus cuitas y sus preocupaciones. El resultado ha sido una lectura cargada de una profunda emotividad.
Tres mil viajes al sur es un recorrido por barrios marginados y a los que preferimos dar la espalda. Un barrio de los muchos que podemos encontrar en España y que sirven de vertedero donde se deposita aquello que no se quiere, que no se necesita, que da asco, está sucio o roto. Pero también entre la basura se puede encontrar algún objeto de valor, personas que tienen sueños y dignidad, que luchan por una calidad de vida y unas mínimas condiciones para sobrevivir. Pero en esos barrios también hay un lado oscuro, y el ser humano, tan ingrato e injusto, tienen a meter a todo el mundo en el mismo saco, a prejuzgar y a levantar barreras. Hay que cercar aquello que estorba, lo que molesta a la vista en vez de adoptar vías de solución. Por suerte aún hay gente que encuentra en las calles de esos barrios un motivo para sentirse útil.
De todo esto Manuel Machuca sabe mucho y por eso ha querido escribir un libro que aglutina cuatro historias, la historia de cuatro mujeres, que te van a emocionar.
Ya lo dije en ocasiones anteriores, me gustan los personajes que construye Manuel Machuca.Gozan de una humanidad que llega a doler y es fácil atisbar en su pensamiento o en su forma de ser alguna cualidad conocida, un reflejo, ya sea leve o intenso, de nosotros mismos o de otras personas que nos rodean. A sus personajes solo les falta saltar a la realidad y convivir entre nosotros.
Las historias de Tres mil viajes al sur, esas que nos hablan de Josefa, Alberta, Blessing o Esperanza, vienen iniciadas, a modo de subtitulo, por una frase de la propia historia, elegida con acierto. A su vez cada una de ellas viene acompañada por un poema de la poetisa Anabel Caride, poemas que han querido adelantar en cierto modo lo que leeremos en las páginas venideras.
No se puede concebir este libro como un volumen de relatos. Tres mil viajes al sur hay que entenderlo como un todo, como una novela compacta pues realmente, y aunque se trate de historias independientes con personajes distintos, poseen puntos en común. Para empezar todos los hechos ocurren en los pisos y en las calles de ese barrio sin nombre que representa a todos los barrios marginales del país. Es probable que ese sea el nexo de unión más fuerte. Para los sevillanos es muy fácil vislumbrar en este libro al Polígono Sur y a sus habitantes pero en ningún momento se hace una mención explícita pues el autor ha querido extrapolar las vivencias a cualquier rincón de España. Por otro lado, cada una de las historias conectará con las demás de manera muy inteligente a través de sus personajes. Losprincipales de una serán meros secundarios o referencias en las restantes. Se construye así un gran cuadro de pinceladas grises bajo las que encuentras un mundo de color a poco que rasques, cuatro esquinas de un mismo lienzo unidas con hilos que se entrelazan con fuerza.
Creo que se hace necesario hablar de estas mujeres con algo más de detalle. Ya veréis cuántos contrastes.
Tres mil viajes al sur es un recorrido por barrios marginados y a los que preferimos dar la espalda. Un barrio de los muchos que podemos encontrar en España y que sirven de vertedero donde se deposita aquello que no se quiere, que no se necesita, que da asco, está sucio o roto. Pero también entre la basura se puede encontrar algún objeto de valor, personas que tienen sueños y dignidad, que luchan por una calidad de vida y unas mínimas condiciones para sobrevivir. Pero en esos barrios también hay un lado oscuro, y el ser humano, tan ingrato e injusto, tienen a meter a todo el mundo en el mismo saco, a prejuzgar y a levantar barreras. Hay que cercar aquello que estorba, lo que molesta a la vista en vez de adoptar vías de solución. Por suerte aún hay gente que encuentra en las calles de esos barrios un motivo para sentirse útil.
De todo esto Manuel Machuca sabe mucho y por eso ha querido escribir un libro que aglutina cuatro historias, la historia de cuatro mujeres, que te van a emocionar.
Ya lo dije en ocasiones anteriores, me gustan los personajes que construye Manuel Machuca.Gozan de una humanidad que llega a doler y es fácil atisbar en su pensamiento o en su forma de ser alguna cualidad conocida, un reflejo, ya sea leve o intenso, de nosotros mismos o de otras personas que nos rodean. A sus personajes solo les falta saltar a la realidad y convivir entre nosotros.
Las historias de Tres mil viajes al sur, esas que nos hablan de Josefa, Alberta, Blessing o Esperanza, vienen iniciadas, a modo de subtitulo, por una frase de la propia historia, elegida con acierto. A su vez cada una de ellas viene acompañada por un poema de la poetisa Anabel Caride, poemas que han querido adelantar en cierto modo lo que leeremos en las páginas venideras.
No se puede concebir este libro como un volumen de relatos. Tres mil viajes al sur hay que entenderlo como un todo, como una novela compacta pues realmente, y aunque se trate de historias independientes con personajes distintos, poseen puntos en común. Para empezar todos los hechos ocurren en los pisos y en las calles de ese barrio sin nombre que representa a todos los barrios marginales del país. Es probable que ese sea el nexo de unión más fuerte. Para los sevillanos es muy fácil vislumbrar en este libro al Polígono Sur y a sus habitantes pero en ningún momento se hace una mención explícita pues el autor ha querido extrapolar las vivencias a cualquier rincón de España. Por otro lado, cada una de las historias conectará con las demás de manera muy inteligente a través de sus personajes. Losprincipales de una serán meros secundarios o referencias en las restantes. Se construye así un gran cuadro de pinceladas grises bajo las que encuentras un mundo de color a poco que rasques, cuatro esquinas de un mismo lienzo unidas con hilos que se entrelazan con fuerza.
Creo que se hace necesario hablar de estas mujeres con algo más de detalle. Ya veréis cuántos contrastes.
JOSEFA
La recordaré mientras viva porque su historia, una de mis preferidas pero no la única, me ha desbaratado por dentro.
Josefa vive una situación límite. A esta madre de cinco hijos, algunos de ellos con una problemática a cuesta importante, que no tiene trabajo y subsiste prácticamente de la caridad, se la nota cansada y abatida. El desánimo y la fatiga moral han conseguido vencerla pero incluso en su rendición hay lucha. Desde las primeras líneas sabremos o intuiremos cuál es su intención y tal conocimiento, más allá de restar interés, lo incrementa, acelera nuestro corazón y tensa nuestros nervios.
Josefa es una mujer a la que veremos desde distintos ángulos. Será ella misma la que nos cuente sus cuitas y sus preocupaciones, la que justificará la decisión que ha tomado, la que tendrá miedo y valor al mismo tiempo y todo ello narrado a través de un monólogo interior que escuece en las heridas que se nos van abriendo. El avance en la lectura se hará angustioso. Se te colocará un nudo en la garganta y empezarás a mascar cada una de sus frases, de sus reflexiones, de sus sinsabores. En Josefa, por muy distinta que seas a ella, siempre vas a encontrar una línea en la que cada mujer puede verse reflejada a sí misma, o bien encontrar a una madre, a una hermana o a una tía porque ella engloba un poco de cada una de nosotras.
Me ha parecido brutal todo lo que este personaje es capaz de transmitir, una mujer de carne y hueso, pura de corazón y con tantas piedras en el camino. Su manera de expresarse o su manera de mirar al mundo, siempre asomada a esa terraza aunque sienta frío, refleja muy bien el tipo de mujer que es, con lo que nos resulta fácil hacernos una composición.
Y es verdad que la vamos a ver desde diferentes ángulos porque serán otras mujeres las encargadas de ofrecernos otra visión y no solo de Josefa propiamente sino del mundo en general. Esas voces, distintas de la de Josefa, nos hablarán de todo el trabajo realizado y de todo aquel que aún está pendiente por hacer, de la situación económica, laboral y social en la que viven algunas familias obligadas en algunos casos a residir en esos guetos, de la precariedad de su existencia, de las amarguras de unas madres. Se establecen entre las mujeres de esta historia una especie de relación materno-filial que no entiende de edades. Hay una unión, un deseo por mejorar, una predisposición que nos hace entender que no todo está perdido, que aún hay otras personas con una vida muy distinta a la de Josefa y que quiere ayudar.
Me ha parecido brillante la manera en la que el autor ha querido contarnos esta historia. Tres vidas en una, casi tres historias con el mismo eje y un desenlace que te agarra el corazón y te lo estruja.
Con capítulos que van alternando una perspectiva y otra, el lector empieza a incomodarse en su asiento cuando percibe que los capítulos se acortan porque sabe lo que eso significa. Para mí es todo un acierto estructurar la historia de Josefa de este modo casi tan visual, es como si el autor nos fuera empujando, un poquito más cada vez, hacia ese final predestinado y amargo.
Si lees esta historia, no la vas a olvidar fácilmente.
ALBERTA
Alberta es cualquier abuela que se desvive por su nieto y a escondidas de su familia moverá los hilos para proporcionarle un futuro mejor. Ella, que debería tener una vejez tranquila y sosegada, pues se ha pasado muchos años limpiando las miserias de los demás, siente que aún no le ha llegado el momento de descansar. Ni a ella ni a otros muchos abuelos que, conmovidos por la precaria situación que viven sus hijos, se ven obligados a acogerlos y mantenerlos. Esa es la Alberta que reside en un barrio donde las oportunidades son casi inexistentes y ni siquiera la lluvia que caerá en este relato limpiará el aire de tristezas. Abundan las Albertas en este mundo, que se derraman cada mañana por las calles de una ciudad que ofrece tantos contrastes.
Narrada en tercera persona, he querido percibir también en esta historia una cierta crítica a la ciudad, no sé si muy velada o no, en la que se construyen nuevos edificios, algunos casi sin sentidos, se viven sus fiestas, mientras que en otra parte de la ciudad la realidad es bien distinta. Pero Alberta mirará al cielo en busca de lo bueno que está por venir.
No será la única que lo haga pues Manuel Machuca hilvana esta historia con dos hilos de diferentes colores pero tan parecidos a la vez. Se adentra en dos mundos diametralmente opuestos pero en ambos anidan la decepción y la apatía. No mencionaré mucho de ese otro hilo pues para mí, Alberta es el centro de atención, con la que el lector podrá empatizar fácilmente, dibujada por su autor con una ternura y un cariño palpable.
BLESSING
A los barrios como en el que residen Josefa y Alberta llegan familias desde otros puntos del planeta, hombres y mujeres que han pasado un calvario para llegar prácticamente a otro. Familias enteras viven hacinadas en pisos pequeños. Se mantienen únicamente de la caridad, de la venta de pañuelos de papel en los semáforos, aparcando coches o vendiendo películas descargadas ilegalmente. ¿En qué ciudad no residen hombres y mujeres así? ¿Os habéis parado a pensar cuántos paquetes de pañuelos tienen que vender al día para poder comer? Yo me lo he preguntado muchas veces y siempre me sorprende encontrármelos sonriendo incluso cuando llueve a mares o el sol castiga.
Pero me voy por las ramas. Blessing vive con su marido y sus hijos en una pequeña habitación de un pequeño piso en un barrio al que nadie quiere mirar. Una noche se despierta y descubre que su marido, aparca coches en una calle con mucho tránsito en la ciudad, no ha regresado. Inmediatamente se lanzará a su búsqueda y en la carrera más que sudor, los poros de su piel emanarán angustia y miedo, porque esas serán dos de las emociones que se respiran en el relato. También existirá desesperación, la que incita a estos hombres y mujeres a emprender un camino que puede costarle la vida. Y encontraremos mofa, burla, desprecio e indiferencia. Por suerte, en la búsqueda de su marido que simplemente será una sombra en el relato, Blessing se encontrará también con otro tipo de personas que la ayudarán. Todo ello veremos en su vida y y quizá cuando a su marido, a sus vecinos o a ella misma los veamos vender pañuelos en los semáforos, no torceremos el gesto y pensaremos que la sonrisa que ellos nos ofrecen son las que nosotros les negamos.
Y algo que me ha gustado muchísimo en este relato es la elección de los nombres de los personajes. Blessing, Joy, Mercy, Lucky, Sunday,... parecen querer decirme algo más de lo que el autor nos cuenta. Y también nos toparemos con un simpático guiño que el autor se hace.
Blessing, narrada en tercera persona con más ritmo que las anteriores, es una historia muy sencilla pero no exenta de hermosura. Me ha gustado mucho porque me ha permitido conocer más de cerca un color que no a todos sienta bien.
ESPERANZA
Esperanza pone el cierre a esta novela. Ella representará a esas mujeres que un día consiguieron salir de un barrio abocado a la ruina para labrarse un futuro. En un regreso fortuito se enfrentará a su pasado y volverá a encontrarse con Sofía y con un barrio que se cae a pedazos.
Uno de los puntos fuertes de este relato es la denuncia social, algo muy necesario en un libro como este, y no solo contra la desidia de las autoridades y los organismos públicos que deciden dejar morir ciertos sectores de la ciudad porque creen que no merece la pena invertir en ellos y que sus habitantes son un lacra para la sociedad. Sofía también va a arremeter contra los propios residentes del barrio que han tirado la toalla y han dejado de luchar. A pesar de que los tiempos han cambiado y el peso de los años hace mella, Sofía continúa en una lucha que Esperanza abandonó hace mucho tiempo.
Esperanza y Sofía son opuestas a pesar de que antaño veían las cosas con los mismos ojos. Me ha gustado ese reencuentro de Esperanza no solo con el barrio sino también con su pasado. Volver a su antigua casa, pasear por las calles, entrar en los comercios o charlar con viejos vecinos consigue desprender ese caparazón con el que ella ha cubierto su pasado en el barrio. ¿Regresará Esperanza al barrio? ¿Se unirá a la lucha de Sofía? Lo dejo en el aire para que tú lo descubras.
Esto es todo lo que os puedo contar de Tres mil viajes al sur. Sin duda la novela supone un toque de atención por parte de Manuel Machuca a la ciudadanía que se limita a obviar la existencia de estos barrios. No hay idealización de ningún tipo, ni trampa ni cartón. La realidad es tan cual es, con sus luces pero también con sus sombras, pero no todo es blanco o negro sino que hay una amplia gama de tonos grises donde residen Josefa, Alberta, Blessing y Esperanza. Y por supuesto, también vamos a encontrar homenaje en Tres mil viajes al sur, un homenaje hecho a cuatro mujeres que representan a todas esas que constituyen un pilar fundamental en las familias que viven marginadas y casi recluidas entre muros físicos o mentales.
Cierro la reseña con una frase de Antonio Ortega, uno de lo miembros de la mesa durante la presentación de la novela, que me impactó y se me quedó grabada. Esa frase hace referencia uno de los barrios más marginales de Sevilla pero bien se podría aplicar a cualquier otro en cualquier ciudad española.
Retos:
Josefa vive una situación límite. A esta madre de cinco hijos, algunos de ellos con una problemática a cuesta importante, que no tiene trabajo y subsiste prácticamente de la caridad, se la nota cansada y abatida. El desánimo y la fatiga moral han conseguido vencerla pero incluso en su rendición hay lucha. Desde las primeras líneas sabremos o intuiremos cuál es su intención y tal conocimiento, más allá de restar interés, lo incrementa, acelera nuestro corazón y tensa nuestros nervios.
Josefa es una mujer a la que veremos desde distintos ángulos. Será ella misma la que nos cuente sus cuitas y sus preocupaciones, la que justificará la decisión que ha tomado, la que tendrá miedo y valor al mismo tiempo y todo ello narrado a través de un monólogo interior que escuece en las heridas que se nos van abriendo. El avance en la lectura se hará angustioso. Se te colocará un nudo en la garganta y empezarás a mascar cada una de sus frases, de sus reflexiones, de sus sinsabores. En Josefa, por muy distinta que seas a ella, siempre vas a encontrar una línea en la que cada mujer puede verse reflejada a sí misma, o bien encontrar a una madre, a una hermana o a una tía porque ella engloba un poco de cada una de nosotras.
Me ha parecido brutal todo lo que este personaje es capaz de transmitir, una mujer de carne y hueso, pura de corazón y con tantas piedras en el camino. Su manera de expresarse o su manera de mirar al mundo, siempre asomada a esa terraza aunque sienta frío, refleja muy bien el tipo de mujer que es, con lo que nos resulta fácil hacernos una composición.
Y es verdad que la vamos a ver desde diferentes ángulos porque serán otras mujeres las encargadas de ofrecernos otra visión y no solo de Josefa propiamente sino del mundo en general. Esas voces, distintas de la de Josefa, nos hablarán de todo el trabajo realizado y de todo aquel que aún está pendiente por hacer, de la situación económica, laboral y social en la que viven algunas familias obligadas en algunos casos a residir en esos guetos, de la precariedad de su existencia, de las amarguras de unas madres. Se establecen entre las mujeres de esta historia una especie de relación materno-filial que no entiende de edades. Hay una unión, un deseo por mejorar, una predisposición que nos hace entender que no todo está perdido, que aún hay otras personas con una vida muy distinta a la de Josefa y que quiere ayudar.
Me ha parecido brillante la manera en la que el autor ha querido contarnos esta historia. Tres vidas en una, casi tres historias con el mismo eje y un desenlace que te agarra el corazón y te lo estruja.
Con capítulos que van alternando una perspectiva y otra, el lector empieza a incomodarse en su asiento cuando percibe que los capítulos se acortan porque sabe lo que eso significa. Para mí es todo un acierto estructurar la historia de Josefa de este modo casi tan visual, es como si el autor nos fuera empujando, un poquito más cada vez, hacia ese final predestinado y amargo.
Si lees esta historia, no la vas a olvidar fácilmente.
ALBERTA
Alberta es cualquier abuela que se desvive por su nieto y a escondidas de su familia moverá los hilos para proporcionarle un futuro mejor. Ella, que debería tener una vejez tranquila y sosegada, pues se ha pasado muchos años limpiando las miserias de los demás, siente que aún no le ha llegado el momento de descansar. Ni a ella ni a otros muchos abuelos que, conmovidos por la precaria situación que viven sus hijos, se ven obligados a acogerlos y mantenerlos. Esa es la Alberta que reside en un barrio donde las oportunidades son casi inexistentes y ni siquiera la lluvia que caerá en este relato limpiará el aire de tristezas. Abundan las Albertas en este mundo, que se derraman cada mañana por las calles de una ciudad que ofrece tantos contrastes.
Narrada en tercera persona, he querido percibir también en esta historia una cierta crítica a la ciudad, no sé si muy velada o no, en la que se construyen nuevos edificios, algunos casi sin sentidos, se viven sus fiestas, mientras que en otra parte de la ciudad la realidad es bien distinta. Pero Alberta mirará al cielo en busca de lo bueno que está por venir.
No será la única que lo haga pues Manuel Machuca hilvana esta historia con dos hilos de diferentes colores pero tan parecidos a la vez. Se adentra en dos mundos diametralmente opuestos pero en ambos anidan la decepción y la apatía. No mencionaré mucho de ese otro hilo pues para mí, Alberta es el centro de atención, con la que el lector podrá empatizar fácilmente, dibujada por su autor con una ternura y un cariño palpable.
BLESSING
A los barrios como en el que residen Josefa y Alberta llegan familias desde otros puntos del planeta, hombres y mujeres que han pasado un calvario para llegar prácticamente a otro. Familias enteras viven hacinadas en pisos pequeños. Se mantienen únicamente de la caridad, de la venta de pañuelos de papel en los semáforos, aparcando coches o vendiendo películas descargadas ilegalmente. ¿En qué ciudad no residen hombres y mujeres así? ¿Os habéis parado a pensar cuántos paquetes de pañuelos tienen que vender al día para poder comer? Yo me lo he preguntado muchas veces y siempre me sorprende encontrármelos sonriendo incluso cuando llueve a mares o el sol castiga.
Pero me voy por las ramas. Blessing vive con su marido y sus hijos en una pequeña habitación de un pequeño piso en un barrio al que nadie quiere mirar. Una noche se despierta y descubre que su marido, aparca coches en una calle con mucho tránsito en la ciudad, no ha regresado. Inmediatamente se lanzará a su búsqueda y en la carrera más que sudor, los poros de su piel emanarán angustia y miedo, porque esas serán dos de las emociones que se respiran en el relato. También existirá desesperación, la que incita a estos hombres y mujeres a emprender un camino que puede costarle la vida. Y encontraremos mofa, burla, desprecio e indiferencia. Por suerte, en la búsqueda de su marido que simplemente será una sombra en el relato, Blessing se encontrará también con otro tipo de personas que la ayudarán. Todo ello veremos en su vida y y quizá cuando a su marido, a sus vecinos o a ella misma los veamos vender pañuelos en los semáforos, no torceremos el gesto y pensaremos que la sonrisa que ellos nos ofrecen son las que nosotros les negamos.
Y algo que me ha gustado muchísimo en este relato es la elección de los nombres de los personajes. Blessing, Joy, Mercy, Lucky, Sunday,... parecen querer decirme algo más de lo que el autor nos cuenta. Y también nos toparemos con un simpático guiño que el autor se hace.
Blessing, narrada en tercera persona con más ritmo que las anteriores, es una historia muy sencilla pero no exenta de hermosura. Me ha gustado mucho porque me ha permitido conocer más de cerca un color que no a todos sienta bien.
ESPERANZA
Esperanza pone el cierre a esta novela. Ella representará a esas mujeres que un día consiguieron salir de un barrio abocado a la ruina para labrarse un futuro. En un regreso fortuito se enfrentará a su pasado y volverá a encontrarse con Sofía y con un barrio que se cae a pedazos.
Uno de los puntos fuertes de este relato es la denuncia social, algo muy necesario en un libro como este, y no solo contra la desidia de las autoridades y los organismos públicos que deciden dejar morir ciertos sectores de la ciudad porque creen que no merece la pena invertir en ellos y que sus habitantes son un lacra para la sociedad. Sofía también va a arremeter contra los propios residentes del barrio que han tirado la toalla y han dejado de luchar. A pesar de que los tiempos han cambiado y el peso de los años hace mella, Sofía continúa en una lucha que Esperanza abandonó hace mucho tiempo.
Esperanza y Sofía son opuestas a pesar de que antaño veían las cosas con los mismos ojos. Me ha gustado ese reencuentro de Esperanza no solo con el barrio sino también con su pasado. Volver a su antigua casa, pasear por las calles, entrar en los comercios o charlar con viejos vecinos consigue desprender ese caparazón con el que ella ha cubierto su pasado en el barrio. ¿Regresará Esperanza al barrio? ¿Se unirá a la lucha de Sofía? Lo dejo en el aire para que tú lo descubras.
Esto es todo lo que os puedo contar de Tres mil viajes al sur. Sin duda la novela supone un toque de atención por parte de Manuel Machuca a la ciudadanía que se limita a obviar la existencia de estos barrios. No hay idealización de ningún tipo, ni trampa ni cartón. La realidad es tan cual es, con sus luces pero también con sus sombras, pero no todo es blanco o negro sino que hay una amplia gama de tonos grises donde residen Josefa, Alberta, Blessing y Esperanza. Y por supuesto, también vamos a encontrar homenaje en Tres mil viajes al sur, un homenaje hecho a cuatro mujeres que representan a todas esas que constituyen un pilar fundamental en las familias que viven marginadas y casi recluidas entre muros físicos o mentales.
Cierro la reseña con una frase de Antonio Ortega, uno de lo miembros de la mesa durante la presentación de la novela, que me impactó y se me quedó grabada. Esa frase hace referencia uno de los barrios más marginales de Sevilla pero bien se podría aplicar a cualquier otro en cualquier ciudad española.
«La historia del Polígono Sur siempre la han contado los demás. Ya es hora de que seamos nosotros mismos quienes la contemos».
[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]
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