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ENTREVISTA a TONI HILL (Los ángeles de hielo).

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Autor
 
Toni Hill (Barcelona, 1966) es licenciado en Psicología, aunque lleva años trabajando en el ámbito de la traducción literaria. En 2011 publicó su primera novela, El verano de los juguetes muertos (Debolsillo), que fue un éxito instantáneo de crítica y ventas, y cuyos derechos fueron vendidos a casi una veintena de países. A esta novela le siguieron Los buenos suicidas (Debolsillo 2012) y Los amantes de Hiroshima (Debolsillo, 2014), que completaron la exitosa trilogía de novela negra protagonizada por el inspector Héctor Salgado.

En Los ángeles de hielo, Toni Hill nos ofrece una magistral historia de intriga psicológica, que penetra en los rincones más oscuros de la mente humana a la vez que nos refleja el ambiente de unos años marcados por la guerra y la tensión social.


Sinopsis

Una ambiciosa intriga de tintes góticos ambientada en la pujante Barcelona de principios del siglo XX.

En la Barcelona de 1916, Frederic Mayol, un joven psiquiatra, se ve enfrentado a un misterio que afecta a la mujer que ama y a su lugar de trabajo: un sanatorio donde aún flotan tenebrosos secretos que se remontan a un pasado reciente, cuando el edificio alojaba un internado para señoritas de buena familia, el Colegio de los Ángeles. Para descifrar la verdad Frederic deberá sumergirse en los sentimientos más recónditos y perversos del ser humano, emprendiendo una investigación absorbente de la que nadie, ni siquiera él, saldrá indemne.


Toni Hill vuelve a demostrar su gran pulso narrativo y su habilidad para la creación de atmósferas en este fascinante best seller literario, poblado de personajes inolvidables y envuelto en un aliento inquietante.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]

************************************

El día que El verano de los juguetes muertos cruzó el umbral de mi casa no me podía imaginar que pudiera llegar a pasar tan buenos ratos con su autor. Y lo digo no ya por lo que sus novelas me han hecho vivir, sino por ese par de encuentros que llevamos hasta ahora -y espero que sean muchos más- en los que no hemos dejado de reír. A juzgar por los momentos de pura extraversión, simpáticos y divertidos, se podría pensar que Toni Hill es autor de comedias pero a veces pienso que, aunque me sentara a hablar con él de la tragedia más terrible existente, sería imposible no llenar el aire de risas. 

Sin duda es un autor que invita de manera natural a las confidencias lectoras, haciéndome sentir cómoda y libre de decir lo que pienso. Por eso, a la mínima ocasión que tengáis, no dejéis pasar la oportunidad de conocerlo y de charlar con él. Ya veréis como vuestras risas y las de él se solapan en un diálogo ameno y distendido. Ni que decir tiene que sus novelas son muy recomendables también.

Hace unas cuantas semanas Toni Hill estuvo en Sevilla promocionando su última publicación, Los ángeles de hielo, una novela que nos ha gustado mucho. Y digo «nos ha gustado» porque tengo constancia de que somos muchos los lectores que hemos disfrutado de una novela con importantes tintes góticos y algo más. Os dejo con lo que nos contó.

Marisa G.- Toni, que gusto volver a verte. Me tienes muy intrigada con esta nueva novela, Los ángeles de hielo, que aún no he terminado de leer. Supone un cambio y no solo por la trama sino también por la editorial. Antes publicabas con Debolsillo y ahora con Grijalbo.

Toni H.- Bueno, en el fondo pertenecen al mismo grupo, a Random House. Y sí esta novela es un cambio no ya por la editorial sino porque aquí me meto en una historia que sucedió hace cien años, con tres voces narrativas, es como un puzle muy grande en el que las piezas van encajando. Estoy muy contento con el resultado. 

Fue la editorial la que decidió convertirla en tapa dura cuando ya estaba la novela terminada aunque ya sabía que se iba a publicar en Grijalbo. De hecho, después del éxito de la primera novela, acordé con ellos que habría dos novelas más de Héctor Salgado que saldrían en Debolsillo y luego otra distinta que saldría en Grijalbo.

M.G.- Entonces a tu primera novela le debes muchísimo.

T.H.- Se lo debo todo. Primero el tiempo que ahora tengo para poder escribir y la decisión de seguir escribiendo.

M.G.- Pues Toni, cuando nos vimos en aquel diciembre de 2014, me comentaste que estabas trabajando con varias tramas  pero no parecía que lo tuvieras muy claro. Me gustaría saber cuándo nacen estos ángeles.

T.H.- Bueno, yo creo que te mentí. (Risas).

M.G.- ¡Anda, qué pillo! (Risas)

T.H.- (Risas). No, no, verás. Lo que sabía seguro en aquel momento es que la siguiente novela iba a ser protagonizada por un psiquiatra y que iba a transcurrir en esa época. Y lo que seguramente no sabía era lo que iba a pasar exactamente. Por eso te dije que estaba jugando con diferentes tramas pero todas ellas sucedían en un escenario que yo ya había elegido. De hecho, los primeros apuntes que tengo de Frederic, del protagonista, son del año anterior.

M.G.- ¿Pero qué te inspira esta historia?

T.H.- Pues por un lado, quería hacer algo distinto y que se notara. Sin cambiar totalmente de género, sí me apetecía romper y alejarme un poco del policial más clásico. Y luego, los primeros años del siglo XX siempre me han parecido fascinantes. Viena es una ciudad que me fascina en ese periodo. Había todo un cúmulo de referentes, como Freud y el psicoanálisis, la psiquiatría, la represión sexual,... ideas globales a las que llevaba mucho tiempo dando vueltas para transformarlo en una novela. 

M.G.- Entiendo. Hay dos tramas que ocurren en dos hilos temporales, no muy distantes uno de otro, y una historia de amor. Y luego hay por ahí un personaje que no sé yo cómo podríamos definirlo. ¿Diríamos que hay fantasmas en esta novela?

T.H.- Hay fantasmas sí, sí,... pero no es una novela de fantasmas, no es el leif motiv de la trama. El fantasma es un añadido, algo más, un plus porque en el fondo la novela te habla de la inquietud, del desasosiego, de la incertidumbre. Frederic antes de ir a la guerra está muy seguro de su país y tiene grandes máximas. Luego se da cuenta de que la cosa no es como él pensaba. En resumen, esta es una novela de las incertidumbres del siglo XX que realmente son las mismas que las del siglo XXI.

M.G.- Y tampoco es una novela de terror.

T.H.- No, no,... Creo que el adjetivo que mejor la define es inquietante. La escena que se describe en las primeras páginas es muy difícil de olvidar con ese chico ajusticiado, esa chica muerta con el pájaro en la boca,... Todo eso se te queda grabado en la mente mientras lees la primera parte de la novela en la que no suceden cosas espectaculares, simplemente se van presentando a los personajes. El prólogo tiene muchas de las claves de la novela.

M.G.- Y esas dos líneas argumentales, una que transcurre en 1908 y otra en 1916, tienen un nexo en común, un edificio. Antiguamente había sido un colegio de señoritas, después pasa a ser un sanatorio. Este edificio que tú describes tan bien con esas gárgolas que son ángeles, ¿tiene algún referente real?




T.H.- Me lo inventé todo. Lo único que es real es el solar, que está precisamente en San Pol, en el pueblo de la novela. Me instalé allí el año pasado y fue allí donde escribí la parte central de la novela. Busqué un espacio en el que no hubiera nada, que estuviera a medio camino entre San Pol y el pueblo de arriba, San Cebriá,... Hay un espacio en medio del bosque que está vacío. Me podía haber buscado un edificio así porque seguro que en algún lado hay alguno pero es totalmente inventado.

M.G.- La atmósfera dentro del edificio es muy densa.

T.H.- Son ambientes cerrados. Cuando el edificio es un internado las jóvenes pueden salir pero no lo hacen nunca. Es como un microcosmos. Y al sanatorio le pasa lo mismo, viven como encerrados.

M.G.- Toni, ¿y alguna de estas dos tramas te ha gustado más que la otra? ¿Te ha costado escribir más una que otra? La parte del colegio me ha maravillado.

T.H.- Yo también disfruté mucho con la trama del colegio pero con la otra, bueno, bueno... Ya verás cuando sigas avanzando porque te esperan unas cuantas sorpresas por descubrir.

M.G.- ¿Si, verdad? Me dejas con una intriga...

T.H.- No te digo nada, ya verás. (Risas)

M.G.- Bien. Y hay personajes que saltan de la trama más antigua a la más actual y eso crea muchísimo suspense. Además nos vas adelantando información.

T.H.- Sí, lo voy haciendo así para generar esa tensión. El punto clave de toda la novela es el final de la segunda parte. Es un punto de ruptura en el que el lector se plantea lo que le están contando, te pone en duda y te cuestiones todo lo que has estado leyendo hasta ahora.

M.G.- Y que lo digas. Ahí es donde yo estoy ahora mismo. Pero en esta novela, ¿los personajes no tienen más carga psicológica que en las anteriores?

T.H.- Igual sí. Es una novela que va directo a la cabeza de los personajes, y de los lectores.

M.G.- Juegas mucho con lo que los lectores van pensando.

T.H.- Exacto pero es que hacía falta hacerlo así para este argumento. Es una novela sobre el psicoanálisis, sobre el pasado,... Si estás tratando este tema tienes que hacerlo desde dentro de la cabeza de los personajes y meterte en la cabeza de los lectores.

M.G.- Pero fíjate que, con tantos personajes, incluso se podría hablar de una novela coral. En la trama del internado está Águeda, la directora del colegio, un personaje que me ha fascinado, y luego está Griselda, esa tremenda joven que inquieta mucho.

T.H.- Griselda es el mal. Es una serpiente metida en el colegido.

M.G.- Pues aparte de su personalidad también me ha resultado muy curioso la elección de su nombre. He estado buscando el posible significado del nombre por si tenía que ver algo con su carácter.

T.H.- A los personajes tardo mucho en ponerles nombre pero una vez que se los pongo es muy difícil que se los cambie. Griselda fue para mí un nombre misterioso, quizá porque me recuerda a Giselle, la del ballet.

M.G.- Sí, quizá es eso lo que me aportaba el nombre y por eso lo busqué.

T.H.- No sé lo que significa, la verdad.

M.G.- No, si tampoco tiene un significado especial pero me inquietaba tanto.

T.H.- Por su parte, Águeda me daba una idea de solidez, de solvencia, muy organizada. 

M.G.- Águeda es un personaje que al final de la segunda parte se rompe.

T.H.- O se recompone, según como lo veas. 


M.G.- Y con respecto a los personajes de la otra trama, Frederic y Sebastián Freixas son psiquiatras que nos permiten conocer las técnicas médicas que se utilizaban en aquella época.

T.H.- Sí, como la regresión. En la novela hay mucha carga sobre el psicoanálisis, se puede apreciar lo que se intentaba hacer y lo que se conseguía. 

M.G.- Tú has estudiado psicología y sabrás del tema pero entiendo que habrás tenido que estudiar cómo eran los sanatorios de la época, ¿no?

T.H.- Sí, de hecho, sanatorios como este eran una rara avis por entonces.

M.G.- Parecen más casas de reposo para gente de dinero.

T.H.- Exacto, que no tienen nada que ver con los frenopáticos, que se describen en la novela. El artículo que incluyo es real, lo escribió un periodista que visitó varios de estos centros. Pero el sanatorio de la novela no es un frenopático, es un centro para gente de bien, para gente no muy enferma, sino gente estresada, o adicta a algo,... En teoría debería ser un sitio bastante tranquilo.

M.G.- En teoría, tú lo has dicho (risas). Y luego también cuando hablas del colegio podemos ver que Águeda comenta que está imponiendo un sistema educativo que es un poco innovador para la época.

T.H.- Sí, es que había centros así. Nosotros tenemos una idea de España marcada por lo que ocurrió en el 39. La religión vuelve a hacerse cargo de la educación, la represión es mucho mayor pero claro, en los primeros años del siglo XX, lo que conduce a la segunda República es mucho más moderno, entre comillas. Había una voluntad distinta. El sufragismo no me lo invento yo, Clara Campoamor estaba ahí. Águeda sería seguramente una sufragista de la época. Pero la visión que se nos ha quedado es la de la España negra de después. El periodo anterior era más moderno que el que vino después.

M.G.- Una auténtica paradoja.

T.H.- Una paradoja total.

M.G.- Esta novela a mi juicio es mucho más compleja que las demás porque, para empezar hay tres voces narrativas que no sé cómo has hecho para manejarlas.

T.H.- En principio para mí había dos porque si hubiera pensado en tres seguro que me habría agobiado. Águeda nos habla a través de su diario, así que ella es una de esas voces y luego tenía otro narrador omnisciente que es Frederic. Sin embargo, pensé que, como gracia, podía introducir otra voz que nos hablara en la introducción y en el cierre de la novela. Así, Freixas solo saldría al principio y al final pero de repente, cuando estaba a la mitad, la novela me pedía como aire. Seguía a Águeda por un lado, a Frederic por otro pero claro hay cosas que ninguno de los dos podía saber. Para ello está Freixas que lo sabe todo y lo que no sabe se lo inventa y además te lo dice así. Me sentí muy cómodo con la voz de Freixas.

M.G.- Y hemos hablado del edificio, del uso que se le ha dado en diversos momentos, del aire denso que se respira en su interior... Me retrotraigo a otras novelas con tintes góticos y veo ciertos parecidos.

T.H.- Esta novela tiene mucho de novela gótica.

M.G.- ¿Verdad que sí? Son novelas en las que inquieta más lo que no se sabe que lo que se sabe. Algo muy típico en las novelas góticas.

T.H.- Totalmente. Para mí Los ángeles de hielo es una novela gótica pero que tienen muchos más elementos y por eso en alguna entrevista he hablado del gótico negro, por matizar el gótico o matizar el negro, no sé muy bien. Esta novela no es una novela negra al uso, sino que es una novela muy global que te habla de la guerra, del amor, de las relaciones entre padres e hijos, de los celos, de la represión,... de muchas cosas. Y lo que vehicula la trama es una historia claramente gótica, esos asesinatos con las víctimas que tienen un pájaro en la boca, los escenarios, con las escaleras, los pasillos,....

M.G.- La verdad es que me está gustando mucho. La trilogía me encantó pero esta me resulta más completa porque ofrece muchas más cosas al lector.

T.H.- La trilogía la vemos como tres novelas pero en el fondo es una sola porque toda la trama en torno a Ruth aparece en las tres novelas. Eso fue algo muy complicado, mantener una trama a lo largo de tres libros e ir soltando información poco a poco, hasta que lo resuelves. Y luego estaban los casos particulares de cada libro, que algunos eran muy complejos pero claro, son hechos que por su actualidad parecen que tienen menos valor. Sin embargo, en Los ángeles..., por el hecho de haber todo un trabajo de sumergirte en una época distinta, con personajes que hablan de otra manera, la visión cambia un tanto.

M.G.- Hay mucho trabajo en esta novela porque también incorporas unas cartas escritas por la hija de Sigmund Freud. Tienes que trabajar esas personalidades.

T.H.- Pues sí. Estoy muy contento con el resultado y tampoco tardé tanto en escribirla, como un año y pico. Tardé mucho más con Los amantes de Hiroshima. Con Los ángeles... sentí como una especie de liberación. Acabé con Héctor Salgado y eso me permitió hacer algo distinto. Me sentí muy animado y trabajé con más soltura.

M.G.- Y Toni en Los ángeles... hay un personaje que está muy afectado por la Primera Guerra Mundial pero no profundizas mucho en el contexto bélico, ¿verdad?

T.H.- No, no,... Es que no había lugar. De hecho eliminé alguna referencia más. La guerra está ahí pero tampoco es un tema que tuviera que tener mucha más relevancia que la que tiene.

M.G.- El libro se abre con un prólogo y luego con una introducción. Parece como si intentaras preparar mucho al lector para lo que se va a encontrar.





T.H.- De hecho es un poco raro pero la gran pregunta es ¿quién escribe el prólogo? Podría haber sido al revés, primero una introducción y luego el prólogo pero, tal y como lo quería plantear, tenía que ser así. Son trampas que utilizamos los escritores para preparar al lector.

M.G.- Sabes que esta novela podría llegar a ser un magnífico guión para una película, ¿verdad?

T.H.- Para una película de hora y media no sé porque habría que condensar mucho y Águeda se volvería un flashback. Yo firmaría más por una miniserie porque si no, la parte del internado lo convertirían en un flashback de dos minutos, digo yo, y eso no me gusta.

M.G.- También es verdad. 

T.H.- En una película una imagen cuenta muchas cosas pero a mí me gusta que la gente las vaya descubriendo poco a poco y no me hace gracia que una parte de la trama se desvele así...

M.G.- Ya, de golpe y porrazo.

T.H.- Eso es, pero de todos modos tampoco hay nada hablado, ¿eh? Estoy yo aquí diciendo tal y cual, que parece que he recibido un montón de ofertas, pero no. (Risas)

M.G.- Pero nunca se sabe, que lo mismo mañana recibes una llamada. (Risas)

T.H.- Sí, sí, pero de momento, nada... (Risas)

M.G.- La última vez que nos vimos, tenía que terminar Los amantes..., ahora estoy igual. Cada vez que me siento contigo me entran unas ganas de salir corriendo a encerrarme y terminar de leer tus libros... (Risas)

T.H.- No mujer, no te encierres. (Risas)

M.G.- Ya, pero es que los desenlaces de tus novelas siempre me han gustado mucho.

T.H.- Yo creo que este también te gustará. Vas a llegar a un final muy inesperado pero final, final.

M.G.- Vale, no vamos a volver a ver a estos personajes pero ¿y a Héctor? 

T.H.- A Héctor sí, yo creo que sí pero ahora toca otra novela más sin Héctor.

M.G.- Que ya la estás trabajando, ¿a que sí?

T.H.- Sí, pero esta vez...

M.G.- No me engañes, ¿eh? (Risas)

T.H.- (Risas) No, no, de verdad, esta vez te juro que es verdad. Por primera vez tengo dos historias muy distintas y me gustan las dos. De hecho tengo tres aunque una de ellas ya la estoy descartando pero he decidido que no decidiré hasta después del verano. (Risas)

M.G.- Vale, vale,...

T.H.- Tengo que ver cómo responde la gente con esta. Tengo que pensar si otra novela de estilo gótico ya me encasillaría del todo en este género aunque no lo sean totalmente. Por otro lado, si me alejo mucho, lo mismo la gente se lleva un chasco,... Además tengo escuchar lo que opina la editorial y luego valorarlo todo.

M.G.- La editorial tiene que estar contenta Toni. Las opiniones son magníficas.

T.H.- No me puedo quejar. Lo difícil va a ser hacer algo mejor y que a la gente le guste más que Los ángeles de hielo.

M.G.- Bueno la trilogía era muy buena y ahora has hecho esto.

T.H.- Sí, pero uno da de sí lo que da de sí. Ahora o hago un poemario o no sé qué hacer. (Risas)

M.G.- Oye pues sería una opción (risas). Toni, pues si tienes dos historias escribe las dos por favor. Seguro que nos gustan mucho.

T.H.- Las escribiré, sí.

M.G.- Estupendo, pues lo vamos a dejar aquí. Ya te contaré detalles cuando llegue al final de la novela. De momento la estoy disfrutando muchísimo. Gracias por todo.

T.H.- Gracias a ti.

Pues hasta aquí la entrevista con Toni Hill. Me encanta sentarme a hablar con él. Siempre resulta un encuentro de lo más gratificante. Y muy poquitos días, os cuento qué me pareció la novela que, como ya habéis podido apreciar, me ha gustado mucho.




[Algunas imágenes e ilustraciones tomadas de Google]


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