Editorial: Autoeditado.
Fecha publicación: abril, 2016
Precio:12,75 €Género: Relatos.
Nª Páginas: 195
Edición: Tapa blanda.
Nª Páginas: 195
Edición: Tapa blanda.
Autor
Isaac Pachón Zamora (Badalona, 1978). Escritor de relatos y artículos para diversas publicaciones en formato papel y digital. A destacar la participación en antologías narrativas, tales como Cuentamínate (Ed. Hijos del Hule, 2012), Relato Breve 2.0 (Ed. Imprimátur, 2012) y Porciones creativas: Plumas, tinta y papel (Ed. Diversidad Literaria, 2012). Ganador del Premio de Relatos Revista Entropia (Ed. Entropia, 2013) con el relato Bellini, que podéis leer entre las páginas de este libro. Coautor del libro Bárbara, Celia, Mariona y otros cuentos de Barcelona (Autoedición, 2014). En la actualidad, escribiendo...
Sinopsis
Cuando busco la inspiración , pido o me preparo un café (siempre con leche), cojo mi bolígrafo de tinta azul o coloco mis manos sobre el teclado, según esté en alguna cafetería agradable o en el silencioso despacho de mi casa, y empiezo a escribir. Y escribo cosas, cosas que pasan, que son verdad, cosas que imagino, que ni suceden ni sucederán, cosas qeu te harán sonreír o llorar, cosas en las que seguirás pensando durante un tiempo o cosas que olvidarás justo al pasar de página. Y doy un pequeño sorbo a mi taza de café, todavía caliente.
Historias en las que la vida, con todos sus aspectos, buenos o malos, es la gran protagonista. Relatos de amores no confesados, de zapatos mágicos, de ancianos entrañables, de ilusionistas desilucionados, de sorprendentes infidelidades, de contagios cotidianos, de idas y venidas entre el cielo y el infierno, de locuras en pijama, de inquietantes herbolarios... y degusto de nuevo el café, ya más templado.
Me pierdo entre sus escenarios; los concurridos mercados de Marrakech, las estrechas y húmedas calles venecianas, un auténtico café de Nueva York, un hospital parisino, y cómo no, algún que otro rincón de mi querida Barcelona. Y cuando termino de pasear, de husmear, de soñar por sus callejuelas, encontrando el fin a estas historias, siempre sucede lo mismo y, la verdad, es un fastidio porque cuando echo mano a la taza, sin haber sido consciente, se me ha enfriado el café.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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No soy muy cafetera pero sí es verdad que hay un ritual que rara vez perdono. Tras el almuerzo y una pequeña cabezada reparadora en el sofá con el sonido de la televisión como fondo, no hay nada que me guste más, especialmente en invierno, que prepararme un café y sentarme a tomarlo delante del ordenador. Son apenas unos minutos que aprovecho para revisar el correo electrónico y mirar de qué se ha estado hablando en facebook o twitter. Este rito tiene algo de magia, como si supusiera una puerta de entrada a las frenéticas actividades de la tarde, como si ese café de sobremesa me sirviera de activación. Eso sí, no dejo que mi café se enfríe como le ocurre al autor de este volumen de relatos, Isaac Pachón.
Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café es un conjunto de relatos me han sorprendido gratamente hasta el punto de que alguno de ellos me ha emocionado. Ahora que tenemos el verano encima, leer breves historias resulta alentador. Estos pequeños relatos resultan ideales para sumergirnos en ellos durante un breve desplazamiento o bien mientras disfrutamos de un momento de sosiego frente al mar.
Con una introducción en la que el autor se sincera y nos confiesa de qué modo se predispone a abordar la tarea de la escritura, Isaac Pachón nos expresa su deseo de que disfrutemos de estos relatos y nos narra cómo solicitó a Paula Campos que le escribiera el prólogo. Pues bien, tras ambas piezas el lector encuentra un total de veintiocho relatos, algunos especialmente breves, muy dispares pero muy bonitos. Parecerá insulsa mi definición pero sinceramente creo que la palabra «bonito» es la que mejor describe a estos relatos. En alguna ocasión, y según la historia concreta, a dicho adjetivo habría que añadirle otros tantos como emotivo, tierno, enternecedor,... Es esta la idea global que tengo de esta antología, una idea que se gestó una vez que me había adentrado de lleno en la lectura pues es cierto que el inicio no me pareció muy prometedor.Cruda realidad fue como dar un sorbo al café sin haber sido previamente endulzado, me descolocó y no conseguí entenderlo bien. Temí entonces que el tono del volumen fuera este mismo, un conjunto de historias de las que no sabría extraerle la gracia pero por suerte, la cosa fue mejorando progresivamente.
Y así me lancé a leer sobre los hombres y mujeres creados por Isaac Pachón, un grupo de personajes que viven encuentros esporádicos llenos de magia, o que se calzan zapatos que los transforman en otras personas, o bien, viajan a países lejanos en busca de una herboristería especial. Los relatos de Pachón nos muestran a seres inanimados creados por la mano del hombre que se sienten guerreros, parejas que se enfrentan a la paternidad, reflexiones sobre la vejez o bien una muy particular visión del infierno. En ocasiones, la trama posee una sencillez tremenda pero la belleza radica en su manera de contar la historia. Me resulta muy ingenioso y brillante el punto de vista que nos ofrece el autor, es como si tuviera un sexto sentido para percibir las cosas desde otro ángulo, para captar lo que los demás no vemos, o para darle la vuelta a una situación que para el resto de los mortales solo tiene una cara. De este modo, he leído El Gran Louissini, La escalera o El cielo, este último siendo mi favorito de todos.
Si bien es cierto que algunos me han parecido más previsibles, como Julia y Marta, o me han dejado más indiferente, en conjuntoCosas que escribí mientras se me enfriaba el café me ha parecido una buena antología de relatos, algunos narrados por un narrador omnisciente y otros de carácter más intimista y contados en primera persona como El señor Damián o Tampoco era ella. Y siendo el autor de Badalona, es lógico que algunos relatos se ubiquen en Barcelona donde veremos a Antonio Gaudí o a Dalí, pero los escenarios irán variando desde una cafetería en Nueva York a un herbolario en Marrakech.
El estilo de Isaac Pachón no tiene alharacas que muchas veces solo sirven para enredar y a la larga no conducen a ningún sitio. Su prosa me ha parecido sencilla pero hermosa y eso permite que disfrutemos mucho de estas historias que bien nos podrían pasar a cualquiera de nosotros, no todas, porque hay algunas que tienen un componente mágico.
Pero no quiero cerrar la reseña sin aludir a la cubierta. Que sí, que será algo muy superficial pero insisto en que es lo primero que entra por los ojos y a mí la ilustración de la portada de este libro me ha gustado muchísimo. No solo por la imagen que muestra, ese dibujo en tonos suaves que muestra a un hombre contemplando la vida desde su balcón mientras se toma un café, sino por el aspecto un tanto envejecido de la ilustración. No sé muy bien cómo explicarlo pero sin duda a mí me ha resultado una puerta de acceso de lo más agradable.
No tengo mucho más que aportar sobre este libro. Sinceramente me ha gustado leerlo, obviamente algunos relatos me han gustado más que otros pero, como dije antes, he disfrutado con el enfoque que nos propone el autor y esa originalidad siempre es de agradecer. Así que, si quieres algo ligero para los «intermedios» estivales o bien te gusta el género, te animo a tomarte un café mientras lees esta antología de Isaac Pachón.
Te dejo con el booktrailer
Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café from Un mundo por grabar on Vimeo.
Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café from Un mundo por grabar on Vimeo.
Agradezco al autor el envío del ejemplar.
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