Año: 2016.
Nacionalidad: Española.
Director: Daniel Calparsoro.
Reparto: Rodrigo de la Serna, Luis Tosar, Raúl Arévalo, Patricia Vico, José Coronado, Joaquín Furriel, Marian Álvarez, Luciano Cáceres, Luis Callejo, Joaquín Climet.
Género: Thriller.
Sinopsis: Una mañana lluviosa, seis hombres disfrazados y armados asaltan la sede central de un banco en Valencia. Lo que parecía un robo limpio y fácil pronto se complica, y nada saldrá como estaba planeado. Esto provoca la desconfianza y enfrentamiento entre los dos líderes de la banda, "El Uruguayo" y "El Gallego". Pero, ¿qué es exactamente lo que buscan los atracadores?
[Información facilitada por Filmaffinity]
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Desde aquella que narraba las peripecias de Bonny and Clyde en el año 67, por poner un ejemplo, hasta nuestros días es fácil encontrar películas sobre atracos a banco y en todas ellas, especialmente en las que se hacen en los últimos tiempos, el fin último de los atracadores no siempre es desplumar la banca. A veces el dinero no es lo más valioso cuando se trata de robar y en la actualidad vale más un leve rumor que, independientemente de su veracidad, puede desembocar en un escándalo que un billete de 500€.
En plena gota fría, con un cielo más propio del fin del mundo y una manta de agua cayendo sin compasión, llegan a las puertas del banco Mediterráneo de Valencia una panda de atracadores. Ataviados con ropajes negros, máscaras y armados hasta los dientes se introducen en el interior del recinto con la intención de arrasar con todo lo que puedan.
La sinopsis anterior es bastante acertada. Es cierto que lo que en principio iba a ser un robo limpio y rápido comienza a complicarse cada vez. En primer lugar porque uno de los rehenes consigue presionar el botón de alarma, con lo que la policía se persona en cuestión de minutos. Posteriormente porque el plan de evacuación que tenían planeado para salir del banco con el botín se va al traste en los primero diez minutos de metraje. Y por último, porque tras un descubrimiento, se siembra la duda y la desconfianza entre los propios atracadores.
A esto hay que añadirle que Sandra, la directora del banco, está en plena crisis laboral, a puntito de ser despedida de una patada en el culo, lo que le genera un gran estado de indignación, a la vez que siente temor por perder su posición privilegiada, un puesto de trabajo que entendemos le permite una vida muy holgada. Y ahora se presentan seis individuos a robar su banco, ese negocio en el que ella se ha dejado la piel y ha tenido que manipular a sus clientes para que otros se llenen los bolsillos. ¿Será leal?
Pero entre las paredes de este banco hay algo más que dinero. Antes hablaba de lo valiosa que puede ser la información, especialmente si compromete a diversos cargos políticos y banqueros o si la cabeza de la presidencia del gobierno puede terminar colocada en la piqueta. En estos casos, hay que hacer lo posible para que cierta documentación no llegue a la prensa, o a manos de la competencia. Si la ciudadanía llega a conocer ciertos tejemanejes puede repercutir negativamente en las urnas y eso es intolerable. ¿Qué hacer? Pues ni más ni menos que llamar a aquellos que saben cómo manejar la situación, endosar el marrón a otro y limpiar la imagen del político de turno.
Mentiras, ambición, corrupción, chantajes, escándalo,... son temas que se ponen en evidencia en el largometraje pero habrá más. En Cien años de perdón asistimos a una lucha de fuerzas, entre diversos estamentos y organismos. Resulta pavoroso comprobar, y me creo a pies juntillas lo que se muestra en la película, cómo aquellos que deberían actuar en unidad, simplemente se preocupan de salvar su culo sin mirar a los demás. Que la policía queda en mal lugar, ¡qué más da! Son funcionarios y yo solo soy un pobrecito alto cargo.
Cien años de perdón no es solamente una película que narra el atraco a un banco. El largometraje tiene mucho de denuncia social destapando lo que los ciudadanos, habida cuenta de todos los titulares leídos en los periódicos, ya conocemos. En este sentido, la película tiene un punto de originalidad aunque en algún momento recuerda a otros filmes. En cualquier caso, esas referencias a la actualidad la hacen muy atractiva, así como el enfoque, mostrando inicialmente a unos clientes que tienen el agua al cuello, que se ven obligados casi a mendigar un aplazamiento del pago de la hipoteca, mientras que los chorizos de guante blanco, esos que guardan objetos de valor y grandes fajos de dinero en las cajas de seguridad, esos que viven a costa de los demás, siguen enriqueciéndose aunque alegan sentirse muy afectados por la situación de tantas familias que lo están perdiendo todo. «Ande yo caliente, ríase la gente», ¿no dice eso el refrán?
Quizá lo que le achaco a la peli es la cantidad de información que se nos suministra con muchísima rapidez. Hay que estar excesivamente atento para no perder detalle pues de otro modo el guión puede resultar bastante confuso. Además nos topamos de frente,y desde el inicio con las típicas casualidades que se dan en este tipo de argumentos. Creíbles o no, suelen aparecer para facilitar el desarrollo de la trama.
Por otra parte, no le veo mucho ritmo y tampoco excesiva acción a la película pero esto no quiere decir que la película sea aburrida. En realidad es bastante entretenida y se deja ver. Eso sí, la secuencia final me ha parecido muy sosa y deja un regusto tontorrón.
En cuanto al reparto, no deja de ser curioso los estereotipos que encontramos en la banda de atracadores. En total son seis, siendo El uruguayo (Rodrigo de la Serna) el líder absoluto, el más impulsivo, el de los nervios, el que se deja llevar. La verdad es que lo hace muy bien y es muy creíble su papel, sintiéndose arrinconado en algún momento. Su mano derecha es El gallego (Luis Tosar) es un hombre que usa la cabeza para pensar, que medita los pasos a dar, que se anda con mesura. Como siempre Tosar está espléndido pero a mi juicio poco aprovechado en esta ocasión. Creo que su papel queda relegado a un ligero segundo plano frente al que interpreta de la Serna que se alza como epicentro del reparto. Y luego está el tonto de turno, el que mete la pata constantemente y que casi diría aporta un toque de humor. El resto, son puro relleno.
No obstante, hay otros personajes muy bien interpretados. Me ha encantado Patricia Vico en la piel de la directora, una mujer que apuesta fuerte, que no le importa arriesgar aunque eso la ponga en serio peligro. Su miedo, su mirada llena de rabia y ambición casi tiene color. Pero creo que el personaje podría haber dado más de sí, llevar más lejos su desenlace pero se queda a mitad de camino en forma de duda que flota a nuestro alrededor cuando la película acaba.
Raúl Arévalo interpreta a un hombre con mucho poder. Uno de esos que están al servicio de otro hombre o de otra mujer, importantes mandatarios que gobiernan los designios de este país. La verdad es que su personaje da que pensar pero su interpretación no me ha convencido. Creo que está demasiado circunspecto, demasiado preocupado por representar a un jefe del Gabinete de la Presidencia, con marrones día sí y día también, que pierde naturalidad. Da la sensación que ha puesto tanto empeño en meterse en la piel del personaje que lo que ha hecho es tragárselo y se le ha quedado atravesado en la garganta.
José Luis Domingo es el inspector de la Policía Nacional que se hace cargo de la operación nada más recibir la alerta desde el banco. El personaje, interpretado Luis Callejo, es un hombre que sigue el protocolo, que actúa con pies de plomo, siempre pensando en el bien de los rehenes pero llega un momento en que, prácticamente lo apartan de la operación. El personaje nos hace pensar en su posición, tan vulnerable e insignificante frente a otros que, sin formar parte de ningún Cuerpo de Seguridad, son los que tienen realmente la sartén por el mango. Esa inseguridad, esa incredulidad al no dar crédito a lo que ocurre a su alrededor queda muy bien reflejado en la pose del actor con un gesto de recelo y sospecha en todo momento.
Y por último, tenemos que hablar de José Coronado dando vida al coronel Mellizo, un ex agente del CNI que actúa por libre para sacarle las castañas del fuego al gobierno. Con lo que me gusta este actor y lo vacío que me ha parecido su interpretación. Cierto es que aparece muy al final pero también da la sensación que se ha limitado a lo mínimo sin dar fuerza a un personaje al que igualmente se le podría haber sacado más partido.
En definitiva, y bajo mi punto de vista es una película entretenida. No es un producto de altos vuelos, pero bueno, tiene un pase, especialmente por la trama política, por todos esos chanchullos que se traen entre manos los políticos, ya sean de un signo o de otro. Miedo me da.
Trailer:
[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]