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ENTREVISTA a RAMÓN PERNAS (El libro de Jonás).

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Nací en una orilla de la mar del norte que allí llaman Cantábrico. En Viveiro en la costa lucense. De oficio y vocación periodista me dediqué al mundo del libro y a la gestión cultural. Con una docena de títulos editados y varios premios literarios alcanzados (Ateneo de Sevilla, Letras de Bretaña, Internacional de Novela Emilio Alarcos, Azorín de Novela y finalista del Nacional de Literatura por Paso a dos), asimismo fui premiado con los galardones de periodismo Puro de Cora y el premio nacional Julio Camba.

Entre mis novelas destaco Paso a dos, Pabellón Azul, Brumario, Del viento y la memoria, En la luz inmóvil y Hotel Paradiso. Soy autor de una antología poética, Poesía incompleta, y del libro ilustrado Cien años de circo en España, escrito con J.M. Armero. Participé en distintos libros colectivos. 

Mantengo una columna semanal en el diario La Voz de Galicia.

Gusto del viaje y de las ciudades donde habita la nostalgia. Soy fiel a Italia y sufro el síndrome de Estocolmo cuando frecuento las ciudades del norte de Europa. Amo los buenos vinos, soy un cinéfilo melancólico y creo firmemente en el poder sanador de todos los libros, de todos los libros. 


Sinopsis

Nunca es demasiado tarde para decirse carpe diem.

Lector, aquí encontrarás una narración delicadamente literaria y evocadora basada en las voces de sus protagonistas, desde su infancia en un pueblo gallego costero, Vilaponte, hasta el comienzo de su ancianidad, el momento clave para reencontrarse con los niños que fueron y hacerse por fin los favores que se deben.

Conocerás a Justo Pastor y sus tres hermanas, Áurea, Argentea y Cobre, el Amigo íntimo desde la niñez de Justo, Humberto Rey, el marinero que recala en el pueblo ya en su madurez para abrir una librería, el sastre Nicanor Corbelle y sus dos hijas...

Y te sumergirás en un mundo desaparecido a través de unos personajes que, aunque afrontan el tramo final de sus vidas, lo hacen sin olvidar el territorio de la infancia que les unió para siempre y del que parecen no haber salido del todo. 

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar] 

************************************

Con Ramón Pernas, director de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, he coincidido en diversos actos literarios pero, hasta la fecha, nunca había leído nada de él, y eso que lleva ya unas cuantas novelas publicadas y que, movida por la curiosidad, me hice con un ejemplar de En la luz inmóvil en cuanto salió publicado, pero todavía reposa indemne en las estanterías de casa.

Nada más llegarme su última publicación, El libro de Jonás, con esa cubierta en blanco y negro que recuerda a las plazas de los pueblos, regresé a la infancia, a ese núcleo recóndito donde mi padre nació en el que pasé buena parte de los veranos, o a aquel otro donde nació mi madre y que aún hoy conserva un aire vetusto como si, a pesar de los establecimientos modernos y luminosos, conservara una bruma añeja flotando en su ambiente. 

El libro de Jonás, vuelve a llevarnos a Vilaponte, ese pueblo lucense, anclado a la orilla del mar, al que retorna un antiguo convecino. El regreso permitirá asomarnos a los años de infancia del narrador principal y de sus amigos, contemplar el presente y buscar en el hoy a los que fueron ayer, para descubrir que ya no están. El libro de Jonás es un regreso a los orígenes, una búsqueda que traerá por fin el amor con un desenlace que nos dejará muy pensativos.

La semana pasada Ramón Pernas pasó por Sevilla para hablar de esta última publicación. Pudimos compartir con él nuestras impresiones y esto es lo que nos contó.



Marisa G.- Ramón, antes de entrar en materia me gustaría mencionar algo que he leído en la solapa del libro. Dice usted literalmente «creo firmemente en el poder sanador de los libros, de todos los libros». Yo también lo creo y además pienso que ningún libro merece la hoguera.


Ramón P.-  Creo fervientemente en el poder sanador de los libros porque, como a veces cuento, heredé de mi padre, y mi padre de su abuelo, una edición de la Divina Comedia de 1820. Ese volumen acabó en mi casa y lo frecuentaba a menudo. Sin embargo, un día de dejé de hacerlo y pasaron unos cuantos años sin que yo tocara esa edición. Hasta que, no recuerdo bien por qué, mevolví a fijar en ella, la abrí y observé que las páginas se habían borrado, estaban medio desvaídas y faltaban algunas frases. Entonces cogí una edición de bolsillo, contemporánea, y fui leyendo las páginas que estaban descoloridas o desvaídas. Y de repente las palabras volvieron a su lugar, las frases se completaron y las páginas quedaron limpias, de ahí el poder sanador. Los libros nos hacen independiente, tolerantes y en el fondo más libres. Solamente con eso podemos combatir un catarro, cualquiera otra enfermedad y vivir más años que otras personas.

M.G.- El libro de Jonás es una historia coral que transcurre en un pueblo gallego, en Vilaponte, donde vamos a conocer a una serie de personajes que tienen como epicentro a Justo Pastor Blanco Velero, un niño que tiene un accidente terrible en los inicios de la historia. ¿Este personaje es el motor del libro?

R.P.- Es el arranque. El libro de Jonás es un libro sobre los afectos, un libro dedicado a mis compañeros de juegos infantiles, a los que le debía una novela porque, cada vez que vuelvo al pueblo me doy cuenta que la mayoría ya no están y entonces me pregunto qué habrá sido de tal o de cuál. Lo mismo alguno se ha muerto, otro ha emigrado y no ha regresado, y otro puede haber acabado alcohólico. Evidentemente hay muchos que están bien, que están sanos pero pensé que, antes de ejercer el oficio de hombres, antes de que la vida nos llevara por caminos que no elegimos, éramos felices y soñábamos o nos imaginábamos cómo seríamos nosotros al cabo de veinte años. Pues bien, ya han pasado veinte años, y veinte años más y veinte años más.

La novela se inicia con un episodio trágico que yo no sé si fue real pero podría haberlo sido, con ese niño que se arranca un ojo, una historia que encaja muy bien con la tradición oral de los pueblos. Igual es una leyenda urbana pero da lo mismo. Yo lo quise contar así e invitar al lector en la página uno a conocer a Justo Pastor, en el momento en el que su ojo cae al suelo.

M.G.- Pero este personaje es un tanto enigmático, es como una sombra que planea por la novela, e incluso usted le cambia el nombre y le hace llamar Jonás, como el Jonás de la Biblia que además se menciona en una magnífica cita de Gabo que abre la novela.


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R.P.- Y por eso se llama El libro de Jonás porque desaparece, se va al vientre utópico de una ballena y vuelve a aparecer en las últimas páginas del libro donde hay noticias ciertas de lo que fue de su vida.

M.G.- De todos modos, los nombres de los personajes no están elegidos al azar. Partimos de Justo Pastor, un nombre que conlleva unas connotaciones muy precisas. Y luego están las hermanas de Justo, Áurea, Argenta y Cobre, haciendo referencia al color de sus cabellos. No sé si nos ha querido decir algo más con estos nombres.

R.P.- No, son guiños literarios que hago. Y no solo lo hago con los nombres sino también con los apellidos. Fíjate que Justo se apellida Blanco Velero. He querido reflejar una imagen muy marinera, muy de costa.

M.G.- Y sin embargo, el personaje que narra la historia es anónimo. No tiene nombre. ¿Por qué?

R.P.-  ¿Tú has tenido una amiga o un amigo muy querido de pequeña?

M.G.- Sí.

R.P.- Pues ese es el nombre que tiene el personaje que narra. Es la pieza que falta en la novela y que tiene que poner el lector.

M.G.- Y en una novela en la que transitan tantos personajes, algunos hablan en primera, hay también una voz en tercera, hay mujeres, hay hombres... ¿Cómo se maneja todo esto?

R.P.- Pues es una cuestión de oficio, de perfeccionar la técnica narrativa y de trabajar la calidad literaria.

M.G.- Siguiendo con los personajes, Argenta es con el que más he conectado. 

R.P.- A las lectoras les gusta mucho Argenta porque es, en gran parte, lo que una mujer normal le gustaría ser. Argenta ama intensamente a una persona desde una edad temprana y consigue que el círculo se cierre, comprometiéndose a vivir con él y casándose. En cuanto a sus fantasías sexuales, bueno el sexo tiene una edad juvenil  porque la pasión y el deseo no envejecen, el que envejece es el cuerpo, nada más. Y eso es lo que le pasa a Argenta, su deseo es joven y por eso es tan vital.

M.G.-Aún me quedan algunas páginas por leer, pero Argenta es un personaje que me está produciendo cierta tristeza, melancolía o compasión. ¿Esto es normal?

R.P.- Es normal porque la melancolía y la compasión se producen cuando la vida no tiene mucha dimensión, cuando tu futuro no es más que un suspiro. Ten en cuenta que Argenta tiene ya sesenta años. El futuro de Argenta es un átomo en el universo. 


M.G.- Aborda usted en la novela varios temas. Obviamente se habla de la vejez porque los personajes son ya personas mayores, aunque también se hace repaso a su infancia. Además el amor también flotará en la novela pero he leído en la nota de prensa que hacia el final nos vamos a contar con un componente esotérico o demoniaco encarnado en un personaje que, a priori, era muy secundario. 

R.P.- Sí, a ver hay que hacer coincidir el principio con el final. La novela es circular y va creciendo. Partirá desde los nueve años que tiene Justo Pastor, en el momento en el que sufre el accidente en el ojo,  hasta su desaparición física, cuando tiene unos sesenta y tantos años. Pero sobre la parte esotérica, mejor no te cuento nada. Ya la descubrirás cuando acabes de leer la novela. 

M.G.- ¿Pero tiene algo que ver con ese aire mágico que caracteriza a las tierras gallegas?

R.P.- Sí, tiene que ver con la ambientación gallega, con Álvaro Cunqueiro, con Gonzalo Torrente Ballester, hasta con Julio Camba. Yo soy un eslabón de esa cadena, una pieza más para que se siga contando las cosas como ellos las contaban, para que lo extraordinario parezca normal.

M.G.- Usted nació en Lugo, en un pueblecito llamado Viveiro,...


R.P.- Al que yo llamo Vilaponte. Es mi territorio. El territorio que utilizo como Mateo Díez usa Celama, o Juan Rulfo usa Colima o Juan Benet, Región. Es nuestra ubicación especial como narradores. 

M.G.- Entiendo entonces que la novela tiene partes de su infancia, es un homenaje a los años que usted vivió allí.

R.P.- Mis personajes son reales no verosímiles. Por eso pueden ser personajes de cualquier pueblo, de un pueblo de la costa de Dinamarca o del sur de Francia. Son personajes creíbles, pese a sus manías y a sus locuras, porque todos tenemos manías y locuras.

M.G.- Llama la atención los inicios de cada capítulo. Todos empiezan con la frase «Tal día como hoy...»¿Pretende acotar el tiempo?

R.P.- No.   Con ello solo pretendo dar a cada capítulo una identidad propia. Tú puedes leer un capítulo como texto autónomo, de manera independiente.

M.G.-En cualquier caso, en la novela se producen ciertas reiteraciones. Se menciona con frecuencia el accidente que Justo sufre de pequeño o se incide mucho en la cuestión climatológica, en la perenne lluvia. ¿Por qué?

R.P.- La lluvia y el viento forman parte de lo que yo quiero contar. Quiero que, cuando esté leyéndolo, te mojes como yo me he mojado al escribirlo. Es el ritmo que marco yo, un ritmo muy obsesivo.

M.G.- Ramón, me está gustando mucho leer esta novela. No solo la historia sino la prosa, su prosa que me resulta tan evocadora. Me ha parecido que, al leer sobre los recuerdos de los personajes, el lector también puede regresar a los suyos propios. Usted hablaba antes del oficio y entiendo que para escribir así «de bonito», como yo digo, hay que tener unas cualidades innatas pero también hay que practicar otras. 

R.P.- Claro, claro. Hay que leer mucho. Siempre leer mucho y ejercitar aún más la escritura.

M.G.- Pues no quiero robarle más tiempo. Reitero que estoy disfrutando de esta lectura.

R.P.- No hay mejor elogio para un autor que oir a un lector decir eso.

M.G.- Gracias por su tiempo.

R.P.- A ti.

Y aquí concluye la entrevista con Ramón Pernas. Deslizarse por las páginas de El libro de Jonás es una delicia de la que os hablaré en breve. 


[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]

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