Autora
María Pérez Heredia (Zaragoza, 1994) es estudiante de Filología Hispánica y publicó su primera novela, Esos días raros de lluvia, en el año 2013. También ha publicado cuentos y artículos de crítica literaria. Starman es su segunda novela.
He aquí la historia del vertiginoso ascenso de Clay Cassady, un camarero que de la noche a la mañana se convierte en la más rutilante estrella de Hollywood. Una novela brillante sobre la fama y el vacío, escrita por una voz joven y espectacular que irrumpe en la escena literaria.
Clay Cassady es un chico joven sin un futuro claro que trabaja en una cafetería de Los Ángeles, su ciudad natal. Un día, lo descubre un poderoso agente, quien se propondrá convertirlo en una estrella.
La historia de su ascenso es vertiginosa. Rueda una película romántica que será la sensación del año. La locura se desata, todo el mundo quiere saber quién es en verdad este nuevo James Dean. Le roba el corazón a una famosísima actriz, Jennifer Jones, con la que inicia un idilio mediático.
Cuando Clay gana el Oscar al mejor actor, apenas un año después de que todo empezara, cuando parece haber vencido a su tumultuoso pasado, su vida estalla. Necesita huir. Su desaparición ocupa a la prensa y redes sociales durante semanas, también preocupa a sus amigos, familiares y novia. ¿Dónde ha ido Clay?
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No deja de sorprenderme la capacidad de ciertas personas. Pero más me sorprende aún si son jóvenes y con las ideas tan sumamente claras como las tiene María Pérez Heredia, esta chica zaragozana que acaba de publicar su segunda novela, Starman, a través del sello Reservoir Books, un libro que está consiguiendo que su nombre resuene allá donde de literatura se hable y que nos plantea una curiosa historia no falta de razón en esta publicación.
Hace unos días María pasó por Sevilla en su peregrinar promocional que le está impidiendo dedicar las noches a escribir como a ella le gusta. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- María, no hay más remedio que hacer referencia a tu edad. Tienes 22 años y ya llevas dos novelas publicadas. Debutaste con Esos días raros de lluvia, que creo que la empezaste a los 17 y la publicas a los 19. Pero digo yo una cosa, a estas edades, ¿cómo es posible que ya lleves dos novelas publicadas cuando el resto de la juventud hace otras cosas?
María P.- Bueno, yo hago otras cosas también. Me paso el día en el cine y en los centros comerciales aunque luego me da por escribir por las noches. Hay mucha gente joven que escribe lo que pasa es que yo he tenido la suerte de haber podido publicar. Creo que ahí radica la cuestión.
M.G.- Vale pero el trabajo está ahí. Es que además estudias una carrera universitaria y no debe resultar fácil compaginarlo todo.
M.P.- A ver estos meses están siendo un poco agotadores. Hasta ahora lo he ido llevando bien porque escribir tiene la ventaja de que puedes hacerlo en cualquier sitio y a cualquier hora. No es como, por ejemplo, con la pintura, que necesitas un espacio y luz. Escribir me permite compaginarlo bien con mis estudios porque cuando llego a casa por las noches me pongo a escribir. Sin embargo, ahora está siendo mucho más difícil con la promoción.
M.G.- ¿Y cuándo empezaste a sentir inquietudes literarias? Entiendo que tú has debido de leer muchísimo y desde muy pequeña.
M.P.- No sabría decirte. Siempre he tenido inquietudes artísticas. Quería pintar pero se me daba mal. Bueno, si mi profesora de pintura lee esto dirá que se me daba bien pero no, no. Yo sabía que no tenía talento para hacer algo decente con la pintura. No obstante seguía con la necesidad de expresarme artísticamente y escribir se convirtió en algo bastante obvio pero hasta que no cumplí los 17 años no empecé a plantearme escribir de verdad.
M.G.- La primera novela la publicaste con una editorial local de tu tierra, de Zaragoza. Ahora saltas a un sello mucho más importante. ¿Quién buscó a quién?
M.P.- Fue la editorial. La verdad es que he tenido mucha suerte. Yo tenía un amigo trabajando en Random y él sabía que estaban buscando a jóvenes escritores, así que mandó mi novela inacabada, con unas doscientas páginas más o menos. Fue así como Jaume Bonfill, el editor de Reservoir, decidió que la sacaba. Es algo insólito. No he tenido que ir llamando a las puertas de los editores.
M.G.- Starman es un título, bajo mi punto de vista, bastante acertado, teniendo en cuenta la sinopsis de la novela. Es además una canción de David Bowie y no deja de ser curioso que el protagonista de tu anterior novela también se llamara Bowie. Es todo un círculo vicioso, ¿no?
M.P.- Hay un Bowie-obsesión. Me encanta David Bowie y creo que era más que un cantante. Bowie era un icono, casi ni parecía humano, era como un alien venido de las estrellas.
M.G.- Con esos ojos, ¿verdad?
M.P.- Sí, con esos ojos, tan delgado, con sus peinados... Era muy particular. Y representa, tanto para mi generación como para las anteriores, una liberación, una rebeldía. Me visto así porque me da la gana y punto. Y es muy curioso cómo ese referente no se ha perdido. David Bowie era así para mi madre y también para mí y somos de generaciones diferentes.
En cuanto a Starman, creo que era el título perfecto. Cuando escuché la canción de David Bowie andaba un poco desesperada porque no encontraba un título y fue oír la canción y sentir que eso era justo lo que yo quería expresar.
M.G.- Y a grandes rasgos tu novela trata sobre un joven normal y corriente, Clay Cassidy, que se se convierte en un actor de renombre, gana un Oscar y enseguida lo encumbran a la fama y al éxito pero la fama y el éxito le abruman y huye. ¿Por qué escribir una novela sobre esta cuestión?
M.P.- Porque quería escribir una novela sobre personajes y personas humanas y, aunque hay una primera lectura muy hollywodiense y muy superficial, en realidad el libro aporta una profunda reflexión sobre el éxito, la presión de la sociedad para alcanzar la fama, para triunfar, gustar a cuanta más gente mejor, para tener dinero... y al final, la conclusión es que todo eso no nos hace necesariamente felices. Los problemas que uno tiene seguirán estando ahí aunque uno de repente alcance un gran éxito. Esa es la reflexión que se puede extraer de esta novela. En principio pueden parecer cosas muy alejadas de nuestra cotidianeidad y, sin embargo, acaban recalando en nuestro día a día.
M.G.- Pues el hecho de que una persona joven alcance la fama es algo que vemos con frecuencia en el panorama musical, por ejemplo.
M.P.- Efectivamente. Justin Bieber salió de Youtube y recuerdo aquella vez que él vio por Instagram a una joven española muy guapa y se encaprichó con ella. No sé si te suena esa historia.
M.G.- No. De nada.
M.P.- Pues era una chica que estaba haciendo sus pinitos como modelo, Bieber la vio y quiso conocerla. Entonces todo el mundo se dedicó a curiosear y tratar de saber quién era esa chica. Todo aquello la agobió un montón. Justin Bieber quería conocerla y ella se negó. Con las redes sociales es algo que pasa y claro que cuando un cantante cuelga sus vídeos quiere que lo conozcan pero lo mismo a Justin Bieber le ha costado asimilarlo.
M.G.- ¿Pero para el personaje de Clay te has inspirado en alguien en concreto?
M.P.- No, para construir a Clay no, aunque para otros personajes sí.
M.G.- Pues hablando de personas jóvenes que obtienen un gran éxito en poco tiempo, de ti María se está diciendo que has irrumpido en la literatura con mucha fuerza y estás cosechando mucho éxito, sin embargo, las vivencias por las que pasa Clay no se producen en el panorama literario, ¿verdad? Esas cosas no ocurren en literatura.
M.P.- No, en literatura no. Hay muchos escritores que viven de su trabajo, viven muy bien, son reconocidos, aclamados por la crítica y por el público y, al margen de que alguien en un bar les diga algo, le pidan un autógrafo o le comenten algo sobre algún libro, no van por ahí persiguiéndolos, cotilleando a ver qué es lo que hacen en la playa. Si sales en los medios audiovisuales todo se complica y llega un punto desesperante en el que, por ejemplo, una presentadora de un telediario, que solo hace su trabajo y que no vive de su imagen, es acosada en la playa y de repente sacan sus fotos en topless... Me parece absurdo. A un escritor eso nunca le pasa.
M.G.- Pero un escritor sí puede sentirse presionado también, ya sea por la editorial, por los lectores o por sí mismo.
M.P.- Sí, en ese sentido sí. O por ejemplo, hay escritores a los que las editoriales dan adelantos muy importantes y que están comprometidos desde el principio a vender un número muy elevado de ejemplares y claro, eso sí es una presión desde el inicio de la novela. Por suerte este no es mi caso. Yo tengo mucha más libertad en ese sentido.
M.G.- Los personajes, tanto de esta novela como de la anterior, son gente joven. ¿Estamos hablando de novela generacional?
M.P.- No hay nada de malo en llamarla novela generacional. De entre los personajes, Clay, Dafne, y alguno más tienen mi edad. Jenn es algo mayor. Stanley es también mayor pero hay muchos personajes jóvenes que mayores. Creo que el hecho de que sea generacional es bueno porque estoy aportando una visión sobre mi generación, sobre lo que nos pasa, o lo que pensamos,... Todo esto es positivo porque ayuda a dar luz y a dinamitar algunos prejuicios.
M.G.- ¿Y cómo ves tú a tu generación? Los que tenemos una edad, es inevitable entrar en comparaciones y generalmente solo vemos lo negativo.
M.P.- Yo creo que mi generación está un tanto frustrada porque no puede hacer lo que le gustaría. Es más difícil que nunca encontrar un trabajo al acabar los estudios y eso necesariamente acaba calando en la conciencia colectiva y provocando un sentimiento común de frustración y apatía. Si somos un poco pasotas es porque es lo que hay. Sabes que no vas a encontrar trabajo fácilmente. Pero, por otro lado, creo que somos una generación muy preparada, quizá la más preparada, la que más idiomas habla, la que más estudia pero a la que no se le está dando muchas oportunidades. Yo espero sinceramente que la situación cambie porque no se puede ir una generación entera del país porque entonces esto se va a quedar muy vacío.
M.G.- Y hablando de la frustración se me ocurre pensar ahora en todos esos referentes televisivos que tienen una situación económica muy solvente por participar en ciertos programas.
M.P.- Todo es válido. En mi opinión esa gente se está buscando la vida como me la estoy buscando yo pero, ¿qué requisitos han tenido que cumplir para estar ahí? No es como cuando entras a trabajar en una empresa. Ellos han tenido suerte, han dado un pelotazo,... Belén Esteban se hizo famosa por ser la novia de Jesulín, ¿no?
M.G.- Así es.
M.P.- Bueno, a mí personalmente no me gustaría ser famosa por ser la novia de. Me gustaría poder ser yo misma pero siempre se van a llevar estos personajes televisivos porque dan mucho juego y esos programas tienen mucha audiencia. No creo que haya que condenar a Telecinco por querer tener audiencia. En todo caso, lo que hay que tener claro es que esa gente no deben ser referentes para los jóvenes. Pienso que el trabajo, el talento, el esfuerzo... deberían ser valores más apreciados en la sociedad.
M.G.- Clay Cassidy es el protagonista principal de tu novela pero también hay otros personajes que has mencionado antes, por lo que realmente Starman es como una novela coral.
M.P.- Claro, a mí me interesaba mucho escribir una novela más coral que la primera porque aquella estaba muy centrada en un solo personaje, y a pesar de que Clay es el protagonista indiscutible porque se está contando su historia y además casi toda la novela está contada en primera persona por él, hay capítulos contados por otros personajes y creo yo que esa variedad de puntos de vista es fundamental y le aporta a la novela un toque muy característico y también le da mucho valor.
M.G.- María, la estructura de la novela es un tanto caótica. Hay muchos saltos en el tiempo. ¿Por qué escribir la novela así?
M.P.- Diría que la estructura me elige a mí. Yo lo que quería era recrear la manera en la que los recuerdos acuden a la mente que, en mi caso y en el de Clay, es totalmente alocada y funciona más como ráfagas de imágenes, fogonazos... A partir de ahí, esta estructura me permite escribir de manera muy libre. El orden que va a encontrar el lector al abrir el libro es el orden en el que este fue escrito. En un primer momento pensé que luego lo ordenaría pero me di cuenta de que quedaba mejor así porque el lector no tenía todos los datos desde el principio y eso creo que es algo interesante en este tipo de novelas. El poder escribir así me permite escribir aquel capítulo que me apetezca. Sé lo que pasa al principio, sé lo que pasa al final y sé por qué Clay se va y tengo que ir rellenando lo que ocurre en medio. Lo puedo hacer de manera más libre así y mucho más divertido.
M.G.- La historia creo que se desarrolla a lo largo de quinientos días pero yo he buscado el día uno y no aparece.
M.P.- No, no,.. porque es más bonito evocarlo para que mantenga su halo de misterio porque así no sabes exactamente cómo fue la conversación entre Clay y el tío que lo captó como actor.
M.G.- Y aparte de toda la narrativa también introduces otros elementos ajenos como si quisieras darle un toque de modernidad o de actualidad. En la novela podemos encontrar por ejemplo tuits.
M.P.- He querido anclar la novela a la actualidad, introducir esos elementos de las redes sociales con los que estamos tan habituados. No quería lastrar la novela demasiado, meter un montón de tuits, pero sí los justos para que el lector vea que esta trama es de actualidad.
M.G.- Y antes comentaste que la novela está escrita prácticamente en primera persona. No sé exactamente si te sientes más cómoda escribiendo en primera o en tercera persona.
M.P.- A mí particularmente me encanta la primera persona porque da muchas posibilidades de juego. A veces se hace más aburrido leer una tercera persona, más tradicional, decimonónica,... Hay que hacerlo muy bien. A mí me gusta mucho la novela decimonónica pero no me sentía capacitada para escribir así. Creo que la primera persona aporta mucha personalidad a una novela porque el que habla es el personaje. En cualquier caso, todo dependerá del personaje en sí. Me siento muy cómoda en la primera pero también quiero explotar la tercera.
M.G.- ¿Y qué me dices de los escenarios? Porque el principal es Los Ángeles pero Clay, en su huída, recorre otras muchas ciudades. ¿Cómo te mueves en todos esos sitios?
M.P.- Pues con mucha investigación. Trabajo de campo, de documentación, también imaginación porque al fin y al cabo esto es ficción, es una figuración, este viaje no es real. De algún modo yo he viajado con Clay y he visitado los lugares que él ha visitado aunque sea mirando por Internet, viendo documentales, películas, series,... Todo lo que he podido.
M.G.- ¿Y por qué ubicar la trama en Estados Unidos? A ver Clay es el actor más joven en ganar un Oscar y esta escena yo quise trasladarla a España e imaginarme a Clay, con otro nombre, ganando un Goya pero no me cuadraba.
M.P.- Exacto es que es por eso. Para escribir esta novela yo parto de la anécdota de Lamar Odom, el jugador de la NBA que se fugó y andaba por ahí perdido. Pensé que me gustaría escribir la historia de alguien muy famoso que desaparece y no se sabe por qué... Así que pensé el motivo por el que alguien puede desaparecer y cuando lo tuve pensando, le inventé una profesión, lo hice actor. Pero claro, a la gente muy joven que gana un Goya no se le acosa así, de hecho el año pasado, el chico de A cambio de nada, Miguel Herran, era super joven, ganó el premio a Mejor Actor Revelación pero nadie lo ha acosado. El chico ha podido seguir viviendo tranquilo... Sin embargo en Hollywood la que se arma. Jennifer Lawrence no es la chica más joven en ganar un Oscar, bueno durante un tiempo sí, y cómo se le acosó, qué presión mediática.
M.G.- Bueno María, y ahora que han pasado bastantes años desde que publicaste la novela anterior, ¿cómo te ves? ¿Has notado cambios entre aquella María y esta?
M.P.- La gente cuando lo digo se ríe pero desde los 18 o 19 años que tenía en la anterior novela a los 22 que tengo ahora han cambiado muchas cosas y creo que es una edad en la que se madura mucho porque antes era casi adolescente y ahora empiezo a ser adulta, a estar en el mundo. Ahora tengo una visión menos fatalista de las cosas, soy menos dramática, relativizo mucho más. Me doy cuenta de que aquello que yo pensaba que era una tragedia enorme pues resulta que es una tontería. Es verdad lo que nos dicen las madres que hay que esperar y mirar con perspectiva. Las madres suelen tener razón.
M.G.- (Risas). Hay que hacerles caso.
M.P.- Sí, sí,...
M.G.- Y al principio te decía que para escribir una novela así has tenido que leer mucho, me gustaría saber cuáles son tus referentes literarios.
M.P.- En esta novela no se ve mucho pero para mí Scott Fitzgerald es fundamental. Por otro lado, también te diría Salinger o Bret Easton Ellis, especialmente en su primera etapa cuando escribía sobre Los Ángeles como por ejemplo en Menos que cero, o también John Fante por el mismo motivo... Eugenides también me gusta y en el terreno español Marsé es fundamental.
M.G.- María pues lo dejamos aquí. Espero que el mucho éxito que te avala no te abrume ni huyas y que nos sigas regalando novelas como esta.
M.P.- Muchas gracias.
Y hasta aquí la entrevista con esta jovencísima autora, María Pérez Heredia. Creo que va a dar mucho que hablar.
[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]