Editorial: Suma de Letras.
Fecha publicación: febrero, 2017
Precio: 17,90 €
Género: Novela.
Nª Páginas: 456
Edición: Tapa blanda con solapas.
Nª Páginas: 456
Edición: Tapa blanda con solapas.
Autor
Javier Castillo creció en Málaga, se diplomó en empresariales y estudió un Máster en Dirección de Empresas. Actualmente trabaja como consultor de finanzas corporativas. Escritos de relatos cortos desde la adolescencia. El día que se perdió la cordura es su primera novela y un éxito comercial en internet, haciendo permanecido durante más de 365 días en la lista de bestsellers de Amazon con más de 40.000 ejemplares vendidos. La prensa nacional se ha hecho eco del fenómeno y El Mundo lo ha calificado como el chico del tren.
Sinopsis
************************************
Javier Castillo creció en Málaga, se diplomó en empresariales y estudió un Máster en Dirección de Empresas. Actualmente trabaja como consultor de finanzas corporativas. Escritos de relatos cortos desde la adolescencia. El día que se perdió la cordura es su primera novela y un éxito comercial en internet, haciendo permanecido durante más de 365 días en la lista de bestsellers de Amazon con más de 40.000 ejemplares vendidos. La prensa nacional se ha hecho eco del fenómeno y El Mundo lo ha calificado como el chico del tren.
Sinopsis
«A veces el destino nos pone a prueba para que sepamos que existe».
Centro de Boston, 24 de diciembre. Un hombre camina desnudo con la cabeza decapitada de una joven. El doctor Jenkins, director del centro psiquiátrico de la ciudad, y Stella Hyden, agente de perfiles del FBI, se adentrarán en una investigación que pondrá en juego sus vidas, su concepción de la cordura y que los llevará hasta unos sucesos fortuitos en la misteriosa localidad de Salt Lake diecisiete años atrás.
Con un estilo ágil lleno de referencias literarias -García Márquez, Auster, Orwell o Stephen King- e imágenes impactantes, Javier Castillo construye un thriller narrado a tres tiempos que explora los límites del ser humano y rompe los esquemas del género del suspense. Amor, odio, destino, extrañas prácticas, intriga y acción trepidante inundan las páginas de una novela que se ha convertido en todo un fenómeno editorial antes de su publicación en papel.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
************************************
Así empieza El día que se perdió la cordura:
[Lectura de las páginas 11,12 y 13;
Música: Lascia Ch'io Pianga de Händel + sirenas policía]
Hace unos días publiqué la entrevista al joven escritor y debutante Javier Castillo que puedes leer aquí. Más allá de hablar de su primera novela, El día que se perdió la cordura, también nos contó cómo se inició en la literatura, sus referentes y lo más curioso, la manera en la que esta novela se gestó poco a poco, ni más ni menos que en 45 minutos de trayecto en tren de ida, y otros 45 minutos de vuelta. Es decir, de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. La verdad es que, conociendo este dato, y después de haber leído el libro, seguro que a cualquiera que esté apurado de tiempo libre le apetecerá intentarlo. Os cuento mis impresiones sobre la novela.
El inicio de El día que se perdió la cordura no puede ser más impactante. Los que hayáis escuchado el audio, sabréis que la novela arranca con un tipo desnudo que cubierto de sangre y con la cabeza de una mujer decapitada en las manos, recorriendo las calles de Boston. Desde luego una escena así es difícil de olvidar y no puede suponer mejor inicio para este thriller lleno de incógnitas porque, ¿quién es ese individuo?, ¿y quién es la mujer asesinada? Y lo más importante, ¿por qué? Por supuesto, al tipo lo detienen y acaba en el complejo psiquiátrico de Boston, donde será atendido por el director, el doctor Jenkins, un personaje que acabará más implicado de la cuenta. Jacob, que así se llama el detenido, apodado por los medios de comunicación como el decapitador, muestra una actitud desafiante. En silencio y con una perpetua sonrisa en los labios, no pronunciará palabra hasta que no aparece en escena la agente del FBI Stella Hyden, experta en perfiles psicológicos. Será a ella a quién le contará la verdad del caso.
A grandes rasgos y con múltiples cambios de tiempo y lugar, el argumento de esta novela narra la trayectoria de un grupo de personas, una comunidad, que a lo largo de los años se han dedicado a asesinar a diestro y siniestro a diversos hombres y mujeres considerados potencialmente peligrosos para el futuro del ser humano. La elección de las víctimas no sigue un patrón concreto pero tampoco obedece al azar. Todo tendrá que ver con los sueños apocalípticos de unos de los personajes. Y de esta guisa, la joven Amanda Marlow, de tan solo 16 años, perderá la vida en el pueblo de Salt Lake, mientras pasa las vacaciones de verano y tras encontrar un misterioso mensaje bajo una piedra. La muerte de Amanda dará pie a la búsqueda, persecución, y posterior aniquilación de los integrantes de la comunidad, una tarea encabeza por otros dos personajes de los que mejor no desvelo nada.
Estos son los mimbres que el joven Javier Castillo maneja para su novela, unas piezas de puzle que él despliega sobre el tapete aparentemente sin orden ni concierto y en vez de conectar unas con otras, las deja así, desperdigadas como desperdigados estarán los sucesos en la novela que bailarán entre diversas ubicaciones y fechas. Para no despistar al lector, el autor iniciará cada capítulo, de corta extensión, ubicándonos en el tiempo y en el espacio con lo que, en un capítulo podemos estar en Salt Lake un trece de junio de 1996 y en el siguiente en Boston, un 26 de diciembre de 2013. Confieso que inicialmente la estructura me descolocó un poco pero hay que tener en cuenta que el hilo el hilo principal es el que transcurre en el mes de diciembre de 2013 en 2013 en Boston, cuando Jacob es detenido. A partir de ahí constantes flashbacks nos permitirán conocer lo que ocurrió en Salt Lake en el verano del 1996, unos hechos que darán lugar a todo el desarrollo posterior.
Uno de los puntos fuertes de la novela es el mantenimiento de la intriga y el suspense en todo momento. Es cierto que no he encontrado un ritmo endiabladamente frenético pero la historia me ha tenido con la mosca tras la oreja todo el tiempo. A medida que iba leyendo me sentía más y más atrapada, intentado averiguar quién era quién y el porqué de todas estas muertes. Las incógnitas me animaban a seguir leyendo de manera ágil y amena porque esta novela consigue que las horas se deslicen en un soplo. El día que se perdió la cordura es de esos libros que te puedes beber en dos tragos porque además cuenta con mucho diálogo que unido a que los capítulos son muy cortos permiten leer a velocidad de vértigo.
No obstante, también he de decir que me han faltado algunos datos. Por ejemplo, en ningún momento se menciona el origen de la comunidad, cómo se incorporan los miembros a la misma o cómo captan a sus integrantes. No es que estos datos sean especialmente relevantes para disfrutar del argumento pero sí que es verdad que, a lo largo de la lectura pensaba que iba a encontrar más información al respecto y no ha sido así. Sobre esta cuestión le pregunté a Javier Castillo en la entrevista que le hicimos y fue esto lo que nos respondió:
«Es que me parecía más interesante el cómo que el porqué. Preferí ir hacia adelante en vez de hacia atrás porque si vas hacia atrás puedes dar mucho trasfondo a la novela pero también la haces lenta y yo no quería eso. Quería ir rápido, ir contando cosas en pequeñas dosis y si acaso en un segundo libro, ahondar más».
Así que, los datos que han quedado un tanto suspendidos en el aire tendrán su debida respuesta en la próxima entrega. Tendremos que esperar para averiguar cómo surge esta extraña congregación. Y teniendo en cuenta que habrá segunda parte no es de extrañar que el desenlace de El día que se perdió la cordura deje una puerta abierta para la continuación.
En cualquier caso, el suspense es el sostén de todo el argumento y al respecto no tengo queja ninguna. Desde ese inicio tan apabullante, pasando por una extraña nota que Amanda Marlow encuentra debajo de una piedra en Salt Lake hasta una figura encapuchada que se pasea por los bosques de Quebec, la intriga está servida.
En cuanto a los personajes, me resultó muy llamativo ese toque a lo Hannibal Lecter que Jacob tiene al principio, mientras está recluido en el hospital psiquiátrico de Boston. Pero como dije antes, no todo lo que parece es. Jacob y algún que otro personajes tiene una doble faz, no voy a decir si más dulce o más perversa aún, eso lo tendréis que averiguar con la lectura. Lo que sí os puedo comentar es que son personajes poliédricos y que cuando nos hacemos una idea sobre su personalidad y sus motivaciones, podemos llevarnos alguna sorpresa. Además, y esto es algo que valoro mucho en una novela, puede dar la sensación que no existe conexión entre ellos, sin embargo, llegaremos a comprender que, de un modo u otro, un personaje aparece en la vida de otro, cerrando un círculo.
Para mí, El día que se perdió la cordura es un thriller con claros tintes de novela de suspense anglosajona. Quizá se deba a que la trama se sitúa en Estados Unidos pero hay una mezcla de elementos que me recuerda mucho a las novelas del otro lado del charco. Por un lado tendremos mucha intriga, como ya he comentado, pero también tendrá su toque de romanticismo. Por supuesto, impera mucho más lo primero que lo segundo, al margen de que las escenas de amor son las menos. En este punto quisiera añadir que hay algún tonteo romántico que me resulta algo inverosímil pues se produce en una situación un tanto tensa y cuesta un poco creer que en ese momento los personajes tengan el cuerpo para el romanticismo pero bueno, es una escena suelta que para nada resta mérito a la novela.
Estructurada en 89 capítulos cortos más un epílogo que sirve de antesala a la segunda parte, la novela cuenta con dos tipos de narradores, una primera persona en la voz de Jacob, probablemente por ser el personaje más principal, y un narrador omnisciente que nos permite englobar todos los acontecimientos bajo la misma cúpula. Por otro lado, la prosa de Javier Castillo no conoce de artificios, va directa al grano, es clara, contundente y con buenas descripciones. Para una novela así, mucho mejor.
En definitiva, con un ligero toque que recuerda ocasionalmente a Stephen King y un argumento laberíntico que a veces te hace dudar si el autor saldrá indemne -lo conseguirá-, creo que Javier Castillo no ha podido tener mejor debut que este. Es por ello que os animo a leer esta novela, El día que se perdió la cordura, si queréis zambulliros en un argumento sin mapa ni brújula, a merced de los caminos por los que el autor nos quiera hacer transitar. Habrá que esperar a la segunda entrega, prevista supuestamente para septiembre, para saber más sobre esta misteriosa comunidad y comprobar si el autor malagueño sigue con buen pie.