Editorial: Ediciones Alfar.
Fecha publicación: 2016
Precio: 14,00 €
Género: Narrativa.
Nª Páginas: 256
Edición: Rústica con solapas.
Nª Páginas: 256
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 9788478987030
Autor
Fernando Ángel Lumbreras García nació en la ciudad de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, el 30 de mayo de 1963. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Extremadura. Vive en Tomares (Sevilla) pero sin romper nunca y bajo ningún concepto su vinculación con la tierra que lo vio nacer. Desarrolla su carrera profesional en la capital andaluza vinculado a entidades de ámbito de los impagados, departamentos de recuperaciones y recobro. Co Percibo azul culmina su trilogía azul siendo cinco libros que ha editado, todos ellos por Ediciones Alfar.
Sinopsis
Percibo azul, una novela diferente.
Un escritor, una asistenta del hogar y un jardinero unidos por la soledad, una enfermedad y un pasado turbulento.
Siempre hay una luz al final del camino.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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Hace unos meses os hablé de la presentación de este libro, Percibo Azul, de Fernando Ángel Lumbreras García, que tuvo lugar en la Casa de Extremadura en Sevilla (puedes leer sobre el acto aquí). Pues bien, hoy vengo a contaros mis impresiones de esta novela que me ha parecido sencilla y cercana, con unos personajes muy humanos pero a la vez muy entrañables.
Percibo azul nos traslada a la ciudad de Cáceres donde tendrán lugar los hechos que se narran. En un edificio de viviendas reside Salvador, un hombre que en su tiempo fue profesor de literatura y escritor de novelas, pero que ahora vive ajeno a la docencia y prácticamente ajeno a la vida. Solitario, Salvador vive encerrado en sí mismo y entre las cuatro paredes de su casa, sin apenas contacto con otro ser humano, nada más que su asistenta Manolita, una mujer de sesenta años que le hace las tareas de la casa y le prepara la comida. Con muchos días ociosos, Salvador invierte su tiempo en plasmar en papel sus memorias y esto, que parece a priori una cuestión de puro entretenimiento, tiene tras de sí un sentido casi terapéutico.
Los primeros capítulos son un preámbulo de lo que será el verdadero argumento de la novela, que no es otro que la narración de la vida de Salvador, su pasado hasta llegar a un duro golpe que lo azotó de pies a cabeza y lo convirtió en lo que hoy es. Lo que le ocurrió no es algo que se especifique hasta bien adentrados en la lectura y eso conseguirá que mantengamos una cierta intriga de manera muy liviana pues Percibo azul no es una novela que se sustente en el suspense sino más bien en los personajes, en las emociones, en los sentimientos. Lo que está claro que es Salvador lo ha pasado mal y lo sigue pasando mal, de ahí que se hable de heridas, de la necesidad de curarse y de despertar de nuevo a la vida, algo en lo que Manolita, su asistenta, se empeñará una y otra vez.
Entre diálogos con Manolita, Salvador da paso a sus memorias que abarcan desde su infancia hasta el momento dramático que la vida le había reservado. A través de sus palabras conocernos cómo eran sus años más tiernos, su familia, sus amigos, cómo se vivía la Navidad, qué reveses vivió la familia, etc, etc... Y así hasta hacerse adulto. Todo ello aderezado por una serie de poemas que serán un reflejo cristalino de su sentir.
Y no queda ahí la cosa. Las memorias de don Salvador suponen un vehículo para adentrarse en reflexiones de interés. En ocasiones, las evocaciones del protagonista nos conducirán a una especie de análisis en el que Salvador establece comparaciones. La juventud de antaño no es la de ahora, los amores se viven de otro modo, las pandillas de amigos antiguamente eran casi una institución, y constituían una unión inquebrantable en la que el compañerismo y la solidaridad eran las principales leyes. Todo esto es fruto de echar la vista atrás y ver cómo ha evolucionado la vida y las personas.
En Percibo azul todo es emoción y remembranza, un cúmulo de emociones que van desde la culpabilidad al remordimiento, pasando por un amplio abanico de sentimientos, que quedan plasmados en estas páginas con suma delicadeza y cuidado. Pero la historia no calaría de igual modo si no fuera por la presencia de unos personajes que son tan de carne y hueso como nosotros.
A Manolita se le coge cariño nada más asomar por la puerta. Corresponde su perfil al de esa mujer sincera, toda bondad, que a veces dice las cosas de manera poco refinada pues carece de estudios, pero sin mala intención alguna. Con un aspecto bonachón, de escasa altura y regordeta, Manolita a sus sesenta años es dicharachera, muy resuelta y cariñosa. Todo su afán es sacar a Salvador del ostracismo al que él mismo se ha condenado y será muy sincera en sus alegrías y en sus penas, tanto en las propias como en las ajenas. A mí es el personaje que más me ha gustado y el que mejor me he podido imaginar.
Por su parte Salvador es un hombre todavía joven, solitario, taciturno e introvertido. Se define a sí mismo como un hombre apático, casi un vegetal que únicamente respira y que carece absolutamente de deseos y anhelos. Flota sobre su testa el sentimiento de culpabilidad en todo momento y llegará el capitulo en el que averiguaremos por qué. Para Salvador la vida se acabó hace mucho tiempo, quiso cerrar las ventanas al día y permanecer en la oscuridad. Hay en su personaje una importante reflexión a mi juicio, la necesidad de mantener en todo momento los pies sobre la tierra aunque la vida te catapulte a las alturas y sientas una ambición desmedida.
Manolita y Salvador son personajes que se definen desde las primeras líneas. No hay necesidad de avanzar mucho en la lectura para tener una idea clara de cómo son. Y junto a ellos también conoceremos a Juan, el jardinero de la finca. Un hombre que también trae su losa a cuestas. En realidad, Manolita, Salvador y Juan son tres almas solitarias que se encuentran para darse cobijo el uno al otro.
Bajo mi punto de vista Percibo azul tiene un cierto aire a obra de teatro, quizá sea por el uso del abundante diálogo que se ve alternado por las memorias de Salvador. Pero esos diálogos sencillos, cotidianos, exentos de artificios y que rebosan naturalidad los que me han hecho recordar, salvando las distancias, el teatro de los hermanos Álvarez Quintero, artífices del teatro del pueblo, de la calle, que retrataba la vida llana.
La horquilla temporal abarca desde octubre de 2010 a mayo de 2011, aunque esta es una cuestión que no resulta de vital importancia para entender el desarrollo de los hechos. Con un total de algo más de cien páginas, estéticamente lo que más destaca de esta novela, algo que ya comenté en la presentación, es la edición. Todas sus páginas son de color azul y sobre ellas las letras lucen de un tono azul más intenso. Nunca me había encontrado con un libro así, y aunque al principio pensé que sería un obstáculo para la vista, lo cierto es que no me ha molestado en absoluto para lectura.
Percibo azul es una novela hecha con cariño, algo que se nota especialmente en el perfil de los personajes, que se lee con suma facilidad y afabilidad, con capítulos muy cortos que, a mi modo de ver, constituyen un conjunto de escenas cotidianas e independientes en la que la continuidad de los días tampoco tiene gran importancia. Quizá en este punto me hubiera gustado que la conexión entre un día y otro fuera más intensa pero, tal y como dije, antes, me acostumbré a verlo casi como un texto teatralizado y de este modo la lectura fluyó con más agilidad.
En definitiva, ha sido muy agradable leer Percibo azul, una novela que forma parte de una trilogía peculiar, junto con Azulpoesía -un poemario-, e Historias azules -un volumen de relatos-. Destacar de nuevo la cercanía de la historia y la ternura de los personajes que hacen de esta novela una lectura que recordarás con cariño.
Retos:
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