Ken Appledorn (Detroit, 1980) es un actor estadounidense afincado en España desde 2006. En su etapa universitaria se licenció en administración y dirección de empresas y viajó a Sevilla con intención de aprender español. Allí conoció a Jorge Cadaval (Los Morancos) quien, con el tiempo, se convertiría en su marido.
Dotado de una capacidad de observación, asimilación cultural y una vis cómica poco comunes, Ken ha llegado a conseguir la Biznaga de Plata al mejor actor de reparto en el Festival de Cine de Málaga por la película Casting y también ha sido nominado Mejor Actor Andaluz por su interpretación en The Extraordinary Tale.
Ken es un testigo privilegiado de las contradicciones, tópicos y momentos surrealistas, tan frecuentes en la vida española, que él relata, desde la perplejidad, el interés y el cariño, con simpatía y desparpajo. Un retrato sorprendente que provocará la sonrisa del lector.
A comienzos del segundo milenio, llega a Sevilla Ken, hasta entonces el típico estudiante americano, que vive con su típica familia americana en la típica gran casa de un barrio residencial y cuya vida ha seguido paso a paso y punto por punto todos los tópicos que estamos acostumbrados a ver en las típicas películas americanas.
Ya en Sevilla, la ciudad más típico-tópica de España, Ken se aloja con una familia más sevillana que la Giralda e inicia un curso acelerado en españolismo, andalucismo y sevillanismo que sólo podía acabar de dos maneras:
a) corriendo sin parar de vuelta a los USA
b) cayendo fulminado por la idiosincrasia bética.
Ken se decidió por la segunda vía pero no sin antes hacer un máster en procesiones de Semana Santa, bodas gitanas y humor de la calle que resolvió con cum laude, convirtiéndose él mismo en más trianero que muchos que han nacido a la sombra del puente del Guadalquivir.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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La semana pasada conocí a Ken Appledorn, un ciudadano americano que lleva viviendo en España hace bastante tiempo hasta el punto que ya se ha aclimatado a nuestra forma de ser. Lo que no sé si también se habrá aclimatado a nuestras altas temperaturas en verano. Entiendo que no, porque al estío sevillano no hay quien se acostumbre y os lo digo en estos momentos que ya empezamos a sentir los abrazos del Lorenzo.
Probablemente, y esto es innegable, Ken hubiera pasado muy desapercibido si al llegar a Sevilla no hubiera conocido a Jorge Cadaval, uno de los dos miembros del dúo humorístico Los Morancos, con quien se casó hace unos años. Y seguramente ahora estaría viviendo en Estados Unidos, muy lejos de la vida que tiene en estos momentos, si no fuera porque se enamoró aquí y aquí se estableció por amor. Aún así, Ken se ha propuesto construir su vida al margen de su relación con Jorge. Su sueño de siempre fue convertirse en actor y ahí sigue luchando.
Confieso que siempre fue una persona que me llamó mucho la atención, así que aproveché que sacaba libro para sentarme a hablar con él en uno de los rincones más típicos de Triana, Casa Cuesta, donde me lo encontré como un trianero más degustando una rica tostá de jamón.
De Detroit a Triana es un libro simpático que solo pretende dar a conocer su experiencia en España y las anécdotas que vivió. No tiene otra finalidad más que la de entretener y realmente lo consigue. Hay pasajes verdaderamente divertidos que me han hecho pasar un buen rato pero sobre el libro ya os hablaré más adelante. Ahora os dejo con la entrevista. Esto es lo que Ken Appledorn nos contó hace unos días.
Marisa G.- Ken, yo tenía muchas ganas de conocerte porque, desde el primer momento que se conoce tu relación con Jorge Cadaval, yo no hacía más que preguntarme cómo te sentirías al caer en Sevilla, al caer en Triana y al caer en una familia como los Cadaval, tan singulares todos. ¿Tú has llegado a asimilar todo esto que te ha ocurrido?
Ken A.- No lo he pensado. Yo siempre me he dejado llevar sin plantearme demasiado las cosas. Me gusta probar cosas nuevas, experimentar, así que no es algo en lo que me haya parado a pensar mucho.
M.G.- Hombre, experimentar habrás experimentado lo suyo con los Cadaval (risas). Lo digo de buen talante porque son muchos, muy singulares,...
K.A.- Sí, un montón. Ellos son una familia tan positiva, tan especial, tan divertida...
M.G.- Y tan unida.
K.A.- Eso sí, tan unida. Y luego también, tanto la familia de Jorge como la mía son familias muy grandes, con muchos tíos y primos.
M.G.- Ken, tú desde pequeño soñaste con convertirte en actor, es una idea que te viene de tu infancia en Estados Unidos. He estado mirando en la solapa del libro que tú realmente tienes una trayectoria como actor. En la solapa figuran dos títulos cinematográficos pero resulta que has participado en muchas más películas. ¿Sigues luchando por hacerte un hueco en el cine español?
K.A.- Sí, sí, claro. He intentado hacerlo aparte de Jorge. Yo antes iba a los castings y no sabían nada. Ahora sí lo saben pero antes no. Era un guiri con acento andaluz, muy simpático, muy gracioso. Incluso en un par de castings me han comparado con el guiri de Los Morancos, sin que supieran que era marido del Moranco, y esto me hacía mucha gracia. Me reía por dentro.
M.G.- Pero tu carrera como actor no se conoce mucho. A mí sinceramente me ha sorprendido. ¿Por qué crees que mucha gente no lo sabe?
K.A.- No, no ha sonado por lo que sea. En España es complicado. Incluso haciendo cosas buenas y haciendo buenos trabajos es difícil que te hagan un hueco. Como no suene el bombo es muy complicado. Interviene mucho el factor suerte.
M.G.- Pero tú no abandonas.
K.A.- No, no,... y ya verás, ya llegará.
M.G.- Ohh... eso suena a algo importante. ¿Tienes algún proyecto?
K.A.- Tengo un par de cosas que a ver si salen. Y luego también estoy haciendo un programa que se llama Me lo dices o me lo cantas, es como Tu cara me suena pero en plan parodia. Tiene muy buena pinta.
M.G.- Entre películas y algún sketch con Los Morancos, llega este libro, De Detroit a Triana. ¿Con qué intención escribes el libro Ken?
K.A.- La idea salió por mi participación en el programa de Bertin Osborne. A Espasa le encantó la entrevista, mi desparpajo. Me llamaron al día siguiente y me propusieron escribir anécdotas desde mi perspectiva, cómo llegué a España y lo que me ha ocurrido aquí desde entonces. A mí me gusta escribir pero nunca había pensado contar mi historia y por eso al principio dije que no, porque me daba miedo, pero luego lo pensé. Así que me puse a escribirle cosas pequeñas y las mandaba y ellos me iban dando ideas sobre lo que contar, cuáles de esas anécdotas resultaban más interesantes y divertidas y cuáles no. Ellos me ayudaron a darle forma al libro.
M.G.- Pero a mí me surge una duda. Entiendo que el libro recoge anécdotas tuyas pero aquí también hay algo de ficción, ¿no?
K.A.- Hay como un 20% de ficción. Pero lo real es tal como lo cuento. Ahora soy menos inocente pero cuando llegué no me enteraba de nada, no pillaba nada, esos dobles sentidos que se usan aquí, y por eso el Ken de antes era mucho más gracioso que el de ahora, que ya llevo aquí un tiempo y estoy más acostumbrado.
M.G.- Antes andabas desorientado.
K.A.- Claro, como no me enteraba, hacía preguntas y todo el mundo se reía con mis tonterías.
M.G.- Pero veo que dominas muy bien el castellano. De hecho, tienes tu acento extranjero pero tienes ese toque andaluz, no terminas las palabras, le quitas consonantes como nosotros. Me hace gracia escucharte decir «pensao» en vez de «pensado».
K.A.- Sí, se me ha «pegao» (risas).
M.G.- (Risas). Bueno Ken, el libro empieza con un prólogo magnífico.
K.A.- ¿Te ha gustado? A Jorge le va a encantar saberlo.
M.G.- Sí, sí, es divertidísimo. Tanto que me ha sabido poco. Dile a Jorge que la próxima vez se estire un poco más. Realmente te hace un gran favor. Este libro no podía tener mejor inicio.
K.A.- No, no, imposible. Además me alegro muchísimo que te haya gustado tanto porque es 100% Jorge. Fue muy gracioso porque estábamos en el AVE y le dije: «Jorge, ¿me haces el favor de escribirme el prólogo?» Y aceptó enseguida. Él me iba hablando en voz alta y yo lo iba escribiendo.
M.G.- ¡Ah!, que él te iba dictando el prólogo, ¿no?
K.A.- Sí, sí, así...
M.G.- Pues es maravilloso. Es un prólogo muy gráfico en el que te vas imaginando todas las situaciones, como la primera vez que probaste el gazpacho o el puchero. Me reído un montón.
K.A.- Es que fue todo como lo cuenta. Iba recordando todos esos momentos y era tal que así, con su hermana Maite venga dándome a probar cosas.
M.G.- (Risas) Ya me imagino.
Y Ken, el libro empieza contando cosas sobre tu infancia, tu familia, nos hablas también del momento en el que descubres tu homosexualidad. Tengo la sensación de que esa cuestión fue mucho más impactante para ti de lo que realmente cuentas. No sé si es así o solo son imaginaciones mías.
K.A.- Es que no quería profundizar mucho en ese tema. Creo que ya hay muchos libros que hablan sobre todo eso. Por supuesto es una cosa mucho más dura y más dramática de lo que cuento en el libro y mi madre se lo tomó mucho peor pero no quería reflejarlo tal y como fue porque yo no quería que el libro fuera de eso. Me apetecía hacer algo más divertido y más positivo, que mostrara mi amor por España y por Jorge y no solo la cuestión gay.
M.G.- Te entiendo. Y a ver, en Estados Unidos la primera persona que te habla de Triana es la señorita García, tu profesora de español.
K.A.- Si, tengo que encontrarla.
M.G.- Pues eso te quería preguntar... Si tienes contacto con ella.
K.A.- No, aunque creo que puede estar por aquí, por Triana. Ahora tendrá unos setenta años o así. Me gustaría mucho verla.
M.G.- Pero si ella vive aquí, es posible que se haya enterado de que estás con Jorge y que vives aquí.
K.A.- Bueno, yo me la encontré en mi segundo viaje a Sevilla pero ella estaba aquí de visita. Nos tomamos una cerveza y estuvimos hablando. De eso hace unos diez años. Yo conocí a Jorge hace quince pero no la he vuelto a ver.
M.G.- Fíjate qué curioso que una persona en Estados Unidos te hable de un barrio de Sevilla y al final acabes aquí.
K.A.- Sí, muy curioso. Recuerdo que yo ni sacaba buenas notas en sus clases. Me gustaba mucho como profesora pero era muy dura.
M.G.- Llegas a Sevilla y tu familia de acogida son los Gutiérrez. Haces un retrato fantástico de una familia típica sevillana, obrera y que reside un barrio humilde.
K.A.- Eso fue complicado porque ellos no querían salir conmigo. Yo no sé por qué. Yo llegué y solo me daban de comer pizza o salchichas y ellos comían otra cosa. A mí me daba coraje todo eso. Fue una experiencia muy interesante.
M.G.- Pero tú no sigues en contacto con la familia entonces, ¿no?
K.A.- No, no,... Bueno he vuelto a ver a la madre justo cuando andaba con el libro. Espero que no se enfaden.
M.G.- No lo creo. A mí me parece que es muy creíble lo que cuentas de la familia.
K.A.- Sí, pero con el chándal del Betis y todo eso (risas). Aunque era tal y como lo cuento en el libro. Espero que no se enfaden aunque suene todo a tópico.
M.G.- A mí me ha parecido muy divertido. Pero Ken el choque cultural tuvo que ser tremendo cuando aterrizaste en España. Hay un pasaje en el que te sorprendes de nuestros horarios porque cenamos muy tarde y nos acostamos muy tarde.
K.A.- Sí. Mira a mí me hacen mucha gracia los que dicen que los andaluces no trabajan y flipo porque esta familia se quedaba a ver Crónicas Marcianas hasta las 2 o 2.30 de la madrugada y se levantaban a las 7.30 de la mañana. Los que dicen que los andaluces no trabajan es que no saben lo que dicen. Los andaluces no duermen nada. Se acuestan súper tarde y se levantan súper temprano.
M.G.- Para ti sería como estar en otro planeta.
K.A.- Sí porque yo a las 11 estoy en la cama ya y me levanto a las 7 de la mañana. Aunque ahora me ha cambiado el ritmo de vida.
M.G.- Ahora te has españolizado, ¿no?
K.A.- Totalmente. Ahora duermo mucho menos y disfruto mucho más.
M.G.- Nosotros le sacamos más partido a la vida.
K.A.- Es verdad.
M.G.- Bueno y estando ya instalado en Sevilla, nos vas contando en el libro esas salidas a la Plaza del Salvador para tomar cervezas, paseas por Sevilla y vas descubriendo rincones y calles, hablas de tus clases en la universidad, tu experiencia en la Semana Santa... hasta que conoces a Jorge Cadaval. Yo no quiero desvelar en la entrevista cómo es ese primer encuentro y lo que ocurre después pero ¿no te parece que el libro se transforma al final en un libro romántico? Es que lo vuestro es como de película.
K.A.- ¿Sí?
M.G.- Sí. ¿Hay algo de ficción en esa parte?
K.A.- No, no hay nada pero me alegro que te haya parecido así. A ver el final, final fue de otra manera porque Jorge es mucho más discreto de lo que se ve en la tele.
M.G.- Pero de todos modos es muy, muy romántico...
K.A.- Para mí fue una decisión difícil porque antes de venirme a vivir a España, estuve trabajando en una agencia de publicidad con muy buen sueldo. No quería irme a vivir a España, sin permiso de trabajo, dependiendo de alguien, algo que no me gusta nada, y dejar mi trabajo en Estados Unidos donde ganaba tres o cuatro mil euros y aquí los trabajos se pagan muchísimo menos. Pero murió mi padre y entendí que tenía que aprovechar la vida. Así que me planteé venirme un año y ver si funcionaba. Si no funcionaba me volvía a Estados Unidos y ya está. Pero aquí estoy. He aprendido otro idioma, he conocido otra cultura,... Soy feliz.
M.G.- ¿Cómo le llegaste a explicar a tu madre quién era Jorge Cadaval y a qué se dedica?
K.A.- Fue mucho más complicado de lo que cuento en el libro. Mientras estuve aquel verano trabajando en el chiringuito Makandé en la playa, mi madre vino a verme y le conté que era gay y más adelante conoció a Jorge y fue cuando le dije que era actor y humorista. Se lo tomó bien mi madre. Pero mi padre no tanto.
M.G.- ¿Y llegaron a verlos alguna vez en algún espectáculo?
K.A.- Mi madre sí. Dos años más tarde vino a España y los vio. A mi madre le encantó, aunque no entendió nada (risas).
M.G.- No me extraña (risas). Bueno y ahora tienes una relación con un magnífico humorista, ¿has llegado a entender el humor andaluz?
K.A.- Todavía me pierdo un poco pero ahí está la gracia. A mí me sorprende cómo sale una noticia e inmediatamente comienzan a circular los Meme, las bromas,... Me meo con los españoles, lo rápido que son sacando chistes.
M.G.- Somos muy ingeniosos.
K.A.- A mí me encanta.
M.G.- Ken, el libro consta de doce capítulos en total. Incorporas fotografías de cuando eras pequeño. Pero hay algo que me llama la atención y son las expresiones que usas en el texto, que son muy de aquí, como por ejemplo «fulanito está chalao» o «me ha caído un marrón». ¿Este tipo de expresiones las dominas totalmente o alguien te ha echado un cable?
K.A.- Me ha echado un cable Borja Echevarría pero hay mil expresiones que conozco ya y uso normalmente cuando hablo. Además fue muy divertido porque Borja es gallego y claro entre el gallego y el andaluz hicimos una mezcla... Él me ha ido guiando.
M.G.- Hay un capítulo que se llama Alikindoi y gracias por explicarme de dónde viene la expresión porque no lo sabía.
K.A.- Esa expresión es muy de Jorge y por eso lo puse. Es verdad que explico en el libro de dónde viene. Y no mucha gente lo sabe.
M.G.- Yo desde luego no lo sabía. Me ha parecido muy interesante. Y Ken, ¿hay alguna costumbre española que todavía no entiendas, algo que tú digas esto no lo comprenderé nunca?
K.A.- Los toros no lo entiendo, es algo que no me entra en la cabeza y eso que a los extranjeros les gusta pero de todos modos, no soy anti-taurino.
M.G.- ¿Y la siesta, la entiendes?
K.A.- La entiendo perfectamente pero no la practico mucho por desgracia.
M.G.- Una pena. Es una costumbre muy sana.
K.A.- Sí, que lo es.
M.G.- Bueno y cuéntame. El libro lleva poquito en las librerías. No sé si ya te han llegado noticias de cómo está funcionando.
K.A.- No, no,... no sé nada. Además estoy ahora en Madrid grabando el programa que te dije antes y no sé nada.
M.G.- ¿Pero te ha gustado la experiencia?
K.A.- Me ha encantado. Me lo he pasado muy bien.
M.G.- ¿Y después de este te has planteado ponerte con otro tipo de libro? ¿Crear una historia diferente?
K.A.- No creo. No soy escritor. Una cosa es contar mi propia historia pero no soy tan creativo para inventar historias.
M.G.- Nunca se sabe. Solo el tiempo lo dirá. Bueno, Ken, gracias por este rato. Me lo he pasado muy bien leyendo tu libro. Lo vamos a dejar aquí. Ha sido un placer conocerte y charlar contigo.
K.A.- Lo mismo digo. Muchas gracias.
Y aquí se acabó la entrevista. Solo os diré que fueron unos treinta minutos de charla y el pobre seguía teniendo la tostá en el plato. Imagino que cuando fue a probarla estaría más dura y más fría que la suela de una alpargata.
¡Sorry, Ken!