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EL LIBRO DE LOS LIBROS. HISTORIA SOBRE IMÁGENES de Quint Buchholz.

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Editorial: Nórdica Libros.
Fecha publicación:--
 Precio: 19,50 €
Género: Relatos ilustrados.
Nª Páginas:128
Encuadernación: Cartoné
ISBN: 978-84-939938-2-5
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autor

Quint Buchholz nació en Stolberg (Alemania). Estudió Historia del Arte y posteriormente Bellas Artes en Münich. Desde 1988 escribe e ilustra libros para niños y jóvenes.

Su libro El coleccionista de momentos obtuvo el Premio Bologna Ragazzi Award, el Prix Enfantaisie, el Batchelder Award al mejor libro infantil extranjero del año, siendo incluido en la lista de los diez mejores títulos de libros ilustrados del New York Times Review.

En esta misma colección publicaremos próximamente El libro de los libros.


Sinopsis

En el invierno de 1996, el escritor y editor Michael Krüger envió a cuarenta y seis escritores de diferentes países un número igual de dibujos del gran ilustrador alemán Quint Buchholz. Los dibujos tenían un tema común: el libro. El resultado es este volumen, poco habitual, en el que son los escritores los que ilustran las imágenes. Y los narradores que se prestaron a esta original propuesta son, además, algunos de los mejores del mundo: John Berger, Jostein Gaarder, Milan Kundera, Herta Müller, Orhan Pamuk, W. G. Sebald, Susan Sontag o Charles Simic, entre otros muchos. También hay nueve escritores españoles, y son también magníficos: José Agustín Goytisolo, Javier Marías, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, Gustavo Martín Garzo, Ana María Matute, Eduardo Mendoza, Anna Maria Mox y Javier Tomeo.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente de la web de Nórdica Libros]

************************************

El libro de los libros. No me digáis que el título no os parece atractivo. A mí fue lo que más me llamó la atención cuando me encontré por casualidad con este volumen en uno de los anaqueles de la biblioteca. Externamente no es que resultara muy atractivo, lo podéis comprobar en la foto, pues le falta la sobrecubierta. Sin embargo, al abrirlo me topé con un libro de relatos ilustrados y ahí ya tuve que claudicar. Megustaba la propuesta, así que se vino a casa.

Sinceramente me esperaba otra cosa, uno de esos libros que nos hablan de otros, nos descubren títulos nuevos e historias fascinantes. No fue así, pero he de reconocer que El libro de los libros es una apuesta singular. Generalmente cuando nos encontramos con un libro ilustrado, las ilustraciones sirven de acompañamiento a una serie de textos, están al servicio de los mismos, son adornos, meros compañeros de viaje. Sin embargo, en este libro la relación se invierte. Tal y como se nos cuenta en el prólogo de la mano del editor y escritor Michael Krüger, nace este volumen a partir de una serie de ilustraciones que Quint Buchholz, un dibujante alemán, envía a la editorial. Se trataba de un conjunto de láminas en las que Quint hace un retrato de la Historia de la Literatura, a través de ilustraciones que representaran el libro de algún modo, ya fuera mostrando hojas de papel, una máquina de escribir, una pluma,... Se les ocurrió entonces enviar esas láminas a escritores de todo el mundo que pudieran construir un relato breve alrededor de la ilustración. Surge así El libro de los libros, dieciocho ilustraciones acompañadas de dieciocho relatos escritos por nombres de la literatura nacional e internacional como Elke Heidenreich, Ernst Jandl, Milan Kundera, Javier Marías, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Eduardo Mendoza, Herta Müller, George Steiner o Antonio Tabucchi, entre otros.

Sin duda es un experimento novedoso pero ¿funciona la fórmula? Bueno, en esto de los relatos es muy complicado que todos los que compongan un libro te gusten y en este caso concreto, funciona en algunas ocasiones y en otras no, porque la verdad es que me he encontrado con textos que no tienen absolutamente nada que ver con la ilustración. Son historias independientes a las que no les veo ninguna vinculación con lo que representa el dibujo. En esos casos existe una total desconexión que desmerece tanto el texto como el dibujo. No obstante, también me ha ocurrido lo contrario, relatos que no tienen nada que ver con la ilustración y que sin embargo me han encantado como el de Amos Oz en Se plantea, pues, una sencilla cuestión, un relato lleno de enumeraciones, de tareas por realizar, una detrás de otra, sin pausa y con prisa, que cansa solo de leer pero que a mí me ha producido un efecto muy positivo.

Por otro lado, también me he topado con relatos que, aún teniendo relación con la ilustración, la historia resulta un tanto forzada e incoherente, como si el desenlace final hubiera sido introducido con calzador para cerrar un círculo cuyos extremos no se unirían nunca ni por asomo. Y es que, como explica W. G. Sebald en La cour d l'ancienne école, no resulta muy fácil inventar una historia que calce con la ilustración propuesta,  aunque el azar pueda echarte una mano. Ese texto en concreto está construido de manera muy ingeniosa. La aparición de una amiga del autor arrojará claves importantes sobre la ilustración construyendo tal circunstancia el relato en sí mismo aunque, el ingenio reside en que nunca sabremos si dicha aparición es real o fruto de la imaginación del autor. Y lo mismo me ocurre con el de George Tabori que, aunque no tiene nada que ver con la ilustración, me ha parecido precioso pues apela a la historia de un sueño, un sueño de amor. 

Sin duda, este volumen ofrece un amplio abanico de impresiones. Hay relatos sumamente maravillosos como el de Eduardo Mendoza, Interpretaciones de una visión, un intento de explicar la ilustración a la que acompaña y lo hace con el sentido del humor que le caracteriza, un sentido del humor que casi diría que roza la burla. Por su parte, George Steiner apela a los recuerdos de su infancia lectora y como cualquier otro lector, rememora esas lecturas que leyó de niño, otorgando al texto un toque nostálgico.

Nuestra querida Ana María Matute recurre a su imaginación para interpretar su ilustración en La propia ausencia. Ella adapta su texto a los elementos que figuran en el dibujo y que soportaría más de una interpretación con lo que tú, lector, puedes tener tu propia teoría. Su relato tiene un toque poético, nostálgico, de viaje interior muy interesante.


Precioso es el de Milan Kundera o el de Carmen Martín Gaite, al que no puso título, y que nos habla del poder de los libros, de las capacidad que tienen de hacerlo posible todo y llevarnos muy lejos. O sorprendente en su desenlace el de Javier Tomeo, A propósito de una ilustración de Quint Buchholz, que, si bien nos parece inicialmente algo insulso por su simpleza, esconde un final brillante que nos hará sonreír. O emotivo el de Juan Marsé que hace un bonito homenaje al concepto de cultura como salvaguarda del ser humano. Y muy, muy metaliterario el de Elke Heidenreich con múltiples referencias literarias muy sutiles pero fácilmente identificables. 

Pero por encima de todos, me quedo con El libro como amigo y enemigo de Ivan Klima. Este ha sido para mí ma-ra-vi-llo-so que me ha hecho recordar mis primeras lecturas, aquellos primeros libros que pasaron por mis manos. Una historia con la que he conectado muchísimo.

Generalmente los relatos están escritos en primera persona y raro es encontrarse mucho diálogo entre ellos. Pero aún así, existen excepciones. Podemos encontrar conversaciones llenas de inteligencia y exabruptos de personajes que piden que los dejen «literariamente en paz», que no literalmente,  una simpática expresión en la que el personaje exige quedar al margen de cualquier creación literaria. Lo mismo ocurrirá con el relato de Antonio Tabucchi, absolutamente magistral, en el que el autor tiene que lidiar con un personaje secundario muy rebelde, que no está a gusto con su papel o que exige más protagonismo. Pero de esos personajes apenas sabremos alguna cosa. Los textos son tan breves -algunos de ellos consta de un par de párrafos- que no hay lugar a mucha profundidad, simplemente son bosquejados, no sabemos ni de donde vienen, ni adonde van. Simplemente aparecen y desaparecen pocos minutos después.  
Las ilustraciones tienden a seguir la misma pauta. Desconozco qué técnica usó Buchholz a la hora de elaborarlos pero en todos se advierte una textura granulada, predominando la gama de tonos sepia. Por supuesto, también los hay a color, como el que ilustra la cubierta. Y de todas las ilustraciones me gustaría descartar algunas en las que se aprecia ese sentido mágico que tienen los libros, que puden llegar a transportarte a otro lugar con las historias que contienen. De este estilo hay un par de dibujos en el libro y son las que más me han gustado. Pero hay otras tantas llenas de simbolismo a las que hay que darle una vuelta, revolver nuestro magín para captar el mensaje del pintor, o bien sacar nuestras propias conclusiones. Libertad absoluta.

En definitiva, ha sido una lectura verdaderamente interesante. Os comento que la edición que yo he leído es de 1998, cuando Lumen la publicó en España, pero actualmente puedes encontrarlo bajo el sello de Nórdica Libros, toda una garantía para un lectura diferente. 

Os dejo con una frase del relato de Susan Sontag que me ha parecido todo un acierto:
 «Libros que te protegen del monstruo televisivo que devora tu cerebro».


[Algunas imágenes e ilustraciones tomadas de Google]


Retos:

- Autores de la A a la Z
- 25 Españoles
- 100 libros




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