Año: 2017
Nacionalidad: Española
Dirección: Isabel Coixet
Reparto: Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy, Honor Kneafsey, James Lance, Harvey Bennett, Michael Fitzgerald, Jorge Suquet, Hunter Tremayne, Frances Barber, Gary Piquer, Lucy Tillett, Nigel O'Neill, Toby Gibson, Charlotte Vega.
Género: Drama
Sinopsis: En un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959, una mujer decide, en contra de la educada pero implacable oposición vecinal, abrir la primera librería que haya habido nunca en esa zona
[Fuente: Filmaffinity]
En 1978, la escritora británica Penelope Fitzgerald publica su segunda novela, The Library, traducida al castellano en 2010 gracias a la labor de la editorial Impedimenta. Sobra decir que, a todos los que amamos la literatura y sentimos pasión por la lectura, las palabras 'libros', 'biblioteca', 'literatura',... actúan como resortes e inmediatamente activan nuestros sensores. Sentimos una atracción irrefrenable por todas aquellas novelas o largometrajes que tengan que ver con la temática y por eso, me consta que somos muchos los que hemos leído la obra de Fitzgerald. En mi caso, aquella lectura pasó por mis manos en el 2013 y la reseña la puedes leer aquí.
El grueso del argumento literario se mantiene en la versión cinematográfica. Florence Green es una joven viuda de guerra que llega a una pequeña localidad británica, Hardborough, donde decide abrir una librería. El proyecto le hace muchísima ilusión y aunque emprender cualquier tipo de negocio conlleva un riesgo, opta por seguir adelante con su sueño. Sin embargo, la sociedad de Hardborough no acoge de buen grado la idea de la señora Green y menos aún cuando ella decide ubicar su negocio en Old House, un edificio abandonado de la localidad pero lleno de encanto. Enseguida encontrará trabas y obstáculos, pero la oposición más acérrima vendrá de parte de los Gamart, Bruno y Violet, la familia más respetada del pueblo, un matrimonio de clase alta y demasiado tiempo libre. A Violet le gusta llevar las riendas de todo lo que acontece en el lugar, decidir por todos, que todo pase por sus manos y que las mejores ideas para la comunidad sean de su cosecha. Por eso no está dispuesta a que una foránea venga ahora a imponer su santa voluntad, que una viuda de guerra, sin un sitio donde caerse muerta, actúe por su cuenta, de manera independiente, sin contar con ella y su beneplácito.¿Qué es eso de querer abrir una librería? ¡Pero si a nadie le gusta leer en Hardborough!'Los libros me dejan exhaustos!', dirá el señor Raven. En cambio, un centro de artes en la vieja Old House sería un proyecto maravilloso que reportaría muchos beneficios al pueblo. Y ahí tendremos el drama de esta película. Por suerte, Florence contará con un par de aliados. Por un lado, el viejo Edmund Brundish, un viejo solitario que vive alejado de todos, en su propio mundo, que parece arrastrar un drama personal y que únicamente se refugia en sus libros. Y por otro lado, la jovencita Christine Gipping, una niña de doce años a la que Florence contratará como ayudante y que me ha parecido un personaje delicioso. Ahora bien, ¿quién ganará esta batalla? ¿Se saldrá Violet Gamart con la suya? ¿Luchará Florence por lo que realmente quiere sin dejarse amilanar? Bueno, los que habéis leído el libro ya lo sabéis y los que no, podéis ver esta película para averiguarlo.
Pero el argumento de Penelope Fitzgerald contaba además con una pequeña subtrama que Coixet ha omitido por completo. El encanto de Old House no solo reside en la antigüedad del edificio sino que también se rumorea que el inmueble está encantado, que un poltergeist juguetón se pasea por las habitaciones haciendo de las suyas y gastando bromas a Florence. Que la cineasta haya eliminado de un plumazo esa parte de la trama no afecta en absoluto al encanto de la película, es más, creo que la historia gana en consistencia y que, de haberla incluido, la intención del argumento se hubiera difuminado un tanto. De hecho, fue esa subtrama la que menos me gustó de la novela pues me resultó un simple atrezzo que no aportaba gran cosa, así que no me ha importado que no figure en la película.
Y como no podría ser de otro modo, la literatura es un puntal importante en el largometraje porque esta película respira amor por los libros y en ese sentido, resulta imposible no dejarse atrapar por el argumento. Produce sumo gozo ver a Florence abrir enormes cajas de madera en cuyo interior habitan miles de historias. Volúmenes de Keats, Thackeray, Ray Bradbury,... salen de su encierro para ocupar las estanterías de The Old House Bookshop, dispuestos y al alcance de los habitantes de Hardborough que se muestran un poco reticentes a cultivarse con las letras de otros. Todo lo contrario de lo que le pasa al señor Brundish, quien tiene una peculiar forma de concebir el nacimiento de las novelas. Para él los escritores son meros instrumentos, transmisores de esas historias que llegan a nuestras manos, escritas por no se sabe muy bien quién. Por eso Brundish no soporta ver los rostros en los autores en las cubiertas de los libros y por eso tiene una peculiar forma de proceder con las mismas. Eso sí, odia a Austen y a las Brontë y a mí, su opinión sobre estas novelistas no deja de resultarme divertido.
Tengo que decir, aun a riesgo de patinar, que a mí la relación entre Florence y Edmund Brundish me ha recordado ligeramente a la que mantienen Helene Hanff y Frank Doel en 84, Charing Cross Road. Me baso única y exclusivamente en la relación epistolar que mantienen, breve en el caso de La Librería, y mucho más extensa en la novela de Hanff, correspondencia en la que se habla de libros, en las que se pide consejo, en las que se analizan obras,... En definitiva, puro amor por los libros que no solo une a las personas sino que también acerca continentes. Bueno, no es más que un pequeño apunte que quería compartir.
En cuanto al reparto, os diré que Florence es un personaje con el que resulta muy fácil empatizar. Sencilla en sus formas, algo tímida, reflexiva, meditabunda y muy prudente, le gusta pasear por los pintorescos parajes de la localidad, sintiendo la brisa fresca en su rostro y respirando el aire limpio y puro. Se siente viva a pesar de estar sola. Amante de la literatura, el único argumento que esgrime ante el banquero señor Keble para solicitar el préstamo que le permita abrir su librería es un simple 'Me encanta leer' y ahí te entran ganas de achucharla. Florence es una mujer de gran corazón y con mucha paciencia que se refugia en las lecturas y que añora el pasado, ese que vivió junto a su marido y que ahora se le aparece en forma de ensoñación. Me gusta Florence como personaje, me gusta la interpretación de Emily Mortimer y me gusta cómo Coixet nos la muestra, una mujer con coraje y determinación, decidida, valiente y luchadora, una mujer con apariencia cándida cuando no lo es en absoluto y esa prudencia que con tanta sabiduría maneja en las situaciones delicadas. Tiene mano izquierda la señora Green con aquellos vecinos que no tienen filtro a la hora de hablar, y aunque la Florence de Coixet me parece más comedida que la de Fitzgerald, no deja de ser igualmente encantadora.
Y junto a ella dos personajes más que ya he mencionado. Edmund Brundish, ese viejo solitario que vive apartado del pueblo, que no se relaciona con nadie y apenas sale de su casa. Es Bill Nighy el encargado de darle vida al personaje y es de los que más me ha hecho sonreír bobamente y con ternura.'¿Qué tipo de libro es este?', dirá con el ceño fruncido al ver un ejemplar de Farenheit 451 de Ray Bradbury. El señor Brundish tiene una pena pegada a la piel que le sirve de parapeto frente a los demás. Le cuesta hablar de sus sentimientos y esa dificultad se refleja en su incapacidad de mirar a los ojos a su interlocutor, algo que Nighy hace maravillosamente bien. Hay muchísimo cariño en la interpretación del actor, se conduce con tanta delicadeza que el espectador siente que, un hombre así, al que la vida ha golpeado tan duramente, y que solo ha encontrado refugio en los libros, es para acogerlo, amarlo y cuidarlo.
No puedo dejar atrás a la joven Christine Gipping, encargada de ayudar a Florence en la librería. El personaje es pura naturalidad, sinceridad extrema, y desparpajo a rebosar, emociones que nos transmite Honor Kneafsey con un pasmosa sencillez y habilidad. Tiene buen ojo para calar a las personas, posee sus propias ideas y es sumamente práctica en su proceder. Con un aire de sabionda que no molesta, más bien lo contrario, Kneafsey se gana al espectador y termina por robarnos el corazón en las escenas finales.
Y en el lado oscuro de Hardborough, Violet Gamart encarnada por Patricia Clarkson. Violet es una mujer prepotente, soberbia, malvada, y si no fuera por la belleza madura que le aporta la actriz, no tendría ni por donde cogerla. Esa personalidad detestable la refleja Clarkson mostrando altivez y desafío en la mirada. Ella será la encargada de dejarnos muy claro quién es quien en esta historia. Eso sí, hay que recoger que su vestuario y peluquería, al contrario que en el resto de personajes, es una preciosidad.
La película cuenta con un narrador en tercera persona, una voz femenina que introduce la historia, matiza los acontecimientos del desarrollo y cierra el relato. Será una voz desconocida, especialmente en el primer tercio de la novela aunque a medida que avance la trama intuiremos quien nos está contando la historia, algo que se vuelve certeza en las escenas finales. Y por cierto, hablando de finales, Coixet nos conduce a un desenlace novedoso que no figura en el libro por razones obvias y que, a pesar de ello, supone un broche perfecto, un final que otorga contemporaneidad y enluce mucho más la historia. A mí me encantó.
El pueblo de Hardborough es pintoresco, un enclave ideal en el que perderse para recuperar la calma junto al mar. Se trata de un rincón coqueto y encantador en el que la vida transcurre apaciblemente. La película está rodada principalmente en Portaferry, una localidad irlandesa muy cerca de Belfast. Dan ganas de coger la maleta e ir a visitarlo. Es uno de esos lugares en que, con libros en las manos, podríamos ser profundamente felices. Por si os animáis, aquí tenéis información.
Con una estética preciosa, una dirección sumamente delicada, una fotografía llena de hermosura y unos paisajes muy british, de prados verdes, cielos nubosos, colinas ventosas, donde los atardeceres lo impregnan todo con una pátina de melancolía, La librería cuenta además con una banda sonora fabulosa de la mano de Alfonso de Villalonga, quien ha trabajado con Coixet en más de un largometraje. Son temas que nos recordarán a los años 50 pues la historia se ubica en 1959.
En fin, ¿quién no ha soñado alguna vez con abrir una librería? Algunos de vosotros lo habéis conseguido y yo os envidio por ello. A mí me gustaría también abrir una. De hecho ya tengo el lugar idóneo e incluso me busqué un inversor pero, cuando le enseñé los números, salió corriendo y nunca más se supo. Aun así sigo con mi sueño, sigo con la idea de convertirme en una Florence Green algún día de estos y tener un señor Brundish a mi lado, sin que me ponga la zancadilla ninguna Violet Gamart. Quizá algún día lo consiga.
Y sin ser muy partidaria de las películas de Isabel Coixet, tengo que reconocer que con La librería me ha conquistado totalmente. Opta al Goya como Mejor Película y no sé yo si se lo llevará pero debería.
Tráiler: