Año: 2017
Nacionalidad: Italiana.
Director: Luca Guadagnino.
Reparto: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg, Amira Casar, Esther Garrel, Victorie Du Bois, Elena Bucci, Marco Sgrosso, André Aciman, Peter Spears.
Género: Drama.
Sinopsis: Elio Perlman, un joven de 17 años, pasa el cálido y soleado verano de 1983 en la casa de campo de sus padres en el norte de Italia. Se pasa el tiempo holgazaneando, escuchando música, leyendo libros y nadando hasta que un día el nuevo ayudante americano de su padre llega a la gran villa. Oliver es encantador y, como Elio, tiene raíces judías; también es joven, seguro de sí mismo y atractivo. Al principio Elio se muestra algo frío y distante hacia el joven, pero pronto ambos empiezan a salir juntos de excursión y, conforme el verano avanza, la atracción mutua de la pareja se hace más intensa.
[Fuente: Filmaffinity]
A pesar de que no me pongo limites a la hora de ver cine de cualquier nacionalidad, el italiano lo frecuento poco y eso que todos conocemos buenas películas italianas, tanto clásicas como contemporáneas, que son una auténtica maravilla. No olvidemos Cinema Paradiso ni La vida es bella, quedándose en el tintero muchas otras menos conocidas. Aun así, mi acercamiento a Call me by your name es fruto de varias recomendaciones. Inicialmente no era una película por la que sintiera especial atracción pero algunos comentarios entre amigos cinéfilos y saber que está basada en una novela (Llámame por tu nombre de André Aciman, Alfaguara) me colocaron delante de la pantalla. Call me by your name tiene un punto atractivo, una dirección estupenda, una banda sonora sublime y miscelánea pero algún altibajo que le ha restado esplendor.
Tal y como dice la sinopsis, el señor Perlman junto a su esposa Annelle y su hijo Elio pasan el verano de 1983 en su villa del norte de Italia, lugar al que llega Oliver, un americano de origen judío, alumno residente que ayudará al señor Perlman en su trabajo como arqueólogo. La llegada del extranjero rompe la monotonía del joven Elio, que pasa sus días entre lecturas y música pero sumergido en un profundo hastío. Desde el primer momento, Elio siente curiosidad por Oliver. Las reticencias iniciales del muchacho se van desvaneciendo a medida que el verano avanza, la atracción es cada vez más poderosa y la relación entre ambos se afianza hasta una absoluta entrega. Call me by your name es una película que habla del despertar sexual, de la homosexualidad, de la exploración, del descubrimiento y de la aceptación personal.
Y sin haber leído la sinopsis ni tener la más mínima referencia, bastan unos minutos para intuir de qué tema trata la película. No solamente se abordará el sexo iniciático de un joven sino que se ahonda en las relaciones homosexuales pues la película muestra los primeros pasos del joven Elio hacia la definición de su identidad sexual, refleja la autoexploración, el descubrimiento y la aceptación personal. Todo ello a través de una relación entre un adulto y un joven, circunstancia que inevitablemente te hace pensar en la Lolita de Nabovok. Si duda, el tema es interesante pues el argumento navega en esa delicada situación que vive Elio cuando descubre que realmente es homosexual, el pudor que tal descubrimiento le produce, el deseo que se convierte en una fuerza poderosa cuando ve a Oliver y en los conflictos internos que surgen dentro del muchacho. La guinda del pastel será un desenlace con una confesión inesperada y sorprendente que podría haber cerrado a la perfección la película. Sin embargo, a esta guinda le suceden un par de escenas más que restan dulzura al final. Quizá solo se pretenda hacernos ver que Oliver no es tan distinto al señor Perlman o a todos esos hombres que en 1983 ocultaban su homosexualidad frente a una sociedad con las zarpas en alto. Por suerte, hoy todo ha cambiado mucho.
Call me by your name no es una película de trepidante acción. Aquí tiene mucha más importancia la introspección, el auto-análisis, la indagación del ser y el descubrimiento de uno mismo. Por ello tiene un ritmo lento, tranquilo y sosegado que en algún momento juega una mala pasada. A mi juicio, los hechos se podrían haber compactado algo más, reduciendo el número de silencios y escenas vacías pero la sensación es pasajera. No he sentido hartazgo en ningún momento.
'¿Es mejor hablar o morir?' Las confesiones veladas llegarán al filo de la hora de metraje, punto de inflexión hacia una relación más intensa donde comienza a doler la indiferencia, la ausencia y los impedimentos frente al deleite de la belleza y la juventud.
Toda la película pivota entre dos personajes. Oliver (Armie Hammer) encarna el perfecto Adonis. Alto, rubio, atlético, tiene un carácter abierto y extrovertido con el que consigue conectar inmediatamente con todo el mundo. Oliver es la novedad en ese lugar recóndito de Italia, es el individuo americano con un estilo de vida distinto a la vieja Europa. Hammer se queda en un punto intermedio entre una interpretación sobresaliente y una insulsa. Tan solo en una secuencia, podemos leer su pensamiento más íntimo, su verdadera preocupación y aunque en el resto del largometraje no emocione, solo por ese instante su trabajo es valioso.
Pero es Elio (Timothée Chalamet) es el que da el campanazo. Elio es un efebo, un doncel, un joven de cuerpo aún por definir que se siente un náufrago durante ese verano. Las chicas deberían interesarle pero solo se acerca a ellas por despecho. Su auténtico deseo despierta junto a Oliver y es a él a quien le hace el mejor regalo de su vida. Oliver solo es él mismo junto a Elio. Nunca más volverá a ser más íntegro ni más fiel a su naturaleza. De los dos, solo es Elio el que más carne pone en el asador. Su cabeza no deja de girar constantemente antes de su primer encuentro con Oliver. A él lo veremos dudar, asustarse, temer, sufrir a lo largo de toda la película y aunque su interpretación es bastante sincera y creíble a mí me ha faltado una pizca más de emoción, más entripado de corazón. Me hubiera gustado llorar con él, roto de dolor.
Eso sí, la película consigue que nos llegue el aroma del verano, de esos estíos de una adolescencia en el que todo puede ocurrir pues el tiempo transita despacio. Las cosas más trascendentales de nuestra vida suelen ocurrir en verano ya sea en la playa, en el pueblo de tus abuelos, en las calles desiertas de tu ciudad. Es una época en la que todo parece cobrar más vida y por tanto estamos más receptivos. La primera vez que el corazón nos palpita de un modo especial, el primer deseo, el primer beso, el primer sexo, el primer amor. Todos hemos tenido ese verano en nuestras vidas, un verano que lo trastoca todo y a partir del cual ya no volveremos a ser el mismo. Elio vive su verano en 1983, en el norte de Italia, en la villa de sus padres, junto a Oliver. Un verano lleno de cuerpos que caminan semi desnudos y se refrescan en agradables baños en el lago.
Me gusta mucho la ambientación, los verdes paisajes, la naturaleza en su esplendor que lo rodea todo, la paz y la tranquilidad que en ocasiones solo es alterada por el zumbido de un insecto al volar. La vida es apacible en esta película, con desayunos a la sombra de un árbol y cenas al aire libre en grata compañía. Todo eso crea una atmósfera de sosiego que invita al espectador a adentrarse en las habitaciones de Oliver y Elio para contemplar, como un testigo mudo, el verdadero amor.
La dirección también es fabulosa porque se evita en todo momento lo soez. Las escenas están llenas de sensualidad, rodadas con elegancia y un gusto exquisito, la misma sensualidad que se percibe en esas esculturas griegas que el señor Pelman y Oliver estudian y analizan, cuerpos llenos de curvas, torsos desnudos que incitan al deseo.
La homosexualidad ya se ha llevado al cine más de una vez. Tenemos películas que nos hablan del despertar sexual, la seducción entre un adulto y un adolescente, de la aceptación de la propia identidad pero a mí el tema me sigue pareciendo importante lo que ocurre es que para contar lo que nos cuenta Call me by your name no es necesario dos horas y cuarto de metraje. Creo que es larga, que hubiera sido mucho más efectivo que arrancara veinte minutos antes y se omitieran escenas de transición u otras tantas en las que la pareja, ebria de amor, deambula por las calles de Bérgamo.
En cualquier caso, me parece una película interesante. No estoy muy segura si merece tantos y tantos reconocimientos (hay gente que habla de la película del año 2017) pero sí pienso que es una buena propuesta, que aborda un tema complicado, más aún en 1983, que está bien dirigida y que genera sensaciones agradables. De todos modos, debe de haber funcionado bien pues se habla de secuela para el año 2020. Ya veremos.
'Llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío', es una de las declaraciones de amor más bonitas que he oído nunca.
Tal y como dice la sinopsis, el señor Perlman junto a su esposa Annelle y su hijo Elio pasan el verano de 1983 en su villa del norte de Italia, lugar al que llega Oliver, un americano de origen judío, alumno residente que ayudará al señor Perlman en su trabajo como arqueólogo. La llegada del extranjero rompe la monotonía del joven Elio, que pasa sus días entre lecturas y música pero sumergido en un profundo hastío. Desde el primer momento, Elio siente curiosidad por Oliver. Las reticencias iniciales del muchacho se van desvaneciendo a medida que el verano avanza, la atracción es cada vez más poderosa y la relación entre ambos se afianza hasta una absoluta entrega. Call me by your name es una película que habla del despertar sexual, de la homosexualidad, de la exploración, del descubrimiento y de la aceptación personal.
Y sin haber leído la sinopsis ni tener la más mínima referencia, bastan unos minutos para intuir de qué tema trata la película. No solamente se abordará el sexo iniciático de un joven sino que se ahonda en las relaciones homosexuales pues la película muestra los primeros pasos del joven Elio hacia la definición de su identidad sexual, refleja la autoexploración, el descubrimiento y la aceptación personal. Todo ello a través de una relación entre un adulto y un joven, circunstancia que inevitablemente te hace pensar en la Lolita de Nabovok. Si duda, el tema es interesante pues el argumento navega en esa delicada situación que vive Elio cuando descubre que realmente es homosexual, el pudor que tal descubrimiento le produce, el deseo que se convierte en una fuerza poderosa cuando ve a Oliver y en los conflictos internos que surgen dentro del muchacho. La guinda del pastel será un desenlace con una confesión inesperada y sorprendente que podría haber cerrado a la perfección la película. Sin embargo, a esta guinda le suceden un par de escenas más que restan dulzura al final. Quizá solo se pretenda hacernos ver que Oliver no es tan distinto al señor Perlman o a todos esos hombres que en 1983 ocultaban su homosexualidad frente a una sociedad con las zarpas en alto. Por suerte, hoy todo ha cambiado mucho.
Call me by your name no es una película de trepidante acción. Aquí tiene mucha más importancia la introspección, el auto-análisis, la indagación del ser y el descubrimiento de uno mismo. Por ello tiene un ritmo lento, tranquilo y sosegado que en algún momento juega una mala pasada. A mi juicio, los hechos se podrían haber compactado algo más, reduciendo el número de silencios y escenas vacías pero la sensación es pasajera. No he sentido hartazgo en ningún momento.
'¿Es mejor hablar o morir?' Las confesiones veladas llegarán al filo de la hora de metraje, punto de inflexión hacia una relación más intensa donde comienza a doler la indiferencia, la ausencia y los impedimentos frente al deleite de la belleza y la juventud.
Toda la película pivota entre dos personajes. Oliver (Armie Hammer) encarna el perfecto Adonis. Alto, rubio, atlético, tiene un carácter abierto y extrovertido con el que consigue conectar inmediatamente con todo el mundo. Oliver es la novedad en ese lugar recóndito de Italia, es el individuo americano con un estilo de vida distinto a la vieja Europa. Hammer se queda en un punto intermedio entre una interpretación sobresaliente y una insulsa. Tan solo en una secuencia, podemos leer su pensamiento más íntimo, su verdadera preocupación y aunque en el resto del largometraje no emocione, solo por ese instante su trabajo es valioso.
Pero es Elio (Timothée Chalamet) es el que da el campanazo. Elio es un efebo, un doncel, un joven de cuerpo aún por definir que se siente un náufrago durante ese verano. Las chicas deberían interesarle pero solo se acerca a ellas por despecho. Su auténtico deseo despierta junto a Oliver y es a él a quien le hace el mejor regalo de su vida. Oliver solo es él mismo junto a Elio. Nunca más volverá a ser más íntegro ni más fiel a su naturaleza. De los dos, solo es Elio el que más carne pone en el asador. Su cabeza no deja de girar constantemente antes de su primer encuentro con Oliver. A él lo veremos dudar, asustarse, temer, sufrir a lo largo de toda la película y aunque su interpretación es bastante sincera y creíble a mí me ha faltado una pizca más de emoción, más entripado de corazón. Me hubiera gustado llorar con él, roto de dolor.
Eso sí, la película consigue que nos llegue el aroma del verano, de esos estíos de una adolescencia en el que todo puede ocurrir pues el tiempo transita despacio. Las cosas más trascendentales de nuestra vida suelen ocurrir en verano ya sea en la playa, en el pueblo de tus abuelos, en las calles desiertas de tu ciudad. Es una época en la que todo parece cobrar más vida y por tanto estamos más receptivos. La primera vez que el corazón nos palpita de un modo especial, el primer deseo, el primer beso, el primer sexo, el primer amor. Todos hemos tenido ese verano en nuestras vidas, un verano que lo trastoca todo y a partir del cual ya no volveremos a ser el mismo. Elio vive su verano en 1983, en el norte de Italia, en la villa de sus padres, junto a Oliver. Un verano lleno de cuerpos que caminan semi desnudos y se refrescan en agradables baños en el lago.
Me gusta mucho la ambientación, los verdes paisajes, la naturaleza en su esplendor que lo rodea todo, la paz y la tranquilidad que en ocasiones solo es alterada por el zumbido de un insecto al volar. La vida es apacible en esta película, con desayunos a la sombra de un árbol y cenas al aire libre en grata compañía. Todo eso crea una atmósfera de sosiego que invita al espectador a adentrarse en las habitaciones de Oliver y Elio para contemplar, como un testigo mudo, el verdadero amor.
La dirección también es fabulosa porque se evita en todo momento lo soez. Las escenas están llenas de sensualidad, rodadas con elegancia y un gusto exquisito, la misma sensualidad que se percibe en esas esculturas griegas que el señor Pelman y Oliver estudian y analizan, cuerpos llenos de curvas, torsos desnudos que incitan al deseo.
La homosexualidad ya se ha llevado al cine más de una vez. Tenemos películas que nos hablan del despertar sexual, la seducción entre un adulto y un adolescente, de la aceptación de la propia identidad pero a mí el tema me sigue pareciendo importante lo que ocurre es que para contar lo que nos cuenta Call me by your name no es necesario dos horas y cuarto de metraje. Creo que es larga, que hubiera sido mucho más efectivo que arrancara veinte minutos antes y se omitieran escenas de transición u otras tantas en las que la pareja, ebria de amor, deambula por las calles de Bérgamo.
En cualquier caso, me parece una película interesante. No estoy muy segura si merece tantos y tantos reconocimientos (hay gente que habla de la película del año 2017) pero sí pienso que es una buena propuesta, que aborda un tema complicado, más aún en 1983, que está bien dirigida y que genera sensaciones agradables. De todos modos, debe de haber funcionado bien pues se habla de secuela para el año 2020. Ya veremos.
'Llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío', es una de las declaraciones de amor más bonitas que he oído nunca.
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