Sarah Lark nos visitó la semana pasada para promocionar su última novela, El año de los delfines. Prácticamente es la embajadora de Nueva Zelanda, pues la mayoría de las novelas que firma como Sarah Lark (recordad que es solo un seudónimo y emplea otros tantos para publicar otros géneros) ocurren en esas islas del océano Pacífico. Cuando hablas con ella te transmite fácilmente su entusiasmo por ese lugar de bellos paisajes y por la cultura maorí, que ha puesto a nuestro alcance gracias a sus novelas. No obstante, El año de los delfines es una novela algo diferente a lo que nos tenía acostumbrados y de todo ello hablamos durante nuestro encuentro.
Marisa G.- Sarah, sigues escribiendo historias que transcurren en Nueva Zelanda pero 'El año de los delfines' es un poquito diferente a los anteriores, ¿no es así?
Sarah L.- Sí, es la primera novela que transcurre únicamente en el presente. En las novelas anteriores había partes que transcurrían en el pasado y otras partes en el presente.
M.G.- ¿Y por qué decides eliminar el componente histórico?
S.L.- Simplemente por cambiar un poco. Si solo haces novelas históricas puedes terminar por aburrir.
Las dos últimas novelas que tengo terminadas son históricas y luego tengo otras dos novelas para jóvenes que también ocurren en el presente. Creo que es más divertido ir cambiando.
M.G.- De todas maneras, y aunque hay algunos personajes que son maoríes, no profundizas mucho en su cultura como sí ocurrió en anteriores publicaciones.
S.L.- No. La cultura maorí no tiene la misma importancia en todo el territorio de Nueva Zelanda. Hay zonas en las que sí se hacen espectáculos y se muestra más cómo es esa cultura, y otras zonas, como el lugar donde transcurre la historia de esta novela, en la que es más importante el turismo y los avistamientos de ballenas.
M.G.- Entiendo. Pero otra novedad que encontramos en esta novela son las ilustraciones. Es verdad que en todos tus libros aparece un mapa de Nueva Zelanda en las gualdas pero en 'El año de los delfines' también encontramos ilustraciones en el interior.
S.L.- Sí, fue una idea de la editorial. Me pareció muy interesante ver cómo la ilustradora percibía mis personajes.
M.G.- Pero Sarah, de tus libros siempre se han dicho que pertenecen al subgénero 'landscape', sin embargo, esta novela es eminentemente romántica, ¿no?
S.L.- Sí, claro. En realidad todas mis novelas son románticas. Escribo para mujeres, normalmente sagas familiares, y siempre es necesario meter algo de romanticismo.
M.G.- Hay mucho amor en esta novela porque la protagonista, que se llama Laura, conoce a varios chicos y vive varias historias románticas.
S.L.- Para ella es todo una novedad porque hasta ahora solo vivía con su marido, se casó muy joven y no había tenido muchos romances. Cuando decide viajar a Nueva Zelanda, se encuentra que hay tres hombres que se interesan por ella y todo le resulta sorprendente.
M.G.- ¿Y quizá has querido reivindicar el papel de la mujer? Laura es verdad que se casa muy joven porque se queda embarazada, tuvo a sus hijos, se entregó a la familia y tuvo que renunciar a sus sueños. Ahora que sus hijos son mayores, quiere retomar el deseo de convertirse en bióloga marina.
S.L.- Sí. Laura siempre quiso realizar su sueño. Ahora que sus hijos son mayores, decide acudir a clases nocturnas para obtener el título que le permita acudir a la universidad. Se le presenta la oportunidad y tiene que aprovecharlo.
M.G.- Laura es alemana, siempre soñó con dedicarse al mundo marino y encuentra un trabajo en Nueva Zelanda como guía de avistamiento de ballenas y delfines. ¿Cómo se te ocurre la idea para construir esta historia, con esta mujer y su sueño?
S.L.- Es un sueño que me gusta a mí también. Ver ballenas y delfines en su entorno es mi hobby. Mi amiga y yo buscamos sitios en todo el mundo donde poder ver ballenas. Siempre he pensado que trabajar como guía en estos avistamientos de ballena tiene que ser una profesión genial, salir cada día al mar y ver a estos animales en libertad. Así se me ocurrió la idea de escribir sobre una alemana que se traslada a Nueva Zelanda para trabajar como guía turística.
M.G.- Dibujas Nueva Zelanda como un destino turístico de aventura, donde la gente va a practicar deportes de riesgo. En algún momento, he detectado en la novela alguna denuncia social cuando mencionas todas esas personas que practican estos deportes sin estar preparados.
S.L.- Sí, sí, sí, se dice que Queenstown es la ciudad de las aventuras. Puedes hacer 'bungy jumping', 'rafting' y todas estas aventuras,..., y siempre hay gente que no está preparada. También lo veo en la equitación. Cuando estamos de vacaciones, mi amiga y yo intentamos montar a caballo porque nos gusta más ir a caballo que andar, sobre todo si hacemos excursiones de varios días. Muchas veces vemos en el mismo grupo a personas que quieren montar y no saben nada de caballos. Son incapaces de aguantar varias horas montados en un caballo. Eso requiere una preparación.
M.G.- El turismo a veces es contraproducente. Mucha afluencia de personas puede destrozar los ecosistemas y afectar a la naturaleza.
S.L.- Depende del turismo. Si los turistas caminan o montan a caballo, al terreno no le ocurre anda. Sin embargo, si usas un todoterreno o un quad sabes que estás afectando a la naturaleza. Lo mismo ocurre cuando construyes instalaciones para practicar deportes de riesgo. O en el mar, muchos barcos alejan a los delfines. En Nueva Zelanda, de momento, no hay problemas con las ballenas y los delfines.
M.G.- En Nueva Zelanda no existe ese problema y tampoco se llevan a cabo campañas de protestas como sí ocurre en la novela. Sin embargo, al final del libro, sí explicas que en Tenerife ya se han presentado problemas.
S.L.- Sí, en Tenerife se ha reducido la población de ballenas. Ocurre lo mismo en Tarifa. En la mayor parte del mundo se va teniendo más conciencia sobre el medio ambiente, pero en Nueva Zelanda el problema más grave no es el turismo sino la agricultura.
M.G.- ¿Con el uso de los pesticidas, por ejemplo?
S.L.- Sí, con los pesticidas pero también con la superpoblación de ovejas y vacas. Hay fincas con más de diez mil vacas para tan poco terreno y pasto. Necesitan más y más pesticidas, lo que afecta a los lagos, a los ríos... Es muy frecuente encontrar carteles que prohíben beber agua de los ríos, aunque se vean limpios y con el agua cristalina, porque pueden contener veneno.
M.G.- Sarah, en esta novela el lector puede encontrar mucha información sobre las ballenas y los delfines, los tipos que existen, cómo se comportan, cómo viven. Todo esto te habrá supuesto leer mucho sobre la fauna marina.
S.L.- Sí, sí. Me gustan mucho las ballenas. En otoño estuvimos en el sur de África y pudimos ver muchas ballenas con sus cachalotes.
M.G.- ¿Has leído entonces muchos libros al respecto?
S.L.- Sí,... Me encantan las ballenas.
M.G.- Algo que me ha llamado mucho la atención es todo lo relativo al delfín solitario. Desconocía que algunos delfines, por problemas psicológicos, se apartaran del grupo y se volvieran agresivos. Encontramos uno así en la novela con el que habrá algún problema.
S.L.- Puede ocurrir así, sí. Normalmente los delfines viven en familia o en grupos grandes y a veces algún delfín se aparta y vive solo. No se sabe a qué se debe, qué ocurrió, pero suelen vivir aislados de los demás en una bahía o en un puerto. Generalmente son animales muy sociales y buscan la compañía de personas o de otros animales, siguen a los barcos, se bañan con turistas. En alguna ocasión se pueden comportar de manera agresiva pero no se sabe bien por qué. Es algo muy triste.
M.G.- Hablamos que en tu novela hay mucho amor pero también hay mucho suspense y misterio porque hay un personaje, Ben, cuyo pasado es toda una incógnita.
S.L.- Es parte de la historia, sí. Hay un personaje que tiene un secreto pero no quiero contar demasiado.
M.G.- Mejor no contar mucho, no. De todos modos, algunos acontecimientos de la novela están basados en hechos reales, ¿verdad?
S.L.- Sí. Siempre busco hechos reales para mezclar con mi ficción, así las historias resultan más auténticas.
M.G.- ¿Cuántas veces has viajado a Nueva Zelanda, Sarah?
S.L.- Uff,.. muchas veces.
M.G.- ¿Pero siempre por buscar documentación?
S.L.- No, normalmente no. Para documentarte no hay necesidad de viajar a Nueva Zelanda. Ellos tienen una historia muy corta pero muy conocida y documentada. Cada pueblo tiene su archivo en Internet y puedes encontrar todo lo que necesites, incluso hay programas de teatro del siglo XIX. Encontrar información de Nueva Zelanda es fácil si sabes dónde buscar. De todos modos, sí es necesario viajar allí para conocer la atmósfera o para aprender sobre los problemas con el medio ambiente, algo sobre lo que no escriben en Internet.
M.G.- La última vez que nos vimos me comentaste que otro de los países sobre los que te gustaría escribir es Chile. ¿Sigues con la misma idea?
S.L.- Sí, pero actualmente estoy escribiendo sobre España. Mi editorial alemana dice que es mejor cambiar el rumbo, que la moda nueva abarca novelas para adultos sobre caballos y claro esto es lo mío. Sé mucho sobre caballos. Hemos empezado primero con una novela histórica que ocurre en la Edad Media española, con una esclava como protagonista y por supuesto aparecerán caballos. Se llamará 'Canción de los caballos' y se publicará en España el año que viene. Luego tengo dos novelas juveniles que transcurren en Nueva Zelanda y aparecen caballos salvajes. Y hay otra novela más que transcurrirá en Alemania y España con caballos alemanes y españoles.
M.G.- Qué bien, ¡cuántos proyectos! Pues Sarah no te robo más tiempo. He disfrutado mucho con la lectura de 'El año de los delfines' y esperaremos todas esas novelas que saldrán publicadas en el futuro.
S.L.- Sí, gracias.
Siempre es un placer hablar con Sarah Lark. A pesar de que lleva años viviendo en España, su castellano se reciente un poco, y sin embargo ella hace todo lo posible por explicarse en nuestro idioma, algo que hay que agradecerle siempre. Su última novela, El año de los delfines, nos traslada de nuevo a Nueva Zelanda para vivir aventuras y pasear por un entorno paradisíaco junto a su protagonista, Laura. De ello os hablaré la próxima semana.