Nacionalidad: EE.UU
Director: Sydey Pollack.
Reparto: Meryl Streep, Robert Redford, Klaus Maria Brandauer, Michael Kitchen, Malick Bowens, Michael Gough, Suzanna Hamilton, Rachel Kempson, Stephen Kinyanjui, Joseph Thiaka, Leslie Phillips, Graham Crowden, Shane Rimmer, Donal McCann, Tristam Jellinek, Keith Pearson, Allaudin Qureshi, Benny Young, Niven Boyd,..
Género: Drama. Romance. Biopic
Sinopsis: Libremente inspirada en la obra homónima de la escritora danesa Isak Dinesen. A principios del siglo XX, Karen contrae matrimonio de conveniencia con el barón Blixen, un mujeriego empedernido. Ambos se establecen en Kenia con el propósito de explotar una plantación de café. En Karen Blixen nace un apasionado amor por la tierra y por las gentes de Kenia. Pero también se enamora pérdidamente de Denys Finch-Hatton, un personaje aventurero y romántico a la antigua usanza , que ama la libertad por encima de todas las cosas.
Yo tenía una granja en África, a los pies de las colinas de Ngong.
¿Quién no ha escuchado esta frase alguna vez? ¿Quién no la ha declamado en voz alta? ¿Quién no ha escuchado los primeros acordes de esa melodía dulce y cadenciosa que nos traslada a los rojos atardeceres de Kenia?
Memorias de África es uno de esos largometrajes que se quedan en la retina, de la que puedes revivir escenas concretas sin que se diluyan en el tiempo. Es una película del año 1985 cuando el formato VHS era el único soporte por entonces. Fue una época en la que los periódicos, en un intento de captar adeptos y aumentar las ventas -lo siguen haciendo-, ofrecían junto a los diarios artículos a bajo coste. Aficionada al cine, fueron unos años en los que me hice con una importante colección de películas que hoy ya no puedo ver porque mi viejo reproductor de VHS pasó a mejor vida hace tiempo. ¿Pero cómo deshacerse de títulos como El Padrino, El graduado, Lo que el viento se llevó, Forrest Gump, La vida de Brian y tantas otras...? Regalarlas, donarlas, cederlas... en definitiva, desprenderme de ellas no entraba en mis planes, así que opté por convertirlas de VHS a DVD. Por eso hoy traigo Memorias de África, porque en ese proceso de transformación me han entrado muchas ganas de ver películas tan antiguas y tan deliciosas como esta.
Probablemente la mayoría de las personas que asomen a este post habrán visto la película. Quizá hasta más de una vez. Pero puede darse el caso de que a ti, lector, por tu juventud, simplemente te suene el título y poco más. En tal caso, aquí vengo a hablarte un poco de las impresiones que provoca el visionado de esta película que, a mi juicio, envejece perfectamente.
Memorias de África está inspirado en la novela que la escritora Isak Dinesen publicó en 1937 donde recogía los años que vivió en Kenia. En realidad, su verdadero nombre era Karen Blixen, una danesa de buena familia que, despechada por los desplantes de su amante, decide marcharse a Kenia en 1913 donde contraerá matrimonio con el hermano de este. Por entonces, la zona era una colonia británica y no era extraño ver a las damas con tules y largos vestidos y a los caballeros con salacot, casacas y botas de montar convivir entre nativos a los que intentaban domesticar. A su llegada al continente africano ocurrirán dos cosas: por un lado, se topará por primera vez con Denys, un comerciante de marfil; por otro lado, se oficiará su matrimonio entre desconocidos que intentan arropar a la recién llegada. Karen y su recién estrenado marido fundan una granja para cultivar café. Al tratarse de un matrimonio de conveniencia, las relaciones afectivas no estaban muy consolidadas por lo que el barón, mujeriego por naturaleza, continua con su vida de libertinaje. Mientras tanto, Karen intenta adaptarse al continente africano y tomar las riendas de una granja en la que su familia ha invertido mucho dinero a la vez que su marido pasa largas temporadas de caza fuera del hogar familiar. Durante esos años se hará gran amiga de Y esos años se hará gran amiga de otro comerciante, Bekerley. Y volverá a aparecer Denys. Y ahí dejo la historia.
Memorias de África es el relato de un gran amor sin que en ningún momento exista un excedente de azúcar. El cineasta Sidney Pollack consigue construir una bella y elegante historia partiendo lo que seguramente es una hermosa historia literaria y autobiográfica -ahora me han entrado ganas de leer la novela también-. Pero, este largometraje también retrata la dureza de una vida en un continente al que los británicos querían acotar y repartir. Para la reina Victoria una parte. Para su nieto el Kaiser Guillermo, la otra. Y los nativos sin saber muy bien dónde asentarse. La película nos mostrará parcialmente la vida colonial pues casi toda la acción se centra en la actividad de la granja mientras que la ciudad asoma en momentos muy puntuales. Sinceramente a una le dan ganas de viajar a África para tomarse un café bajo un cielo estrellado, servido en porcelana fina, con la mantelería y las servilletas impecables. Son escenas que chocan un poco teniendo en cuenta que se desarrollan en medio de la nada, pero entiendo que eso forma parte del romanticismo de esta historia y francamente, poco me importa.
Karen, una mujer tan delicada como una figurita de porcelana, llegará al continente africano con su porcelana y su cristalería de Limoges pero pronto aprenderá que allí las cosas son bien distintas. Una mujer sola al frente de una granja tendrá que dejar sus remilgos y remangarse la falda y eso hará la protagonista de esta historia que pasa sus noches extrañando al marido ausente. África es otro mundo y la granja, un submundo. Ella mostrará valor y coraje, aprenderá a amar la tierra, a dejarse inundar por la belleza de la naturaleza, la respetará, comprenderá que no se puede luchar contra lo que ocupaba aquel espacio antes de la llegada del hombre blanco y se preocupará por los nativos, sus kikuyus, a los que los europeos arrebataron sus tierras.
Por su parte Denys es un hombre libre. Su amor es puro pero rehúye de todo tipo de ataduras. Aunque Karen es independiente sigue siendo una mujer convencional que necesita tener a un hombre a su lado, de manera oficial. Pero es una mera ilusión pues ella misma saca adelante la granja sin ayuda de nadie. En algún momento, la relación entre ambos pasará por algún bache, como consecuencia de la europeización del amor.
Tanto Mery Streep en el papel de Karen como Robert Redford como Denys están impecables. Las interpretaciones de ambos van más allá de lo que se recoge en un guion. Uno y otro se creen ese amor que lo inunda todo y nos llega a través de la pantalla con fuerza. Sin duda, la conexión entre ambos es uno de los puntos fuertes de esta película que, una vez vista, difícilmente olvidas.
Técnicamente, bueno al largometraje se le notan sus años. No podría ser de otro modo. En este último visionado he percibido un par de escenas con croma en las que no me había fijado antes. Pero aún así, ¡qué hermoso ese paseo por avioneta contemplando la belleza del continente africano, ese contraste de color que termina por hechizarnos! Sin duda, y al margen de esa historia de amor entre dos personas, que también es una historia de amor por la tierra, por una cultura, lo más destacable de este largometraje es la absolutamente maravillosa fotografía que junto a la banda sonora de John Barry la convierten en una verdadera joya. Tan solo le pondría una pequeñísima pega, la duración. A mí me han sobrado unos diez minutos hacia la mitad.
No me cansaré de asomarme a la historia de amor de Karen y Denys. No me cansaré de viajar cinematográficamente a África aunque no se muestre el lado más árido del continente. No me cansaré de ver a las damas británicas luciendo hermosos vestidos abotonados hasta el cuello cuando las altas temperaturas seguro que hacían imposible soportarlos. Y no me cansaré de repetirme una y otra vez 'Yo tenía una granja en África, a los pies de las colinas de Ngong' mientras una dulce melodía suena en mi cabeza.
Memorias de África para verla cada cierto tiempo. Para descubrirla si todavía no la has visto.
Tráiler:
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