Autor
Alan Bennet es autor de muchas y celebradas obras teatrales como "Habeas Corpus", "Forty One Years On", "Kafka's Dick" o "The Madness of George III" (adaptada después al cine), guiones cinematográficos como Prick Up Your Ears (basado en la vida de Joe Orton), y piezas televisivas, en especial "Talking Heads" y "An Englishman Abroad", que lo han convertido en uno de los autores británicos más queridos. Asímismo es muy apreciado como actor. Empezó a escribir en prosa hace solo unos diez años.
Sinopsis
Si sus perros hubieran respondido a su llamada, la reina no habría descubierto el vehículo de la biblioteca móvil del ayuntamiento aparcado junto a las puertas de las cocinas del palacio. Y no habría conocido a Norman, el joven pinche de cocina que estaba leyendo un libro de Cecil Beaton e iba a constituirse en su peculiar asesor literario. Pero ya que estaba allí, la reina decide llevarse un libro. ¿Y qué puede interesar a alguien cuyo único oficio es mostrarse interesada? Isabel II de Inglaterra descubre en los estantes de la biblioteca el nombre de una escritora que conoce, Ivy Compton-Burnett. Y de ella a Proust. Y de Proust a Genet, cuya sola mención hará temblar al presidente de Francia, sólo median algunos libros. Así, azarosamente, ella, que hasta entonces sólo había sido un lugar vacío ocupado por una fuerte idea del «deber», descubrirá el vértigo de la lectura, del ser, del placer.
«Una comedia deliciosa y una poderosa reflexión sobre el poder de la letra impresa» (Michael Dirda, The Washington Post); «Un cuento de hadas cautivador, delicioso y muy divertido. Una aguda meditación acerca del subversivo placer de la lectura» (Michiko Kakutani, The New York Times).
Son muchas las reseñas que he leído sobre este curioso libro que muestra en su cubierta la foto de la reina Isabel II mirando al lector con semblante serio. En todas esas reseñas existía un factor común: la belleza de la historia y el refinado humor inglés. Teniendo en cuenta que se trata de un libro en el que un ser humano, ya sea reina o súbdito, descubre el mundo de la literatura y los libros, no podía plantearme el dejar pasar esta novela de Alan Bennett, máxime cuando es de una extensión mínima, algo más de 100 páginas, y ha cosechado tan buenas opiniones.
Una lectora poco común se inicia en una cena de gala que la reina británica ofrece a sus invitados y en el que Su Majestad pregunta al Presidente de la República Francesa por su opinión sobre Jean Genet. El hombre la mira con perplejidad sin atreverse a responder porque Genet fue un autor francés de corte polémico, con una infancia muy triste y una adolescencia caracterizada por sus problemas con la justicia. Sus obras levantaron ampollas y no dejaron indiferente a nadie. Curiosamente, en una lectura posterior, me encuentro otra referencia a este autor. ¿Será una señal?
A partir de este momento, la narración se retrotrae hasta el punto en el que la reina topa por casualidad con una librería ambulante estacionada en los aledaños de palacio. Allí conocerá a Hutchings (librero), Norman Seakins (ayudante de cocina) y a... muchos, muchos autores y libros cuya lectura provocará un cambio interior.
Una lectora poco común es un paseo por la literatura en el que descubriremos nuevos autores y nos reencontraremos con otros ya conocidos: Ivy Compton-Burnett, Anita Brookner, J.R. Ackerley, Nancy Mitford, Dylan Thomas, Philip Roth,.. Si bien es cierto que algunos literatos salen bastante trasquilados como es el caso de George Eliot y Henry James a los que etiqueta de auténticos tostones.
La lectura de un libro la conduce hacia un mundo del que ella siempre se había mantenido alejada pues las obligaciones mandan y su tiempo es escaso. Sin embargo, tras sus primeras incursiones, la literatura ejerce un embrujo sobre esta soberana que incluso llega a fingir enfermedad con tal de tener un día de asueto que dedicar a la lectura.
El cambio que se produce en Isabel II no es solo visible a los ojos del lector. Su propia corte mirará con desdén esta nueva afición de la reina pues con un libro en las manos desaparece el trono de la corona, el manto de armiño y el cetro. Isabel II se convierte en Isabel a secas, una persona más, una ciudadana más, una igual entre sus conciudadanos. Cambia el papel de cabeza visible de la iglesia anglicana para ocupar el de lectora mundana y dicha transformación provoca una satisfacción personal sin igual, adquiriendo una pose más humana, terrenal y reflexiva.
Se establece así una lucha entre su mundo real, aquel que la obliga a visitas, recepciones, eventos,... y el mundo literario. Mientras se debate en esta disyuntiva son muchos otros los acontecimientos que ocurren y que afectan a su querido Norman, el muchacho que la ayudó a abrir sus ojos y su corazón a otro mundo, el de las letras, hasta llegar a un desenlace que parece que se va a diluir en la nada, salvo cuando la última frase del texto en boca de la reina da el golpe de gracia.
Bennett hace un dibujo de la reina que enamora. Me gusta la ternura y las reflexiones con las que adorna a Su Majestad y especialmente me gusta del personaje ese uso del plural mayestático. Es un placer asistir a través de sus ojos al cambio de su realidad.
Muchos ven en esta obra una crítica a la sociedad pero para mí supone más un homenaje al hechizo que produce la literatura en el ser humano, sobre la magia y la riqueza que anida en los libros.
Desvelar más sobre esta pequeña joya sería un error. En su lugar os invito a descubrirla. Una lectora poco común es un imprescindible para los que amamos la literatura. A través de la reina Isabel II, Bennet reflexiona sobre la importancia de los libros y el poder tan maravilloso que ejerce sobre los lectores. Una lectura más que recomendable, que se saborea página a página, asimilando conocimientos y pensamientos, sintiéndote identificado y acabando con más y más ganas de literatura.
No perdáis de vista la palabra opsímata (según el libro, persona que aprende tarde en la vida) y que dicho sea de paso, no recoge la RAE.
Os dejo con un par de frases a cuál más bonita:
¡Disfrutad de vuestros libros!
Son muchas las reseñas que he leído sobre este curioso libro que muestra en su cubierta la foto de la reina Isabel II mirando al lector con semblante serio. En todas esas reseñas existía un factor común: la belleza de la historia y el refinado humor inglés. Teniendo en cuenta que se trata de un libro en el que un ser humano, ya sea reina o súbdito, descubre el mundo de la literatura y los libros, no podía plantearme el dejar pasar esta novela de Alan Bennett, máxime cuando es de una extensión mínima, algo más de 100 páginas, y ha cosechado tan buenas opiniones.
Jean Genet |
A partir de este momento, la narración se retrotrae hasta el punto en el que la reina topa por casualidad con una librería ambulante estacionada en los aledaños de palacio. Allí conocerá a Hutchings (librero), Norman Seakins (ayudante de cocina) y a... muchos, muchos autores y libros cuya lectura provocará un cambio interior.
Una lectora poco común es un paseo por la literatura en el que descubriremos nuevos autores y nos reencontraremos con otros ya conocidos: Ivy Compton-Burnett, Anita Brookner, J.R. Ackerley, Nancy Mitford, Dylan Thomas, Philip Roth,.. Si bien es cierto que algunos literatos salen bastante trasquilados como es el caso de George Eliot y Henry James a los que etiqueta de auténticos tostones.
La lectura de un libro la conduce hacia un mundo del que ella siempre se había mantenido alejada pues las obligaciones mandan y su tiempo es escaso. Sin embargo, tras sus primeras incursiones, la literatura ejerce un embrujo sobre esta soberana que incluso llega a fingir enfermedad con tal de tener un día de asueto que dedicar a la lectura.
El cambio que se produce en Isabel II no es solo visible a los ojos del lector. Su propia corte mirará con desdén esta nueva afición de la reina pues con un libro en las manos desaparece el trono de la corona, el manto de armiño y el cetro. Isabel II se convierte en Isabel a secas, una persona más, una ciudadana más, una igual entre sus conciudadanos. Cambia el papel de cabeza visible de la iglesia anglicana para ocupar el de lectora mundana y dicha transformación provoca una satisfacción personal sin igual, adquiriendo una pose más humana, terrenal y reflexiva.
Se establece así una lucha entre su mundo real, aquel que la obliga a visitas, recepciones, eventos,... y el mundo literario. Mientras se debate en esta disyuntiva son muchos otros los acontecimientos que ocurren y que afectan a su querido Norman, el muchacho que la ayudó a abrir sus ojos y su corazón a otro mundo, el de las letras, hasta llegar a un desenlace que parece que se va a diluir en la nada, salvo cuando la última frase del texto en boca de la reina da el golpe de gracia.
Bennett hace un dibujo de la reina que enamora. Me gusta la ternura y las reflexiones con las que adorna a Su Majestad y especialmente me gusta del personaje ese uso del plural mayestático. Es un placer asistir a través de sus ojos al cambio de su realidad.
Muchos ven en esta obra una crítica a la sociedad pero para mí supone más un homenaje al hechizo que produce la literatura en el ser humano, sobre la magia y la riqueza que anida en los libros.
Desvelar más sobre esta pequeña joya sería un error. En su lugar os invito a descubrirla. Una lectora poco común es un imprescindible para los que amamos la literatura. A través de la reina Isabel II, Bennet reflexiona sobre la importancia de los libros y el poder tan maravilloso que ejerce sobre los lectores. Una lectura más que recomendable, que se saborea página a página, asimilando conocimientos y pensamientos, sintiéndote identificado y acabando con más y más ganas de literatura.
No perdáis de vista la palabra opsímata (según el libro, persona que aprende tarde en la vida) y que dicho sea de paso, no recoge la RAE.
Os dejo con un par de frases a cuál más bonita:
«Lo que asimismo estaba descubriendo era que un libro llevaba a otro, nuevas puertas se abrían dondequiera que mirase y los días no eran lo bastante largos para leer todo lo que ella quería». [Pág. 10]
«Los libros no hablan de pasar el tiempo. Hablan de otras vidas. Otros mundos. En vez de querer que el tiempo paser, Sir Kevin, ojalá dispusiéramos de más».[Pág. 14]
¡Disfrutad de vuestros libros!