De Inés Plana empezamos a oír hablar en 2018, cuando publicó Morir no es lo que más duele. Su primera novela cosechó muy buenas opiniones y yo me quedé con las ganas de leerla. (Por cierto, hago un inciso para comunicar que han sacado esta novela en edición de bolsillo, a un precio más que razonable). Y algo menos de dos años después, la autora de Barbastro saca a luz lo que supone la segunda entrega de la saga, protagonizada por Julián Tresser, un teniente de la Guardia Civil que, en esa ocasión, tienen que enfrentarse a varias investigaciones a la vez.
Inés Plana visitó Sevilla hace unas semanas para promocionar Antes mueren los que no aman, y tuvimos la ocasión de sentarnos con ella a conversar.
Inés Plana visitó Sevilla hace unas semanas para promocionar Antes mueren los que no aman, y tuvimos la ocasión de sentarnos con ella a conversar.
Marisa G.- Inés, ya que es la primera vez que nos vemos y estamos con tu segunda novela, me gustaría saber qué te impulsó a escribir.
Inés P.- Pues es que no sé si la escritura nació conmigo, o yo con ella. Desde pequeña me gustaba escribir poemas, me gustaba mucho leer, incluso libros que no correspondían a mi edad. Para mí, escribir y leer ha sido siempre una necesidad, como algo que va pegado a mí.
M.G.- Es decir, que tú llevas escribiendo desde siempre pero empiezas a publicar ahora.
I.P.- Eso es. Hice muchos intentos pero hasta que no me sentí totalmente preparada, no me puse a escribir una novela.
M.G.- En enero de 2018 publicaste 'Morir no es lo que más duele' y ahora llegas con 'Antes mueren los que no aman'. Es curioso esto de tus títulos. Muerte, dolor y amor, como los tres pilares del ser humano.
I.P.- Es verdad. Muy buena observación. Me paseo por la condición humana y estos tres aspectos, estas tres grandes verdades, están presentes a lo largo de las dos novelas. La muerte es un elemento de la novela negra. El dolor forma parte de los personajes que están heridos y que tienen que sobrevivir a su propio padecimiento. Y en cuanto al amor, en la primera novela hay más bien desamor. Sin embargo, en esta segunda novela, dentro de la oscuridad de la trama, hay sitio para el amor y para la ternura. Digamos que hay luz.
M.G.- Estamos ante el segundo caso de un teniente de la Guardia Civil, Julián Tresser, tu personaje protagonista. Por suerte, la Guardia Civil comienza a tener protagonismo en las novelas, porque estamos muy acostumbrados a que en el género negro, sea la Policía la que lleve a cabo la investigación.
I.P.- Y todavía no tiene mucha presencia la Guardia Civil. El que abrió la puerta fue Lorenzo Silva, con su pareja de guardias civiles. Siempre me ha interesado mucho este cuerpo por sus peculiaridades, por su naturaleza militar. Hay un respeto reverencial entre los rangos y suelen tener relaciones muy frías entre ellos. Son cosas que tienen mucho atractivo literario. Además, nací y me crié en Barbastro (Huesca) y allí la Guardia Civil de montaña es toda una institución, que siempre ha salvado muchas vidas.
Cuando empecé a imaginar esta novela, lo que tenía claro era que el investigador tenía que ser un guardia civil. Me parecía que merecía la pena intentarlo, y he quedado contenta. Con la Guardia Civil, con tantas unidades como tienen, nunca se termina de aprender. Para mí ha sido un reto porque el protagonista es hombre, yo mujer. Además es un hombre bastante prepotente, solitario y taciturno, todo lo contrario a como soy yo. Al final, creo que Tresser ha adquirido eso que nos gusta tanto a los autores, personalidad propia. Casi vive al margen de mí.
M.G.- Pero Inés, ¿hay necesidad de leer la primera entrega de la serie?
I.P.- No, no la hay. Son dos novelas totalmente distintas, aunque protagonizadas por el mismo teniente de la Guardia Civil. Cualquier lector puede empezar leyendo esta y no le va a dar la sensación de que se está perdiendo algo. No quise poner ningún spoiler de la primera porque a mí tampoco me gusta leerlos.
M.G.- Pero sí hay ciertas vinculaciones entre una y otra.
I.P.- El protagonista es el mismo y todos los personajes que acompañan al teniente Tresser también, como el capitán Díaz Visedo o el cabo Coira. Además también está Adelaida, la psiquiatra, que ayudó en la investigación de la primera novela. Y por supuesto, Luba, la niña desaparecida. El resto de personajes son nuevos. Pero te diré que, a esos personajes que he rescatado de la primera novela, les ha pasado tantas cosas, sus circunstancias han cambiado tanto, que parecen totalmente nuevos. Ahora son muy diferentes a cómo eran en la primera novela.
M.G.- La historia transcurre en 2009 cuando la crisis económica está en su pleno apogeo. ¿Por qué ubicarla en esa época?
I.P.- Porque es una época histórica en nuestro país. Perdimos la inocencia y, desde entonces, no hemos vuelto a ser los mismos. Hubo mucha gente que perdió su trabajo y además no tuvo la posibilidad de recuperar otro. A los 52 años se convirtieron en parados de larga duración. También hubo personas que no pudieron hacer frente a su hipoteca y perdieron su casa. Todo eso cambió nuestra perspectiva. Nos marcó profundamente. Ahora somos más conservadores con el dinero. La crisis de 2009 me pareció un buen escenario para enmarcar esta historia, en la que una de las tramas, está muy vinculada con los recortes salariales a los empleados públicos.
M.G.- Es una novela compleja porque desarrollas varias tramas y todos los sucesos están muy diversificados.
I.P.- En la primera hice toda una trama única, aunque densa y compleja. Y en esta nueva novela, hay cuatro tramas conectadas entre sí. Unas tienen que ver con un accidente mortal y otras con la prostitución. Estas tramas forman parte del trabajo de Tresser, que lo lleva a diferentes escenarios. He intentado aplicar todo lo que aprendí en la primera novela y me he atrevido a entremezclar esas tramas, de manera que fluyan, sin crear ninguna confusión, para que creen mucha intriga y suspense, y el lector se lo pase bien leyendo. Yo he disfrutado mucho escribiéndolas, aunque es muy complicado hacer el encaje de bolillos necesario, pero eso va en el equipaje del escritor.
M.G.- También es interesante apuntar que ofreces una versión doble de los hechos. Hay sucesos que se narran desde varios ángulos.
I.P.- Así es. En algunos casos, el lector va un paso por delante del investigador. En otras ocasiones, el mismo hecho se ve desde dos puntos de vista, desde lo que uno cree haber visto y desde lo que realmente ocurrió. Me gusta jugar mucho conmigo misma, mientras escribo. Estos juegos dan mucha riqueza a la trama. Al complicar un poco la vida al teniente se la complico también al lector. He intentado que el lector sienta la ansiedad del suspense, de la intriga, y se vea obligado a seguir leyendo.
M.G.- Abordas muchos temas y algunos bastante espinosos, como la trata de blanca, la violencia de género, el narcotráfico y las mafias. Manejas un montón de asuntos sociales.
I.P.- Es lo que me pide la novela. Al ser del género negro, observo la realidad de manera crítica. No es una cosa que haya pensado antes de ponerme a escribir. Solo tenía claro que la crisis tenía que ser un personaje. A medida que van avanzando, las tramas van dirigiendo al lector por caminos y aspectos de la realidad. Con esto, procuro no desviar la trama sino incorporar a la misma, cuestiones con las que convivimos. Intento que nuestra realidad afecte a los personajes y los hago reaccionar, a la vez que hago reaccionar al lector. No juzgo a los personajes. Eso lo tiene que hacer el lector.
M.G.- Has comentado antes que Tresser es un personaje muy taciturno y solitario. Me parece un hombre muy gris y oscuro, que arrastra mucho lastre.
I.P.- Sí, sí, arrastra mucho lastre emocional. No tiene familia, se ha quedado sin ella, y eso marca a cualquier persona. Tiene un pasado realmente trágico pero como guardia civil lo sobrelleva, lo soporta y digamos que intenta blindarse ante todo. Además, por su oficio, tiene que hacer frente a muchos lados oscuros de la vida. Sin embargo, en esta segunda novela, se descubre a sí mismo. Siente que es una persona capaz de dar amor y afecto, y la gran prueba de amor es lo que hace por Luba, la niña desaparecida. Así que, en esta segunda investigación, vamos a ver a un Tresser más evolucionado, que inicia una relación de pareja aunque, siendo tan solitario, le va a costar entender que cuando uno tiene pareja, hay que saber ceder. Sin embargo, Adelaida no se lo va a poner fácil porque a ella tampoco le gusta ceder. A veces, se produce un auténtico choque de trenes. Pero es interesante ver cómo él va a asumiendo ciertas cuestiones.
M.G.- No es el único personaje atormentado. Esta es una novela muy coral y muchos de ellos padecen muchas amarguras.
I.P.- Sí, a muchos de ellos. Las circunstancias del capitán Díaz Visedo han cambiado y ya no es el mismo. El cabo Coira, que pasa las vacaciones de Navidad en Galicia, va a tener que enfrentarse con algo muy complejo y relacionado con su familia. Se enfrenta a un dilema porque siente que va a cometer una deslealtad tremenda con los suyos. Luego, Elsa, la actriz de televisión, está a punto de estrena una obra de teatro, pero le sucede algo inesperado y cruel sobre lo que va a tener que tomar una decisión. Según sea la opción que elija, estará dentro o fuera de la ley. En definitiva, son personajes sobrepasados por las circunstancias. Y serán los lectores los que tienen que valorar si sobreviven bien, si pasan la prueba o no.
M.G.- Los escenarios son dispares: Cieña, Uvés, Los Herreros,... Creo que todas estas localizaciones son inventadas.
I.P.- Efectivamente. Los Herreros en Palencia no existe, ni Cieña en la Costa da Morte. Son geografías imaginarias. No he querido singularizar a ningún pueblo con estos sucesos luctuosos que ocurren en la novela. Además, inventarme los lugares me da mucha libertad. Puedo inventar una localidad que sea mezcla de cuatro pueblos distintos. Las tramas nos van a llevar a Cantabria, a Palencia, a Galicia, a Madrid. Cada una de las tramas tiene su propio escenario.
M.G.- Hablando de puntos geográficos, hay un guiño muy bonito a tu tierra, a Barbastro.
I.P.- Sí, me apetecía mucho hacerlo porque soy muy militante de mi tierra. Como vivo tan lejos de ella, la echo mucho de menos. El homenaje lo hago en una escena muy importante de la novela, en una comida en un restaurante que tiene mucha importancia en la trama, cuando Tresser se cita con otra persona y comen en un restaurante aragonés, donde hay platos típicos de mi tierra. Me ha preguntado mucha gente, pero ese restaurante, lamentablemente, no existe.
M.G.- En cuanto a la documentación para desarrollar una investigación criminal con la Guardia Civil como cuerpo implicado, ¿qué me puedes decir?
I.P.- Tengo un asesor. Germán es sargento de la Guardia Civil y me asesora en los procedimientos. Le mando whatsapp, quedamos, hablamos, y le voy preguntando por todas las dudas que me surgen. Él tiene mucha paciencia conmigo y es muy generoso al prestarme tanta ayuda. Por eso es una de las personas a las que dedico la novela.
M.G.- Y entiendo, Inés, que habrá tercera entrega.
I.P.- Sí, ahora mismo estoy con un ensayo de un primer capítulo. Aunque también estoy con la promoción de esta novela, si no escribo, me pongo de mal humor.
M.G.- (Risas) Es una terapia. Gracias Inés por compartir este momento. Espero poder verte con la tercera entrega.
I.P.- Eso espero yo también. Gracias.
Sinopsis: En las Navidades de 2009, con un país aplastado por la crisis, una funcionaria de la Seguridad Social muere al ser empujada violentamente contra una cristalera. Quien lo hace es una joven que huye del lugar sin dejar rastro. Este es el caso que investiga Julián Tresser, teniente de la Policía Judicial de la Guardia Civil, cuando surge la primera pista fiable sobre el paradero de Luba, una chiquilla de doce años que desapareció misteriosamente dos años atrás.
Desde entonces, Tresser ha buscado desesperadamente a esa niña que no es su hija pero que debería serlo. No imagina que la pequeña ha escapado del sórdido mundo de la prostitución en la que la habían confinado. El azar la lleva a esconderse en una casa en un pueblo perdido donde dos mujeres parecen ocultar un secreto inconfesable que podría arruinarles la vida. Luba debería pedirles ayuda, puesto llega herida hasta allí, pero los abusos que ha sufrido le impiden confiar en nadie. Esas circunstancias, caprichosas y crueles, no se lo van a poner fácil al teniente, pues, a la vez que busca a la niña, deberá elegir entre la responsabilidad que conlleva su oficio y la fuerza de los vínculos de sangre.
Tras el éxito de Morir no es lo que más duele, Inés Plana sumerge al lector en una trama vertiginosa por la que transitan personajes atormentados y complejos y en donde el teniente Tresser se someterá a un dilema moral que pondrá a prueba sus convicciones.
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