Año: 2003.
Nacionalidad: Española.
Director: Antón Reixa.
Reparto: Tristán Ulloa, Luis Tosar, María Adánez, Nancho Novo, María Pujalte, Anne Igartiburu, Carlos Sobera, Sergio Pazos,...
Género: Drama. Guerra Civil Española.
Sinopsis: Galicia, 1936. Daniel Da Barca es un joven médico e intelectual republicano encarcelado por sus ideas. Su novia, Marisa Mallo, hija de un conocido oportunista reaccionario, lucha por devolverle la libertad. El testigo d su amor es Herbal, un apocado carcelero que asiste entre atónito y furioso a las conversaciones que mantienen los presos para hacer más llevadera su condena. La sinrazón sacude el país. Muchos presos son fusilados clandestinamente como consecuencia de decisiones aleatorias; pronto le llegará el turno a Daniel y será de nuevo Herbal quien, víctima y verdugo de sus propios miedos, se debata entre la violencia y la conciencia.
El lápiz del carpintero es una de esas películas que me emboban cada vez que la veo y no porque sea especialmente digna meritoria del embobamiento del espectador sino porque en ella convergen dos elementos que para mí tienen una atracción irrefrenable: la guerra civil y Luis Tosar. Quizás con demasiada frecuencia es el cine el que me empuja a los brazos de un libro, así que cuando vi por primera vez esta película y supe que estaba basada en la obra homónima de Manuel Rivas allá que me fui. De esto hace ya bastante tiempo y no soy capaz de recordar si la película es fiel al libro o bien lo adultera con nocturnidad y alevosía. No creo que fueran muy dispares porque de ambos he guardado siempre gratos recuerdos.
Las primeras escenas, apenas unos minutos, sirven de antesala a lo que el espectador verá después. Un hombre enfermizo, sentado a la barra de un burdel de carretera, con el rostro oculto, un cigarro en la mano, un lápiz rojo apoyado en la oreja y una historia que contar.
La historia de un amor en tiempos de guerra. Uno de esos amores correspondidos pero difíciles de conjugar cuando de ideologías políticas se trata. Y uno de esos otros que permanecerá en la sombra hasta el final de sus días.
Daniel Da barca (Tristán Ulloa) es un médico rojo que lucha por sus ideales en una España que comienza a dividir familias en un bando y otro. Enamorado de Marisa Mallo (María Adánez), hija de un oportunista reaccionario, abogará por el voto de la mujer y la importancia de la misma dentro de la República. Por otro lado Herbal (Luis Tosar), un cabo de la Guardia Civil de mirada inquietante y conciencia convulsa que vive obsesionado por Marisa cuyos pasos sigue a todas horas. Su hermana Beatriz (María Pujalte) está casada con un falangista, Zalo (Nancho Novo) con tan pocos escrúpulos que cada vez que sale en pantalla se te retuercen las tripas.
Un conjunto de personajes y personalidades que engloban algunos de los distintos estereotipos de la época: el revolucionario, la hija rebelde, el militar-títere, el oportunista amigo del régimen, el cabrón despiadado y la sumisa.
¿Por qué El lápiz del carpintero? Bajo mi punto de vista ese lápiz no es más que un símbolo que representa la libertad, la lucha, y la separación entre la vida y la muerte. Un lápiz que perteneció a Antonio Vidal, el carpintero que fue llamado a la huelga por las ocho horas. De sus manos pasó a otras, y de aquellas a otras distintas... y así hasta las manos de un pintor, compañero de celda de Da Barca, al que Herbal asesina y con él Herbal dibujará el destino del médico rojo y su adorada Marisa.
La historia en sí, aunque en líneas generales me gusta, también tiene sus contras. Por ejemplo, algunos acontecimientos me parecen poco creíbles. En una época en la que el odio y el poder de «los de arriba» y el miedo «de los de abajo» convivían a diario me parece muy poco factible que una pareja de la guardia civil se muestre condescendiente con una pareja de enamorados, siendo él un rojo republicano que mantiene en jaque a todo el gobierno militar. No digo que algo así no pueda ocurrir, apelando a la bondad y compasión del ser humano, pero me resulta extraño.
En cuanto a las interpretaciones, de todas ellas me quedo en primer lugar y sin dudarlo un solo momento con la de Luis Tosar. Sus papeles siempre me impresionan por ese semblante, esa voz y ese carácter que imprime a sus personajes. En alguna ocasión produce pavor cuando pierde su mirada en el horizonte y se queda sumido en sus pensamientos. El espectador se remueve inquieto en su asiento, preguntándose qué estará Tosar rumiando en su cabeza. Porque este centinela no deja de pensar, de observar a su alrededor y en su interior se debate una lucha interna entre seguir las órdenes a las que está sometido o seguir los dictámenes de su conciencia. Marisa es mujer de otro hombre, nunca se ha fijado en él, pero Herbal jamás ha apartado sus ojos de ella desde que eran pequeños.
Pero si de interpretación hay que hablar, también lo haré de la de Tristán Ulloa y la de María Adánez. El primero me deja más fría que un témpano. Nunca me convenció su sempiterno halo melancólico con el que recubre a su persona y a sus personajes. No me transmite absolutamente nada. Es un encefalograma plano que ni puje ni muje. No, no hay feeling, aunque me meto entre pecho y espalda casi todos sus trabajos. En cuanto a María, no le conozco un papel magistral pero tampoco puedo decir que me haya disgustado. Creo que cumple su misión cogida con pinzas sin llegar a suspender.
Pero si de interpretación hay que hablar, también lo haré de la de Tristán Ulloa y la de María Adánez. El primero me deja más fría que un témpano. Nunca me convenció su sempiterno halo melancólico con el que recubre a su persona y a sus personajes. No me transmite absolutamente nada. Es un encefalograma plano que ni puje ni muje. No, no hay feeling, aunque me meto entre pecho y espalda casi todos sus trabajos. En cuanto a María, no le conozco un papel magistral pero tampoco puedo decir que me haya disgustado. Creo que cumple su misión cogida con pinzas sin llegar a suspender.
Esta cinta no destaca precisamente por abuso de hermosos paisajes aunque buena parte de los fotogramas tengan como escenario mi querida Galicia. Excepción hecha por esa espiga que es la Torre de Hércules, a cuyos pies se cometen los fusilamientos y por el frescor y el verdor que desprende la casa en la que Marisa vive con su padre, un mágico pazo gallego.
En definitiva, es una película española que tiene muchos detractores precisamente por ser española y por ahondar en un tema del que muchos espectadores están ya cansados. Aún así no considero que sea una cinta para echarla a los leones y aunque tan solo sea por la interpretación de Luis Tosar y por la historia romántica que desarrolla, bien merece la pena verla.
Puntuación y trailer.
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