Autor
Brillante escritora japonesa, Fumiko Enchi (1905-1986) recibió por Los años de espera (1957) el Premio Noma, el más distinguido de las letras niponas.
Sinopsis
Situada en Japón a finales del siglo XIX, Los años de espera es un admirable y sensible retrato de la condición de las mujeres en un país todavía inmerso en las viejas tradiciones feudales. Educada para cumplir el rol ancestral de su sexo, Tomo no sólo debe soportar las humillantes infidelidades de su marido, sino que incluso debe aceptar con sumisión en encargo de buscarle concubinas y acogerlas bajo su techo. Primero será la quinceañera Suga, luego vendrá la extrovertida Yuri... Esta novela plena de sutileza y de sentimientos contenidos nos presenta una galería inolvidable de mujeres que suscitan admiración por su entereza.
Desde que apareció Haruki Mirakumi y se comenzó a hablar tanto de sus libros, me sentí tentada por la literatura asiática de la que no sabía absolutamente nada. Para estrenarme decidí hacerlo con el libro que os traigo hoy, de una autora japonesa, Fumiko Enchi, fallecida hace bastantes años.
De Los años de espera me atraía mucho su cubierta. Cuando os presenté el libro en el blog ya os hablé de las sensaciones que me inspiraba esa mujer en kimono dando la espalda al lector. Su actitud irradiaba cierta impaciencia por la llegada de no se sabe quién. Esas fueron mis impresiones iniciales y tras leer la sinopsis me sentí mucho más atraída por versar sobre una cultura tan característica.
La acción se inicia en Tokio con una conversación entre una madre y su hija, personajes que tendrán poca transcendencia en el desarrollo argumental. Son las encargadas de presentar a la verdadera protagonista, Tomo Shirakawa, y a su familia, - estamos pues ante una saga familiar -, y a través de sus palabras se sientan las bases de la sociedad japonesa a finales del siglo XIX, en cuanto a las relaciones hombre - mujer se refiere.
«Me extraña que una señora casada como ella disponga de tiempo libre para venir a Tokyo tan sólo a hacer turismo. El señor Shirakawa tiene un cargo importante en la administración de la prefectura...» [pág. 11]
Tomo Shirakawa es una mujer casada con un hombre muy influyente en el momento inicial de la novela, abnegada esposa y madre de una niña y un niño poco modélico y bastante problemático, Etsuko y Michimasa respectivamente. Una mujer reservada que vive exclusivamente para su marido y que viaja a Tokio con un propósito bastante peculiar. Por encargo de su propio cónyuge, Tomo emprende la labor de buscarle una concubina.
La relación entre Tomo y su marido, un hombre despótico y tendente al feudalismo, ha quedado diluida con el paso del tiempo. Ella es la señora de la casa, la administradora del hogar y del patrimonio pero ha dejado de ocupar un lugar preferente en el tatami de su esposo. Aunque el encargo de su marido supone una humillación para la mujer, ella lo acepta con resignación. El hombre de posibles en la cultura japonesa de la época gozaba del privilegio social de ser mujeriego sin que eso supusiera un grave problema en el seno conyugal. Se trata de hombres que tienen grandes responsabilidades y que por lo tanto requieren "grandes" distracciones. Es algo con lo que la mujer japonesa nace y por lo tanto, algo que debe aceptar asumiendo su papel en la vida de su esposo y su labor servicial. Para Tomo o para cualquiera de sus coetáneas, lo primero es el marido y la familia, quedando en último plano su propio ser.
La concubina elegida será una joven de nombre Sugacon la que Tomo experimentará por primera vez los celos más oscuros. Tras Suga vendrán otras y la vida de Tomo se convertirá en una continua lucha interior entre lo que siente y lo que se espera de ella. Su marido pasará de amante en amante, con el conocimiento de Tomo en muchas ocasiones y tras la espalda de ella en otras. Aún así ella seguirá desempeñando su papel de fiel guardadora de la familia, adoptando un papel de sumisión ante la galería aunque luchando contra sus propios sentimientos y emociones. El odio, la culpabilidad, la aceptación,... serán sus compañeros de viaje a lo largo de los años. Incluso su madre le aconseja que adopte una actitud fiel a su marido y no se muestre resentida. Este es el papel de la mujer y al fin y al cabo, Tomo puede sentirse afortunada por haber sido elegida en primer lugar y por ser considerada hoy la señora de la casa, aunque los criados tengan otra opinión y en el corazón de su marido no haya espacio para ella.