Año: 2019
Nacionalidad: España
Director: Alejandro Amenábar
Reparto: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Santi Prego, Patricia López Arnaiz, Inma Cuevas, Nathalie Poza, Luis Bermejo, Mireia Rey, Tito Valverde, Luis Callejo, Luis Zahera, Carlos Serrano-Clark, Ainhoa Santamaría, Itziar Aizpuru, Pep Tosar.
Género: Drama
Sinopsis: España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la sublevación militar que promete traer el orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras, el general Franco consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la guerra. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros provoca que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado Jefe del Estado en la zona nacional, Unamuno acude a su Palacio, decidido a hacerle una petición.
[Fuente: Filmaffinity]
Silencio. Eso era lo que se escuchaba en la sala de cine durante los ciento siete minutos de metraje. Era septiembre, y el tiempo se paró para ver a Unamuno en la pantalla. Tenía claro que iba a volver a ver esta película. Y eso he hecho estos días. Hoy tengo claro que volveré a verla de nuevo más veces. Mientras dure la guerra ha sido una película inolvidable.
El 19 de julio de 1936, la Plaza Mayor de Salamanca se ve repentinamente inundada de camiones militares y soldados armados. Se declara el Estado de Guerra, mientras se escuchan voces a favor y en contra. Estas últimas son acalladas con disparos. El destacamento militar irrumpe en el ayuntamiento y se lleva preso a su alcalde, Casto Prieto, delante de una angustiada y atónita esposa, a la que le invade el terror y la rabia.
Y en esa ciudad que se despierta convulsa y revuelta, vive Miguel de Unamuno, junto a sus hijas María y Felisa, y su nieto Miguelín. Por estas fechas, ya es un escritor famoso. Muchos lo admiran por obras como Niebla, La tía Tula, Abel Sánchez o San Manuel Bueno Mártir, novelas ya publicadas mucho antes del alzamiento. También es admirado por su pensamientoy por su labor docente, de ahí que ocupe el cargo de rector vitalicio de la Universidad de Salamanca. A Unamuno lo veremos acudir, como cada día, a tomar café al Novelty, en compañía de sus amigos, el joven Salvador Vila, declaraddo republicano y ex alumno, y el pastor protestante Atilano Coco. Desde la ventana situada junto a la cristalera del café, los tres conversan sobre el alzamiento y los últimos acontecimientos. Serán unas primeras escenas en las que se definen las ideas políticas de estos tres hombres. Mientras que Salvador se siente indignado por el ataque a la República, Atilano cree que el viejo régimen atacaba la fe en Cristo y Unamuno, sin querer pronunciarse demasiado, termina por reconocer que este revés político es necesario para poner a la República en su sitio, ya que nunca llegó a ser lo que se esperaba de ella.
Su apoyo a la sublevación le cuesta el cargo como rector de la Universidad. Manuel Azaña lo destituye y lo llama traidor, pero la Junta de Defensa de Burgos, en la voz del militar Miguel Cabanellas, lo restituye inmediatamente. Eso sí, será un caramelo envenenado pues, junto con la restitución, lo nombran Presidente de la Comisión Depuradora Provincial, encargado de revisar los expedientes de todos los detenidos, una labor que no está dispuesto a asumir. De igual modo, lo invitarán a firmar un manifiesto en el que se declare que la universidad, como institución, está a favor de los nacionales.
Y mientras esto ocurre en Salamanca, el general Franco orquesta desde el Protectorado de Marruecos, la manera de hacerse con el liderazgo del alzamiento. Apoyado por los alemanes y algunos generales y especialmente el general Millán-Astray, fundador de la legión, se traslada a España, primero a Cáceres y luego a Salamanca. Será allí donde se desarrollen los hechos más importantes de la película, aquellos que afecten directamente a Unamuno y a su entorno.
Mientras dure la guerra nos muestra a un Unamuno de setenta años, aficionado a la papiroflexia, que ya ha vivido en sus carnes un exilio. Viudo desde hace años, su mente regresa con frecuencia a una época de juventud, una escena en la que descansaba en los brazos de Concha, su mujer, su costumbre. Es un hombre que se enorgullece de no guardarse nunca su opinión, decir siempre lo que piensa, aunque haya cambiado tantas veces de parecer a lo largo de su vida. Al principio, al alzamiento no le dará mayor importancia. No cree los rumores que llegan sobre fusilamientos, detenciones de intelectuales y asesinatos de famosos poetas. Para él, este revuelo no es más que un tirón de orejas a la República, pero pronto lo veremos asistir atónito a una serie de sucesos que él no esperaba. Las detenciones, las acusaciones fundadas en justificaciones absurdas, la forma de proceder de los militares sublevados, le harán cambiar de opinión. Se ha equivocado.
La interpretación que hace Karra Elejalde es sublime. Bien le podría haber valido el Goya como Mejor Actor Protagonista, el pasado sábado si no fuera porque competía con otros tres grandes actores y unas interpretaciones brutales: Antonio de la Torre, Luis Tosar y Antonio Banderas (se lo llevó este último). Pero en Mientras dure la guerra, Elejalde consigue que te olvides del actor. Se mete tanto en la piel del personaje, que él desaparece de la pantalla para resucitar al escritor cabezota y testarudo, al que acudían las esposas con maridos encarcelados, para pedir su intermediación y ayuda. Poco podía hacer Unamuno.
Pero sobre interpretaciones también habría que destacar la que realiza Eduard Fernández. El actor catalán nos tiene acostumbrados a grandes trabajos y en su papel de José Millán-Astray no se queda atrás. Ayer mismo hablaba con una nutricionista sobre la dieta a la que se tuvo que someter el actor para interpretar al Glorioso Mutilado. Astray tenía un brazo amputado y el actor tuvo que embutirse en un traje militar llevando el brazo izquierdo sujeto a la espalda. Por su puesto, la magnífica caracterización del personaje también aporta credibilidad a su interpretación, pero es principalmente Fernández el que le imprime carácter al fundador de la legión, un tipo sin escrúpulos, desagradable, que pone sobre las cuerdas al que tiene enfrente, lanzándoles órdagos al adversario con un 'Ahí lo dejo', muletilla con la que cierra sus speeches. Hay una escena especialmente tensa entre Astray y Unamuno, donde el primero reprocha al escritor ciertas declaraciones en prensa.
Sin embargo, el personaje de Franco me ha descolocado un poco. Y no lo digo por la interpretación que hace Santi Prego, sobre la que no tengo nada que objetar, sino por el dibujo que se hace del dictador. Todo lo que he leído sobre Franco me ha conducido a pensar que era un tipo, bajito sí, pero de ideas firmes y muy echado para delante. Sin embargo, aquí me he encontrado con un hombre un tanto sosainas, dubitativo, algo pusilánime. Un enfoque distinto que me ha gustado.
La película está dirigida con mucho mimo y cariño. No solamente te atrapa la historia sino cómo está contada. Hay planos en los que da gusto perderse, analizando el enfoque, el movimiento de la cámara, y el foco de atención de algunas secuencias. Las banderas, como elemento metafórico, jugarán un papel importante en ciertas escenas. Y lo mismo ocurre con las gafas de Unamuno, que funcionan como un espejo, en cuyo reflejo se representa la sinrazón y la incredulidad. Mientras dure la guerra, un título que tiene mucho que ver con la reunión que la Junta de Defensa celebró en Salamanca el 21 de septiembre de 1936, es una película que no abusa de los contrastes, pero sí ofrece hilos argumentales que se suceden en paralelo, permitiendo al espectador asistir al nacimiento de unos hechos que tendrán gran repercusión para el escritor.
La banda sonora también es un elemento importante en esta película. Es el propio Alejandro Amenábar el artífice de unas melodías muy emotivas, conmovedoras, impregnadas de una pátina triste y melancólica. Es tan bonita, que a veces la propia tonada se antepone a la escena, y eso no le resta valor a la película, al revés, porque será en esos momentos donde los temas musicales enfaticen la secuencia, especialmente en el último tercio de película, cuando la acción adquiere dramatismo y se suceden hechos que pueden destruir a Unamuno para siempre.
Dicho lo cual, no me queda más que recomendar una y mil veces Mientras dure la guerra. Si navegas por Internet vas a encontrar críticas profesionales que no la ponen muy bien, pero mi opinión se basa en las sensaciones que me ha transmitido el filme, más allá de cuestiones políticas o históricas. Amenábar ha permitido que me acerque a la vida de Unamuno y lo conozca un poco más en profundidad, y eso es suficiente para mí. Así que, lo dicho, no os la perdáis.