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FERNANDO BENZO: 'La sociedad ha olvidado que hubo una serie de personas que dedicaron toda su vida a protegernos y a salvarnos'

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Si echamos la vista atrás, no hace tanto tiempo que este país vivió su último atentado terrorista de manos de ETA. El tiempo, que pasa inexorablemente, acostumbra a volvernos olvidadizos, y a su paso, ir borrando de nuestra memoria lo que un día fue la historia más negra de España. Pero no hay que olvidar. Las víctimas merecen que sigamos con nuestra vida, pero sin desterrar de la historia, los nombres de aquellos hombres y mujeres que un día acabaron con un tiro en la nuca. De ahí las películas, las series, los ensayos y las novelas, como esta, Nunca fuimos héroes de Fernando Benzo.

El autor visitó Sevilla la semana pasada. Hablamos de una novela que trae a la luz la historia de Harri, un terrorista que llevaba fuera de España desde hacía treinta años pero que acaba de regresar a este país. El encargado de perseguir y trata de cazar al terrorista será Gabo, un policía, ya jubilado, que acabó su servicio con la espinita de no haber detenido nunca a aquel individuo. Harri era su obsesión y ahora tiene una nueva oportunidad para saldar una deuda. 

Marisa G.- Sobre ETA, como parte de nuestra historia más dolorosa se ha escrito mucho, desde varios puntos de vista. En tu caso, ¿por qué hablar de ETA ahora?

Fernando B.- Porque ha pasado el tiempo suficiente, de tal manera que uno ha podido superar ciertas barreras emocionales, ciertos pudores y, al mismo tiempo, porque es hora de construir el relato y el recuerdo de lo que pasó hace muy poco tiempo en nuestro país. Hay que ir construyéndolo desde todos los frentes por eso es bueno que aparezcan ensayos, tesis pero también series de televisión, películas y novelas. Por hacer mi contribución, decidí escribir esta novela.

M.G.- También es una manera de acercar a los jóvenes esa parte de la historia que muchos no vivieron.

F.B.- Efectivamente. He participado hace poco en un programa de radio en el que he podido conversar con chicos jóvenes, universitarios, y prácticamente todos ellos me confesaban que no tenían conocimiento de lo que fue el terrorismo, o de lo que significó el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Con estas cosas, me doy cuenta de que es totalmente necesario contar este relato porque, cuando a una sociedad, o una persona, le ocurre algo terrible, hay que mirar hacia delante porque la vida sigue pero, al mismo tiempo, no hay que olvidar el pasado. Sin estar todo el tiempo mirando hacia atrás, sí hay que dejar un relato de lo que ocurrió. Y con el terrorismo, es obligatorio dejar ese relato para los demás.

Siempre digo que, los lectores que más me gustaría tener, son los lectores jóvenes, que puedan descubrir, a través de esta novela, o de cualquier otra, lo que se padeció en este país hace muy poquito tiempo.

M.G.- En la novela, narras la historia de un comisario, ya retirado, al que le asignan la investigación, la persecución y la caza de un terrorista que, treinta años después, regresa a España. Esta trama, ¿se ha producido alguna vez? ¿Podría darse?

F.B.- Que podría ocurrir, desde luego, porque todavía hay terroristas a los que se busca. Que se haya producido, no creo. Esto es una novela, una historia de ficción, con un gran trasfondo de realidad, aunque una novela, al fin y al cabo. Tiene una trama de thriller y una trama de acción. En definitiva, es novela. Y no me consta que una historia así se haya producido. Ahora bien, como digo, se podría producir perfectamente.

M.G.- Gabo es el protagonista, este ex comisario que comentamos. Él tiene una fijación por un determinado etarra, por Harri. Comentas en la novela que los policías y guardias civiles vivían realmente este tipo de obsesiones.

F.B.-Sí, eso es cierto, no se trata de una invención. Es algo que le ocurría a muchos policías que se dedicaban a la lucha contra el terrorismo. Por la razón que fuera, algunos desarrollaban una especie de fijación por un terrorista específico. No es que se centraran únicamente en ese individuo, no era eso. Ellos perseguían al resto igualmente pero siempre había uno que, por lo que fuera, querían detener. Fue algo de lo que tuve conocimiento durante el proceso de documentación. Me explicaron que era algo que ocurría con razonable frecuencia y eso fue uno de los detonantes de la trama argumental de la novela. Como le ocurre a Gabo, algunos de esos policías se retiraron con una cuenta pendiente, con la decepción de no haber podido detener a ese terrorista que era su fijación. 

M.G.- Cuando pensamos en ETA, inevitablemente conectamos la lucha contra la banda armada con la Guardia Civil. Sin embargo, en esta novela vemos que, inicialmente, aquella competencia era de la Policía Nacional.

F.B.- Sí. En sus orígenes, era la Policía la que se encargaba de la lucha contra ETA. La Guardia Civil era un cuerpo eminentemente militar y con un alto componente de actividad policial rural, pero no investigaba el tipo de crímenes que cometía la banda terrorista. Poco a poco, fue entrando la Guardia Civil y, con la eficacia que la caracteriza, fue copando más espacio en la lucha contra el terrorismo.

M.G.- Y comentas en la novela que, una vez que la Guardia Civil se hace cargo, el porcentaje de operaciones con éxito aumentan.

F.B.- Bueno, no es exactamente eso lo que he querido decir. Me refería a que la Guardia Civil rápidamente demostró que era enormemente eficaz en la lucha contra el terrorismo. Lo cual no implica que los policías no lo fueran. He tenido la ocasión de conocer muy bien a la Guardia Civil, y soy tan admirador de un cuerpo como de otro.

M.G.- ¿Y cómo era la estructura policial en la lucha contra el terrorismo? Vemos que Gabo forma parte de lo que se llama los Grupos AT.

F.B.- Los Grupos AT son los grupos antiterroristas que surgen a finales de los años 70. Surgen cuando se toma conciencia de que el terrorismo ha cogido envergadura, es decir, que no se trata de hechos aislados, sino que hay una estructura que está actuando con regularidad y hay que organizarse para hacerle frente. Los Grupos AT fueron el primer embrión de lo que era una organización de unidades específicamente dedicadas a la lucha contra el terrorismo. Se creó un Grupo AT en cada una de las provincias vascas y de ahí, se creó otro tipo de unidades. En Madrid, desde los servicios centrales de la Policía, se creó un grupo dedicado al País Vasco, y otro grupo dedicado al resto de España. Luego se crearon también unas brigadas especiales. Es decir, la estructura fue creada de abajo hacia arriba, y fue creciendo y especializándose.

M.G.- Gabo es un personaje símbolo, representa a todos esas personas que lucharon contra el terrorismo.

F.B.- La novela tiene un componente coral. Hay un grupo de personajes que son policías, con los que yo quiero recoger diversas vivencias que en la vida real han podido tener muchos de ellos. No todos los policías han tenido la trayectoria de Gabo. Los que se dedicaron a la lucha antiterrorista tuvieron evoluciones muy diferentes. Algunos quedaron marcados de por vida, otros siguieron con sus carreras en otros ámbitos, algunos se vieron involucrados en la guerra sucia, y muchos de ellos cayeron asesinados. Quería presentar todo ese abanico de posibilidades. Gabo representa una de esas experiencias.

M.G.- ¿Y por qué nunca fueron héroes?

F.B.- No hemos sido capaces de reconocer que fueron héroes. En el título hay una mezcla de ironía y de regañina. Para mí sí fueron héroes pero la sociedad ha olvidado que hubo una serie de personas que dedicaron toda su vida a protegernos y a salvarnos y por tanto, fueron héroes. Lo que hicieron fue una heroicidad total, por el riesgo y por el servicio que prestaron a la sociedad. Pero, precisamente esa sociedad que se beneficiaba de su trabajo, es decir, todos nosotros, tenemos tendencia a ser bastante desmemoriados y a ser bastante ingratos.



M.G.- En la novela haces un retrato de Gabo, no solo desde el punto de vista profesional, sino que también muestras las heridas sentimentales, pasadas y presentes.

F.B.- La novela no nace como una novela policíaca. Cuando me planteo escribirla, lo primero que pienso es en recorrer el viaje sentimental de un policía, desde que es joven, lleno de vocación e ideales, al momento en el que vive sus primeros éxitos y posteriormente sus fracasos y decepciones. Es decir, todo ese viaje a través de las diferentes etapas vitales y de las diferentes emociones. A eso le fui añadiendo una trama policial que fue creciendo y cobrando fuerza, y cuando me quise dar cuenta, estaba escribiendo una novela policíaca. Se puede decir que, en Nunca fuimos héroes, hay dos novelas diferentes, que he intentado engarzar.

M.G.- ¿Te ha costado mucho dibujar a Harri, ese etarra que regresa a España?

F.B.- Pues sí. Me ha costado porque no conozco terroristas, así que la parte de creación es mucho mayor en el personaje de Harri que en el de Gabo. Además, al pintar a estos personajes, el autor camina siempre por una cuerda floja. No quieres humanizarlos en exceso ni convertirlos en una parodia del malo de la historia, con lo cual, es esencial mantener ese equilibrio para que resulte creíble y eso resulta complicado.

M.G.- Vemos disparidades dentro de la Policía. Sixto Aldama es el superior de Gabo, y él aboga por la investigación y el análisis de datos, frente a Gabo, que se decanta más por la acción y el trabajo de campo. ¿Esas disparidades existían realmente?


F.B.- Sí, sí,.. Algún policía me ha llegado a contar que siempre existía un gran debate entre las labores de inteligencia, lo que representa Sixto, -un trabajo más de despacho, de estudio y más cerebral-, frente a las labores de campo como eran los seguimientos, los interrogatorios,... En realidad, una no excluye a la otra, pero sí es verdad que, según donde pongas más recursos y más inversión, la forma de trabajar será diferente. Es un debate que existía y por eso lo que he querido reflejar en la novela.


M.G.- Se hace hincapié en las motivaciones de ETA y en la novela se recogen un par de frases muy interesantes. Una de ellas dice que todo se reducía a "vengar los agravios ancestrales sufridos por el pueblo" y también se habla de la familia. Un afán de proteger la familia como emblema del propio País Vasco.


F.B.- Esa es la esencia de la banda terrorista. En un momento, se dice en la novela que se empieza por proteger a la familia, luego la casa, el caserío, el pueblo y por último llegamos a la nación. El sentimiento de la banda estaba muy arraigado a la tierra, a la raza,... Todo acaba de manera muy exacerbada y terminó eclosionando en una organización terrorista. Efectivamente, el origen de ETA está en un componente emocional muy potente. Además se trataba de vascos muy desarraigados, de una sociedad que había pasado del mundo rural al mundo urbano, que no se ha acabado de adaptar, con el alimento de una cierta sensación de agravio, de victimismo, que está siempre en las bases de toda organización terrorista. Siempre hay un opresor, real o imaginario, que te ha maltratado y por eso, no te queda más remedio que luchar con él.


M.G.- Harri, es un etarra con conexiones con el narcotráfico, con la FARC, con el ELN y el terrorismo islámico.


F.B.- Sí, aunque no todo estaba íntimamente conectado. Lo que pasa es que las grandes redes del crimen organizado se cruzan, más o menos, de una manera o de otra. Que ETA tenía relación con las redes del narcotráfico es tan evidente como que está acreditado que más de treinta crímenes de la banda terrorista están directamente vinculados con el narcotráfico. Ellos decían que era para proteger a la juventud vasca del tráfico de drogas y velar por su pureza, pero las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado te decían que era porque se estaban cargando a la competencia, porque estaban metidos en el tráfico de drogas como una forma de financiación. Yo me creo esta teoría, pero que cada uno se crea lo que quiera.


M.G.- Uno de los personajes es Marina, una joven infiltrada en la banda terrorista. ¿Qué requisitos tenían que cumplir estas personas para adentrarse?

F.B.- Sobre todo ser extremadamente valiente. Me resulta inimaginable el nivel de valentía que tienes que tener para infiltrarte en una banda terrorista, hasta el punto de acabar pareciéndote o fingiendo ser uno de ellos, y conviviendo con ellos veinticuatro horas al día, con todo lo que ello implica. Tenían que tener también un gran equilibrio emocional, mental. En una aventura de esta envergadura, de este nivel de riesgo y de esta dificultad, no valía cualquiera. De hecho, para infiltrar en la banda, se probaban a muchos jóvenes agentes y muy pocos lo consiguieron. 

M.G.-  En la novela, sin adentrarte demasiado, también se menciona esa guerra sucia que tanta cola trajo.

F.B.- Siempre lo digo, esta es una novela de buenos y malos, pero los buenos no son perfectos y cometieron errores. Si quieres ser honesto, hay que reconocer que el peor error que se cometió en la lucha contra el terrorismo fue la guerra sucia. Se pasaron de la línea y dejaron de cumplir la ley. En el momento en el que tú empiezas a cometer crímenes, ya no estás en el lado de los buenos, has pasado al otro lado de la línea y eso ocurrió. Me parecía absurdo pretender escribir una novela sobre la historia de la lucha contra el terrorismo sin entrar en algo tan fundamental y tal grave como fue la guerra sucia.

M.G.- ¿Con quién has tenido que hablar para documentarte?

F.B.- Fundamentalmente con personas que tuvieron responsabilidad  política en esa época y con miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. 

M.G.-  Imagino que te habrán contado cada cosa...

F.B.- Muchas de las que he puesto en el libro y otras que no, porque son tan peculiares, incluso tan cómicas, que el lector se va a pensar que me las he inventado. Eso de que la realidad supera la ficción es tan cierto. Y es que hay historias muy chuscas, muy absurdas, e incluso, en algunos momentos, hasta cómicas porque así era como se desenvolvía la lucha contra el terrorismo. Había de todo.

M.G.- ¿El asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso un antes y un después en ETA?

F.B.- Sin duda, supuso el suicidio de la banda. Después del asesinado de Miguel Ángel Blanco, la banda siguió existiendo muchos años y siguieron cometiendo muchos atentados pero, en ese momento, aparte de una salvajada aún mayor que las muchas otras que ya habían cometido, cometió un error estratégico brutal. Uno de los sustentos vitales de la banda fue el miedo. La gente no se atrevía a salir a la calle a decir que no estaba de acuerdo con ETA, pero con el asesinato de Miguel Ángel Blanco la sociedad pierde ese miedo y el entorno terrorista, en el País Vasco y en toda España, pierde el control de las calles, con lo cual, comienza su derrota. Ese fue el punto de inflexión con el que comenzó la cuesta abajo de ETA, y ya nunca volverá a recuperarse.

M.G.- ¿Qué queda de ETA a día de hoy?

F.B.- Como banda criminal queda muy poco, algo residual, pero sí quedan muchísimos crímenes por resolver, de los que todavía no se sabe quién los cometió o se sabe quién los cometió pero todavía no han sido detenidos. Así que se trata de una acción puramente policial, es decir, de seguir investigando esos crímenes que están sin resolver y de seguir persiguiendo a esos criminales cuando se sepa quién los ha cometido. De cualquier modo, a quienes no se puede olvidar es a las víctimas del terrorismo.

M.G.- Totalmente de acuerdo, Fernando. Pues no te robo más tiempo. Me ha gustado mucho la novela.

F.B.- Me alegro. Muchas gracias.

M.G.- A ti.

Sinopsis: Gabo es un comisario de policía retirado que ha dedicado toda su carrera a la lucha contra el terrorismo. Harri es un terrorista que ha pasado los últimos veinte años en Colombia tras conseguir escapar de numerosos intentos de captura.

Cuando los servicios de inteligencia españoles descubren que Harri ha vuelto a Madrid, el comisario general de Información le pide a su antiguo amigo y subordinado, Gabo, que averigüe extraoficialmente el motivo de su regreso. Aunque se había prometido mantenerse alejado de su antigua vida, la vieja fijación por detener a Harri y saldar cuentas pendientes arrastra a Gabo a iniciar una investigación en la que se cruzará con las redes internacionales de narcotráfico, el crimen organizado, el yihadismo y el oscuro mundo de los confidentes.

El policía, atrapado en una vigilancia obsesiva, establecerá una perturbadora relación personal con el terrorista que le hará revivir un pasado que ha luchado por olvidar. Las viejas heridas se reabrirán. La frustración de los atentados, la tensión de las operaciones, los compañeros que quedaron en el camino, los años de la guerra sucia y una historia de amor nunca olvidada regresarán a su memoria.

Una joven inspectora de Estupefacientes, Estela, ayudará a Gabo en su búsqueda, conscientes de que se les está agotando el tiempo para impedir que Harri cometa un nuevo crimen.

Nunca fuimos héroes es una apasionante novela policíaca de ritmo e intriga creciente, un emocionante recorrido por nuestro pasado más doloroso y una reflexión profunda y conmovedora de los últimos cuarenta años de la historia de España.


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