Editorial: Alfaguara
Fecha publicación: febrero, 2019
Precio: 18,90 €
Género: Novela
Nº Páginas: 224
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788423356959
[Disponible en eBook y Audiolibro;
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Autor
Ray Loriga (Madrid, 1967), novelista, guionista y director de cine, es autor de las novelas Lo peor de todo (1992), Héroes (1993), Caídos del cielo (1995), Tokio ya no nos quiere (1999), Trífero (2000 y 2014), El hombre que inventó Manhattan (2004), Ya sólo habla de amor (2008), El bebedor de lágrimas (2011), Za Za, emperador de Ibiza (2014), Rendición (2017; Premio Alfaguara de novela) y Sábado, domingo (2019); de Sombrero y Mississippi(2010), y de los libros de relatos Días extraños (1994), Días aún más extraños(2007) y Los oficiales y El destino de Cordelia (2009).
Su obra literaria, traducida a quince idiomas, es una de las mejor valoradas por la crítica nacional e internacional. Como guionista de cine ha colaborado, entre otros, con Pedro Almodóvar y Carlos Saura. Ha dirigido las películas La pistola de mi hermano, adaptación de su novela Caídos del cielo, y Teresa, el cuerpo de Cristo. Ha colaborado en publicaciones como Ajoblanco, El Europeo, El País y El Canto de la Tripulación.
Sinopsis
«Todo el mundo tiene un recuerdo oscuro, una medusa tenebrosa que, en perfecta simetría, mancha el futuro de su existencia.»
Sábado, domingo narra una historia y la vuelve a contar años después. En la primera, un adolescente relata un suceso escabroso del verano anterior. Junto con su amigo Chino, salen un sábado y ligan con una camarera. La noche parece ir bien, hasta que todo se tuerce y acaba en desastre: es un funesto sábado que nuestro narrador se niega a recordar. Pero después de cada sábado, viene un domingo.
Veinticinco años después, ese adolescente, que ahora es un hombre con muchas malas decisiones a cuestas, acompaña a su hija a la fiesta de Halloween en el Colegio Internacional de las afueras de Madrid. Allí comparte charla con una mujer desconocida que se oculta tras la máscara de un disfraz. La conversación, intrascendente en apariencia, pronto lo conduce a aquella noche. No hay más remedio que aceptar que finalmente es domingo, el día que nos obliga a enfrentarnos a nuestro pasado.
Sábado, domingo es una novela sobre la culpa, sobre las deudas que se asumen como propias en la vida y sobre la huida que se impone cuando aceptar la realidad parece no ser posible.
Ray Loriga ha pasado por este blog en formato entrevista, reseña literaria y reseña cinematográfica. Lo conocí cuando publicó Rendición, novela con la que se alzó con el Premio Alfaguara en 2017. Conversando con él (puedes leer la entrevista aquí), descubrí algunos aspectos de su vida que me resultaron muy interesantes, como su faceta de cineasta, de ahí que me lanzara a ver la película Teresa, el cuerpo de Cristo. Muy recomendable. Y ahora regresa a este espacio con su última novela. Sábado, domingo (Alfaguara) vio la luz hace algo más de un año. Loriga visitó Sevilla para presentarla, acudí a aquel acto, pero no ha sido hasta estos últimos días cuando me he sentado a leerla. De breve extensión, algo más de doscientas páginas pero con una grafía grande y anchos márgenes, os garantizo que se lee de una sentada, en un único día de confinamiento.
Partamos de la estructura. La novela cuenta con dos capítulos más una coda. El primero de ellos, Sábado, ubica la acción en el verano madrileño de 1988. El narrador, del que tardaremos en saber su nombre, cuenta con retrospectiva los sucesos ocurridos durante un fin de semana del año previo, concretamente durante un sábado. Por entonces, no era más que un joven de diecisiete años que solía ir de andanzas con Chino, un tipo algo pendenciero, de su misma edad, al que no le faltaban las mujeres. Juntos acudirán a la fiesta de Gini, la prima del narrador, pero también conocerán a Fernanda, una joven camarera sudamericana que trabaja en un VIPS. Los tres deciden terminar la noche en casa de Chino. Lo que allí ocurra, no te lo voy a contar, entre otras cosas porque ni siquiera el lector o el narrador lo sabe. Ambos, lector y narrador, descubriremos la verdad al final de la novela.
El capítulo segundo se titula Domingo. Han transcurrido veinticinco años desde el capítulo anterior. Estamos en el Madrid de 2013. El narrador está divorciado y es padre de una joven, que estudia en el Colegio Internacional. Junto a ella acude a una fiesta de Halloween y allí se reencontrará con parte de su pasado.
Por último, la coda, que traslada al lector a México, en el año 2014, un fragmento que, según nos contó Loriga en la presentación de la novela, lo tenía pensado antes de ponerse a escribir la historia.
Esta es la trama de Sábado, domingo. Lo que Ray Loriga pretende es escarbar en el sentimiento de culpa y duda. Durante veinticinco años, el narrador no ha dejado de darle vueltas a lo que ocurrió en casa de Chino aquella noche de sábado. No tiene claro qué sucedió realmente pero le pesa haber participado en lo que fuera. Ese primer capítulo comienza con bastante intriga. Sabemos que algo ocurrió, algo que el narrador ha querido borrar de su mente pero que, tras ver de lejos a una persona, vuelve a recordar los sucesos de aquella noche. Es un primer capítulo que termina con un giro brutal de los acontecimientos pero también con un gran desconocimiento, que no me resulta del todo convincente. Me cuesta mucho trabajo asumir que el narrador actúe como lo hace. Uno se puede esconder pero, de algún modo, alguien termina por encontrarte. No quiero dar más detalles para no romper la historia.
En el segundo capítulo se narrará un reencuentro del que el narrador no puede huir. A pesar de que ha intentado esquivar su pasado, este llamará a su puerta con dos buenos golpes. En esta parte de la historia entra en escena el juego de las casualidades, gente que se conoce en un determinado momento, en un determinado lugar y que, haciendo alusión a ese refrán que dice que el mundo es un pañuelo, viene a demostrar que, a la postre, todo el mundo se conoce de un modo u otro.
En cuanto a la resolución, me esperaba algo mucho más impactante, un desarrollo de los hechos más dramático, con más consecuencias, tanto en el pasado como en el presente.
Con respecto a los personajes, creo que están bien definidos y es fácil imaginarlos. Del narrador, sabremos que es hijo único (bueno, esto lo dejo ahí), de familia de clase media, aunque antes eran muy humildes pero prosperaron, buen estudiante y epiléptico (dato importante). Veinticinco años después, su vida ha dado muchos bandazos personales y sentimentales, pero tiene entre manos un proyecto que puede hacerlo resurgir. El narrador adolescente y el narrador adulto no han cambiado tanto. Sigue estando tan perdido como lo estaba de joven y eso se percibirá en el tipo de vida que ha llevado y en el actual punto de su existencia.
Chino es el otro gran protagonista, un chulo, un tipo de pocas palabras que prefiere invertir el tiempo en la acción en vez de en el diálogo. Es un tío que cae bien a las mujeres, a las que se las camela con facilidad, con labia. Es de lo único que habla, de sus conquistas amorosas y sus escarceos sexuales, porque para lo demás, es mucho más hermético. Mal estudiante, con un expediente académico nefasto, expulsado de varios centros y a punto de ser enviado a un correccional, a Chino todo le da igual, mientras vaya rompiendo corazones.
La relación entre Chino y el narrador se basa en la habilidad que tiene el primero para conquistar a las mujeres. El narrador sabe que, estando con Chino, conocerá a jóvenes con las que intentar un acercamiento aunque él, de quien está realmente enamorado es de su prima Gini. Pero entiende que con ella no tiene ninguna posibilidad, y mira que lo intenta, así que, se arrima a Chino por si cae algo. En cualquier caso, es una relación basada en el interés. A Chino le conviene tener un perrito faldero y al narrador, aunque no lo soporta, le interesa estar con él para recoger las migajas de su amigo.
En cuanto a los personajes femeninos, Gini y la camarera son las dos que ostentan el protagonismo. No tan bien definidas como los masculinos, también resulta fácil imaginarlas.
Sábado, domingo es una novela muy accesible, mucho más que Rendición, en la que el lector tenía que poner de su parte para entender el mundo que Loriga había construido. En esta, no. En esta, la trama transita con calma y en un ambiente muy al alcance del lector, el que, por otra parte, parece que actúa como confesor del narrador. Como comenté antes, es una novela que se lee en un suspiro. Comienzas a leer los primeros párrafos y enseguida entras en materia. Es algo que se agradece. No obstante, lo que pensé que sería una línea recta se torna en un camino con curvas pues, el narrador, se desvía de la línea principal con relativa frecuencia. Él mismo lo reconoce y tiene que reconducir su discurso. Es algo que me ha divertido porque sentía como si estuviera conversando conmigo cara a cara, aunque creo que, esa desviación del tema central puede incomodar a otros lectores, haciendo que su interés fluctúe.
Pero si he señalar lo que más me ha gustado de esta novela diría que son las voces. En concreto la voz del narrador. Debe de ser complicadísimo dar voz a un adolescente cuando no lo eres y, sin embargo, en ese primer capítulo he sentido cómo un joven de diecisiete años me contaba su vida, con su forma de ver el mundo, con sus prioridades y sus preocupaciones. Esa voz es realmente auténtica. Y luego, de adulto, la voz cambia pero mantiene el influjo de todo lo que a su dueño le aconteció de joven.
Por otra parte, hay un breve retrato de los barrios más humildes que me ha parecido muy real, esos ambientes en los que se hacinan las familias más pobres, donde es frecuente encontrar bandas callejeras, peleas, drogas y muertes.
En definitiva, Sábado, domingo es una lectura que, si bien me ha parecido floja en la resolución y con algunas cuestiones que no me han llegado a convencer del todo, me ha gustado leer. Sin apenas diálogo, y con un par de capítulos largos, reitero que se lee con mucha rapidez y que a mí, con su intriga, me ha ayudado a olvidar lo que estamos viviendo, al menos por todo un día.
Cierro la reseña con una frase que me golpeó de lleno en estos tiempos:
"Vives como si nada hasta que algo se te clava, y después se trata de sacarse esa espina, más que de seguir viviendo" [pág. 12]
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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