La Volátil. ¿Quién no la conoce? La Volátil eres tú y soy yo. Aunque no llevemos una camiseta a rayas blanca y negra, aunque no nos recojamos el pelo en un moño desenfadado, aunque vivamos en otro lugar del planeta y nuestra vida sea muy distinta a la de ella. Es fácil identificarse con este personaje que la ilustradora Agustina Guerrero creó en 2014, cuando publicó su primer volumen, Diario de una Volátil. La sigo desde entonces. Me sienta bien asomarme a su vida, sentir que a ella le ocurren las mismas cosas que a mí, que le alegran o la entristecen las mismas situaciones. Por eso acudo fiel cada cita, a cada nueva publicación.
Después de verla afincarse en Barcelona, echarse pareja, convivir con su chico o quedarse embarazada, ahora la veremos viajando a Japón con su amiga Loly. Este viaje supondrá no solo un descubrimiento de la cultura nipona sino una reconciliación con su propio yo. La Volátil estaba herida pero ha sabido lamer sus heridas en este nuevo volumen ilustrado, con el que, otra vez, Agustina Guerrero conquista al lector.
Después de verla afincarse en Barcelona, echarse pareja, convivir con su chico o quedarse embarazada, ahora la veremos viajando a Japón con su amiga Loly. Este viaje supondrá no solo un descubrimiento de la cultura nipona sino una reconciliación con su propio yo. La Volátil estaba herida pero ha sabido lamer sus heridas en este nuevo volumen ilustrado, con el que, otra vez, Agustina Guerrero conquista al lector.
Marisa G.- Agustina nos conocimos con tu primer libro, cuando viniste a Sevilla a promocionar Diario de una Volátil.
Agustina G.- Sí, pero de eso hace ya mucho tiempo. Acababa de saber que estaba embarazada.
M.G.- Sí lo recuerdo porque, al finalizar la entrevista, te pregunté si tenías algo en mente, y fue cuando me lo dijiste. Te echamos de menos por aquí.
A.G.- Gracias. Lo pasé muy bien en Sevilla.
M.G.- Bueno, tienes nuevo libro. El Viaje es el quinto libro de la Volátil, donde narras ese viaje a Japón que haces con tu amiga Loly. Me gustaría saber por qué has contado este viaje.
M.G.- Sí lo recuerdo porque, al finalizar la entrevista, te pregunté si tenías algo en mente, y fue cuando me lo dijiste. Te echamos de menos por aquí.
A.G.- Gracias. Lo pasé muy bien en Sevilla.
M.G.- Bueno, tienes nuevo libro. El Viaje es el quinto libro de la Volátil, donde narras ese viaje a Japón que haces con tu amiga Loly. Me gustaría saber por qué has contado este viaje.
A.G.- Hace un tiempo me llamaron para un trabajo. Tuve que viajar a China y como me podía llevar a un acompañante, me fui con mi amiga Loly. Lo pasamos tan bien que, a la vuelta, nos planteamos montarnos un viaje por nuestra cuenta y que, de ese viaje, saliera un libro. La idea inicial era contar las aventuras y anécdotas pero aquel viaje tomó otro rumbo y se convirtió en el libro que es hoy.
M.G.- Y a pesar de que la idea original se vio transformada, y girar hacia algo muy profundo, decidiste continuar con la idea del libro.
A.G.- Sí, seguí con la idea, a pesar de que se modificó el guión. En realidad no íbamos con ninguna idea preconcebida. Nos íbamos a dejar llevar por todo lo que nos pasara. Pero no me esperé que el viaje interior fuera algo tan intenso.
M.G.- Es que este viaje funciona como una metáfora. Tu estancia en Japón esconde algo mucho más duro y personal, que va más allá de recorrer un país para hacer turismo.
A.G.- Exacto. Japón es un escenario, del que muestro rituales, cultura y lugares. No deja de ser el fondo de todo lo que nosotras vivimos esos días. Fue un viaje interno muy potente para ambas.
M.G.- Emprendes ese viaje con una herida abierta. Con el dolor de haber pasado por un aborto voluntario. Y fíjate, Agustina, que me has hecho pensar en este tema desde otro ángulo. Sabemos que, cuando una mujer sufre un aborto espontáneo, es normal que sienta dolor, tristeza, amargura,... Pero creo que nunca relacionamos estos sentimientos cuando el aborto es voluntario. Es como si fuera menos doloroso.
A.G.- Así es. Con el aborto voluntario, hay temor a mostrarnos frágiles porque se asocia con el arrepentimiento, con la idea de que hemos hecho algo mal. Por lo general, la mujer tiende a esconder su dolor. Pero, que sea una decisión meditada, no implica que no sienta tristeza, que no se tenga que atravesar un duelo. Es como con los divorcios. Cuando una pareja decide divorciarse, las habrá que se sientan aliviadas, pero también habrá otras que sufran. Nadie puede juzgar ese dolor.
No sabía cómo iba a contar lo del aborto. Luego pensé que el cómo, el dónde y el por qué era indiferente. Solo quería explicar qué sentí y no lo que me llevó a tomar esa decisión, porque eso sí me parecía algo muy personal. La finalidad de este libro es mostrar lo que viene luego para una mujer, cómo se enfrenta a ese después. En España, podemos decidir si seguir o no con el embarazo, pero qué pasa luego. No hay un acompañamiento emocional, la mujer atraviesa su duelo prácticamente sola. Me parece muy importante empezar a hablar de ello, crear una comunidad donde nos podamos apoyar. Es un tema que afecta a todas las mujeres, estén de acuerdo o no, porque seguro que alguien de tu entorno ha pasado por esto.
No sabía cómo iba a contar lo del aborto. Luego pensé que el cómo, el dónde y el por qué era indiferente. Solo quería explicar qué sentí y no lo que me llevó a tomar esa decisión, porque eso sí me parecía algo muy personal. La finalidad de este libro es mostrar lo que viene luego para una mujer, cómo se enfrenta a ese después. En España, podemos decidir si seguir o no con el embarazo, pero qué pasa luego. No hay un acompañamiento emocional, la mujer atraviesa su duelo prácticamente sola. Me parece muy importante empezar a hablar de ello, crear una comunidad donde nos podamos apoyar. Es un tema que afecta a todas las mujeres, estén de acuerdo o no, porque seguro que alguien de tu entorno ha pasado por esto.
M.G.- Y es muy curiosa la conexión que tienes con Loly. Ella quiere tener hijos y no puede. Tú puedes y tomas la decisión de abortar. Sin embargo, vuestra relación es de apoyo mutuo y comprensión.
A.G.- Loly ha sido extremadamente generosa. Ella lleva muchos años intentando tener hijos y eso no le ha supuesto ningún problema a la hora de sostenerme, de sostener a una amiga que ha decidido abortar. Creo que Loly ha demostrado una empatía brutal. Por eso en el libro he querido reflejar el dolor desde las dos versiones, sin juzgar ni ser juzgadas.
M.G.- Hay una página en la que ella se queja, y con razón, de que la gente mete demasiado el dedo en la herida, sin tener derecho.
A.G.- Sin tener derecho y, seguramente, sin tener ningún tipo de mala intención. Por lo menos, creo que la mayoría de la gente que hace ciertas preguntas, no actúa con mala intención. Pero fíjate que esa no mala intención puede desencadenar en un movimiento interno, para la persona que recibe la pregunta. A mí me preguntan muchas veces cuándo le voy a dar un hermanito a mi hijo, cuando voy a ir por el segundo hijo... Detrás de todas esas preguntas hay una historia y te pueden poner en una situación "movilizante".
M.G.- Loly y tú, sois la noche y el día. Sois muy diferentes. ¿Qué hace tan especial esa amistad con ella?
A.G.- Pues que nos aceptamos tal y como somos. Nos conocemos desde hace muchísimos años. Podemos decir la burrada más grande que te imagines y la otra persona la va a recibir sin ningún tipo de malicia. Para mí, ahí radica la auténtica amistad y es muy difícil llegar a ese punto.
M.G.- La Volátil sufre muchísima ansiedad en este libro. Yo he tenido episodios de ansiedad desde hace muchos años y te prometo que he vuelto a revivir esas emociones angustiosas, al mismo tiempo que leía ciertas páginas del libro.
A.G.- Es que nunca sabes cuándo se puede despertar y eso genera más miedo y ansiedad aún. Solo con pensar en las sensaciones es como si regresara de nuevo. No sé si te pasa lo mismo.
M.G.- Sí, igual. Ya te digo, esas páginas las leí una noche y me costó muchísimo dormir porque conseguiste contagiarme la angustia.
A.G.- Sufrir ansiedad es horrible. Siempre he sido una persona que lo controla todo y esto me enseñó que no puedo, que hay cosas que se escapan de mis manos. El ataque de pánico, el insomnio, la ansiedad,... todo eso es muy difícil de sobrellevar. Lo me ocurrió fue una alarma que me estaba avisando de que algo iba mal. Detrás de toda ansiedad hay algo que te lo está generando. Hay personas que no lo saben ver pero yo tenía clarísimo qué era lo que me estaba pasando. Después del aborto, estuve silenciando mis sentimientos durante mucho tiempo, hasta que llegó un momento en el que entendí que no podía seguir así.
M.G.- ¿Y estás mejor?
A.G.- Sí. Estaba medicada y tomaba pastillas para dormir. Cuando decidí que iba a contar mi historia, cuando fui honesta conmigo misma, hubo algo que se desbloqueó. Poco a poco se fue yendo todo. Los médicos empezaron a bajarme la medicación y, a día de hoy, no tomo absolutamente nada y duermo muy bien.
M.G.- Agustina estos viajes emocionales ya empezaron con A calzón quitado, ¿no? O al menos, así lo entiendo yo. Los primeros libros eran como tu día a día, como tu rutina. Estos últimos son más profundos.
A.G.- No pienso demasiado cada libro pero sí creo que este libro rompe con lo que estaba haciendo. Aunque tú encuentres algún paralelismo con el otro, este va a sorprender porque los lectores están acostumbrados a ver al personaje de una manera, y ahora lo muestro de otro modo. Siento que este libro supone una evolución en el personaje, y también una evolución gráfica y narrativa. Me sentí muy entregada con este libro, algo que no me había pasado nunca.
M.G.- Con Mamma mía! narraste tus meses de embarazo y abandonamos a la Volátil cuando iba a dar a luz. Me he preguntado muchas veces por qué no has contado esos primeros meses de maternidad.
A.G.- Tengo mucho cuidado con ese tema. Me lo han pedido muchísimas veces, que hable de la maternidad. Todos los personajes que han salido en mis libros, mi amiga Loly, otro amigo con el que compartí piso,... me han dado su aprobación. Mi hijo no es capaz de decidir por sí mismo. Él no puede dar su consentimiento, no puede elegir, por eso he dejado esa parte de mi vida fuera.
M.G.- Hablemos de Japón. En el libro cuentas muchas cosas de la cultura nipona. Nos hablas de lo que te gustó y de lo que no te agradó tanto, como ese te que, por lo que se ve, sabía al agua de cocer las espinacas. (Risas)
A.G.- Sí, sí. El ritual del té es algo impresionante pero lo que no esperábamos es que supiera tan mal.
M.G.- (Risas) ¿Y qué es lo que más te sorprendió de su cultura?
A.G.- Me impactó mucho el respeto y el silencio. Si íbamos en el tren completamente solas, venía el de seguridad, hacía una reverencia al entrar en el vagón, y otra al salir. Cuando pagas algo, lo tienes que hacer con las dos manos. Te devuelven el cambio con las dos manos también, y te hacen una reverencia. Son actos muy integrados pero que resuenan para los demás. Por otra parte, me chocó mucho el comportamiento de los turistas. En el libro cuento que, estando en Kyoto, vimos a la maikos caminando por las calles y los turistas tocaban, molestaban con muchas fotos,...
M.G.- Todo muy invasivo.
A.G.- Exacto.
M.G.- Has comentado que Loly te dio su consentimiento para salir en este libro. ¿Cómo se ha visto retratada? ¿Qué te ha dicho?
A.G.- Loly es un personaje en sí. Le encantó verse. Creo que la reflejé bien. Loly es como una pequeña niña.
M.G.- Se la ve muy divertida. Háblame un poquito de la paleta de colores. En este libro resalta mucho el color rosa.
A.G.- Cuando empecé el libro tenía claro que quería que el color rosa estuviera muy presente. El color es como un idioma más. Para mí, el rosa es la alegría y la luz, tanto que es casi fluorescente. En contraposición está el negro, que refleja ese pozo en el que estaba, la tristeza que sentía, el dolor y el insomnio. Y luego el rojo, que comparte un poco de ambos lados, del amor y del dolor.
M.G.- Muchas de las ilustraciones son un calco de las fotografías que has tomado durante ese viaje.
A.G.- Sí. Quería dejar constancia de que lo que estaba contando era tal cual como lo habíamos vivido. Las fotografías me han ayudado para mostrar en el libro lo que nos iba sucediendo cada día.
M.G.- Para terminar. Agustina, ¿vamos a seguir viendo a la Volátil?
A.G.- Síiii... Ya tengo otra historia en la cabeza. Me siento muy cómoda con ella.
M.G.- ¿Y no te has planteado otro proyecto? No sé, crear otro personaje, por ejemplo.
A.G.- Quizá más adelante me anime con otra cosa pero, de momento, no.
M.G.- Pues no te robo más tiempo. Gracias por haberme atendido y espero que vengas pronto a Sevilla.
A.G.- Ojalá. Ya he comentado con la persona que lleva la promoción que, en cuanto podamos, quiero bajar a Andalucía, a hacer firma. Tengo sangre andaluza y siempre me sienta muy bien viajar al sur.
M.G.- Aquí te esperamos. Muchas gracias.
A.G.- Gracias a ti.
Sinopsis: Estaba todo planeado. Solo faltaba hacer las maletas y partir hacia Japón. Reservas hechas, la guía de los lugares que visitar, y una gran amiga. Nada podía fallar, pero sucedió lo que más temía, y emprendí un viaje más profundo de lo que podía intuir: hasta el lugar más recóndito de mí misma. Y llegué mucho más lejos de lo que nunca hubiera imaginado. Por suerte, en el camino no perdí ni las maletas, ni a mi amiga Loly, ni el sentido del humor.
M.G.- Agustina estos viajes emocionales ya empezaron con A calzón quitado, ¿no? O al menos, así lo entiendo yo. Los primeros libros eran como tu día a día, como tu rutina. Estos últimos son más profundos.
A.G.- No pienso demasiado cada libro pero sí creo que este libro rompe con lo que estaba haciendo. Aunque tú encuentres algún paralelismo con el otro, este va a sorprender porque los lectores están acostumbrados a ver al personaje de una manera, y ahora lo muestro de otro modo. Siento que este libro supone una evolución en el personaje, y también una evolución gráfica y narrativa. Me sentí muy entregada con este libro, algo que no me había pasado nunca.
M.G.- Con Mamma mía! narraste tus meses de embarazo y abandonamos a la Volátil cuando iba a dar a luz. Me he preguntado muchas veces por qué no has contado esos primeros meses de maternidad.
A.G.- Tengo mucho cuidado con ese tema. Me lo han pedido muchísimas veces, que hable de la maternidad. Todos los personajes que han salido en mis libros, mi amiga Loly, otro amigo con el que compartí piso,... me han dado su aprobación. Mi hijo no es capaz de decidir por sí mismo. Él no puede dar su consentimiento, no puede elegir, por eso he dejado esa parte de mi vida fuera.
M.G.- Hablemos de Japón. En el libro cuentas muchas cosas de la cultura nipona. Nos hablas de lo que te gustó y de lo que no te agradó tanto, como ese te que, por lo que se ve, sabía al agua de cocer las espinacas. (Risas)
A.G.- Sí, sí. El ritual del té es algo impresionante pero lo que no esperábamos es que supiera tan mal.
M.G.- (Risas) ¿Y qué es lo que más te sorprendió de su cultura?
A.G.- Me impactó mucho el respeto y el silencio. Si íbamos en el tren completamente solas, venía el de seguridad, hacía una reverencia al entrar en el vagón, y otra al salir. Cuando pagas algo, lo tienes que hacer con las dos manos. Te devuelven el cambio con las dos manos también, y te hacen una reverencia. Son actos muy integrados pero que resuenan para los demás. Por otra parte, me chocó mucho el comportamiento de los turistas. En el libro cuento que, estando en Kyoto, vimos a la maikos caminando por las calles y los turistas tocaban, molestaban con muchas fotos,...
M.G.- Todo muy invasivo.
A.G.- Exacto.
M.G.- Has comentado que Loly te dio su consentimiento para salir en este libro. ¿Cómo se ha visto retratada? ¿Qué te ha dicho?
A.G.- Loly es un personaje en sí. Le encantó verse. Creo que la reflejé bien. Loly es como una pequeña niña.
M.G.- Se la ve muy divertida. Háblame un poquito de la paleta de colores. En este libro resalta mucho el color rosa.
A.G.- Cuando empecé el libro tenía claro que quería que el color rosa estuviera muy presente. El color es como un idioma más. Para mí, el rosa es la alegría y la luz, tanto que es casi fluorescente. En contraposición está el negro, que refleja ese pozo en el que estaba, la tristeza que sentía, el dolor y el insomnio. Y luego el rojo, que comparte un poco de ambos lados, del amor y del dolor.
[Fuente: Facebook Diario de una Volátil]
M.G.- Muchas de las ilustraciones son un calco de las fotografías que has tomado durante ese viaje.
A.G.- Sí. Quería dejar constancia de que lo que estaba contando era tal cual como lo habíamos vivido. Las fotografías me han ayudado para mostrar en el libro lo que nos iba sucediendo cada día.
M.G.- Para terminar. Agustina, ¿vamos a seguir viendo a la Volátil?
A.G.- Síiii... Ya tengo otra historia en la cabeza. Me siento muy cómoda con ella.
M.G.- ¿Y no te has planteado otro proyecto? No sé, crear otro personaje, por ejemplo.
A.G.- Quizá más adelante me anime con otra cosa pero, de momento, no.
M.G.- Pues no te robo más tiempo. Gracias por haberme atendido y espero que vengas pronto a Sevilla.
A.G.- Ojalá. Ya he comentado con la persona que lleva la promoción que, en cuanto podamos, quiero bajar a Andalucía, a hacer firma. Tengo sangre andaluza y siempre me sienta muy bien viajar al sur.
M.G.- Aquí te esperamos. Muchas gracias.
A.G.- Gracias a ti.
Sinopsis: Estaba todo planeado. Solo faltaba hacer las maletas y partir hacia Japón. Reservas hechas, la guía de los lugares que visitar, y una gran amiga. Nada podía fallar, pero sucedió lo que más temía, y emprendí un viaje más profundo de lo que podía intuir: hasta el lugar más recóndito de mí misma. Y llegué mucho más lejos de lo que nunca hubiera imaginado. Por suerte, en el camino no perdí ni las maletas, ni a mi amiga Loly, ni el sentido del humor.