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JAVIER SIERRA: 'El mensaje de Pandora busca abrir un debate y, sobre todo, despertar la curiosidad del lector'

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Coronavirus. Un término que se ha apropiado de nuestros días y nuestras noches. Me pregunto cuántas veces se pronunciará esta palabra a lo largo de una jornada. Nadie se podía imaginar jamás lo que se nos ha venido encima. ¿De dónde procede el coronavirus? ¿De dónde todas las enfermedades que amenazan al ser humano?¿Qué hay de verdad en todo lo que nos cuentan? La OMS emite comunicados diariamente y encuentro que algunos son bastante contradictorios. Da la sensación de que están dando palos de ciego, sin tener muy claro cómo actuar más allá de posibles hipótesis. Por otro lado, se han lanzado diversas teorías sobre el origen de esta pandemia. Nos hablaron del mercado de Wuhan y de animales con un nombre tan raro como pangolín. También se señaló con el dedo los experimentos al laboratorio de alta seguridad cercano a esa ciudad, e incluso hemos escuchado hipótesis de corte conspiranoica. ¿Pero y si todo va mucho más allá?¿Y si las enfermedades tienen un origen mucho más lejano? De todo esto nos habla Javier Sierra en El mensaje de Pandora, un libro que escribió de manera impulsiva durante el confinamiento. Se trata de una carta que una mujer, de origen griego, escribe a su sobrina Arys, en la que le habla de los orígenes de la vida, de antiguas civilizaciones, de viejas pandemias. Os aseguro que esta lectura ha sido mágica. Javier Sierra quiere compartir con los lectores una teoría nueva, respaldada por antiguos acontecimientos históricos, por fundamentos científicos y antropológicos, desplegando una serie de datos que me han resultado de lo más interesante. Pero hasta que os cuente mis impresiones sobre el libro, ahí va la entrevista.

Javier Sierra ©Asís G. Ayerbe
[Fuente: Planetadelibros.com;
 ©Asís G. Ayerbe]
M.G.- Javier, todos los lectores conocemos su obra pero de El mensaje de Pandora se especifica que es la más especial de todas. ¿Por qué?

Javier S.- Es la más especial porque su alumbramiento se ha producido de una manera muy particular. Este libro no estaba previsto. Al principio del confinamiento, no tenía ni una sola nota tomada para enfrentarme a este proyecto y, sin embargo, cuando nos arrolló esta circunstancia del coronavirus y nos vimos obligados a confinarnos internacionalmente, me di cuenta de que estábamos ante una situación histórica que debía ser interpretada. El caudal de información que nos estaba llegando a través de los medios de comunicación, no era suficiente para entender lo que nos estaba pasando. Hacía falta algo más. Se necesitaba perspectiva y esa perspectiva es la que me ha colocado frente a tres espejos, que son la ciencia, la historia y la mitología, que me han devuelto una imagen mucho más completa de lo que está pasando. He considerado que era importante transmitir cuanto antes, esa imagen al lector. Por eso he escrito un texto que sí es el más especial de todos cuantos he escrito y no solo por la velocidad -ha sido un texto que ha brotado de golpe-, sino también de alguna manera he querido mandarle un carta a los lectores. He querido utilizar el género epistolar, por ser el más directo de todos los géneros literarios y el que se utiliza solo cuando tienes algo muy importante que transmitir.

M.G.- Menciona usted la palabra "texto" y ahí quiero hacer hincapié porque este libro no es una novela al uso. No sé si es un ensayo, un cuento, una fábula. ¿Cómo lo podríamos definir?

J.S.- Diría que es una fábula epistolar en la que un personaje fabuloso manda una carta a Arys, una joven que está a punto de estrenar la mayoría de edad, por lo tanto se enfrenta con sus propios medios a la vida. Esta joven es, en realidad, una metáfora de lo que somos nosotros como sociedad. De alguna manera, en estas últimas décadas hemos vivido una especie de edad de la inocencia, nos hemos infantilizado, no hemos percibido ninguna amenaza global. Incluso del terrorismo hemos llegado a pensar que era algo local que afectaba a ciertas naciones pero claro, esto que estamos viviendo es distinto porque es una amenaza global, a la vez que personal, en donde todos tenemos un papel qué cumplir. Por lo tanto, he querido mostrar una sociedad en fase de maduración, al igual que lo está Arys. Enfrentarse a un drama es lo que te hace evolucionar.

M.G.- Nada más leer las primeras páginas, el lector encuentra un mensaje que a mí particularmente, me sobrecoge. Viene a decir que estamos a las puertas de una hecatombe. Lo que está pasando es el preludio del fin del mundo. Es algo bastante inquietante.

J.S.- Sí, claro pero tenemos que entender lo del fin del mundo desde una perspectiva socio-cultural. Estamos en un proceso de transformación. Evidentemente, la sociedad no va a ser la misma después del coronavirus, aunque los efectos no empecemos a notarlos verdaderamente hasta dentro de unos años. Va a haber cosas que han llegado para instalarse. Que esto haya sucedido en coincidencia con la expansión de las nuevas tecnologías de comunicación va a conseguir que, por ejemplo, el teletrabajo que ahora nos parece un debate de lo más interesante, se convierta en una vulgaridad dentro de unos años. El teletrabajo ha llegado para quedarse pero, además, va a implicar muchas otras cosas. No se trata de que tú te quedes en tu casa y cumplas con tus obligaciones laborales y familiares, de una manera más coordinada, sino que vas a poder elegir dónde quieres vivir. Y cuando hagas esa elección, vas a tener en cuenta que las pandemias se ceban principalmente en las ciudades. A lo mejor eliges irte a vivir al campo y como tú, otra mucha gente, lo que implica un retorno a esos pueblos que un día se vaciaron. Además, tus hijos han aprobado el curso escolar y han tenido relación con sus compañeros y profesores de manera más o menos ágil en estas extrañas circunstancias. Imagínate cómo será eso el año que viene, con mucha mejor tecnología,  o dentro de diez años. ¿Cómo le vas a decir a tu hijo en Sevilla que no va a poder estudiar una carrera en la Universidad de Cambridge? Si ni siquiera va a tener que salir de casa para hacerla. En fin, el cambio es brutal.

M.G.- De ese cambio hablaremos en un momento pero ahora me gustaría entrar en el meollo del libro. Si no lo he interpretado mal lo que se intenta narrar es el origen de la vida, explicar por qué hoy somos lo que somos y compartir una serie de teorías sobre el origen de esta pandemia que van más allá de ese mercado en Wuhan o del laboratorio de alta seguridad. 

J.S.- El hecho de que la mutación se haya producido en Wuhan en estas fechas, no es incompatible con la teoría sobre el origen primero de estos patógenos. Lo que intento hacer con mi historia es abrir el gran angular del lector, hacerle comprender que una aproximación antropocentrista, a lo mejor no nos lleva al origen del problema, sino que hay que ampliar la perspectiva para aceptar la teoría de la panspermia, que dice que esto del coronavirus lo hacen cometas, asteroides y meteoritos desde el origen de los tiempos, desde que el mundo es mundo hace cuatro mil quinientos millones de años y que estos no han dejado de sembrar esos microorganismos cada vez que uno de ellos estalla en nuestra atmósfera, se desintegra y deja caer el polvo cósmico "infectado" sobre la Tierra. La teoría de la panspermia me recordó inmediatamente al mito de Pandora. Este mito, formulado hace más de dos mil años, lo que nos viene a decir es que Zeus quiere vengarse del ser humano, porque ha recibido el fuego de manos de Prometeo, y le manda desde los cielos una caja herméticamente cerrada con todas las enfermedades. Cuando esta caja toca el suelo, al abrirse deja que todos esos males se escapen. Esa idea de un recipiente hermético que transmite desde los cielos la enfermedad me recordó la hipótesis de la panspermia. 

Además, visto desde esa perspectiva, la visión de la vida también cambia. La vida no es una casualidad local del planeta Tierra sino una infección cósmica.  Esta idea nos sitúa en otra posición que a mí me parece muy estimulante.



M.G.- Esa infección cósmica refuerza una idea que usted comenta en el libro, el hecho de que el contagio del coronavirus de persona a persona no es tan claro. Además, hay un caso muy concreto que me ha llamado poderosamente la atención, el contagio de los tripulantes del portaaviones Charles de Gaulle, cuando resulta que no tocó tierra [puedes leer la noticia aquí].

J.S.- Es un tema interesantísimo. La noticia saltó a la prensapero después la propia Marina francesa tampoco le ha dado un excesivo seguimiento, y sigue siendo una incógnita, cómo una tripulación de un portaviones, una comunidad cerrada en medio del océano durante los meses de la pandemia, de repente registra casos de contagio. Bueno, no es un debate nuevo. También explico en el libro que durante todo el siglo XX, con la irrupción de la virología, ha habido muchos debates sobre cómo se transmiten los virus y qué posibilidad hay de que haya mutaciones simultáneas de virus por culpa de agentes externos, como puedan ser los rayos cósmicos, que pudieran alterar las características biológicas de esos patógenos. Hay que estar abiertos. Sigue siendo un misterio cuál es el origen de todo esto. Donde hay un misterio es donde siempre pongo el foco. Los misterios me producen esa sensación de estímulo intelectual, esa necesidad de descubrir lo que permanece oculto.

M.G.- Leyendo el libro, el lector tiene la sensación de que no nos están contando toda la verdad. No sé si de manera intencionada o por un total desconocimiento.

J.S.- Creo que es más por desconocimiento. De todos modos, también es cierto que el ser humano suele ser muy acomodaticio. Cuando encuentra un discurso que le funciona, trata de mantenerlo a toda costa. A veces, ese discurso no incluye toda la verdad. Cuando te has acomodado tanto a un discurso que no quieres discutirlo, comentarlo o ampliarlo, lo transformas en dogma. Y el libro es también un canto contra los dogmas porque nos han causado muchos problemas a lo largo de la historia. Los dogmas fueron causa de muerte para muchos disidentes, por ejemplo, durante los tiempos de la Inquisición. Cualquiera que se alejara de la doctrina de la Iglesia corría el riesgo de ser juzgado y ejecutado. Pero esto sigue ocurriendo hoy, aunque no nos lo parezca. El dogma se ha instalado, por ejemplo, en las ideologías políticas porque hay quienes se han colocado en unas posiciones inamovibles. Cada uno tiene la verdad y no se prestan a discutirla, a matizarla, o a equilibrarla con otras. Por lo tanto, creo que estamos al borde una abismo político por culpa del dogmatismo, igual que se produjo un abismo religioso por culpa del dogmatismo en la Edad Media. Sobre este hecho también hago una advertencia, porque ese dogmatismo influye en las doctrinas científicas.

M.G.- Pues otra cuestión que me ha fascinado son las conexiones que usted urde y la creencia de antiguas civilizaciones en la influencia del espacio sobre lo que acontecía en la Tierra, como demuestran algunas inscripciones, monumentos y grabados que se han encontrado.

J.S.- Mi trabajo y mi vocación consiste en eso, en relacionar elementos que antes no se habían mirado pero que, de alguna manera, encajan y aportan algo nuevo. En el fondo, mi sistema de pensamiento y mi modo de trabajar es un poco vírico. Los virus buscan acoplarse a células para transformarlas como yo acoplo distintos elementos que ofrecen una visión de la realidad, cuanto menos sorprendente, y que te obligan a una reflexión profunda. Eso es lo verdaderamente interesante. El mensaje de Pandora busca abrir un debate y, sobre todo, despertar la curiosidad del lector.

M.G.- Pues lo consigue totalmente, yo he parado muchas veces la lectura para indagar un poco más en Internet. Por ejemplo, he buscado lo de la lluvia roja de Kerala. No me sonaba de nada este fenómeno que ocurrió en la India.[Escucha la noticia en Milenio 3]

J.S.- Eso es maravilloso. Además es un desafío para el narrador contemporáneo. De alguna manera, el lector moderno es el que tiene a su alcance más posibilidades de contraste de la Historia. El hecho de que tú hayas buscado en Internet las noticias que recogen la lluvia roja lo demuestra. Ya no vas a dar nada por supuesto. Si algo te llama mucho la atención, te vas a lanzar a buscarlo. Es más, estoy seguro de que cuando pase la pandemia, habrá muchos lectores que visitarán Gerona para ver el Beato del Apocalipsis, y lo van a encontrar. Y eso es lo bonito, cuando de repente, se rompe la barrera del papel, cuando el lector decide sumergirse en la historia para vivirla.

M.G.- Y otro punto que me parece interesante a tener en cuenta. En el libro se comenta que todo mal conlleva también un bien, que toda epidemia que ha sufrido la humanidad, ha supuesto también una evolución-revolución posterior. 

J.S.-  Si miramos en el espejo de la Historia lo que está ocurriendo, te das cuenta de que estamos ante un periodo de enormes cambios. Por eso decidí escribir este libro y dejé todo lo demás, porque fui consciente de que esto no es una crisis sanitaria sino una crisis de civilización. Con esa visión, me tuve que poner a trabajar y mi trabajo todavía no ha concluido. De alguna manera, los escritores nos debemos al momento en el que vivimos. Parte de nuestra labor consiste en interpretar nuestro tiempo.




Con mi generación de escritores, no quisiera que pasara lo mismo que ocurrió con la generación de Hemingway, de John Dos Passos, o de Steinbeck, que vivieron la gripe española de 1918 y no le dedicaron ni una sola línea. Fue así porque, en aquel tiempo, sufrir la enfermedad era algo vergonzante. No había sistemas de sanidad públicos. Al enfermo casi se le arrinconaba y se le repudiaba. Aquello tuvo un estigma social ta,l que los escritores sensibles del momento, ni siquiera se fijaron en aquel hecho. Creo que esto no va a pasar con mi generación pero, de todos modos, he querido dar un paso al frente porque tengo mi parte de responsabilidad. Ese es el motor que me ha impulsado a mandar esta carta.

M.G.- En este relato, todas las voces son femeninas. Salvo algún hombre que aparece momentáneamente, el resto de personajes son mujeres. Entiendo que hay una intencionalidad, ¿verdad?

J.S.- Sí, cierto. La elección ha sido muy meditada. Los tres personajes troncales de la novela son mujeres y cada una de ellas representa una edad. Hay una señora muy mayor, otra de mediana edad y la joven Arys. Para mí, son un reflejo de lo que, durante muchos milenios, fue la transmisión del conocimiento. 

Hay un libro de Irene Vallejo, El infinito en un junco, que me ha influido mucho estos últimos meses. Es un libro que habla de la historia de los libros. En él se cuenta que, antes de que existieran los libros, la transmisión de las historias dependía de las mujeres, de las que cosían, además. Por eso, todo lo que tiene que ver con los libros está igualmente relacionado con el coser. La trama, la urdimbre, el hilo son términos que están dentro del vocabulario de una novela. Aquello me hizo pensar mucho y me hizo darme cuenta que la transmisión de las grandes cosas que nos influyen en la vida, se hacen siempre a través de las mujeres, de la madre, o de la abuela. Quería que eso estuviera en este libro, así que ha sido una elección muy voluntaria.

M.G.- Aparte de todas las teorías científicas, de los datos antropológicos o históricos, este libro es mágico. En el final, el lector se va a encontrar con una sorpresa pues eso, cargado de magia.

J.S.- Sí, es verdad. Quería que fuera así. Me hubiera gustado escribir El Principito pero los tiempos no dan para escribir un Principito en estos momentos aunque sí algo parecido. Quería un texto que fuera accesible a todo tipo de lectores. Mi hija Sofía de once años, a la que está dedicado el libro, aunque esa dedicatoria tiene una doble lectura porque Sofía significa sabiduría, se ha leído por primera vez un libro de su padre y lo ha entendido. Le ha parecido interesante y le ha generado dudas. Desde ese punto de vista, en cuanto saqué el texto de la impresora, me di cuenta que tenía en las manos un libro especial. Tampoco quería que fuera un libro muy largo sino que se pudiera leer casi de un tirón, y tuvieras la visión panorámica, como quien atiende una conferencia reveladora, o está en una sobremesa fascinante. Vamos a ver si lo he conseguido. Eso ya lo dirán los lectores.

M.G.- Javier, ya le digo que yo he buscado mucha información a raíz de lo que se cuenta en el libro. Me parece que es un texto muy interesante. Tanto que he señalado muchas frases del libro. Una de ellas refleja con total nitidez lo que nos está pasando ahora, tras el confinamiento. Esa frase viene a decir que la solidaridad y la compasión se olvida cuando la amenaza desaparece, y regresa el individuo.

J.S.- Es algo que tiene que ver con el instinto de conservación. Cuando lo amenazado es la colmena, la colmena actúa como si fuera un solo insecto. Igual nos pasa a nosotros. Cuando lo amenazado es la sociedad, reaccionamos como si fuéramos un solo individuo y surgen enormes muestras de solidaridad, actuaciones inmediatas. Pero claro, cuando la amenaza pasa, el instinto de supervivencia se traslada al individuo, y vuelve el egoísmo. Sin embargo, lo peor de todo no es eso sino el regreso de circunstancias que van a empezar a aparecer, más pronto que tarde, como el aumento de la delincuencia. Es algo para lo que las autoridades políticas de todo el mundo se están preparando porque saben que esto es casi de manual que ocurra. También es cierto que terminará sofocándose, pero nos esperan unos tiempos inciertos y conviene no correr demasiados riesgos.

M.G.- Un detalle muy bonito del libro es que está ilustrado. Esto también estaba premeditado.

J.S.- Se me ocurrió porque soy lector de Julio Verne desde niño y he estudiado algo su vida. Verne trabajaba muy de cerca con un ilustrador de su editorial. Él le explicaba lo que quería en las imágenes, incluso a veces estas tenían como una segunda lectura, como si fuera un metatexto. Me moría de ganas de hacer algo así. Al escribir este libro, vi que sería bueno realzarlo con ilustraciones y que estas contuvieran en la parte de atrás una anotación, una reflexión, algo que complementara y diera otro giro de tuerca al lector. Entre mi editora y yo, concebimos la posibilidad de hacerlo así, y el resultado ha sido precioso. Estoy muy contento con lo que evocan estos dibujos.

M.G.- Están realizadas como a mano alzada, como a carboncillo, lo que le dan un toque muy entrañable.

J.S.- Sí, porque queríamos dar la impresión de que ha sido la tía de Arys la que ha hecho estos dibujos.

M.G.- Javier terminamos, ya pero no me resisto a preguntarle cómo está usted viviendo la situación con los rebrotes. ¿Qué cree que va a pasar en otoño?

J.S.- En estas cuestiones soy un poco pesimista y lo soy, no por lo que estamos viendo por todas partes, sino por lo que nos dice la Historia de cómo funciona esto. El último episodio pandémico global fue la gripe de 1918 y aquello duró dos años. Y no fue la peor. La peste negra duró década y pico. Por lo tanto, creo que tenemos que prepararnos para una propagación de las alertas. Y luego veremos las vacunas que también está todo por decidir. Habrá muchas vacunas, unas que no alcancen la dosis curativa necesaria, otras que tengan efectos secundarios,... Todo eso lo vamos a ver. Tenemos que estar preparados  porque esto no va estar resuelto de la noche a la mañana. El factor instantáneo, al que tanto nos gusta acudir en nuestros tiempos modernos, no es aplicable a la naturaleza, porque esta tiene sus ritmos. Igual dentro de dos años pasará lo mismo que pasó con la gripe española que terminó por diluirse. Es algo que también puede ocurrir.

M.G.- Pues sea como sea, espero que este problema mundial se ataje cuanto antes, o bien porque el virus se diluya, como dice usted, o porque encuentren la vacuna. Lo dejamos aquí, le agradezco que me haya atendido. Muchas gracias por escribir este libro tan interesante, y espero que pronto los lectores nos podamos volver a reunir con los autores.

J.S.- Lo estoy deseando. Muchas gracias a ti.



Sinopsis: El día que Arys cumplió dieciocho años recibió esta extraña carta. Le llegó desde Atenas envuelta en papel de estraza con el apremio de que debía leerla de inmediato. Escrita en circunstancias excepcionales, en ella su tía evoca el último viaje que hicieron juntas por el sur de Europa y le confía un secreto que llevaba eones guardándose: que los antiguos mitos esconden la clave para comprender el origen de la vida, las enfermedades e incluso nuestro futuro. 

Basándose en investigaciones de importantes científicos y premios Nobel, Javier Sierra ha escrito una fábula lúcida, deslumbrante, que expandirá nuestro punto de vista sobre las cuestiones que de verdad están llamadas a alterar el equilibro de nuestra civilización. 

Estamos ante un relato que es a la vez apasionante, tierno y oportuno. Uno que nos adentra de forma esperanzadora en la historia de nuestra civilización a través de sus cambios más críticos y que nos recuerda las soluciones que la humanidad siempre encontró para sortearlos. «Es la carta que todos necesitamos leer para ponernos en marcha, para no rendirnos ante la adversidad. Su mensaje está lleno de intriga, pero también de futuro», asegura Javier Sierra. 

El mensaje de Pandora encierra, en forma de novela, toda la sabiduría que la actual crisis nos puede reportar, ya que ofrece claves que hasta ahora nadie ha barajado y que no perderán actualidad, pues los personajes hablan de prosperidad, de florecimiento, de oportunidad, de vida. 




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