Sabéis que no suelo ser lectora de novela romántica. Aunque, en alguna ocasión me he asomado al género, no es habitual que figure entre mis lecturas. Sin embargo, a veces es bueno hacer concesiones porque te puedes llevar sorpresas muy agradables. Eso es lo que me ha ocurrido con No soy Lizzy Bennet, la última novela de José de la Rosa. Admito que no conocía a este autor sevillano que ya lleva andado un largo trecho. Quince son las novelas que lleva publicadas, entre auto-publicación y publicación convencional, con respaldo de editorial. Además, ha ganado un par de premios literarios. El último, el Premio Vergara, con este título sobre el que hemos conversado hace unos días.
No soy Lizzy Bennet es una historia bonita, muy bonita, en la que el amor es el epicentro, pero en la que también encontramos otros asuntos tratados con profundidad. Cuenta con personajes sólidos, llenos de claroscuros. No es una novela almibarada, no peca de exceso de dulzor, ni de protagonistas planos, que terminan rebozados en una felicidad inverosímil. Pero no quiero adelantar más detalles sobre la novela. Porque, antes de daros a conocer mis impresiones, quisiera presentaros al autor, a través de esta entrevista.
Marisa G.- José, te advierto que no soy lectora de romántica pero tu novela me ha gustado mucho.
José R.- Me alegro mucho, de verdad.
M.G.- ¿Y cómo que no te conocía? Si llevas quince novelas publicadas.
J.R.- Generalmente, los autores de novela romántica somos grandes desconocidos. Es una literatura que está muy prejuiciada. Es habitual pensar que son novelas fáciles, muy repetitivas, que muestran a una mujer sumisa, y que siempre acaban con final feliz, pero no siempre es así. La novela romántica se adapta a todos los tiempos porque lo que habla es del amor.
José R.- Me alegro mucho, de verdad.
M.G.- ¿Y cómo que no te conocía? Si llevas quince novelas publicadas.
J.R.- Generalmente, los autores de novela romántica somos grandes desconocidos. Es una literatura que está muy prejuiciada. Es habitual pensar que son novelas fáciles, muy repetitivas, que muestran a una mujer sumisa, y que siempre acaban con final feliz, pero no siempre es así. La novela romántica se adapta a todos los tiempos porque lo que habla es del amor.
Para que te hagas una idea, en España, las dos autoras que más venden en estos momentos, escriben novela romántica. Son Megan Maxwell y Elisabeth Benavent. Además, la novela romántica es el segundo género de ficción más vendido. Pero como te digo, los autores de romántica son muy desconocidos. En Sevilla, a mí no me conoce nadie.
M.G.- ¿Y todas esas novelas están publicadas por editorial o hay auto-edición?
J.R.- Algo más de la mitad están publicadas con editorial. Trabajo con Random House, con Harper Collins y con Urano. Con esta última, gané el Premio Titania, un premio de novela romántica que ellos promocionan. Pero, como vivo de escribir, el 40% de mi producción lo auto-publico. Es en la auto-publicación donde obtengo mayores ingresos. Con las editoriales, recibes adelantos y la liquidación, que se realiza una vez al año pero, de este modo, es complicado vivir. Con la auto-edición, al menos en novela romántica, a día de hoy se puede vivir.
M.G.- Formas parte de la Romance Writers of América. ¿De qué manera participas en esta asociación?
J.R.- Es una asociación que invita a inscribirse, a los escritores de novela romántica, para lo que hay que pagar una cuota, que no es poca cosa. Para ser miembro de la asociación, tienes que demostrar que tienes un número de ejemplares vendidos, que tienes una cantidad determinada en royalties anuales,... Pero es una asociación muy interesante porque es muy activa. Organizan muchos talleres, actividades, cursos. Lo que ocurre es que actualmente, está hecha unos zorros. En diciembre de 2019, se dio un caso de racismo. Una serie de autoras plantearon que la novela romántica tenía un único perfil de protagonistas, y que tenía que ser siempre de raza blanca. Claro, eso fue todo un escándalo. Tuvo que dimitir toda la Junta directiva. Pero bueno, aparte de eso, siempre organizan cosas interesantes, en todas partes del mundo, incluso en España.
M.G.- Sí que hay mucho prejuicio con respecto a este género. Pero hay que reconocer que, generalmente, la mayoría de autores que escriben romántica son chicas.
J.R.- Efectivamente. Aproximadamente, el 80% de escritores de novela romántica son mujeres, de igual modo que, aproximadamente el 90% de los lectores, son mujeres. Es un género eminentemente femenino. Aunque seguro que hay muchos hombres que no reconocen que son lectores de novela romántica.
M.G.- Eso seguro. Con No soy Lizzy Bennet ganas el Premio Vergara. Háblame un poco de este premio.
J.R.- Vergara es una editorial que, actualmente, pertenece al grupo Penguin Random House. Es una editorial muy importante en novela romántica. Dentro de mi estrategia como autor para obtener más visibilidad está el participar en premios. Tuve la suerte de ganar la décima edición con Lizzy. El perfil de novela que generalmente publica Vergara es un poco más tradicional que la mía, pero parece que a ellos les apetecía un cambio de aire. Porque esta novela es un poco diferente, dentro del canon de novela romántica.
M.G.- Yo creo que por eso me ha gustado tanto, porque es diferente y se aparta un poco de lo que se conoce tradicionalmente como novela romántica. No es la típica historia de chica conoce a chico, se enamoran y son felices para siempre.
J.R.- En todas mis novelas, intento tratar un tema en concreto y retratar el momento vital en el que estoy. En esta novela, quería tratar el tema de la rendición. La protagonista se da cuenta que tiene que dejar de correr, de marcarse objetivos. Entiende que es necesario pararse y disfrutar de las cosas que tiene a diario. Es necesario mentalizarse y disfrutar de lo que la vida te ha dado, de lo que tienes hoy.
M.G.- Es que siempre estamos pensando en el día de mañana, en vez de en el día de hoy.
J.R.- Exacto. Además, me apetecía también hacer un homenaje a Jane Austen, inspiradora de uno de los subgéneros de la novela romántica, como es la regencia. Sus libros fueron la antesala de lo que después ha sido la novela romántica, unas historias que plantean un conflicto amoroso con un final positivo, que no feliz. Porque son novelas que tienen un final que genera una sensación agradable y de bienestar al lector. Los protagonistas no tienen por qué casarse, ni quedarse juntos, basta con que los conflictos se resuelvan de manera positiva para el lector.
M.G.- ¿Pero tú piensas primero el tema y luego dibujas los personajes y la trama? ¿Cómo se construye la novela en tu cabeza?
J.R.- Con cada novela es distinto. La mayoría de las veces, la idea parte de un tema. En Gigoló, el amor tiene un precio, que ganó el Premio Titania, hablé sobre la necesidad de ser uno mismo. Pero Un lugar donde olvidarte nació a raíz de una conversación. Me invitaron a una boda a la que asistí por puro compromiso, y encima me sentaron en la mesa más extraña, donde coincidí con gente muy dispar, un matrimonio de ochenta años, un joven de veinte,... Todos estábamos descolgados porque no nos conocíamos. Se me sentó al lado una mujer encantadora, psiquiatra de profesión, pero ya jubilada. Claro, empiezas a soltar temas, hasta que encontramos uno muy interesante. Ella empezó a hablarme de su profesión. Me contó cosas fascinantes. Nos llevamos toda la noche hablando y escribí esa novela en dos semanas.
M.G.- Y Lizzy también se puede considerar una roadtrip porque los personajes emprenden un viaje, y van pasando por distintas localidades. No sé por qué me imaginé que la historia transcurría en Londres y alrededores, pero no.
J.R.- La novela se desarrolla en un país imaginario. Podría ser Estados Unidos pero la geografía está totalmente inventada. Cuando empecé a plantearme la novela, lo que quise trazar fue un viaje de la cabeza al corazón, de lo racional al sentimiento, y por eso es un viaje de norte a sur. El viaje funciona como metáfora. Lizzy emprende su viaje a través de una autopista, como ese camino que todos seguimos en la vida. Sin embargo, llega un momento en que ella toma una desviación hacia un sendero de arena amarilla, como el camino de las baldosas amarillas. A partir de ahí, entra en el mundo de las ilusiones, donde las cosas que ocurren no son verdaderamente reales. Además, se hará acompañar por cuatro personajes, como Dorothy,... Es decir, hay un viaje interior. Lizzy trazará un recorrido interno. Cuando llega a su destino, se habrá transformado en otra persona, capaz de enfrentarse a lo que le depara la vida. Pero el lector puede leer este libro como le apetezca. Habrá quienes solo quieran ver una novela romántica entretenida.
M.G.- Es decir que San Cayetano, que es el pueblo al que se dirige Lizzy y sus cuatro acompañantes, no existe.
J.R.- Pues no, no existe. Y si le puse nombre de santo fue para santificarlo de alguna manera. (Risas)
M.G.- Pues te ha quedado bonito, la verdad. Parece un sitio muy agradable.
J.R.- Bueno, todo es como una especie de alegoría al Mago de Oz.
M.G.- En esta novela hay amor, pero también hay un asesinato del que se va dando información muy poco a poco, y eso genera mucho suspense en el lector.
J.R.- Yo empecé escribiendo thrillers, en los que no había ni un solo beso, ni una sola relación amorosa. Era un género que me gustaba mucho, y mi primera novela la publiqué con Suma de Letras. Si aterricé en la novela romántica fue por pura casualidad. Empecé a trabajar en una editorial, y había que buscar una línea con la que se hiciera caja. Nosotros publicábamos guías, obras de teatro,... Pero investigando y analizando los informes de ventas, nos dimos cuenta que lo que daba dinero de verdad era el género romántico. Al final terminé cayendo yo mismo en ese género. Pero como el thriller me gusta, en todas mis novelas románticas siempre presento un misterio que hay que resolver.
M.G.- Es un novela coral pero los personajes que ostentan más protagonismo son Lizzy y John. ¿Cómo te han salido estos protagonistas?
J.R.- Lizzy es una mujer que ha intentado llevar hacia delante su vida, incluso en contra de los deseos de su familia. Nunca ha conseguido romper las expectativas que se tienen de ella. Su padre siempre ha querido que se dedicara a la banca y al derecho. A Lizzy le tienen que pasar cosas muy tremendas para romper definitivamente con su familia y hacer lo que quiere.
Y John es el contrapunto adecuado. Es un hombre que ha ido un paso más lejos. Después de una vida ejerciendo la profesión que quería su padre, ahora recorre el mundo con su furgoneta Rosemary. John lo ha dejado todo atrás y en lo único que piensa es en vivir todo aquello que la vida le depare. En ese punto vital, el amor puede llegar a revolucionar la vida de cualquiera. El amor no es algo que surge cuando le das a botón. El amor llega a tu vida, te cae encima, como al que le cae un cubo de agua, y generalmente, en el momento más inoportuno.
M.G.- Y luego tenemos al resto de personajes: Eve, Ana y Giacomo. No son meros secundarios, sino que tienen su parcela de protagonismo y su propia historia de amor.
J.R.- Pues sí. Al principio me planteé contar la historia de manera completa, empleando un narrador omnisciente. Pero estos personajes secundarios eran tan potentes.... Eve es esclava de su belleza. Todo el mundo la ha valorado siempre por su aspecto físico, porque es espectacular y despampanante. Se ha enamorado de un hombre que no ha visto nunca, y que solo la puede valorar por su interior. Por su parte, Ana ha hecho siempre lo que su padre ha querido. Ahora que ha fallecido, es hora de retomar las riendas de su vida e ir en busca de su destino. En cuanto a Giacomo, él es la representación del amor platónico. Es un hombre que lleva 50 años enamorado de una mujer, a la que solo ve una vez al año.
Estos personajes me han servido para proyectar el amor de Lizzy, pero salieron tan potentes, que llegaron a eclipsar a Lizzy en muchos momentos. Por eso, me decanté por un segundo narrador, con el que Lizzy habla de forma apelativa con Darcy, el hombre que causa su desgracia.
M.G.- A mí estos amores, todos, me han gustado muchísimo. Cada uno de los personajes tiene una historia preciosa. Pero que ahora hablas del segundo narrador, en la novela hay alternancia de capítulos y se puede leer como dos novelas distintas, ¿verdad?
J.R.- Sí. Se puede leer como novelas independientes. Mi editora me sugirió unas mejoras que me vinieron muy bien. Uno de los consejos que me dio fue ordenar de forma cronológica, las intervenciones de Lizzy y Darcy. Cuando yo presenté la novela al premio, todo eso estaba desordenado. Ese desorden provocaba más misterio en el lector, pero también más desconcierto y confusión. Creo que reordenar esa parte fue una decisión muy acertada porque la novela ha ganado en coherencia.
M.G.- Para ir terminando José. En tu cuenta de Pinterest has colgado fotos de actrices y modelos que encajan muy bien con la descripción de los personajes. Es una manera de poder ponerles cara.
J.R.- Eso lo llevo haciendo hace mucho tiempo. Recuerdo que en mis primeras novelas, me liaba con las descripciones físicas de los personajes. Si la protagonista era rubia con los ojos azules en la página veinte, le cambiaba el color de los ojos diez más páginas más adelante. Y cuarenta páginas más, se convertía en morena. Me liaba mucho porque, además, escribo más de una novela a la vez. Llega un momento en el que tengo tal cacao de personajes en la cabeza, que voy mezclando los personajes de una historia con la de otra. Para evitar que me siguiera pasando eso, me busqué una imagen por cada personaje, una foto de una actriz, de un modelo... que se pareciera al personaje que yo tenía en mi cabeza. Y voy colocando esas fotos en mi tablón de trabajo de tal modo que, cada vez que tengo que hablar de algún rasgo físico, miro la foto.
Además, cuando estoy en pleno proceso de escritura, no puedo leer ficción, porque se me suele pegar el tono. Así que sustituyo la lectura por la música. Me encanta escuchar música. Y cuando estoy escribiendo, suelo escuchar esas canciones que me ayudan a contextualizar la historia. Luego compongo una lista de Spotify. Son herramientas de trabajo que luego pongo a disposición de los lectores.
M.G.- Es material adicional que gusta mucho. Y hablando de lecturas, ¿qué sueles leer?
J.R.- Leo absolutamente de todo. Soy un devorador de libros. Ahora mismo estoy leyendo Ellos de Francine Du Plessix Gray, una novela maravillosa. No tengo ningún límite en cuanto a género. Incluso leo ensayo. Me considero lector antes que escritor.
M.G.- De acuerdo, José. Pero tú sigue escribiendo porque, a mí me ha gustado esta novela y creo que ha sido un estreno bastante agradable. Te seguiré bien la pista.
J.R.- Muchas gracias, Marisa.
Sinopsis: Llamarse Lizzy apellidándose Bennet fue una casualidad, pero esta anécdota ha marcado su vida desde niña, desde el momento en que decidió guiar su conducta por el código moral de la protagonista de Orgullo y prejuicio, la otra Lizzy Bennet: honor, libertad, coherencia.
Pero algo tuvo que salir muy mal, porque con treinta años recién cumplidos, esos tres principios se han volatilizado: la prensa la considera un monstruo, la policía la persigue, y ella no cree en nada que no sea atravesar el país y llegar a San Cayetano, la capital del sur, donde debe llevar a cabo su última misión antes de acabar entre rejas.
En medio de esta huida, un accidente de tráfico la hace coincidir con John, un tipo que le desagrada al instante, y a quien solo quiere quitarse de encima. Aunque esa tarea no será fácil. John está decidido a recuperar lo que es suyo, y para conseguirlo la perseguirá, si hace falta, hasta el final del mundo.
Así, Lizzy se embarca en una travesía por carretera a lo largo de un país mágico, con la policía pisándoles los talones y unos extraños compañeros de viaje: Eve, enamorada de un hombre al que no conoce; Giacomo, que como cada año desde hace cincuenta y tres va en busca de su amada para pasar juntos una sola noche a la luz de la luna; y Ana, que ha decidido retomar su vida donde la dejó casi cuatro décadas atrás. Y por supuesto John, pues lo que empieza siendo una cuestión de orgullo, derriba todos sus prejuicios hasta hacerla comprender qué es de verdad el amor.
Moteles de carretera, comunas nudistas, grupos de terapia, serrerías perdidas en el bosque y un destino incierto los aunará a todos bajo la magia de una canción, justo cuando sus vidas deben enfrentarse a su destino.
M.G.- ¿Pero tú piensas primero el tema y luego dibujas los personajes y la trama? ¿Cómo se construye la novela en tu cabeza?
J.R.- Con cada novela es distinto. La mayoría de las veces, la idea parte de un tema. En Gigoló, el amor tiene un precio, que ganó el Premio Titania, hablé sobre la necesidad de ser uno mismo. Pero Un lugar donde olvidarte nació a raíz de una conversación. Me invitaron a una boda a la que asistí por puro compromiso, y encima me sentaron en la mesa más extraña, donde coincidí con gente muy dispar, un matrimonio de ochenta años, un joven de veinte,... Todos estábamos descolgados porque no nos conocíamos. Se me sentó al lado una mujer encantadora, psiquiatra de profesión, pero ya jubilada. Claro, empiezas a soltar temas, hasta que encontramos uno muy interesante. Ella empezó a hablarme de su profesión. Me contó cosas fascinantes. Nos llevamos toda la noche hablando y escribí esa novela en dos semanas.
M.G.- Y Lizzy también se puede considerar una roadtrip porque los personajes emprenden un viaje, y van pasando por distintas localidades. No sé por qué me imaginé que la historia transcurría en Londres y alrededores, pero no.
J.R.- La novela se desarrolla en un país imaginario. Podría ser Estados Unidos pero la geografía está totalmente inventada. Cuando empecé a plantearme la novela, lo que quise trazar fue un viaje de la cabeza al corazón, de lo racional al sentimiento, y por eso es un viaje de norte a sur. El viaje funciona como metáfora. Lizzy emprende su viaje a través de una autopista, como ese camino que todos seguimos en la vida. Sin embargo, llega un momento en que ella toma una desviación hacia un sendero de arena amarilla, como el camino de las baldosas amarillas. A partir de ahí, entra en el mundo de las ilusiones, donde las cosas que ocurren no son verdaderamente reales. Además, se hará acompañar por cuatro personajes, como Dorothy,... Es decir, hay un viaje interior. Lizzy trazará un recorrido interno. Cuando llega a su destino, se habrá transformado en otra persona, capaz de enfrentarse a lo que le depara la vida. Pero el lector puede leer este libro como le apetezca. Habrá quienes solo quieran ver una novela romántica entretenida.
M.G.- Es decir que San Cayetano, que es el pueblo al que se dirige Lizzy y sus cuatro acompañantes, no existe.
J.R.- Pues no, no existe. Y si le puse nombre de santo fue para santificarlo de alguna manera. (Risas)
M.G.- Pues te ha quedado bonito, la verdad. Parece un sitio muy agradable.
J.R.- Bueno, todo es como una especie de alegoría al Mago de Oz.
M.G.- En esta novela hay amor, pero también hay un asesinato del que se va dando información muy poco a poco, y eso genera mucho suspense en el lector.
J.R.- Yo empecé escribiendo thrillers, en los que no había ni un solo beso, ni una sola relación amorosa. Era un género que me gustaba mucho, y mi primera novela la publiqué con Suma de Letras. Si aterricé en la novela romántica fue por pura casualidad. Empecé a trabajar en una editorial, y había que buscar una línea con la que se hiciera caja. Nosotros publicábamos guías, obras de teatro,... Pero investigando y analizando los informes de ventas, nos dimos cuenta que lo que daba dinero de verdad era el género romántico. Al final terminé cayendo yo mismo en ese género. Pero como el thriller me gusta, en todas mis novelas románticas siempre presento un misterio que hay que resolver.
M.G.- Es un novela coral pero los personajes que ostentan más protagonismo son Lizzy y John. ¿Cómo te han salido estos protagonistas?
J.R.- Lizzy es una mujer que ha intentado llevar hacia delante su vida, incluso en contra de los deseos de su familia. Nunca ha conseguido romper las expectativas que se tienen de ella. Su padre siempre ha querido que se dedicara a la banca y al derecho. A Lizzy le tienen que pasar cosas muy tremendas para romper definitivamente con su familia y hacer lo que quiere.
Y John es el contrapunto adecuado. Es un hombre que ha ido un paso más lejos. Después de una vida ejerciendo la profesión que quería su padre, ahora recorre el mundo con su furgoneta Rosemary. John lo ha dejado todo atrás y en lo único que piensa es en vivir todo aquello que la vida le depare. En ese punto vital, el amor puede llegar a revolucionar la vida de cualquiera. El amor no es algo que surge cuando le das a botón. El amor llega a tu vida, te cae encima, como al que le cae un cubo de agua, y generalmente, en el momento más inoportuno.
M.G.- Y luego tenemos al resto de personajes: Eve, Ana y Giacomo. No son meros secundarios, sino que tienen su parcela de protagonismo y su propia historia de amor.
J.R.- Pues sí. Al principio me planteé contar la historia de manera completa, empleando un narrador omnisciente. Pero estos personajes secundarios eran tan potentes.... Eve es esclava de su belleza. Todo el mundo la ha valorado siempre por su aspecto físico, porque es espectacular y despampanante. Se ha enamorado de un hombre que no ha visto nunca, y que solo la puede valorar por su interior. Por su parte, Ana ha hecho siempre lo que su padre ha querido. Ahora que ha fallecido, es hora de retomar las riendas de su vida e ir en busca de su destino. En cuanto a Giacomo, él es la representación del amor platónico. Es un hombre que lleva 50 años enamorado de una mujer, a la que solo ve una vez al año.
Estos personajes me han servido para proyectar el amor de Lizzy, pero salieron tan potentes, que llegaron a eclipsar a Lizzy en muchos momentos. Por eso, me decanté por un segundo narrador, con el que Lizzy habla de forma apelativa con Darcy, el hombre que causa su desgracia.
M.G.- A mí estos amores, todos, me han gustado muchísimo. Cada uno de los personajes tiene una historia preciosa. Pero que ahora hablas del segundo narrador, en la novela hay alternancia de capítulos y se puede leer como dos novelas distintas, ¿verdad?
J.R.- Sí. Se puede leer como novelas independientes. Mi editora me sugirió unas mejoras que me vinieron muy bien. Uno de los consejos que me dio fue ordenar de forma cronológica, las intervenciones de Lizzy y Darcy. Cuando yo presenté la novela al premio, todo eso estaba desordenado. Ese desorden provocaba más misterio en el lector, pero también más desconcierto y confusión. Creo que reordenar esa parte fue una decisión muy acertada porque la novela ha ganado en coherencia.
M.G.- Para ir terminando José. En tu cuenta de Pinterest has colgado fotos de actrices y modelos que encajan muy bien con la descripción de los personajes. Es una manera de poder ponerles cara.
J.R.- Eso lo llevo haciendo hace mucho tiempo. Recuerdo que en mis primeras novelas, me liaba con las descripciones físicas de los personajes. Si la protagonista era rubia con los ojos azules en la página veinte, le cambiaba el color de los ojos diez más páginas más adelante. Y cuarenta páginas más, se convertía en morena. Me liaba mucho porque, además, escribo más de una novela a la vez. Llega un momento en el que tengo tal cacao de personajes en la cabeza, que voy mezclando los personajes de una historia con la de otra. Para evitar que me siguiera pasando eso, me busqué una imagen por cada personaje, una foto de una actriz, de un modelo... que se pareciera al personaje que yo tenía en mi cabeza. Y voy colocando esas fotos en mi tablón de trabajo de tal modo que, cada vez que tengo que hablar de algún rasgo físico, miro la foto.
Además, cuando estoy en pleno proceso de escritura, no puedo leer ficción, porque se me suele pegar el tono. Así que sustituyo la lectura por la música. Me encanta escuchar música. Y cuando estoy escribiendo, suelo escuchar esas canciones que me ayudan a contextualizar la historia. Luego compongo una lista de Spotify. Son herramientas de trabajo que luego pongo a disposición de los lectores.
M.G.- Es material adicional que gusta mucho. Y hablando de lecturas, ¿qué sueles leer?
J.R.- Leo absolutamente de todo. Soy un devorador de libros. Ahora mismo estoy leyendo Ellos de Francine Du Plessix Gray, una novela maravillosa. No tengo ningún límite en cuanto a género. Incluso leo ensayo. Me considero lector antes que escritor.
M.G.- De acuerdo, José. Pero tú sigue escribiendo porque, a mí me ha gustado esta novela y creo que ha sido un estreno bastante agradable. Te seguiré bien la pista.
J.R.- Muchas gracias, Marisa.
Sinopsis: Llamarse Lizzy apellidándose Bennet fue una casualidad, pero esta anécdota ha marcado su vida desde niña, desde el momento en que decidió guiar su conducta por el código moral de la protagonista de Orgullo y prejuicio, la otra Lizzy Bennet: honor, libertad, coherencia.
Pero algo tuvo que salir muy mal, porque con treinta años recién cumplidos, esos tres principios se han volatilizado: la prensa la considera un monstruo, la policía la persigue, y ella no cree en nada que no sea atravesar el país y llegar a San Cayetano, la capital del sur, donde debe llevar a cabo su última misión antes de acabar entre rejas.
En medio de esta huida, un accidente de tráfico la hace coincidir con John, un tipo que le desagrada al instante, y a quien solo quiere quitarse de encima. Aunque esa tarea no será fácil. John está decidido a recuperar lo que es suyo, y para conseguirlo la perseguirá, si hace falta, hasta el final del mundo.
Así, Lizzy se embarca en una travesía por carretera a lo largo de un país mágico, con la policía pisándoles los talones y unos extraños compañeros de viaje: Eve, enamorada de un hombre al que no conoce; Giacomo, que como cada año desde hace cincuenta y tres va en busca de su amada para pasar juntos una sola noche a la luz de la luna; y Ana, que ha decidido retomar su vida donde la dejó casi cuatro décadas atrás. Y por supuesto John, pues lo que empieza siendo una cuestión de orgullo, derriba todos sus prejuicios hasta hacerla comprender qué es de verdad el amor.
Moteles de carretera, comunas nudistas, grupos de terapia, serrerías perdidas en el bosque y un destino incierto los aunará a todos bajo la magia de una canción, justo cuando sus vidas deben enfrentarse a su destino.