Autora
Nació en la Costa Este, creció en el Medio Oeste y vivió durante unos años en el Noroeste del Pacífico. Ha impartido clases de inglés en Corea del Sur, así como en la zona norte de Iraq y ha viajado a todos los continentes del mundo. Licenciada por la Iowa State University, en la actualidad vive en Chicago (Illinois). Hace unos años, Berg decidió investigar la genealogía familiar. Durante el proceso, encontró unas notas que se convirtieron en su primera novela, La operadora.
Sinopsis
Una fascinante novela sobre secretos, chismes y mentiras
A las operadoras de la centralita en Wooster, Ohio, les encanta escuchar las conversaciones de sus vecinos y ponerse a cotillear después. Vivian Dalton es una de ellas, aunque ya está un poco harta de oír trucos de maquillaje y recetas de cocina. Lo que quiere es algo gordo, algo excitante, como la existencia de espías en la ciudad o una infidelidad. Y su deseo por fin se cumple.
Betty Miller, una de las mujeres más ricas del pueblo, comenta con una amiga desconocida un secreto. Algo verdaderamente jugoso… que tiene que ver con ¡el marido de Vivian! Y lo peor de los pueblos pequeños es que un secreto lleva a otro.
Las cubiertas ejercen un ineludible poder de atracción. No puedo evitar dejarme arrastrar por portadas coloridas, vistosas, hermosas o inspiradoras. En mi defensa, diré que no soy la única a la que le ocurre esto. Y estoy convencida de que a muchos les atraerá la cubierta de La operadora. ¿Pero qué se esconde detrás de esa imagen tan evocadora?
La operadora narra la vida de Vivian Dalton, una mujer de mediana edad, casada hace dieciséis años con Edward, y madre de la joven adolescente Charlotte. Vivian trabaja como operadora en el Ohio Bell, la centralita de Wooster, un pequeño pueblo de Ohio. Aunque lo tiene prohibido, la tentación es demasiado fuerte y, tanto Vivian como el resto de sus compañeras, suelen escuchar las conversaciones ajenas. Y es que, en el pueblo nunca pasa nada emocionante. Vivian sueña con que ocurra algún suceso interesante, pero mientras ese acontecimiento llega, se entretiene observando a sus vecinos y escuchado los chismes y cotilleos de todas las familias de Wooster.
"Vivian te diría que tenía un conocimiento realmente agudo de la gente y de sus caracteres, y las escuchas en Bell no hacían más que mejorarlo. Podría decirte muchas cosas sobre determinadas situaciones solo basándose en unos pocos detalles". [pág. 15]
Lo que Vivian no espera es escuchar un terrible cotilleo que la atañe directamente a ella y a su familia. Se trata de una noticia tan sorprendente que le deja el cuerpo totalmente rígido "y los dedos se clavaron en la mesa hasta el punto de que se volvieron blancos. El corazón le empezó a latir desbocado en el pecho y se le secó la boca". Lo que escucha supone un auténtico escándalo para la pequeña sociedad de Wooster. Temiendo convertirse en el centro de las habladurías, Vivian decide tomar cartas en el asunto y, con la intención de adelantarse a las malas lenguas, opta por contratar a un detective privado que averigüe la verdad del chismorreo, aunque sin decirle nada a su marido y a su hija. ¿Qué cotilleo es ese que pone a Vivian tan nerviosa? ¿Qué terribles hechos va a descubrir? Bueno, eso y la aventura que corre Vivian en busca de la verdad, la tendréis que averiguar con la lectura.
En cualquier caso, La operadora cuenta con otro hilo narrativo que, en apariencia, no tiene nada que ver con la historia de Vivian. En la pequeña localidad de Wooster se ha cometido un atraco. Dos empleados del banco Wayne de Ahorro y Préstamos, Gilbert Odgen y Flora Parker, han robado doscientos cincuenta mil dólares y han huido, con el agravante de que Flora es una mujer casada. El banco es propiedad de los Millers, concretamente del patriarca, J. Ellis, una de las familias más influyentes de Wooster. A través de este segundo hilo conoceremos quienes son los atracadores, a dónde huyeron, y en qué medida afecta el robo al resto de las familias de la pequeña ciudad.
A grandes rasgos, estos son los dos núcleos narrativos de esta novela. Desde primer momento, la historia de Vivian me pareció mucho más interesante que la del atraco. Llegó un punto en el que todo lo relativo a Gilbert y a Flora no me aportaba absolutamente nada, pero me equivoqué. Gretchen Berg retrasa intencionadamente el desarrollo de ese hilo, y no libera información más exhaustiva y detallada hasta que las piezas empiezan a encajar. Son esos capítulos finales los que convierten esta novela que, a priori me parecía algo descafeinada, en una historia mucho más interesante, donde no solo hay chismes y cotilleos sino también oscuros secretos. Porque el pasado llama a la puerta de algunos personajes de esta historia, y saca a la luz aquello que ya creían olvidado, o lo que han intentado ocultar durante toda su vida.
La operadora plantea varias incógnitas, que quedan debidamente resueltas en el desenlace. No solo hay que esclarecer la veracidad del chisme sobre los Dalton, sino también quién es la persona que hace correr el rumor, con la intención de herir en lo más profundo a Vivian. Por otra parte, también hay que descubrir si la historia de Gilbert y Flora tiene que ver con un romance, con la idea de empezar una nueva vida juntos en otro lugar pero con el suficiente dinero para desaparecer de la faz de la tierra. De igual modo, ¿por qué la policía no consigue dar con el paradero de estos ladrones? Bueno, otro misterio más que esconde detrás alguna que otra sorpresa.
Pero, más allá de los hilos argumentales, algo que me ha gustado mucho en esta novela es el retrato que se hace de la pequeña sociedad de Wooster, donde todo el mundo se conoce, y todos conocen todo de todos. En esta ciudad, hay distintos barrios y distintos estratos sociales. Están las familias bien posicionadas, como los Millers, que viven en los Faroles, una zona residencial, en el norte de Wooster, donde residen los ricos. Y el resto, familias mucho más sencillas, viven en otras zonas más humildes y bajo la influencia de los poderosos. Esas familias, como la de los Dalton, no cuentan con tantas prebendas y privilegios, como ocupar los primeros bancos de la iglesia, un lugar reservado únicamente para aquellas familias que donan más de mil dólares a la capilla metodista Forest cada año. Así funciona la vida en Wooster, como en otros muchos rincones, con ricos y pobres, pero también con hombres y mujeres. El dibujo que se hace de la mujer de la época es sumamente interesante. Aunque Vivian trabaja fuera de casa, lo que le da autonomía e independencia, no deja ser una mujer y, por tanto, se espera de ella un comportamiento más bien sumiso con respecto a su marido. Las mujeres de Wooster, sean de la condición social que sean, deben estar siempre presentable, comportarse con decoro y jamás abrir la puerta de casa sin estar maquillada. Hay una frase que resume todo esto a la perfección: "Cuando las lágrimas empezaron a caer, se miró en el espejo retrovisor para comprobar si, al llorar, tenía un aspecto horrible. Probablemente tendría que trabajar aquella habilidad, la de tener un aspecto atractivo cuando lloraba".
En cuanto a los personajes, destaco dos de ellos. Por supuesto, en primer lugar, a Vivian Dalton. Es una mujer de treinta y ocho años, que no confía en la gente que lee libros -curiosamente su hija Charlotte es una gran lectora-, y como ella no lee nunca, -tan solo revistas de cine y moda-, desconoce el significado de muchas de las palabras que escucha a su alrededor o comete garrafales errores ortográficos. Humilde y sencilla, tiene una vida plácida, a la que tampoco le pide mucho. Quizá algo de emoción de vez en cuando, y parece que sus deseos son escuchados porque le va a tocar vivir una aventura sin precedente. Lo malo es que sus descubrimientos la harán sufrir y se sentirá engañada y estafada. Y también es una mujer que se jacta de conocer bien a la gente. Es observadora, y no solo es capaz de extraer valiosísimas conclusiones de las conversaciones que oye, sino que también averigua cosas de sus vecinos con tan solo mirar el carro de la compra.
Me gusta este personaje porque me parece humano, con sus deseos, anhelos, penas y alegrías. Aunque tanto ella como su marido trabajan, su economía es austera y no puede hacer grandes dispendios. Sin embargo, a veces se da un capricho, como si fuera un hábito saludable. Por eso, poco a poco, va ahorrando hasta tener el dinero suficiente para comprarse un sombrero, un complemento que la haga sentirse especial, distinguida. Vivian es muy parecida a muchas mujeres de nivel social medio-bajo, siempre sacrificada por los suyos. Es la imagen de una mujer que resulta cercana.
El otro personaje que quiero destacar es Betty Miller. Es la hija del alcalde de Wooster y del dueño del banco, J. Ellis, una mujer -y una familia-, "poderosa y molestamente influyente". Al contrario que Vivian, ella forma parte de una familia adinerada y, por tanto, reside en los Faroles. Tiene una vida de ensueño y su posición de poder le permite mirar a los demás por encima del otro. Es un personaje totalmente opuesto a Vivian. No solo a nivel económico-social, sino moral. Algo que me ha gustado mucho del personaje es su lucha interior. Acostumbra a malpensar de los demás, y recurre a pellizcarse la muñeca para apartar los malos pensamientos. Ella debe ser ejemplo para los demás, es una señora y como tal, debe tener un corazón caritativo y bondadoso. Pero, ¡ay! conocer la verdad sobre los Dalton es un chisme tan jugoso que le cuesta dejarlo correr.
"Cuando se comparaba, con su sofisticación y su modo de vida cuidadosamente refinado, siempre acababa por dar a la gente de Wooster el mejor ejemplo. Llegó a la conclusión de que, sencillamente, prefería que todo siguiera su camino, según sus deseos. La gente deseaba tener a Betty Miller a favor, y no en contra. Era así de sencillo". [pág. 41]
Bien, hasta aquí he hablado de lo que me ha gustado, pero admito que en La operadora hay algunas cosas que contrariaron. Para empezar, el inicio de la narración es algo confuso. Los hechos comienzan a sucederse sin demasiado definición. Aparecen algunos personajes de los que no se da suficiente información, para que podamos ubicarlos dentro de la trama. Por suerte, este un pequeño problema que se va solventando con el avance de la lectura.
Por otra parte, la traducción al castellano en los primeros capítulos descoloca mucho. Es como si faltaran palabras o frases. Os dejo un ejemplo:
"Decía que iba a misa a St. Mary, pero Myrtle y los niños McGinty pensaban que con toda seguridad, desde la comodidad del sillón de la sala de estar, le rezaba al santo patrón de Mi esposa y niños por fin han salido de casa". [pág. 30]
He transcrito el pasaje tal cual. ¿Es un problema de traducción, de edición, de maquetación? Por suerte, no se repite en ningún pasaje más del libro.
Lo que sí me ha incomodado algo más es la reiteración excesiva de los nombres. Hay pasajes en los que constantemente se hace referencia al personaje por su nombre de pila, en vez de ir alternándolo con un pronombre personal, o con alguna otra forma nominativa. A mí, el empleo de una palabra que se repite reiteradamente me entorpece la lectura y termina por resultarme cargante. Pero bueno, quizá para otros lectores esto sea un mal menor o simplemente no suponga ningún impedimento.
Escrito con un estilo refrescante, La operadora cuenta con cincuenta y dos capítulos más un epílogo. Hay una nota de la autora muy interesante en el que se nos indica que esta historia contiene trazas de realidad. Se habla de Wooster, y de los personajes reales y ficticios. Lugares y sucesos también forman parte de la historia familiar de la autora. Al igual que las recetas y los poemas que podemos encontrar salteando la narración, y que verdaderamente pertenecieron a la abuela de la autora. Igualmente, hay artículos periodísticos reales, extraídos del The Daily Record.
En cuanto a la ubicación temporal, la historia comienza en diciembre de 1952 pero la narración avanza y retrocede, a través de flashbacks que nos permiten conocer los detalles más importantes del pasado de los personajes. Como dije antes, el pasado llama a la puerta de los Dalton y de los Millers, y resulta necesario conocer el background de ambas familias.
Poco más os puedo contar, y os debo contar. Más allá de esos detalles que he mencionado, el balance de esta lectura ha resultado bastante positivo. Si al principio no terminaba de centrarme en la historia, y me parecía una trama con poco suspense y poca enjundia, lo cierto es que, al final, ambos hilos argumentales terminan por conectarse en cierto modo, para conducirnos a un desenlace de los que a mí me gustan, de esos que pone a todo el mundo donde realmente les corresponde.
Para los que les gusten las historias con toque vintage, La operadora puede ser una buena lectura. Y cuidado con lo que hablamos por teléfono. Nunca sabemos quién puede estar escuchando al otro lado.
- Mi prima Rachelde Daphne du Maurier
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