Año: 2020
Nacionalidad: España
Director: Bernabé Rico
Reparto: Juana Acosta, Kiti Mánver, Carlos Areces, José Sacristán, Daniel Grao, Eduardo Rejón
Género: Comedia
Sinopsis: A Sara le ofrecen comprar la casa perfecta: espaciosa, muy luminosa y extremadamente barata. Tan solo tiene un pequeño inconveniente: Lola, la octogenaria dueña actual, vivirá en ella hasta que muera. Aun así, Sara cree que es un buen negocio y decide comprar y esperar.
Miércoles. Vuelve a tocar una sesión de cine en este espacio. Y, de nuevo, me fijo en otra película que compite para los próximos premios Goya. Concretamente, está nominada por Mejor Dirección Novel (Bernabé Rico), Mejor Actriz Protagonista (Kiti Manver) y Mejor Actriz de Reparto (Juana Acosta).
Tenía muchísimas ganas de ver El inconveniente, un largometraje que me habían recomendado con ahínco, y cuánta razón. Es curioso que, de todas las películas que llevo vista estas semanas, y que optan a algún galardón en los Goya (un total de diez), las que menos me han gustado son las que precisamente están nominadas a Mejor Película. Bueno, me falta ver Sentimental de Cesc Gay, con Javier Cámara, Griselda Siciliani, Belén Cuesta y Alberto San Juan, de la que también me han hablado maravillas.
Basada en la obra de teatro de Juan Carlos Rubio, bajo el título 100 m2,y llevada a escena a través de las interpretaciones de María Luisa Merlo, Miriam Díaz-Aroca y Jorge Roelas, El inconveniente narra la relación entre Lola y Sara, dos mujeres que tiene más en común de lo que aparentemente se percibe.
Sara (Juana Acosta) es una ejecutiva de una empresa de seguros. Tiene 39 años y lleva ocho años casada con Daniel. Absorbidos por su trabajo, ambos andan de aquí para allá, más centrados en su faceta profesional que en su relación conyugal. Apenas se ven. A pesar de ser una mujer de éxito, hermosa e inteligente, algo falla en su vida. No está segura de seguir queriendo a Daniel y temiendo que algún día todo se vaya al traste, decide comprarse un piso. Ha encontrado una auténtica ganga, un piso de 100 metros cuadrados, en uno de los mejores barrios de Sevilla pero claro, el inmueble tiene un gran inconveniente. Su nombre es Lola.
Lola (Kiti Manver) es una septuagenaria que vive sola y desafía constantemente a la muerte. Con tres bypass, y aunque lo tiene prohibido, fuma como un carretero y bebe como un cosaco. Lola quiere vender su piso a un precio muy inferior a su valor, con la condición de poder vivir en él hasta el día de su muerte. Y Sara acepta. Total, ¿cuánto le puede quedar de vida a esa vieja? Con sus problemas de corazón y la vida que lleva, no le debe de quedar mucho.
Sara y Lola son la noche y el día. La primera es una mujer joven, con toda la vida por delante. Es práctica, vive volcada en su trabajo, siempre amarrada a los compromisos y al reloj. Seria y seca en el trato, le gusta hacer las cosas bien. Todo a su debido momento. Sin embargo, Lola es todo lo contrario. Encarrilando el final de su vida, la anciana viene de vuelta de todo. Sabe lo que es realmente importante en la vida y todo se la trae al fresco. De humor negrísimo, es excéntrica, disparatada, fuma hachís y dice que jamás friega los platos después de comer porque eso le parece terriblemente conservador. (Me encanta). Y aunque no se parecen en nada, en realidad se parecen mucho más de lo que parece. Y, lo que es más importante, se necesitan. Sara y Lola están solas. Juntas tejerán una relación, basada en la sinceridad, en la que nacen las confidencias, en la que surge el relato de los miedos que no se atreven a pronunciar. Lola ayudará a Sara en su búsqueda de lo que realmente quiere, mientras que Sara ayudará a Lola a enmendar los errores del pasado, porque siempre hay que poner en orden todo aquello que desbaratamos en el pasado.
Kiti Manver está maravillosa. Dejando de lado la estupenda caracterización -aunque roza los setenta le han dado un aire más avejentado-, la actriz se mete en el papel de Lola con suma facilidad. Ella sola es la que mantiene todo el argumento. Como dije antes, opta al premio como Mejor Actriz Protagonista, compitiendo con Candela Peña por La boda de Rosa, Amaia Aberasturi por Akelarre y Patricia López Arnaiz por Ane. A falta de ver esta última, para mí el papel de Manver en este largometraje sobresale muy por encima del de sus compañeras. Candela Peña está mucho mejor en Black Beach, donde ni siquiera está nominada.
Con respecto a Juana Acosta, me gusta la solemnidad que siempre otorga a sus personajes. Su papel de mujer actual, centradísima en el trabajo, pero con grandes carencias afectivas, está muy conseguido. Me ha sorprendido que esté nominada como Mejor Actriz de Reparto. Para mí su personaje es tan protagonista como el de Lola. Entre las dos actrices hay mucha química y, a pesar de la diferencia de edad, consiguen una conexión inquebrantable.
A este tándem se une una tercera pieza, Óscar Ramos. Es un tipo charlatán, torpe, con poco tacto, algo descortés y chistoso. Un tanto pusilánime y buscavidas, va de un trabajo a otro, sin encontrar su lugar. Pero también es un personaje solitario, con alguna herida de la infancia. Necesita tal desahogo que aprovecha cualquier circunstancia para contar su vida a los demás.
Ramos es el elemento desengrasante de esta historia, el que introduce las notas cómicas porque, aunque Lola se muestra siempre jocosa y divertida, guarda algún secreto en su interior, algún dolor añejo. El personaje es maravilloso, de esos a los que dan ganas de abrazar y hacerlo un amigo del alma. Con cada aparición, en los lugares más insospechados, despierta la risa del espectador.
Encarnado por Carlos Areces, con esos ojitos pequeños y esa redondez tan tierna, no puedo más que alabar su trabajo. No es un actor al que le haya prestado mucha atención en el pasado. Sus trabajos anteriores no me resultaron especialmente reseñables, salvo en la serie El pueblo. Si no la has visto, tienes que hacerlo ya. Y aquí hago un inciso. Nunca entenderé por qué series buenísimas, que a todo el mundo gusta, tienen tan poca trayectoria. Y luego nos tragamos unos tostones increíbles que durante años. Desde aquí hago un llamamiento al director, guionista, productor y demás miembros del equipo para rescatar esa serie que tantos buenos momentos me ha hecho pasar. Pero, volvieron a la interpretación de Areces, me ha gustado muchísimo y ha conseguido hacerme feliz.
En el apartado del reparto no puedo dejar de mencionar a José Sacristán, en un papel muy exiguo pero muy sólido. Es Sacristán.
El guion de El inconveniente, escrito para la película por Bernabé Rico y el propio autor de la idea original, Juan Carlos Rubio, me ha parecido brillante. Algunos espectadores hablan de situaciones poco creíbles. Vale, que Sara se compre un piso con un inquilino dentro no es algo muy habitual, pero tampoco lo es que los vampiros acudan a los institutos y ahí están los Cullen. Por otra parte, y en cierto modo, esta película tiene una ligera similitud con aquella otra dirigida por Marco Ferreri y Isidoro M. Ferry en 1959, El pisito. En aquel largometraje tan bueno, un personaje esperaba la muerte del dueño de un piso para quedarse con el inmueble. Solo en eso se parecen. Bueno, en lo que a mí respecta, ningún momento me ha chocado o chirriado, ninguna situación, ningún diálogo. Como digo, el guion me parecido muy ingenioso.
Con unas transiciones inteligentes entre escena y escena, la historia se construye sobre un equilibrio constante entre la comedia y el drama. Por cierto, la película está catalogada como comedia pero tiene momentos muy dramáticos en los que, a los más sensibles, se le puede escapar alguna lagrimilla. Pero tranquilidad, que no hay abuso.
Los hechos transcurren en Navidad y se sitúan en la ciudad de Sevilla. No son datos realmente importantes para una trama que, perfectamente, podría ubicarse en otro momento del año y en otra ciudad. Aunque he de decir que, como sevillana, me ha gustado reconocer los lugares, la calle exacta en la que se sitúa el piso de Lola, o el edificio que acoge la empresa de seguros donde trabaja Sara. Y hablando del piso, la casa es casi otro personaje protagonista, con esas paredes empapeladas con motivos florales, un balcón enorme con vistas al río Guadalquivir, un armario que sirve de refugio en los momentos de crisis o una cocina, donde la vida se cuece lenta. Qué importante son las cocinas de las casas, y cuántas cosas se cuentan Sara y Lola alrededor de un café y unos dulces.
El inconveniente es una película de contrastes. Dulce y emotiva a ratos, tiene momentos muy divertidos, desde cuyo prisma se abordan temas serios. Todo ello para llevarnos a un desenlace que nos regala un gran consejo: Siempre ahora.
Al margen de las nominaciones a los Goya, El inconveniente se llevó algunos premios en el Festival de Málaga. A mí me ha gustado mucho. La he disfrutado y me ha dejado un estupendo sabor de boca. La tenéis en plataforma.
Tráiler: