A principios de febrero, recibí un correo electrónico. Me hablaba de un libro autobiográfico, titulado Un nombre de guerrero. La información que se me facilitaba era la siguiente:
«En 2019, me quedé embarazada. Como tantas otras mujeres vivía mi embarazo con ilusión y anhelo, hasta que una mala noticia ensombreció las perspectivas. Es grave, se limitó a explicar la ginecóloga. Luché como pude mientras avanzaban las semanas. En cada visita médica observaba el ecógrafo, ansiosa por confirmar que el problema se había esfumado, esperando un final feliz. Los días se convirtieron en una carrera de obstáculos que fui sorteando, pero la semana 22 acechaba y teníamos que tomar una decisión.En aquellos momentos terribles busqué referencias, apoyo. Busqué y busqué. Necesitaba sentirme comprendida, verme reflejada en la experiencia de otras personas que hubieran atravesado algo parecido. Pero un pequeño hueco permanecía vacío, sin tratar, como una herida de la que nadie se preocupa o a la que nadie osa acercarse: las referencias al aborto terapéutico apenas existían. Es un gran tabú sobre la mujer».
La autora de aquel correo y de este libro es Laura Muñoz, una joven que actualmente reside en Sudáfrica. Hace casi dos años, tras quedar embarazada de su segundo hijo, le dieron una noticia terrible.El bebé que llevaba en su interior sufría un problema grave. El ecógrafo mostraba que tenía líquido en un pulmón. ¿Y ahora qué?
Laura cuenta en Un nombre de guerrero cómo vivió aquellos momentos, desde el instante de saberse embarazada, con la ilusión por estrenar, hasta esa visita al ginecólogo donde le dan la mala noticia. Nos cuenta cómo tuvo que enfrentarse a un periplo lleno de dudas, miedos, incertidumbre y una profunda tristeza, hasta tomar la peor decisión de su vida: interrumpir el embarazo.
Tras leer el libro, emotivo, conmovedor, desgarrador, he podido conversar con Laura.
Laura M.- Como en España, hemos tenido fases difíciles y periodos de confinamiento prolongados, que se han hecho muy duros.
M.G.- Pero ya habréis empezado con las vacunas.
L.M.- Ni siquiera se ha empezado. Es algo de lo que en España no se habla lo suficiente. Los países en desarrollo no tienen un plan de vacunación. No creo que la vacuna llegue aquí hasta 2022 o 2023.
M.G.- No lo sabía. Todo esto es muy complicado. Bueno, Laura, vamos a hablar de tu libro, de Un nombre de guerrero. Este libro es lo primero que te planteas escribir, ¿verdad? No hay ningún precedente.
L.M.- Es la primera novela que escribo. Un nombre de guerrero tiene intención literaria pero, en realidad, ni siquiera empezó como una novela. Inicialmente estaba en un momento muy doloroso, un momento de duelo, y tenía esa necesidad de escribir. No sabía muy bien qué estaba escribiendo, si un blog, o algo así. Pero me estaba viniendo muy bien combatir la desmemoria y grabar todo lo que me había ocurrido. Ese pequeño proyecto fue creciendo, me di cuenta que empezaba a usar recursos literarios, que el texto era más lírico, y un día entendí que estaba escribiendo una novela. Entonces, tuve que empezar desde el principio para reescribirlo todo. Ha sido un proceso enriquecedor. Estoy muy contenta con el resultado.
M.G.- Si tuvieras que hablarle a alguien sobre tu libro, ¿qué le dirías?
L.M.- Le diría que muchas veces la literatura nace de una herida, de un dolor que un ser humano lleva dentro y tiene la necesidad de sacar. Me encontraba en un momento en el que mi bebé había muerto. Sentí la necesidad de escribir sobre ello, y compartirlo con el mundo. Es un libro duro. No nos vamos a engañar. Pero está escrito desde el amor y desde la fuerza de vivir. No sé cómo lo habrás apreciado tú.
M.G.- El libro sobrecoge. No te voy a mentir. No soy madre y nunca he sentido esa llamada de la maternidad pero, indudablemente, el libro te llega. La historia cala profundamente. Y es muy fácil imaginarse la motivación, el porqué de este libro. Hablas de una necesidad de compartir, ¿es únicamente lo que te ha impulsado a escribirlo?
L.M.- Hay más de una intención. En primer lugar, me sirvió a mí misma. La escritura fue un proceso muy terapéutico para poder transitar mi duelo. Después había una intención de ayudar a otras personas que han pasado por lo mismo, de crear referencias. Este es un tema muy silenciado, del que apenas se habla nada. En la literatura apenas hay referentes. Bueno, acaba de salir hace poco la traducción al español de Tienes que mirar de Anna Starobinets, una novela que trata un tema parecido. Pero si no es por eso, casi no hay nada. Así que he querido que esta sea mi contribución. Sin embargo, no es un libro que vaya dirigido únicamente a personas que hayan pasado por esto. Como has dicho, mujeres que no son madre, que no han vivido nada similar, pueden empatizar con la trama, e interesarse por lo que va a pasar. Los sentimientos son universales. Por lo tanto, como autora, he tenido la intención de escribir un libro lo más bello posible, pero también es un homenaje a mi hijo. Si de paso sirve para que la gente sepa lo que es este duelo, habrá sido un gran logro.
M.G.- Al hilo de lo que comentas, tengo dos preguntas. Dado que el libro ha sido terapéutico, ¿sientes tu herida algo más cerrada?
L.M.- Completamente. Los procesos de duelo llevan su tiempo y, aunque parezca mentira, se completan. Hace casi dos años que a mí me dan esa mala noticia y es verdad que el tiempo ayuda a curar las heridas. Pero si no tratas esas heridas, aunque pase el tiempo, se pueden enquistar. En aquel momento, no sabía de qué forma explicar a la gente cómo me sentía. La escritura me sirvió para reconciliarme conmigo misma, para explorar mis propios sentimientos, para dejar constancia de todo por lo que he pasado. Estoy completamente segura de que si no llego a escribir este libro, no estaría donde estoy. No estaría en paz conmigo misma.
M.G.- La otra pregunta tiene que ver con el tipo de aborto que tú viviste. Cuando pensamos en aborto, lo primero que se nos viene a la mente es la interrupción del embarazo involuntario y espontáneo. Luego está esa otra circunstancia en la que la mujer decide, por el motivo que sea, no tener a ese hijo. Es una decisión propia. Pero nunca nos planteamos el caso que tú has vivido, el tener que interrumpir la gestación por causas médicas. ¿Por qué no se habla de esto?
L.M.- Eso mismo me pregunto yo. Puede haber varios factores. Como sociedad, puede ser que nos cueste más enfrentarnos al dolor y a la muerte. Muchas veces, las personas, con la mejor voluntad y con el mejor de los fines, te intentan animar. Pero en ese momento, en el que has perdido a un ser querido, no quieres animarte. Solo quieres que te escuchen, que estén a tu lado. Sé que hablar de esto no es lo más placentero del mundo pero es necesario. La vida y la muerte forman parte de un todo y no se entiende una sin la otra. Ayuda mucho tener a personas cerca y que entiendan por lo que estás pasando.
M.G.- ¿Existen asociaciones? ¿Hay algún tipo de ayuda institucional?
L.M.- Poco a poco los hospitales van tomando mayor consciencia. Es algo relativamente reciente. A raíz de haber escrito el libro, he descubierto todo un universo de asociaciones de duelo, la mayoría de ellas relacionadas más bien con el aborto involuntario. En España se ha creado este mismo año, una asociación de interrupción del embarazo por causas médicas. Todas ellas hacen una labor magnífica, de acompañamiento.
M.G.- ¿Y has conseguido hablar con otras mujeres que hayan pasado por lo mismo que tú?
L.M.- Sí. El libro lo han leído otras personas que han pasado por algo parecido porque contacté con asociaciones de duelo, con psicólogas. No sabía si el libro iba a remover en exceso, a las personas que han pasado por eso porque, desconoces en qué momento se encuentra esa persona. Pero he recibido testimonios muy conmovedores. Me han dicho que se han sentido muy acompañadas.
También han contactado conmigo desde hospitales en España y han incorporado el libro a sus bibliotecas. Y psicólogos perinatales creen que el libro va a hacer mucho bien. La recepción ha sido muy buena.
M.G.- He intentado ponerme en tu piel pero creo que hay que ser muy valiente para pasar por lo que tú has pasado y para enfrentarse a lo que tiene que pasar por tu mente cuando tú, como madre que siente esas pataditas de tu hijo en la barriga, tienes que tomar una decisión tan tremenda. ¿Eso cómo se hace?
L.M.- Es durísimo. Nadie está preparado para eso. No hay un manual y nadie tiene en ese momento las herramientas que puede necesitar. Un hijo, aunque no lo hayas visto ni lo hayas abrazado, es tu mayor anhelo. El vínculo se desarrolla antes de que exista ese contacto, desde el momento en el que es un embarazo deseado, y te cuidas para esa persona que va a llegar. Tener que tomar esa decisión es realmente terrible. Espero que con el libro se haya entendido el proceso, todas las etapas por las que hay que pasar, todas las ideas que pasan por la cabeza. Es un problema sin solución. Sabes que, hagas lo que hagas, va a estar mal. Y lo único a lo que te agarras es que no quieres que la vida de tu hijo sea una vida desgraciada y de dolor. Da igual lo que hagas. Pasarás por un duro trance. Al menos, es importante reconciliarte contigo misma y tener claro que la decisión que tomas es porque es la mejor. Ayuda también el acompañamiento de la familia.
M.G.- En tu caso concreto, tú ya tenías un niño pequeño y tenías que seguir con tu vida, atendiendo a tu otro hijo, tu casa, tu trabajo... En un caso como el tuyo, yo solo sentiría ganas de acostarme y no levantarme, pero tú tenías que seguir.
L.M.- Pero eso también me dio la vida. Mi hijo me reclamaba, quería que siguiéramos jugando. Eso me ayudó porque me hizo darme cuenta que a mi alrededor seguía habiendo mucha vida. Al final del libro, intento explicar que hay pequeños signos de esperanza. Incluso en ese momento, era capaz de apreciar un cielo azul maravilloso o sentir el calor de la persona que me abrazaba. A pesar de todo, yo quería seguir en esa vida, pero necesitas un tiempo para reconstituirte y poder enfrentar la vida con optimismo.
M.G.- Laura, soy una completa ignorante en estos temas. Entre que no soy madre y no he tenido un caso cercano como el tuyo, a mí lo que me dejó muy impresionada es saber que, en realidad, das a luz a tu hijo. Es decir, tú tienes que parir a tu hijo, sabiendo lo que sabes, que va a fallecer. Lo que me parece doblemente terrible. Yo creí que te hacían una cesárea.
L.M.- Sí, hay un parto. A partir de una determinada fecha, se puede parir y se recomienda parir. Es mejor para el cuerpo de la mujer pero es que, incluso, es mejor para el proceso de duelo. Tú no estás pasando por una intervención quirúrgica. Tú estás pariendo a tu hijo, que morirá, pero tienes que despedirte de esa persona porque es tu hijo. Entiendo que sea la parte del libro que puede chocar más, las más tremenda a nivel emocional, pero no me arrepiento para nada. Me queda el recuerdo de haber tenido a mi hijo en brazos. Es duro de explicar pero te puedo asegurar que lo haría mil veces, a pesar de todo lo que conlleva un parto.
M.G.- Efectivamente, después de parir, pides quedarte con tu hijo, tan pequeñito, en brazos. Si antes te hablaba de valentía, para mí eres una heroína, por enfrentarse a ese momento.
L.M.- Sé que a mucha gente puede sobrecoger la idea de abrazar a tu hijo, que no va a vivir, pero como te digo es algo que se recomienda. Date cuenta de que son los únicos recuerdos que yo puedo guardar. Los únicos que una madre puede tener con su hijo, esos minutos, ese par de horas. Es muy importante hacerlo porque queremos guardar un recuerdo de nuestros seres queridos. Es un momento muy duro, pero muy especial.
M.G.- Cuando te dan esa mala noticia, desconocías lo que le ocurría a tu hijo y empiezas a investigar. Siempre se dice que, cuando uno tiene un problema médico, lo último que debe hacer es mirar en Internet. Sin embargo, tú te lanzas a buscar todo tipo de información, que te ayudó muchísimo. Te aprendiste todo lo que había en relación al problema de tu hijo.
L.M.- Así es. Me rio cuando vas al médico y te dicen que no mires en Internet. ¡Es que yo quiero saberlo todo! Eso va con mi personalidad. Hay gente que prefiere hablar con otras personas y que le cuenten. En mi caso, yo quiero leerlo y aprendérmelo. Llegó un punto en el que el propio médico me dijo que creía era la que más sabía de este tema, en el mundo amateur. Soy así. Pero lo más importante es acudir a fuentes confiables. En este caso eran investigaciones médicas de universidades.
M.G.- A lo largo de todo el proceso, tenías a tu pareja apoyándote, a tus suegros y padres, aunque estaban lejos. Sin embargo, en el libro se percibe una sensación de soledad, como si, a pesar de todas las personas que te apoyan y te rodean, te sintieras sola porque eras tú, y no otra persona, la que estaba viviendo aquello en primera persona.
L.M.- Es así. Soy una persona muy arropada y mi marido es la persona que más quiero en este mundo. También soy una persona de convicción feminista y siempre he pensado que la crianza es algo compartido. En mi casa hay corresponsabilidad. Sin embargo, en esos momentos, también me doy cuenta que la que lleva el embarazo en mi vientre soy yo, la que ha sufrido los cambios hormonales y la que sufre las náuseas por la mañana soy yo. El principio del embarazo no deja de ser algo más conceptual para el hombre porque no se ven los cambios. Más adelante el padre verá cómo la tripa se abulta o puede sentir las pataditas del bebé. Posiblemente todo mi entorno estaba ahí y quería hablar conmigo pero yo, en mi burbuja, no dejé que nadie penetrara porque lo estaba sufriendo en mis propias carnes.
M.G.- Has comentado que algunos hospitales han incorporado el libro a sus bibliotecas pero, a nivel mediático, he leído que Samanta Villar ha hecho alguna alusión al libro, en redes sociales.
L.M.- Sí y le estoy muy agradecida. Cuando eres una autora independiente, lo más complicado es conseguir visibilidad. Existe mucha suspicacia en cuanto a un libro que ha sido autoeditado. Es muy importante que determinadas personas te acompañen y te ayuden con el boca a boca. Con Samanta Villar, tan comprometida con el tema de la maternidad, contacté y se leyó el libro. También Armando Bastida, enfermero conocidísimo, hizo un vídeo sobre el libro. Posiblemente vengan algunos más, que están en proceso de lectura. Igual te tengo que dar las gracias a ti.
M.G.- Bueno, estos testimonios hay que darlos a conocer. Son importantes. Pero tengo otra cuestión, Laura. Tú vives en Sudáfrica. Allí no hay sanidad pública. Y eso me hizo pensar que, en España, con recortes o sin recortes, tenemos una sanidad pública y acceso a una serie de servicios, que no existen en otros lugares. Por eso te viniste a España a terminar el proceso.
L.M.- Eso es así. Podemos y debemos señalar las carencias, y exigir que se mejore la sanidad pero aquí, tenemos la tranquilidad de saber que, independientemente de la enfermedad que padezcamos, se nos va a tratar, aunque el tratamiento sea muy caro. No somos conscientes de ello. En mi caso, cuando en su momento miro cuánto me va costar una UCI de neonato en Sudáfrica, suponía la bancarrota familiar.
M.G.- Es que no nos damos cuenta... Y Laura, ¿cómo te sientes ahora?
L.M.- Estoy bien. Como te decía antes, el proceso de duelo se completa. Eso no quiere decir que olvides. De hecho, desde que he publicado el libro, no sé cuántas veces he llorado. ¡Muchos días! Es inevitable. No lo olvidas y no lo quieres olvidar. Pero, al mismo tiempo, soy feliz. Tengo una familia maravillosa, me gusta mi trabajo,... Veo la vida con optimismo. Mi hijo seguirá para siempre en mis recuerdos. Me acompañará siempre. Pero, gracias por preguntar.
M.G.- Es lo menos. Quisiera saber algo y no sé si debo preguntarte... ¿lo que has vivido te ha provocado algún temor por volver a intentarlo? ¿Te has planteado volver a quedarte embarazada?
L.M.- No sabemos lo que la vida nos va a deparar. Lo que sí te digo es que, durante el primer año, después de la interrupción, yo tenía auténtica ansiedad ante el pensamiento de volver a quedarme embarazada. Ya no la tengo pero ya veremos.
M.G.- De acuerdo. Y tras escribir este libro de manera puntual, no sé si te han entrado ganas de seguir escribiendo.
L.M.- Está bien que me lo preguntes porque la verdad es que sí. Mucha gente se queda con la idea de que es un testimonio. Se pueden imaginar a una mamá en duelo que escribe un diario, una tarea igualmente loable y digna. Pero sí tuve una intención literaria. Ahora serán los lectores los que digan si la obra está a la altura. No sé cuándo podría ponerme porque tengo mi trabajo, mi familia, no será algo a lo que le pueda dedicar tiempo todos los días.
M.G.- Bueno Laura, pues aquí estoy por si te puedo ayudar. Me alegra haberte conocido y haber podido leerte.
L.M.- Gracias a ti, Marisa.
El libro lo puedes adquirir aquí.
[Foto cedida por la autora]
Sinopsis: Un nombre de guerrero nace del apremio de poner palabras a una historia mil veces repetida, pero inexplicablemente silenciada. Nos relata la batalla sin tregua de una mujer cuyo anhelado embarazo de pronto se complica. Una mujer obligada a emprender un viaje contrarreloj donde las dudas, la culpa y el miedo a la pérdida irreparable la empujan hacia adelante en busca de soluciones. Pero la huida tiene una fecha límite que se llama semana 22, esa última frontera en la que una madre deberá afrontar la decisión más difícil de su vida. Un nombre de guerrero nos revela una realidad profundamente triste, pero lo hace mostrando una ternura infinita, una energía visceral y unas ganas de vida que te envuelven, impidiéndote mantenerte al margen.