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BENITO OLMO: ❝Ha sido muy divertido mirar Frankfurt con ojos de escritor❞

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Benito Olmo reside actualmente en Frankfurt (Alemania). A muchísimos kilómetros de su Cádiz natal, de la Playa de la Caleta, y del mundo chirigotero, el autor de La maniobra de la tortuga y La tragedia del girasol, cambió la brisa marina por unas calles en las que, en invierno, la temperatura puede alcanzar los 10º bajo cero. Impresionado por una sociedad y una cultura tan distinta a la que él conocía, utilizó Frankfurt como escenario de su nueva novela, a la que ha titulado El Gran Rojo, y cuya cubierta nos arroja el skyline de la ciudad alemana.

Otro español como él, Ramón Mascarell será el protagonista de esta novela, punto de partida de una nueva saga. Mascarell es un investigador mediocre, al que le han encargado localizar a Gerard, un joven tras cuyos pasos andan tipos poderosos que no se andan con remilgos. Otro personaje más, la joven turca Ayla, trata de esclarecer la muerte de su hermano Samir. 

Marisa G.- Benito, ¿cómo te va por Frankfurt?

Benito O.- Pues me va bastante bien, de categoría. De hecho, este año, incluso con el corona, he tenido un montón de trabajo. Entre esta novela, el audiolibro que saqué con Wonderland, y unos talleres literarios que impartí, no me quejo.

M.G.- Estás a gusto allí, entonces.

B.O.- Sí. En realidad, estoy a gusto siempre en cualquier sitio donde me sienta querido y arropado. En Sevilla he vivido un par de años y estuve muy bien. En Madrid, también. Cádiz es que es mi casa. Y ahora mismo, Frankfurt, también la considero mi casa.

M.G.- Eso está bien. Oye, ¿y por qué esta novela y no otra entrega de Bianquetti?

B.O.- Lo pensé. Me planteé llevar a Bianquetti a Frankfurt, pero terminé muy cansado tras dos novelas con el mismo personaje. Han sido unos años muy pendiente de él, de todos los detalles, de que no se saliera de esos límites marcados y que lo caracterizan. Me apetecía hacer algo diferente y ya que cambié de ciudad, me decidí a crear un personaje nuevo, una saga nueva.

M.G.- Es decir, ¿esta es la primera entrega de una saga?

B.O.- Esa es la intención, escribir una saga con los protagonistas de esta, Ramón Mascarell y Ayla. Son unos personajes con los que estoy muy contento, y creo que merece la pena darles continuidad.

M.G.- El Gran Rojo me ha parecido una novela muy europea, más allá de que se ubique en Frankfurt. Mezclas drogas, negocios sucios, prostitución, traición, asesinato... Vamos, lo mejorcito de cada casa.

B.O.- (Risas) Exactamente. Frankfurt es muy europea. Dicen que es la ciudad menos alemana de Alemania. Más del cincuenta por ciento de la población son inmigrantes o descendientes de inmigrantes. En mi día a día, trato con gente de todas las nacionalidades, el que trabaja en el bar de enfrente de mi casa es turco, en mi clase de alemán hay coreanas, húngaros,... Trato también con polacos. Esa es la realidad de Frankfurt.

M.G.- Estamos ante una novela en el que se mezclan dos mundos: el de la gente con dinero y el de los pobres desgraciados. Eso es algo muy recurrente en tus libros.

B.O.- Es marca de la casa. En mis novelas aparece siempre la impunidad, la que te da el dinero, el poder y los contactos. Sabes tan bien como yo que a la cárcel va el pringao, el que no puede pagarse un abogado, una coartada, o el que no tiene buenos contactos. Los grandes criminales de este país viven como reyes. Con mis novelas no pretendo dar ni lecciones ni moralinas, pero esta es una realidad que yo siempre reflejo porque me jode, como imagino que le jode a todo el mundo.

M.G.- Muy injusto. Háblame de Mascarell. A mí me parece un superviviente, incluso en lo emocional. Es un personaje que arrastra mucha frustración. Él quería ser algo pero sus planes se truncaron. Y sufre de una constante acidez de estómago, fruto de que algo en su interior... 

B.O.- ...no va bien, sí. Mascarell es un perdedor, un tipo al que todo le sale al revés. Tiene una mala suerte, que empieza a ser legendaria. Llega a Frankfurt por amor y permanece en la ciudad por cabezonería. Trata de labrarse una reputación como detective, pero su prestigio cae en picado por el tipo de casos que acepta y la clase de clientes que tiene. Así es Mascarell, un superviviente, un optimista nato, un cínico,... Todo un personaje, como diríamos por aquí.

M.G.- La novela tiene dos narradores. Él cuenta su parte en primera persona. Me gusta la manera en la que has enfocado esa voz porque parece que él cuenta la historia pero como si estuviera hablando consigo mismo, como si el lector no existiera.

B.O.- Sí, y no hace más que repetirse consignas. La escritura de Mascarell fue muy intuitiva y muy callejera. Me fui a vivir a Frankfurt para escribir esta novela. Desde el primer día, escribir en presente me permitía plasmar en papel cualquier escena que acababa de ver, cualquier tipo peculiar con el que me cruzaba. Por todo eso está escrita en primera persona y en presente. Ha sido muy divertido mirar Frankfurt con ojos de escritor, conocer la ciudad a través de una novela. De hecho, no descarto cambiar de ciudad, de aquí a tres o cuatro años, y hacer lo mismo.

M.G.- Una manera interesante de hacer literatura.

B.O.- Sí, sí. No he pensado a qué ciudad me mudaría pero podría ser Manchester, Múnich, Roma,... Allí donde vaya, pretendo escribir un par de novelas o tres.

M.G.- Está guay. Bueno, Ayla es el otro personaje principal. Es una joven inmigrante que intenta esclarecer la muerte de su hermano Samir, amigo de Gerard. Antes has hablado de inmigración, y aquí la tenemos en forma de personajes.

B.O.- Como te digo, eso es Frankfurt. Desde el momento en el que descubrí la multiculturalidad de la ciudad, tuve claro que la trama de la novela debía ser llevada en volandas por los inmigrantes. También hay personajes alemanes, claro, pero la mayoría son inmigrantes porque esa es la realidad de la ciudad.

M.G.- Y de Ayla, ¿qué me cuentas? Es una chica que hace boxeo. Entiendo que lo practica como forma de defenderse de un entorno hostil. De entrada, porque es inmigrante.

B.O.- Ayla lo tiene todo en contra. Primero es adolescente. Está en esa edad tan complicada. Está sola porque su hermano acaba de morir y su padre tiene Alzheimer. Tiene que llevar dinero a casa. ¿Y cómo lo hace? Pues trapicheando con las drogas, con el menudeo. Ese es un mundo eminentemente masculino. Es un ámbito donde ella debe hacerse respetar. ¿Y de qué manera consigue que no se le suban a las barbas sus colegas masculinos? Pues siendo muy fuerte, echando mano de sus puños, sin permitir que nadie le chiste.

En cuanto a Samir, ella se ha impuesto la obligación de averiguar qué le ha ocurrido a su  hermano. Supuestamente, Samir ha muerto por sobredosis. Para la policía, él no es otra cosa que otro turno más muerto por un tema de drogas. Para ella hay algo más, y quiere saber qué es. Así que se pone a investigar. Ayla es otra superviviente más. Es un personaje que me gusta mucho y la tengo muy interiorizada. Me siento más identificada con ella, que empezó siendo uno muy secundario, que con el propio Mascarell.

M.G.- Pues aparte de ellos dos, hay un personaje, alemán además, que me ha gustado mucho. Me refiero a la señora Meyer. Creo que es una mujer que aporta mucho calor a una trama muy árida y muy gélida.

B.O.- La señora Meyer es la vecina de Ayla. Apenas la describo. Solo digo que es una señora mayor que huele a pan recién hecho. Creo que con solo esos dos detalles consigo que el lector empatice con ella. La señora Meyer decide ayudar a Ayla de una forma totalmente desinteresada, aunque luego nos damos cuenta que ella es una mujer que necesita compañía. 

M.G.- ¿Y del Gran Rojo? Ese personaje que da título a la novela...

B.O.- El Gran Rojo es la sombra que vive al abrigo de los rascacielos de Frankfurt. Se cuida de que nada ni nadie interfiera en sus negocios. Actúa con mano de hierro contra quien se atreve a inmiscuirse en sus asuntos. Pero no se sabe si es una persona, una organización,... La incógnita queda ahí. No sé si más adelante desvelaré algo.

M.G.- Frankfurt tiene mucho protagonismo. De la mano de los personajes recorremos todo tipo de barrios. ¿Qué es lo que más te impresionó de la ciudad?

B.O.- Me impresionó muchísimo el contraste tan grande. No sabía que Frankfurt tuviera un barrio rojo, muy sucio, muy maloliente,... Me sorprendió mucho porque llegué a él por puro accidente. Estaba dando una vuelta, viendo los rascacielos, haciendo fotos aquí y allá, y de pronto me vi allí metido. Es que está en medio de los rascacielos. Y en ese mismo barrio, están las narcosalas, esos establecimientos, colocados por el gobierno, para que los toxicómanos tengan un sitio donde inyectarse sus dosis, con unas condiciones mínimas de salubridad, con personal preparado por si se dan casos de sobredosis. Impresiona mucho ver ese barrio sórdido, con su fauna (entiéndeme), y en la calle de al lado los rascacielos, los Maserati por la carretera y los tipos enchaquetados. Es como si hubieran querido concentrar todos los vicios en el mismo sitio. 

M.G.- Las narcosalas me han llamado mucho la atención. Denota esa forma alemana de tratar ciertos  problemas. En España sería impensable algo así.

B.O.- Allí se conciben este tipo de cosas de una forma diferente. En España, un drogadicto es un apestado. Sin embargo, en Alemania, el toxicómano es un enfermo, y se le apoya muchísimo. Ellos tienen un problema gordísimo con las drogas. De todos modos, es una medida muy polémica porque hay mucha gente que no está de acuerdo que, con sus impuestos, se construyan espacios donde la gente se puede drogar. Pero gracias a estos servicios, las muertes por sobredosis se han reducido en un ochenta por ciento. 

M.G.- ¿La Schmerzhaus, la casa del dolor, existe de verdad?

B.O.- Existe una muy parecida a la que se describe en la novela. Hay gente a la que no le interesa dejarse ver por un narcosala, entonces se esconden en otros lugares para inyectarse, como en los narco-pisos que podemos tener en cualquier ciudad. 

M.G.- Ya... En un momento dado, Mascarell habla de las dificultades que tuvo para adaptarse a Frankfurt. ¿Son las mismas dificultades que tuviste tú?

B.O.- Sí, ha sido muy duro. Yo he vivido en muchos sitios y nunca me ha costado adaptarme. Sin embargo, Frankfurt es otra cosa. Aparte del idioma, las costumbres y la gente son muy distintas. Me costó adaptarme mucho más de lo que pensaba.  Escribir El Gran Rojo fue como un mecanismo de defensa. Estaba en Frankfurt, no conocía el idioma, cada vez que iba a una tienda nunca me entendían,... Era muy frustrante. Y toda esa frustración la volqué en Mascarell. Dejé que él sufriera también, para poder transmitir a los lectores cómo fue aquella adaptación.

M.G.- Pero, después de tanto tiempo allí, ya tendrás mucha más soltura, ¿no?

B.O.- ¿Sabes lo que pasa? Que cuando iba mejor, porque iba a una academia y conocí a gente, llegó el coronavirus y todo se fue a la mierda. Tuve que dejar de ir a la academia, al gimnasio, dejé de jugar al baloncesto con amigos,... y mi nivel bajó un poco. Pero bueno, ahí sigo con el idioma. Por lo menos ya me entero cuando me hablan, y me hago entender de aquella manera.

M.G.- La acción transcurre durante cinco largos días, con lo cual, durante una única jornada ocurren un montón de cosas. Lo compactas todo en muy poco tiempo.

B.O.- Mi idea de novela negra es esa. Tienen que pasar muchas cosas en poco tiempo. Cuando un lector quiere respuestas, si le metes paja, al final lo mareas. Por eso, en mis novelas pasan cosas. Tiene las páginas que tiene porque, en cada capítulo, ocurre algo, y cada secundario existe por un motivo. Intento que no sobre nada.

M.G.- Benito, el lunes empieza el rodaje de La maniobra de la tortuga. ¿Hay algo que nos puedas decir?

B.O.- Pues he querido quedar hoy con los actores pero están todos encerrados. Por el tema del Covid, van de casa al ensayo y del ensayo a casa. No quedan con nadie. El proyecto es muy ilusionante.

M.G.- Pero, ¿dónde es el rodaje?

B.O.- En Cádiz y en Sevilla. Las escenas de interior se van a rodar aquí, en Sevilla. El resto, en Cádiz.

M.G.- ¿Y tú has adaptado el guion? ¿Has ayudado en algo?

B.O.- Ayudo en lo que me piden. He asesorado en el guion y me han pedido opinión en muchas cuestiones, pero les he dado carta blanca. Les he dicho que mi novela no puede ser el límite, sino el punto de partida. El resultado final es un guion muy potente, en el que La maniobra de la tortuga es muy reconocible, aunque hay ciertas variaciones. Creo que va a quedar una grandísima película. Además, está detrás Movistar, Contracorriente, Canal Sur, TVE, y ahora ha entrado una productora argentina, con lo cual ya es una producción internacional. 

M.G.- ¿El año que viene la vemos?

B.O.- Sí, en mayo.

M.G.- ¿Y literariamente va a volver Bianquetti?

B.O.- A Bianquetti lo tengo en un cuaderno. La tercera novela está perfectamente planificada pero falta escribirla. Ya veremos porque estoy con Frankfurt en la cabeza y necesito darle rienda suelta. 

M.G.- Oye Benito, desde que empezaste hasta ahora, ¿cómo te ves? ¿Cómo te sientes?

B.O.- Todavía siento que estoy viviendo un sueño. Dejé mi trabajo en la policía portuaria para dedicarme a escribir exclusivamente y aquí sigo. Dicen que no hay más de cien escritores en España que se dediquen a escribir. Me siento un afortunado. No sé hasta cuándo durará pero, por mí, no será. Voy a seguir dándolo todo en cada novela, haciéndolo lo mejor posible. Es la única manera, que los lectores, cuando lean El Gran Rojo, o cualquier otra novela mía, se encuentren un trabajo lo mejor hecho posible, para que me sigan dando la oportunidad de seguir escribiendo.

M.G.- Pues yo siempre he disfrutado de tus novelas, así que ¡ánimo! Siempre pa'lante.

B.O.- Muchas gracias. 

Sinopsis: Un Fargo a la española ambientado en Frankfurt

Mascarell es el tipo al que recurres cuando no te queda otra salida. Acostumbrado a moverse por el barrio rojo, las narcosalas y algunos de los tugurios más apestosos de Frankfurt, su fama de resolutivo le ha proporcionado una sólida reputación como detective de casos perdidos. Sin embargo, un mal día se verá obligado a hacer frente a un encargo más extraño de lo habitual y demasiado bien remunerado para ser legal.

Su camino se cruzará con el de Ayla, una adolescente empeñada en averiguar la verdad tras la muerte de su hermano y en esclarecer los turbios asuntos en los que se vio envuelto antes de morir.

La investigación los llevará a rondar algunos de los lugares menos recomendables de la ciudad y los colocará en el punto de mira del Gran Rojo, la organización que habita a la sombra de los rascacielos y que no tiene piedad con quien se inmiscuye en sus negocios.


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