Nacionalidad: España
Director: Rodrigo Sorogoyen
Reparto: Marta Nieto, Jules Porier, Àlex Brendemühl, Anne Consigny, Frédéric Pierrot, Raúl Prieto, Álvaro Balas, Blanca Apilánez
Género: Drama
Sinopsis: Elena (Marta Nieto) perdió a su hijo Iván, de seis años, en una playa de Francia. Ahora Elena vive en esa playa y está empezando a salir de ese oscuro túnel donde ha permanecido anclada todo este tiempo... Secuela en formato largometraje del cortometraje homónimo del propio Sorogoyen.
Con un título que, al pronunciarlo, a uno se le llena la boca, Madre arranca de manera tan brutal que me quedé clavada en la silla. Elena es una joven divorciada. Con la tranquilidad que genera la ignorancia, llega un día a casa, acompañada por su madre. Vienen de hacer compras y conversan con naturalidad. Sin embargo, suena el móvil de la joven. La llamada procede del terminal de su exmarido Ramón, pero quien está al otro lado de la línea es Iván, su hijo de 6 años. Padre e hijo se habían marchado a pasar unos días juntos. Van en autocaravana y recorren el norte de España y parte del sur de Francia. El pequeño le dice a la madre que está solo, en una playa, que el padre ha ido un momento a la autocaravana pero que no ha regresado y ya hace tiempo que se fue. El niño está asustado porque ni sabe dónde está, ni sabe lo que le ha podido ocurrir a su padre. A la madre se le para el corazón, sintiendo que poco puede hacer, estando a tantos kilómetros de distancia. Mientras la abuela sigue al teléfono con el pequeño, Elena contacta con la policía, pero se choca contra la sinrazón de la burocracia. Si alguien puede ayudar al niño es ella, pero ¿cómo? Trata de tranquilizar al pequeño, sacarle algún tipo de información sobre el lugar en el que está, pero poco puede aportar. Algo ocurre, algo escucha la madre a través del teléfono. Una voz desconocida, en francés, una amenaza velada, un terror que sube por la garganta. La comunicación se corta. La madre, desquiciada y absolutamente fuera de sí, coge las llaves del coche y sale corriendo por la puerta. Fin del prólogo.
Diez años después, Elena trabaja en un restaurante francés, en la misma localidad donde su hijo desapareció. Sus días son anodinos. Trabaja, pasea por la playa y a veces se ve con su pareja, Joseba. De Iván, nunca más se supo. Sin embargo, en uno de esos paseos, la joven se fija en un adolescente de cabello rizado. Le llama la atención. El chico suele estar por la playa, con sus amigos, o haciendo surf. A partir de ese momento, no lo pierde de vista, lo contempla en la distancia y examina con minuciosidad cualquier gesto o rasgo del chico. No lo dice nunca, pero todos sabemos que por su cabeza se cruza un pensamiento. «Se parece a mi hijo. ¿Sera él?» Movida por ese vacío que la asfixia cada día, tratará de acercarse a él, para averiguar todo lo que pueda sobre el muchacho.
Madre narra la historia de una desesperación, de un lastre que hunde cada vez más. A una madre le pueden ocurrir cosas terribles. Una de ellas es perder a su hijo, sea de la forma que sea. Eso es lo que le ha pasado a Elena. Y desde entonces, sigue aferrada a la esperanza de recuperarlo algún día. Por eso mira, observa, escudriña, en busca de algo que le devuelva a Iván. Madre habla de curar heridas, de cerrar círculos y recomponer lo que estaba roto. Y en eso tiene mucho que ver Jean, el joven con el que Elena forja una amistad que llegará a extremos complicados de entender. Lo que une a Elena y a Jean solo ellos dos lo entienden.
Esta película abrió el Festival de Cine de Sevilla en 2019. Os garantizo que el inicio es de infarto. En ese momento, con la angustia instalada en mi garganta, viendo a esa madre deshecha y aterrorizada por la llamada de auxilio de su hijo, invadida por el miedo que el mismo espectador llega a sentir, me recriminé no haber visto la cinta antes. ¿Cómo era posible que hubiera dejado pasar tanto tiempo? Con aquel inicio, me esperé una película con, al menos, la mitad de intensidad que ese principio. No obstante, todo decae. Cae el ritmo y las sensaciones iniciales. Diez años después, la película avanza a paso más lento. En realidad, lo agradecí porque el corazón se me puso a mil en las primeras escenas. Pero, lamentablemente, y para mi gusto, el interés se hunde en un valle profundo. El largometraje se torna lento y perezoso. El núcleo de la película se centra exclusivamente en la relación entre Elena y Jean, se queda estancada ahí, sin que se produzcan prácticamente avances. Ella se embelesa contemplando al joven, conversando con él, viviendo una ilusión. Él se siente atraído por la fascinación que despierta en una mujer adulta, se siente centro de atención de una mujer hermosa. Tan solo en algún momento, todo se acelera de nuevo, momentáneamente. Un giro allí, otro pequeño allá, hasta llegar a un desenlace que transita con sosiego, y que supone la curación de las heridas de la madre.
¿Me ha gustado? Sí, pero, con un inicio tan prometedor, esperaba mucho más. Para no mentir, me he ido desinflando con el paso del metraje. Lo que ocurre es que las primeras escenas son tan tremendas, que eso ha solapado mis impresiones posteriores. Quizá me hubiera gustado saber qué pasó realmente aquel día.¿Por qué el padre se demoró tanto en la caravana y tardó en regresar? ¿Por qué dejó solo al niño? ¿De quién era la voz que la madre oye al otro lado del teléfono? Si hubo una investigación por la desaparición del niño, no lo sabremos, como tampoco tendremos respuestas a estas preguntas. El pilar de la película es el dolor y la esperanza de la madre.
En cuanto al reparto, hay que admitir lo que es justo. Marta Nieto no es una actriz que me guste. No recuerdo algún otro trabajo previo que me haya parecido significativo. Sin embargo, jamás la olvidaré en el papel de Elena. Está soberbia en esas secuencias iniciales, y en algunas otras más, en las que sacará toda su furia y su rabia. Y es que a Elena la llaman la loca de la playa. Todo el mundo conoce su historia y la miran con compasión. Me ha impresionado. Se come la cámara, la pantalla, al espectador, y todo ese mar, en el que ella se pierde con la mirada, cuando la nostalgia la invade. Solo por ver cómo actúa en esos instantes, la película ya merece la pena. Por su trabajo, le otorgaron el premio a Mejor Actriz, tanto en los Premios Forqué como en el Festival de Cine de Sevilla (2019).
Del resto del elenco, no puedo decir mucho más. Jules Porier, como Jean, y Alex Brendemühl, como Joseba, me han dicho bien poco. De hecho, Porier me irrita y no me resulta muy creíble su papel. Brendemühl, como compañero de Elena, está algo desaprovechado.
La dirección también es sobresaliente. En esos primeros minutos, la cámara se va acercando sigilosamente hasta completar un primer plano de Elena en el momento más álgido de su desesperación. Posteriormente, hay otra aproximación al personaje, mientras esta va paseando por la playa. No sé explicarlo bien, pero esas aproximaciones, ejecutadas con planos secuencias, me ponen la piel de gallina.
La fotografía es preciosa. Las tomas de la playa, de los bosques,... son hermosas.
Madre es un drama íntimo, doloroso, personal, que va languideciendo poco a poco, perdiendo toda esa fuerza que derrochó en los primeros minutos. Al margen de que me ha parecido bastante larga -dos horas de metraje-, hay demasiados silencios. Bajo mi punto de vista, le falta algo más de agitación. En cualquier caso, como me quedé tan pillada con el inicio, sí la recomendaría.
Por cierto, que existe un corto homónimo previo, del mismo director, y que no he visto. Bueno, que pensaba que no he visto porque resulta ser esos primeros instantes brutales de esta película, sobre los que he estado insistiendo.
Tráiler: Puedes adquirirla aquí: