Conocí a Elísabet Benavent cuando el mundo de Valeria, protagonista de sus primeros libros, revolucionó el suyo propio. Aquello fue por 2012 o 2013 y, desde entonces, la autora levantina ha publicado una veintena de libros, que se dice pronto. Lleva a cuestas una tetralogía, cuatro bilogías, una trilogía, y un porrón de libros independientes. No queda ahí la cosa. El mundo de la televisión también llamó a su puerta y gracias a esa llamada, los que leíamos y leemos a Benavent, pudimos ver a Valeria y sus amigas en formato audiovisual. Y suma y sigue, porque la cosa rueda y rueda. Valeria vuelve a la televisión con una segunda temporada. También verá la luz Fuimos canciones, serie basada en la bilogía Canciones. Y, lo último de lo último, le ocurrirá lo mismo a Un cuento perfecto. Mientras tanto, Benavent, asentada en una máquina que no deja de rodar, sigue escribiendo novelas, comedidas románticas, llenas de amor, relaciones complicadas, sueños e ilusiones. Recientemente acaba de publicar la última, titulada El arte de engañar al karma, una novela que se adentra en el mundo del arte, a través de dos personajes muy contradictorios. Por un lado, tenemos a Mikel, un pintor muy famoso, y Catalina, una joven que sueña con ser actriz pero que, tras encontrar unos cuadros en casa de su tía fallecida, se verá envuelta en una historia de enredos y tendrá que hacerse pasar por una pintora en ciernes.
Hablamos con Elísabet Benavent.
Elísabet B.- Sí, sí, así es. Estoy muy contenta con este salto a lo audiovisual porque es un mercado que no conocía desde dentro. Es un ámbito muy interesante que me ha generado muchísima curiosidad. Ahora que estamos preparando la segunda temporada de Valeria, y formando parte del equipo como productora ejecutiva, he tenido la oportunidad de ver este mundo desde dentro, y es totalmente increíble. Es una maquinaria impresionante.
M.G.- Sé que vas a estar más implicada en esta segunda temporada porque, en la primera vimos que la serie se apartaba un tanto de los libros, ¿no?
E.B.- Sí, aquello fue una decisión creativa por parte del equipo de guion de la primera temporada. El equipo que está trabajando en la segunda temporada tiene el propósito de acercarse mucho más a los libros. Al menos tenemos la intención de volver al origen.
M.G.- Estupendo. En cuando a tu nuevo libro, El arte de engañar al karma, cuenta la historia de Mikel y Catalina. Esta última es una chica que intenta hacer sus pinitos en el mundo de la interpretación y no le sale bien. Sin embargo, ahora tendrá que hacer el mejor papel de su vida.
E.B.- Sí, le toca hacer un papelón. Ella que estaba buscando un papel que la lanzara al estrellato y ahora se encuentra con que tiene que interpretar a una gran pintora. Y si todo sale bien, y nadie se entera de que está actuando, puede cambiar su suerte totalmente.
M.G.- ¿De dónde te viene la inspiración para construir estas historias?
E.B.- De cualquier parte. Puede surgir a raíz de una canción, de un comentario, de algo que te cuenta alguien. En este caso, la idea para la novela surgió de mi propia necesidad de acercarme de nuevo al mundo del arte, que es algo que me apasiona. Lo tenía muy abandonado por lo que tú sabes, las obligaciones del día a día, el ritmo de trabajo que te obliga a dejar de lado lo que te encanta. Llevaba varios libros dándole vueltas al tema. De hecho, uno de los personajes de Toda la verdad de mis mentiras trabajaba en una galería de arte. Como quería volver a reconciliarme con el arte contemporáneo, esta novela nace de ese deseo.
M.G.- Tus libros son siempre comedias románticas, muy fresquitas y muy agradables de leer pero, ¿hay diferencias entre unas y otras? ¿Procuras que se alejen unas de otras?
E.B.- Intento que cada uno de mis libros tenga su propio espíritu y que los personajes tengan su propia voz. Esto último es lo que me resulta más difícil de conseguir y es a lo que dedico más tiempo. Procuro que cada personaje tenga sus propios giros, su tono. Al final, no deja de ser comedia romántica, pero mi reto es reinventarme en cada nuevo proyecto.
M.G.- Catalina, una de las protagonistas, es esta chica que quiere ser actriz pero que se ve envuelta en un lío. Es una chica muy natural que lo único que le pide a la vida es trabajo y enamorarse. Tampoco es pedir tanto, ¿no?
E.B.- No, no, para nada. Incluso el tema de enamorarse lo pide desde un punto de vista muy ingenuo. Es que ella se plantea que si lo demás se enamoran, ¿por qué yo no? ¿Qué me estoy perdiendo? Siempre me dio mucha ternura esa parte de Catalina. Aunque tiene grandes sueños, de convertirse en una gran actriz, en realidad su felicidad es muy baratita. Solo quiere un poquito más de suerte.
E.B.- La madre de Catalina es un personaje que me reconfortó mucho. Por una parte, tiene un poco de las mujeres de mi familia, aunque son menos hippies y menos modernas que ella. Son mujeres que cuentan con la voz de la experiencia y saben que nadie escarmienta por cabeza ajena. Por eso, te empujan a que vivas las cosas en propia piel y te animan a dar pasos. Al final, hemos venido a jugar.
M.G.- Mikel es el otro personaje principal, un famoso pintor. Siempre te salen unos personajes masculinos muy cañón. ¿Cómo te inspiras para construirlos? No sé si te dedicas a ver fotos de actores, de modelos,... ¿Cómo lo haces?
E.B.- En este caso, no. Mikel no tiene inspiración real. Tomo de allí y de allá. Lo que sí quería es que fuera un artista un poco atípico. No quería que se pareciera a lo que generalmente vemos en los artistas, que son tan pasionales, muy entregados al arte, un poco ciclotímicos. Quería a un tío muy cuadriculado, que se acercara al arte de una manera muy cerebral para enseñar otro tipo de artista. Prefería navegar por la otra parte del arte. A partir de ahí, el propio personaje se fue construyendo a sí mismo porque esto de escribir, y lo he dicho muchas veces, nos convierte en una especie de médiums. Son los propios personajes los que te van dictando por dónde tienes que ir.
M.G.- Son dos personajes muy distintos pero hay mucha química entre ellos. Sus diálogos están llenos de picaresca, mucha ironía. Son un ejemplo de que los polos opuestos se atraen.
E.B.- Sí, se crea una cosa muy bonita entre ellos. Es como una especie de reciprocidad. No son tanto dos personas diferentes que se complementan, sino que son cien por cien ellos mismos y, aunque no necesitan al otro, se buscan. Y lo hacen porque de alguna manera uno despierta en el otro una parte escondida, y que salta cuando está con el otro. Uno motiva al otro, se incentivan. Juntos crean un "nosotros" que es diferente al "tú" y al "yo".
M.G.- No recuerdo si es algo habitual en tus novelas que los personajes reflexionen y se dirijan al lector, integrándolos en la historia. Catalina y Mikel nos lanzan preguntas.
E.B.- No es algo que hiciera habitualmente. En esta sí lo he hecho de manera más consciente porque me apetecía que Catalina y Mikel rompieran esa cuarta pared e hicieran al lector mucho más partícipe de la historia.
M.G.- El sexo no falta nunca en tus novelas. Pero tengo la impresión de que, con cada novela, el sexo es mucho más maduro y bastante menos explosivo. Quizá se deba a la madurez de la propia autora.
E.B.- Se van cumpliendo años y no en balde. Por otra parte, ahora mismo me pienso muchísimo las escenas de sexo. Quiero que siempre estén justificadas. No se trata de incluir escenas de sexo de manera gratuita. Cada vez son más comedidas y más realistas. Es lo que busco últimamente.
M.G.- Oye Elísabet, y estos conocimientos de pintura que tú demuestras en esta novela, ¿procede de información que ya tenías o de documentación?
E.B.- Es un fifty-fifty. En su día estudié un máster de arte porque me quería dedicar a la comunicación de arte, pero vino la crisis y mi gozo en un pozo. El arte es una de mis pasiones. Más en teoría porque en práctica no estoy muy ducha. De todos modos, esta novela me ha permitido zambullirme en los manuales de los cursos que hice, he comprado un montón de biografía sobre el carácter artístico y la creatividad, y he vuelto a repasar toda la Historia del Arte.
M.G.- Es una novela post-covid porque la acción se desarrolla cuando toda esta pesadilla ha quedado muy atrás.
E.B.- La novela hace referencia a la pandemia como me gustaría que hiciéramos referencia todos nosotros, dentro de un par de años, como algo superado. Es un futuro utópico pero espero que cercano, en el que nos olvidemos de las mascarillas, de los aforos limitados, y de la distancia de seguridad. Como ahora echamos tanto de menos todo lo que teníamos, esta novela también sirve para reencontrarnos con todo aquello.
M.G.- ¿Y la escribiste durante el confinamiento?
E.B.- No pude escribir nada en esos meses. Me resultó imposible. Sé que fue una situación que se prometía ideal para escribir, por aquello de estar encerrada en casa, sin otra cosa que hacer. Pero el periodo de confinamiento no fue nada bueno para mi creatividad. Es algo que he comentado mucho con otros compañeros y parece que a casi todos nos pasó lo mismo. Nos resultó muy complicado escribir porque la realidad exigía mucha atención como para centrarse en inventar un mundo paralelo. Al final, todos nos escapamos a los libros pre-pandémicos que otros habían escrito.
M.G.- Recuerdo aquellas primeras entrevistas en las que tú me decías que tu ropa de trabajo eran los pijamas, que tenías un montón. Leyendo la novela, y viendo esas referencias al virus, empecé a pensar que, durante los meses de confinamiento todos habíamos sido un poco Elísabet Benavent, trabajando en pijama.
E.B.- (Risas) Pues fíjate que no. En aquellos meses me obligué a levantarme, a vestirme todos los días de calle, a ponerme zapatos y a maquillarme. El ánimo hacía aguas y necesitaba hacer algo para salir de aquel desánimo.
M.G.- Es curioso pero te entiendo perfectamente. Y por ir terminando, ¿los lectores te demandan algún otro tipo de novela o bien que rescates a un personaje de una historia previa?
E.B.- Alguna vez sí que piden un spin-off. Me proponen rescatar a un personaje secundario de alguna novela y hacerlo protagonista, pero tengo bastante claro que no. Se les coge mucho apego a los personajes y te apetece alargarles la vida pero, por lo general, me quedo bastante satisfecha cuando pongo el punto y final, y les dejo vivir en su intimidad. Y en cuanto a género, no lo piden, no. Sí que les da miedo un final triste en un futuro, pero no es un público que exija, en general. Al revés, son muy agradecidos.
M.G.- Sé que tu producción literaria es brutal. Llevas años en esto, pero es que también has publicado muchísimo. ¿Te sientes cómoda con este ritmo?
E.B.- Hasta el momento es algo que ha salido de forma natural. Soy muy inquieta, mentalmente hablando porque físicamente me puedo pasar el día tumbada leyendo (ríe). Pero me gusta tener siempre un proyecto en mente. Es verdad que ahora, con todo lo que está surgiendo alrededor de los libros, con esa experiencia audiovisual de la que hablábamos, me apetece frenar un poquito la velocidad. Espaciar un poco las publicaciones. De hecho, ya lo hemos hecho porque, entre un lanzamiento y otro, han pasado un año y dos meses, y no solo un año, como venía ocurriendo. Y para el próximo lanzamiento también nos daremos algo más de un año. Quiero ir espaciando porque el ritmo empieza a notarse. Me da mucho miedo quemar la maquinaria y creo que es mejor ralentizar el ritmo y sobre todo, evitar forzarla la máquina.
M.G.- De acuerdo. Pues Elísabet, un placer volver a hablar contigo. Mucha suerte con todos tus proyectos e infinitas gracias por atenderme.
E.B.- Gracias a ti, por tu tiempo.
Sinopsis: Después de vender más de 3.000.000 de ejemplares de sus novelas, Elísabet Benavent vuelve con El arte de engañar al karma, una novela donde despliega su virtuosismo narrativo, la magia para crear historias, con un estilo lleno de risas y lágrimas, en una novela sorprendente, llena de belleza y arte en la que las mujeres dejan de ser musas para ser creadoras. Y volar alto. Por encima de cualquier expectativa.