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MANUEL GASCO: ❝Este libro es una mitología de ficción en un universo imaginario❞

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Hay libros que te dejan ojiplática. Son esos libros que parecen un tesoro, algo maravilloso que no esperabas. Muchos tienen que ver con la temática y otros, como es el caso de El cuarto de los milagros de Manuel Gasco, por la temática y por las ilustraciones. Editado por Oberon, El cuarto de los milagros es pura fantasía, una joya de esas que acariciamos con mesura y analizamos con fruición. La grandeza de este libro radica en la portentosa imaginación de su autor que ha conseguido construir todo un universo en su cabeza para luego, volcarlo en el papel con unos dibujos impresionantes. Así que, si te gusta el género, tienes que echarle un ojo a este libro. Pero antes, pasa por la entrevista. 

Marisa G.- Manuel, aclárame una cosa, ¿qué es esto de artista electro-compu-gráfico que figura en tu biografía?

Manuel G.- (Ríe) Es una especie de broma. Eso viene de cuando yo empecé con los videojuegos. Con 17 años me uní a un grupo, del que formaba parte Álvaro Mateo, un sevillano que tuvo bastante éxito en la época dorada de los videojuegos. Todos  éramos muy jóvenes, de 17 o 18 años. Era para vernos, todos metidos en un piso que él alquiló. Juntos hicimos un juego que se llamaba Capitán Sevilla, un referente para la gente de la época, que venía de un cómic. 

Todo lo que he hecho hasta ahora, y desde los años 80, ha sido a través de los ordenadores por eso me defino de este modo, porque desde siempre he trabajado con ordenadores. Incluso con aquellos iniciales que eran muy primitivos.

M.G.- Aparte de este libro, ¿hay más de este estilo? Es decir, ¿has publicado algo así anteriormente?

M. Gasco.- He publicado otros libros pero de esta temática, no. 

M.G.- Te lo pregunto porque sé que en el año 1979, ya había por ahí algo que se llamaba Mekanikon 2001.

M. Gasco.- Sí, sí, era muy pequeño pero es que yo ya estaba marcado por todo este mundo. Aquello solo eran ideas que tenía de niño y las agrupé bajo ese nombre. A ver, es que yo nunca me he considerado un ilustrador. A mí lo que me gusta es crear relatos, contar historias, lo mismo me da hacerlo con un medio u otro. Lo que ocurre es que lo que siempre he tenido a mano ha sido la ilustración. 

M.G.- Hombre, pues ilustrar, ilustras. No hay más que abrir el libro.

M. Gasco.- Ya, pero lo que me interesa es contar y que me cuenten historias, y el medio es algo más secundario. He utilizado la ilustración como podía haber usado, por ejemplo, la fotografía. Esto es algo de lo que me ha dado cuenta con los años.

M.G.- Bueno, ¿y qué es El cuarto de los milagros? Cuéntame un poco sobre este libro.

M. Gasco.- Este es el resultado de hacer lo que siempre he querido. Después de llevarme muchos años trabajando para empresas, me planteé que quería hacer otra cosa. Me inventé una historia y fui creando personajes, a los que fui relacionando unos con otros. Me junté con un montón de contenido pero sin título. Hasta que un día, visitando la ermita de San Benito en Castilblanco de los Arroyos, aquí en Sevilla, descubrí el cuarto de los milagros, algo que es muy habitual en las ermitas. Son espacios donde la gente deja objetos personales.

M.G.- ¡Ah!, pero te refieres a los exvotos, ¿no?

M. Gasco.- Sí, eso. A mí eso siempre me ha dado mucho miedo, ver todas esas ofrendas: piernas ortopédicas, fotos, incluso trajes de novia. En la ermita de San Benito lo que más hay son cuadros, además son de un estilo muy naïve, como de gente que no sabe pintar pero ha hecho lo que ha podido. Bueno, pues ahí se me hizo la luz. Respetando las creencias de cada uno, pensé que lo que yo estaba haciendo era precisamente lo que había en aquella habitación. De manera también muy naïve, crear una interrelación ficticia entre criaturas y creadores. Me pareció un juego muy interesante.

M.G.- Pero sé que para ti, la imaginación también es un cuarto de los milagros.

M. Gasco.- Claro, claro. La mente también es un espacio en el que cabe de todo. 

M.G.- Pero un momento, Manuel. En este libro, lo que realmente haces es construir un mundo, un universo propio que sale de tu imaginación, con sus habitantes, sus lenguas propias, sus lugares,...

M. Gasco.- Eso es. Me invento un espacio, unos personajes,  unos dioses y un modo de vida. Mira, piensa en El Silmarillión de Tolkien. Ese libro, en realidad, no se iba a publicar nunca porque no era más que la base teórica para escribir después El señor de los anillos. Pues mi libro, es como esa base teórica, la definición de un mundo que sale de mi imaginación, que tiene sus espacios, sus reglas, sus habitantes,... Por resumir, este libro es una mitología de ficción en un universo imaginario.

M.G.- Y otra cosa que me gustaría que me aclararas. ¿Estamos ante una trilogía?

M. Gasco.- Me gustaría, pero depende de muchas cosas. En cualquier caso, si saco el segundo y el tercero, quisiera hacerlo del tirón, sin mucho tiempo entre uno y otro. 

Por otra parte, también tengo ideas de libros alternativos. Por ejemplo, si en este libro presento un universo cerrado, en otro podría contar cómo alguien ha conseguido escapar de ese universo y ha viajado a otro. Es decir, podría ramificar la historia y expandirla por otros escenarios.

M.G.- ¿Cuánto tiempo te ha llevado este libro?

M. Gasco.- Unos cinco años porque he tenido parones. Si concentrara todo el tiempo, perfectamente me habrá llevado unos tres años.

M.G.- ¿Y una ilustración, Manuel? ¿Cuánto tardas en hacer una de ellas?




M. Gasco.- No te sabría decir. Es que me lleva mucho tiempo el trabajo previo. Definir a los personajes es muy laborioso. Están dibujados para que se puedan imprimir en 3D. Con ese trabajo hecho, una ilustración me llevaría una semana o algo más.

M.G.- Una semana ya es bastante tiempo. Esto no es cuestión de un rato, entonces.

M. Gasco.- No, no, claro que no. Lleva su tiempo.

M.G.- A mí lo que me queda clarísimo después de leer tu libro, es que tú tienes una imaginación desbordante. ¿Tú has sido capaz de imaginar estos mundos desde pequeño?

M. Gasco.- Sí. Siempre he sido así. Como te digo, desde niño me gustaba que me contaran historias. De hecho, mi hermana me leía el Génesis y yo flipaba con la creación. Mientras más historias me contaban, más historias quería y más fantaseaba.

M.G.- ¿Ha habido un proceso de documentación per se?

M. Gasco- Sí. Mira, yo vivo por una zona en la que hay dólmenes y tumbas de hace más de cinco mil años. Por allí hay una riqueza brutal y la mayoría de la gente no sabe nada de esto. El Carambolo sí es más conocido pero es que hablamos de un templo a una diosa fenicia. Todo eso ha supuesto una influencia muy importante para mí, que soy una persona a la que le gusta mucho la Historia, y a la que le gusta contar historias. 

M.G.-  ¿Hay algo curioso que me puedas contar de las ilustraciones?

M. Gasco.- Pues que hay elementos que aparecen colocados de forma aleatoria. Es decir, no los coloco yo sino que lo hace el propio ordenador. Por ejemplo, en una ilustración donde aparecen plantas, si las colocaba yo, siempre tendía a ponerlas en el mismo sitio y el resultado no me gustaba. Así que, dejo que sea el propio ordenador el que las coloque.

M.G.- ¿En serio?

M. Gasco.- Sí. Es algo de lo que me di cuenta hace un tiempo. Si me ponía a dibujar campos de estrellas, seguía como un orden y me repetía en una ilustración, y en otra, y en otra,... Por eso opté por la máquina. Y es curioso que el ordenador me permita más aleatoriedad que yo mismo.

M.G.- ¿Y qué programas usas?

M. Gasco.- Pocos y muy antiguos. Para el modelado de los objetos en 3D he usado un programa de Google que se llamaba SketchUp. Es muy básico pero muy útil. Y luego, el 3DStudio. Pero te hablo de versiones que tienen más de diez años. Y también Photoshop, claro. 

Lo que pasa es que, a este tamaño, es muy difícil apreciar ciertos detalles, y sobre todo, se pierden las texturas. 

M.G.- Habría que verlas en formato gigante.

M. Gasco.- Sería lo suyo, sí. Hace unos años me compré un plotter, que ya no funciona, y saqué una ilustración impresa a 111 por 1.50. Ahí es donde ves la riqueza en detalles. En A3 hubiera quedado mejor, pero claro, impensable para la editorial.

M.G.- De todos modos, la editorial aquí se ha liado la manta a la cabeza. Entiendo que un libro como este debe costar editarlo un dineral. Te lo digo porque hay veces que un autor te dice que las ilustraciones del libro las ha tenido que poner en blanco y negro porque editar a dos o tres tintas vale una pasta.

M. Gasco.- No, no aquí todo es color. Incluso los textos eran imágenes. Era como un libro únicamente de fotografías. Lo que pasa es que, por no sé qué cuestión técnica, tuvieron que maquetar de nuevo el libro, pero vamos, que eran más de trescientas páginas a color. 

M.G.- Entiendo. Bueno, volviendo a la historia. Lo que tú cuentas en este libro ocurre en el estómago del personaje principal que se llama Flexotauro. Ese personaje tiene cuatro cavidades en su estómago que son cuatro universos, donde todo ocurre. ¿Voy bien?

M. Gasco.- Eso es. Te has enterado perfectamente. (Ríe) Siempre se ha entendido que los dioses son externos a uno, pero yo quería hacerlo al revés. Es decir, meter a los dioses dentro del individuo. Y lo de los cuatro universos se debe a que los estómagos de los rumiantes tienen cuatro partes. De hecho, el nombre de los universos procede del de esas cuatro partes. Me tuve que documentar sobre cómo funciona el estómago de una vaca. En nuestro estómago, al igual que en el de los animales, hay un microuniverso impresionante.




M.G.- ¿Y los nombres de los personajes? Tenemos a Flexotauro, a Lidopedia, que es su señora esposa, a Boviforme,...

M. Gasco.- Bueno, eso viene de la combinación de palabras. Boviforme procede de la unión de bóvido y forma. Otra forma de jugar con la imaginación. Me he parado mucho en el tema nombres porque quería que sonaran bien.

M.G.- Y este libro tiene además, banda sonora, ¿verdad?

M.Gasco.- Sí. Puedes acceder en este enlace manuelgasco.bandcamp.com, o en mi canal de YouTube.

M.G.- Pero son temas que has compuesto tú, ¿no?

M. Gasco.- Sí, sí,... Bueno, yo no soy músico, sino aficionado, pero me ha gustado siempre componer, así que me lancé. Me parecía algo original hacer algo así, y que me sirviera también como recurso promocional. 

M.G.- Original es, porque libros con banda sonora los hay, pero que los temas los haya compuesto el propio autor, pues no. Al menos, no recuerdo ningún caso.

M. Gasco.- Creo que es algo que suma.

M.G.- Y Manuel, ¿a qué tipo de lectores va dirigido tu libro?

M. Gasco.- Pues pensaba que le iba a interesar a un público joven pero me confirman los libreros que está interesando más a lectores de unos treinta o cuarenta años. Es que los jóvenes, por lo que se ve, consumen manga, superhéroes y cosas de youtubers.

M.G.- A ver, casi que lo entiendo. Es que este libro es como un objeto para coleccionistas. Es lo que pensé en cuanto lo vi, que es un libro de esos que nos gusta atesorar, abrirlos de vez en cuando, recrearte en las ilustraciones,... No sé, lo veo así. 

M. Gasco.- Quizá esa sea la filosofía de los libros ilustrados de hoy día. Y esta filosofía no es propia de los jóvenes. No poseen esa idea de recrearse. A ellos les llega mucha información, y de manera tan rápida, que no se fijan en los detalles. Para ellos, todo es muy pasajero y lo que es novedad hoy, mañana ya está desfasado.

M.G.- Vivimos la cultura de la inmediatez.

M. Gasco.- Exacto. Lo que sale hoy queda eclipsado por lo de mañana. Es algo que veo en mis propias hijas, que no se fijan en los detalles.

M.G.- Ay, pues a mí eso me da pena. Se pierden muchas cosas. Bueno, Manuel, lo dejamos aquí. Gracias por este rato de charla. Y oye, un libro fabuloso.

M. Gasco.- Muchas gracias a ti. Me alegro que te guste.


Sinopsis: En muchos lugares sagrados existe el llamado cuarto de los milagros. Un espacio en el que los fieles dejan testimonio de curaciones y hechos portentosos ocurridos gracias a la intervención de seres celestiales: dioses, diosas, ángeles, etc. Manifestación popular de la relación ancestral entre creadores y creados. Pero es la mente humana el verdadero cuarto de los milagros. Esa infinita y sagrada habitación electroquímica donde puede suceder todo lo que queramos. Forjar, adorar y destruir mundos, dioses, civilizaciones y culturas. Crear todo lo que vemos, olemos o sentimos. Modelar nuestro entorno a su antojo. Crear lo que no vemos ni olemos ni sentimos, ni jamás existirá físicamente.

El espacio de las manifestaciones totales. Cuadradas, redondas, divinas, paganas, secas, mojadas, rojas y blancas. Un único medio de existir. Todos poseemos un cuarto milagroso, extraordinario y particular. En ese espacio nacen mis criaturas, creando mi propia mitología y sus singulares normas y relaciones. Un nuevo cuarto de los milagros material y gráfico que da otro testimonio de esa relación primigenia, en un bucle sin fin entre la habitación interior y la exterior.

Un día desaparecerá esa relación. Nos daremos cuenta de que la habitación es solo una, en la que está contenido absolutamente todo: desde la primera hasta la última partícula infinitesimal. Lo sucedido sigue aquí y lo que viene ya llegó.



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