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ILU ROS: ❝Escribir sobre Lorca ha sido una gran responsabilidad para mí❞

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Qué bonito lo último de Ilu Ros. Qué homenaje tan extraordinario a la figura de Federico García Lorca. Los volúmenes ilustrados, al margen de ser bellísimos, suponen un vehículo muy divertido, ameno e instructivo para acercarnos a nombres importantes del mundo literario, cinematográfico, musical,... Ya disfruté una barbaridad del primer libro de esta ilustradora murciana. En Cosas Nuestras (puedes leer la reseña aquí), Ros nos habla de su abuela Resurrección, con el cariño que una nieta debe profesar a una abuela. 

Federico abarca la vida del escritor granadino desde su nacimiento hasta su muerte. A lo largo de más de trescientas páginas, Ilu Ros retrata a color los momentos más significativos de la vida de Lorca. Nos habla directamente el poeta. Nos hablan también algunas personas que lo conocieron. Un volumen hermoso, del que os daré cuenta en breve. De momento, os dejo con la entrevista a la autora.

Marisa G.- Ilu, ¿por qué Federico? ¿Por qué ahora? He estado mirando las fechas y se han cumplido 123 años de su nacimiento, no es una cifra redonda como para una conmemoración.

Ilu R.- Un día, justo antes de publicarse Cosas Nuestras, estuve almorzando con mi editora y hablábamos de autores que nos gustaban. Federico García Lorca ya aparece en el libro anterior, y estuvimos hablando de él porque las dos somos muy lorquianas. Me propuso hacer un libro ilustrado sobre la figura del poeta. En ese momento no supe qué responder. Pensé que un proyecto así me quedaba grande. Me generaba mucha presión por el tipo de personaje pero, por otra parte, me parecía algo tan bonito. Una vez que me metió la idea en la cabeza, ya no me pude resistir. Escribir sobre Lorca ha sido una gran responsabilidad para mí. 

M.G.- Te ha quedado precioso. El libro se inicia por el final, con la muerte del escritor, que vuelve a aparecer en las páginas finales. Es decir, la narración es cíclica.

I.R.- Sí, el libro está estructurado como si fuese una obra de teatro, en homenaje a su parte más dramática. No me refiero solo a su obra, sino también a esa imaginación que tenía de niño, cuando se inventaba sus teatricos. Me pareció buena idea hacerlo así. He construido un volumen que, en realidad, es una tragedia, la tragedia de la vida de Federico García Lorca.

Otra cosa que me preocupaba era el momento de afrontar su muerte. Todo el mundo sabe cómo murió, un hecho que se ha convertido en un momento icónico de la guerra civil española. No quería que el libro girase constantemente alrededor de ese instante, sino que se viera su vida. Así que decidí poner al principio lo que todos sabíamos y luego contar quién fue Federico García Lorca, lo que significó para el mundo, lo que supuso para los que lo conocieron.

M.G.- Pero el libro tiene un cierto toque documental, ¿no? Construyes la historia como si estuvieras entrevistando a las personas que lo rodearon.

I.R.- Sí, hay una serie de personajes contemporáneos que van apareciendo en escena, y van contando quién era Federico García Lorca, o van contando anécdotas de su vida. Son personas que van hablando desde un momento posterior a la muerte del autor. Son personas mayores, que están en una edad bastante avanzada. 

Durante el proceso de documentación leí mucho sobre Lorca, su obra, y recurrí a muchos testimonios. Al final, surgió de este modo, contar su historia desde el punto de vista de los que vivieron con él y lo conocieron. Son ellos los que podían contarnos muchas más cosas sobre el autor. 

M.G.- El libro cuenta con anécdotas de personajes con los que él se codeó. Es decir, en este universo lorquiano, él es el centro, pero hay mucha más gente orbitando a su alrededor.

I.R.- Claro. Hubo varios momentos en los que tuve que echar el freno. El proceso de documentación es muy bonito porque es un momento de descubrimiento, pero eso te lleva a conocer a otra serie de personas, por las que empiezas a interesarte cada vez más. Tuve que tener mucho cuidado para mantener el foco sobre Lorca, como personaje principal, pero también he querido hablar de personas de su época. 

Lorca estuvo en el centro de un momento de apogeo cultural, en esa España de los años 20 y 30, tan rico en vanguardias. Madrid supuso para él un lugar mágico y lleno de inspiración. Vivió una época muy especial, con gente muy interesante.

M.G.- Lorca tenía una sensibilidad especial pero parece que con él se alinearon los planetas. Tenía una madre maestra, un padre que apostaba por la formación de los hijos, una abuela que leía a Víctor Hugo. Y luego está toda la época en la que vivió, conociendo a tanta gente interesante. Si hubiera nacido en otro momento o en el seno de otra familia, lo mismo no estaríamos hablando de él hoy.

I.R.- Está claro fue una persona brillante pero también perteneció a una familia privilegiada. Aunque no fue hijo de la burguesía como Dalí, sí lo fue de un terrateniente.  Su familia tenía dinero y eso permitió que él pudiera estudiar en la universidad. Aun así, tuvo una relación muy estrecha con la gente del pueblo y del campo. 

M.G.- Sé que has tenido que ficcionar ciertos momentos que no están recogidos en ninguna fuente. Has tenido que echar mano de la imaginación.

I.R.- Sí, al final me he dejado llevar por lo que contaba todo el mundo sobre él y lo que él mismo contaba en su propia obra. Decía que todos sus personajes teatrales estaban basados en persona reales que él conoció. Te decía antes que él tuvo un vínculo muy estrecho con la gente humilde, con las criadas, con las mujeres del campo. Todas estas personas son las que luego salen en sus obras, como en La casa de Bernarda Alba. Lo que no está documentado me lo he tenido que inventar. Por ejemplo, todo lo relativo al Federico niño, pero creo que el retrato que he hecho de él, tan imaginativo y creativo, está bastante cerca de la realidad. 

M.G.- Me ha gustado mucho encontrarme en estas páginas a Maruja Mallo, a Margarita Manso... Ahora estamos tirando más de estas mujeres, le estamos dando más visibilidad. Han estado olvidadas durante tanto tiempo que da gusto encontrarse con ellas en un libro como este. 




I.R.- Había leído sobre las Sinsombreros, sobre todas estas mujeres que eran contemporáneas a la generación del 27, que además formaban parte de ese grupo. Eran de la residencia de señoritas que era la residencia paralela a la de estudiantes. Los hombres fueron los que transcendieron pero, por suerte, todas estas figuras femeninas se están rescatando ahora. Es una pena que no lleguemos a saber lo que hubo exactamente porque no se contaba, pero sí sabemos hoy que Maruja Mallo fue una pintora de la categoría de Dali. Entre que eran mujeres y que luego, con la llegada de la guerra civil, a todas ellas se las vinculó con la República, con ser roja, y terminaron exiliadas, se ha perdido mucha información. Además, el franquismo intentó taparlas. Eran mujeres muy avanzadas para su tiempo.

M.G.- Tengo la sensación de que has querido destacar más la figura del hombre que del escritor. Mencionas sus obras pero te centras mucho más en la persona.

I.R.- De Federico García Lorca se ha contado prácticamente todo. He tenido que hacer una selección de toda la información que tenía. Opté por contar lo que a mí más me emociona de él y por eso creo que ha salido un libro donde podemos ver al Federico más personal. Me interesaba mostrar su vinculación con la familia, con las mujeres más humildes que había a su alrededor, las que le enseñaron cosas de niño. Y son estas personas las que, al final, se han visto más reflejadas en su obra. También, en sus libros, él volcó las historias que escuchaba de pequeño, como la de la vecina Francisca Alba que luego se convirtió en Bernarda.

M.G.- Y esta selección de la que hablas, ¿te ha costado? ¿Ha sido complicado hacer la criba?

I.R.- Sí que me ha costado porque su vida fue muy intensa y su obra muy extensa, para lo poco que vivió. Se podía hacer perfectamente otro libro y hablar de otros aspectos de su vida, sin ningún tipo de problemas.

M.G.- Ilu, hablemos de las ilustraciones. Tú dibujas a mano alzada, ¿no?

I.R.- Sí, sí. Generalmente suelo dibujar con acuarelas, con lápices de colores, tinta, rotuladores,... Uso técnicas que me permitan trabajar rápido porque soy muy impaciente. 

M.G.- ¿Y los colores? En Cosas Nuestras, los colores eran más vivos. Aquí usas mucho los colores tierra, los ocres, los naranjas, ¿no?

I.R.- Es verdad. Al principio hice un estudio de color. Pensé que Federico estaba muy relacionado con el verde, por la vega de Granada, pero a mí me sonaba a amarillo, por lo brillante y lo llamativo.  El amarillo predomina en todo el libro. Los tonos ocres de la tierra, también. Con el Romancero, sí hay colores más vivos, con el fuego y la pasión, cuando empezó a descubrir el amor. Y luego, hay otra parte del libro que solo es en blanco y negro, solo a tinta, la más triste y la más cercana a su muerte.

M.G.- Es verdad que se ha contado mucho sobre Lorca pero, durante la documentación, ¿te has topado con algo que realmente desconocías y te haya impactado?

I.R.- He descubierto muchísimas cosas. Creo que me pasaba lo mismo que a otras muchas personas, que pensamos que sabemos mucho de él pero al final no es así. Me gustó mucho descubrir la parte del Lorca niño, que jugaba a hacer teatro y a dar misa.

M.G.- Te leo decir que, hasta 2011 no te habías planteado vivir de la ilustración. Hasta esa fecha, ¿cómo te planteabas proyectar tu carrera?

I.R.- En 2011, había terminado Bellas Artes y Comunicación Audiovisual, y me fui a vivir a Reino Unido. Estuve allí ocho años, durante los cuales trabajé en la hostelería. Los últimos años pude compaginar el trabajo con la ilustración. Empecé a dibujar porque era lo que podía hacer. No me podía poner a pintar oleo en una habitación sin apenas espacio. Sin embargo, era fácil manejar un bloc de dibujos y unas acuarelas. Así empezó todo.

M.G.- Ilu, Federico es un libro precioso. Una joya.

I.R.- Me alegro que te guste.

M.G.- Gracias por esta charla.

I.R.- Gracias a ti. 

Sinopsis: Federico solo hay uno. No le hacen falta apellidos. Un nombre que reconocen tanto niños como adultos, que suena a duende, a cante jondo y a romance popular, pero también a la vanguardia más rompedora. Un nombre que encarna la alegría y las sombras de España, la época más brillante de nuestra cultura desde la Edad de Oro, pero también la guerra y la vergüenza de un pueblo que nunca podrá perdonarse la muerte del poeta que más lo representaba.

En este libro escuchamos las voces de aquellos que lo conocieron, desde su familia cercana hasta la legión de amigos y amigas que lo frecuentaron en sus años granadinos, en las juergas líricas de la Residencia de Estudiantes o a lo largo de su intensa vida literaria. Y, por supuesto, la suya propia: la del poeta, la del dramaturgo, la del conferenciante, con la claridad de unas ideas que hoy tienen la misma fuerza, y, por n, la voz desnuda del hijo, del hermano y del amante enamorado. Ilu Ros fusiona voces y palabras con sus ilustraciones, que nos arrastran como la magnética personalidad de Federico García Lorca: icono de generaciones pasadas, presentes y futuras.


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