¡Mi hijo no me come! ¡No hay manera de que pruebe las verduras! Hay padres desesperados con la alimentación de sus hijos. Desde aquellos que no quieren comer, a aquellos otros que solo quieren patatas fritas y bollerías. La verdad es que deber ser un auténtico quebradero de cabeza.
Antiguamente, lo que no te comías en el almuerzo te lo plantaban en la cena. Así que, cuando el estómago rugía, o comías lo que tenías por delante o comías lo que tenías por delante. No había más. Por suerte, hoy día contamos con otras herramientas que permiten a los padres educar a los hijos en buenos hábitos y cuidar su alimentación. Trucos, estrategias y juegos permiten que los más pequeños vean en lo que comen una manera de divertirse. Griselda Herrero, conoce bien este terreno y en su último libro, Comer bien en familia, nos da claves para ayudarnos a la hora de sentarnos a la mesa con los más pequeños de la casa.
Griselda H.- Primero estudié Medicina y luego me metí en Bioquímica. Pero siempre me ha atraído mucho el tema de la salud, cómo funciona el cuerpo, qué alimentos son mejores,... Estando haciendo la tesis en la Universidad Pablo de Olavide, me enteré que allí se hacía la carrera de Nutrición, así que compaginé la carrera con la tesis de Bioquímica. Fue así como me metí de lleno en el tema de la alimentación.
M.G.- ¿Y qué diferencia este libro de los anteriores?
G.H.- Dos de mis libros están dirigidos exclusivamente a profesionales. Los cuatro restantes sí están más enfocados a la población general. De esos cuatro, Alimentación saludable para niños geniales sería como la primera parte de este último y mucho más teórico, en el que se aborda la alimentación infantil en el rendimiento escolar. Posteriormente, y tras abrir la consulta, he trabajado desde el enfoque de la psiconutrición. Junto a una de las psicólogas que trabaja conmigo en Norte Salud publicamos un libro sobre psiconutrición y después vino la Guía Saludable de Psiconutrición que aporta herramientas prácticas para hacer un cambio de hábitos. Y este último ha surgido de las muchas dificultades que nos encontramos en la consulta, donde vemos los problemas a los que se enfrentan los padres para dar de comer a sus hijos frutas, verduras, legumbres,... Con este libro pretendo ayudar a los padres con la alimentación de sus hijos y ofrecerles una serie de herramientas útiles. Para ello, hemos diseñado un libro de juegos.
M.G.- ¿Pero es un libro enfocado para la alimentación infantil o también se puede aplicar a los adultos?
G.H.- Se puede aplicar a la alimentación de los adultos pero, en realidad, está orientado a los niños, para crearle hábitos desde pequeños. Hay juegos que sirven para explicar ciertos conceptos a los niños. Si te tengo que explicar cómo funciona el sistema de hambre y saciedad, lo haría de una forma más compleja porque eres una adulta. Sin embargo, con un niño tengo que hacerlo de otra manera, a través de un juego.
M.G.- Con este libro pretendes reeducarnos pero, ¿en qué errores solemos caer con más frecuencia, a la hora de alimentarnos nosotros, como adultos, y de alimentar a los más pequeños?
G.H.- Esto es algo que me preguntan muchas veces. El error más importante que cometemos en nutrición es no pararnos a pensar. No tomamos consciencia y nos vamos dejando guiar por las influencias de la sociedad, de lo que nos dicen en la tele. También repercute mucho el ritmo de vida que llevamos. Con las prisas recurrimos a lo que nos resulta más rápido. Tendemos a pensar que hacer una planificación, un menú semanal y cocinar, nos va a llevar mucho tiempo, y eso no es cierto. En definitiva, hay dos o tres cuestiones que confluyen y que impiden que tengamos mejores hábitos.
M.G.- Pero solemos confundir comer bien y tener buenos hábitos alimenticios con estar a dieta, ¿verdad?
G.H.- Sí y no. Lo de la dieta lo asociamos con el peso y el sufrimiento, pero deberíamos empezar a cambiar esa percepción. La dieta no es más que la alimentación del día a día, es decir, el conjunto de alimentos que conforman nuestra rutina alimentaria diaria. También asociamos el comer sano con perder peso pero tampoco es así. Comer sano es querer cuidarse y eso no tiene nada que ver con el peso ni con la imagen. Son ideas erróneas que transmitimos a los niños.
M.G.- Hay un capítulo muy interesante en el que tocas la publicidad y el marketing. Por otro lado, las redes sociales es un cultivo de gente recomendando tal o cual producto.
G.H.- Eso es un peligro porque muchas de esas personas no son profesionales de la salud. Hay que tener en cuenta que los niños son muy vulnerables. Imagínate que un niño ve a su ídolo, a un deportista por ejemplo, anunciando un producto no saludable. El niño va a querer comer ese producto porque sueña con ser ese deportista. Y encima, su mente asocia ese producto a salud porque se trata de un deportista. Deshacer ese pensamiento no es tan fácil. Es algo complicadísimo. Las redes sociales están influyendo muchísimo en las alteraciones del comportamiento alimentario.
M.G.- Griselda, una pregunta importante que a mí, como adulta, ya me cuesta. ¿Es verdad que hay que comer cinco veces al día, que hay comer cinco raciones al día de fruta y verdura, que hay que... ? Es que, si hacemos todo lo que se supone que hay que hacer, me llevaría todo el día comiendo.
G.H.- No, no es verdad que haya que comer cinco veces al día. Hay muchos estudios que demuestran que el número de veces no impacta ni en el peso, ni en la calidad de tu alimentación. Todo va a depender de nuestras rutinas y de cómo distribuyo mi alimentación a lo largo del día. Si me levanto a la diez y desayuno, y luego almuerzo a las dos, ¿qué necesidad tengo de hacer una ingesta intermedia? Pero si desayunas a las siete de la mañana y luego no almuerzas hasta las cuatro de la tarde, ahí sí interesa realizar una pequeña colación intermedia para no llegar a la comida con tanta hambre. Eso hay que ir regulándolo y personalizándolo, en función de cada uno.
Luego, con respecto a frutas y verduras, sí. Hay que tomar cinco raciones al día. No es tan difícil hacerlo. Si yo meto verduras en cada ingesta principal, ya tengo dos raciones de verduras. Ahora solo tendría que distribuir tres piezas de fruta a lo largo del día. Lo puedes hacer en el desayuno, almuerzo y cena, o bien tomar fruta a media mañana o en la merienda. Hay que ir jugando y no es tan difícil.
M.G.- Hablas en el libro de las calorías vacías. ¿Qué es eso?
G.H.- Las calorías vacías son las de los productos que aportan mucha energía pero no aportan nutrientes. Por ejemplo, los productos ultraprocesados, desde refrescos, bollerías, snacks,... ¿No aportan nada de nutrientes? Bueno, algo aportarán pero estoy haciendo una ingesta calórica muy grande y un aporte nutricional muy pequeño. Tenemos que buscar justo lo contrario. De hecho, tenemos una gráfica en el libro que explica esto mismo.
M.G.- Otro capítulo que me gusta mucho. Cuando sales de casa, vas a un bar, a un evento o te vas de vacaciones, es muy complicado comer bien.
G.H.- Bueno, es más difícil que en casa. Hoy he tenido que comer fuera por circunstancias y me he ido a un bar. Pues me he pedido un salmorejo y queso con salmón. Eso no está mal. Hay que adaptarse a las circunstancias y pensar que no siempre vas a poder comer de forma perfecta fuera de casa, pero existen opciones. Hoy, en cualquier bar te ponen un tomate aliñado o hay platos de verdura. Obviamente no están preparadas igual que tú lo harías en tu casa, pero hay que buscar la mejor opción. Lo que no se debe hacer es, aprovechar que sales para comer todo aquello que no pruebas en casa. También te digo que no hay que comer súper sano cada vez que salgas. Alguna vez te puedes permitir comer algo distinto que no sea especialmente saludable.
M.G.- Un capricho.
G.H.- Pero no hay que tomárselo como un capricho si no como algo natural. No pasa nada si un día te comes un helado. No pasa nada si un día vas a una boda y comes lo que hay. ¿Vas a pedir una ensalada? Eso no es saludable, tampoco. Lo que hay que procurar es buscar un equilibro.
M.G.- En este libro encontramos muchos juegos. Cuéntame un poco en qué consisten.
G.H.- En el libro hay cerca de cien juegos y dinámicas. Algunos de ellos son juegos tradicionales, como una oca, que se pueden construir, y otros son como plantillas que nos van a servir para motivar a los niños, para hacer actividades, para generar hábitos, para incentivarles a la hora de aumentar o disminuir el consumo de algún producto.
M.G.-¿Y cómo habéis ideados estos juegos?
G.H.- Dándole muchas vueltas. Hay muchísimo trabajo detrás del libro porque todos los juegos son inventados por mi marido y por mí.
M.G.- Me surge una pregunta. ¿Es realmente sano ser vegetariano o vegano? Es decir, ¿es bueno excluir de nuestra dieta ciertos alimentos básicos?
G.H.-Sí. O mejor dicho, puede ser saludable. Desde el año 2005, la Asociación Americana de Dietética, una de las grandes referentes de la alimentación y la salud, afirmó que una dieta vegetariana o vegana puede ser saludable en cualquier etapa de la vida, y para cualquier segmento de la población: niños, embarazadas, deportistas,... Pero para eso tiene que estar bien pautada. Tenemos que saber cómo combinar los alimentos, para estar bien nutrido y que no nos falte ningún nutriente.
Otra cosa muy distinta son las modas o hacerse vegetariano para perder peso.
M.G.- Una de las preocupaciones que tienen los padres son los comedores de los colegios. ¿Cómo lo ves?
G.H.- Hace falta mucho trabajo. Desde hace unos años, por lo menos en Andalucía, los comedores escolares están obligados a tener un nutricionista pero, desgraciadamente, creo que falta trabajo. Y te digo esto no refiriéndome al nutricionista sino al sistema. En el menú escolar nos centramos siempre en las calorías, los porcentajes, y los macronutrientes. Pero yo puedo cuadrar perfectamente una dieta de 1724 calorías, con todos los macronutrientes, y no tiene por qué ser saludable. Hay muchos comedores que ponen fritos, legumbres combinadas con carne, tienen fallos en la complementariedad,...
Pero voy a ir más allá. En el comedor escolar, no solo tenemos que tener en cuenta lo que se come sino también el ambiente. Que no dejen que un niño se levante mientras está en el comedor, que no los dejen hablar, ni jugar mientras comen, que les pongan un sello de felicidad si se lo han comido todo, o de tristeza si han dejado comida en el plato, o que no les dejen repetir, u obligarlos a comer algo que no les gusta,... Todo eso hay que trabajarlo.
M.G.- Lo de las caritas viene desde las guarderías.
G.H.- Pero está muy mal. No puedo premiar a un niño o castigarlo en función de que se lo coma todo o no. No puedo hacerlo porque no estoy atendiendo a sus niveles de hambre y saciedad. A veces lo estaré forzando a que coma más de la cuenta. Estamos interfiriendo en sus señales de hambre, estamos generando una mala relación con la comida y puede ser que, más adelante, esta actitud genere un problema alimentario.
M.G.- Tú tienes una niña pequeña. Imagino que todo esto lo pones en práctica con ella. No sé si ella reacciona bien a las propuestas alimenticias que le haces.
G.H.- Mi hija come bastante saludable, pero no deja de ser una niña. No hay que buscar la perfección. No puedo pretender que un niño de ocho años coma todo tipo de verduras, todo tipo de frutas, coma súper equilibrado y saludable, y no coma ningún procesado. Esa no es la realidad. Los niños van a comer procesados sí o sí, porque van a cumpleaños, porque en el cole a veces celebran el día tal, y le dan zumitos o batidos. No podemos educar a los niños en una burbuja. Le tenemos que enseñar a enfrentarse a los ultraprocesados.
En casa, lo que intentamos inculcarle a nuestra hija es que esos ultraprocesados se pueden comer algunas veces, pero no todos los días. Y de lo mejor que hemos hecho es no interferir en sus señales de hambre y saciedad. Mi hija se regula perfectamente. Cuando tiene hambre come más y cuando no tiene hambre pues come menos, y no pasa nada.
M.G.- Estupendo. Griselda, no tengo más preguntas que hacerte. Gracias por atenderme.
G.H.- A ti.
Sinopsis: La guía indispensable para aprender a alimentarse sano a través del juego
Comer bien en familia es una guía práctica y divertida en la que encontrarás trucos, juegos y dinámicas para aprender a comer de forma saludable en casa.
En sus páginas conoceremos los pilares básicos para obtener hábitos más saludables y aquellos factores que tratan de boicotearnos en nuestro objetivo de salud. Un completo manual repleto de juegos, actividades que resolverá las dudas más frecuentes sobre la alimentación para que los padres aprendan y enseñen a sus hijos a comer de manera saludable a través del juego.