La localidad de Hondarribia es famosa por ser un hermosísimo enclave de Guipúzcoa. La visité no hace muchos años, en pleno verano, y bullía de un turismo que, seguramente, deja en paz sus calles con la llegada del invierno. Me enamoró su casco histórico, esas casas señoriales y esas otras tan pintorescas, de balcones y balaustradas de colores. Pero, lo que desconocía del municipio son sus fiestas y su folclore. El día 8 de septiembre, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Guadalupe, patrona del municipio, tiene lugar el Alarde. Se trata de un desfile que conmemora la victoria sobre el ejército francés en el sitio que sufrió la villa, en el año 1638. Hombres, vestidos de militar, marchan por las calles más céntricas de la localidad. Hombres. Solo hombres. O por lo menos, así ha sido hasta hace unos veinticinco años, cuando unas mujeres manifestaron su deseo de formar parte del desfile. Veinticinco años en los que, cada 8 de septiembre, la alegría de la ciudad se tiñe de rencillas, disputas y violencia cuando, esas mujeres que desean formar parte de la comitiva, tienen que desfilar media hora antes del desfile tradicional, el de los hombres.
En un contexto tan convulso como este, Ibon Martín desarrolla la trama de su nueva novela, La hora de las gaviotas. Un asesinato tendrá lugar durante el desfile mixto. Una mujer perderá la vida. Le tocará a los miembros de la UHI, la Unidad de Homicidios de Impacto, a Ane Cestero, Julia y al resto del equipo, encontrar al asesino de este crimen y de otros actos luctuosos que tendrán lugar.
Hablamos con Ibon Martín.
Ibon M.- Sí, sí, correcto. Estudié periodismo y cuando terminé la carrera, no encontraba trabajo. Así que empecé a hacer lo que a mí me gustaba, que era echarme al monte. Cogía un mapa del ejército, trazaba un recorrido y me lanzaba a recorrerlo. Un día se me ocurrió que sería interesante publicar guías de excursiones con estas rutas que iba descubriendo. Se lo planteé a una editorial pero me dijeron que no, así que me aventuré a publicarlas yo. Fue un éxito terrible. Se llegaron a vender treinta mil ejemplares que, para ser una guía de excursiones, y centradas en el País Vasco, era algo impensable. A partir de aquel primer libro me dediqué durante muchos años a las guías de excursiones.
M.G.- ¿Y das el salto a la literatura por probar algo diferente?
I.M.- Doy el salto a la literatura porque me di cuenta que disfrutaba muchísimo de la parte introductoria de las guías, porque tenía un punto de creación. Entonces empecé a escribir novela a ratos, como hobby. De hecho, me llevé cinco años escribiendo la primera novela. A partir de ahí, comprendí que me gustaba mucho más la literatura que los viajes y, además, que podía vender y vivir de ello.
M.G.- La hora de las gaviotas es la segunda entrega de la anterior, de La danza de los tulipanes. ¿Es así?
I.M.- Así es. Es la segunda entrega. Aquella y esta comparten el mismo equipo investigador, la UHI (Unidad de Homicidios de Impacto), con Madrazo, Ane y Julia, pero el caso es completamente distinto. Por lo tanto, se podrían leer en cualquier orden.
M.G.- En cualquier caso, en esta nueva novela, los personajes arrastran circunstancias que ya existían en la anterior.
I.M.- Sí, eso sí te puede invitar a leer antes La danza de los tulipanes. A los lectores que tienen los dos libros, siempre les digo que empiecen por La danza pero, si solo quieres leerte uno, y te llama más la atención la trama de La hora de las gaviotas te lo puedes leer sin problema. En realidad, no vas a tener la sensación de estar perdiéndote algo porque, aunque esos personajes tienen un pasado previo, en esta nueva novela te voy a dar las pinceladas suficientes para que puedas entender lo que han vivido previamente.
M.G.- El caso de esta novela se centra en Hondarribia, durante el Alarde. Yo no conocía esta fiesta. ¿Qué es el Alarde?
I.M.- Le pasa a todo el mundo que no es del País Vasco. El Alarde es una fiesta local que no trasciende más allá de la comunidad pero, desde hace veinticinco años, sí ocupa las primeras páginas de los informativos del País Vasco. El Alarde es un desfile que, durante algo más de trescientos años, se ha celebrado de manera tradicional. Es decir, solo participaban los hombres, vestidos con ropas militares y desfilando al son de marchas militares, en homenaje a la patrona de la localidad que es la Virgen de Guadalupe. Pero ocurre que, en el año 1996, un grupo de mujeres pide participar en esa fiesta en condiciones de igualdad y se dieron de bruces con la tradición. Le negaron ese derecho. La solución que ellas encuentran es crear su propio desfile alternativo y el Ayuntamiento las obliga a desfilar media hora antes que los hombres. ¿Qué ocurre? Pues que, como están desfilando por las mismas calles en las que la gente está esperando el desfile de los hombres, se encuentran con un grupo de intolerantes que tratan de boicotear su paso. Para ello, levantan una serie de plásticos negros para invisibilizarlas, tocan silbatos y protestan. Es algo muy desagradable y el enfrentamiento a nivel local es esperpéntico.
No he podido ir a presentar La hora de las gaviotas a Hondarribia, ni a ningún lugar de la zona, porque nadie se ha atrevido a organizar nada.
M.G.- Pues precisamente te iba a preguntar si habíais hecho alguna presentación porque, claro, es algo que ocurre allí, pero la novela da a conocer estos desagradables hechos al resto de España. No es para estar orgullosos.
I.M.- No, para nada.
M.G.- De hecho, te confieso que, leyendo la novela, pensé que todo era ficción o que eran cosas que ocurrieron en tiempos muy lejanos. Pero busco información y no. Es algo actual. Flipé.
I.M.- Y lo más flipante es que, en realidad, no transciende mucho. Por eso creo que lo que más ha dolido a los intolerantes de esta novela es que un libro, de alcance nacional e internacional porque será traducido a bastantes idiomas, ponga la lupa sobre ese hecho del que ellos, no sé si se avergonzarán pero, desde luego, no les gusta que nadie hable, para que todo siga igual. Se sienten muy incómodos cada vez que se toca el tema.
M.G.- Pensarán que los trapos sucios se lavan en casa.
I.M.- Exacto. Lo mínimo que me han dicho es que me dedique a hablar de los desfiles de mi pueblo.
M.G.- Pero Ibon, es que el planteamiento de esta novela puede dar ideas a algún pirado. Que hay gente muy loca por ahí suelta.
I.M.- Es verdad que, todos los años, en el Alarde se llega a las manos. Por eso, el dispositivo que monta la Ertzaintza durante el Alarde no es comparable a ninguna otra cosa que ocurra en el País Vasco. Se destinan al Alarde más efectivos que a cualquier otro evento, como una final de Eurocopa, por ejemplo. La Ertzaintza se vuelca en este desfile y blinda el pueblo porque los conatos de incidentes están en cada esquina.
M.G.- La temática de la novela es la violencia contra la mujer, pero no solo en el ámbito doméstico. Estamos hablando de una violencia institucional. Es decir, tú vas tocando este tema desde diferentes ángulos.
I.M.- Sí, sí. El Ayuntamiento de Hondarribia es el primero que se pone de lado de la tradición y les niega a las mujeres el derecho a desfilar. Es el ayuntamiento el que les obliga a desfilar media hora antes cuando saben que, haciendo eso, lo único que consiguen es fomentar ese boicot.
El machismo en el ámbito laboral también está presente en la novela, a través de Ane Cestero. Ane es una ertzaina al mando de una unidad importante y no lo tiene fácil. Muchas veces le llegan insinuaciones con respecto a dónde y cómo ha llegado en la escala de mandos, y no se refieren precisamente a su profesionalidad. Son situaciones que hay que denunciar y aquellos que tenemos un mínimo altavoz tenemos que dar visibilidad a estos hechos. Existe violencia contra la mujer en todos los ámbitos. Se empieza a desterrar la punta del iceberg, pero queda muchísimo que destapar.
M.G.- Una violencia que está relacionada con el fanatismo, con las tradiciones mal entendidas, con el odio,... como si estuviéramos anclados en siglos anteriores y no hubiéramos avanzado nada.
I.M.- Totalmente. Además, en los últimos años parece que estamos volviendo atrás. Por ejemplo, hay casos de chicas jóvenes que están siendo controladas por sus parejas. Y si nos fijamos en el Alarde de Hondarribia, la mayoría de las personas que fomentan ese boicot y que levantan esos plásticos, son mujeres menores de veinte años. Es algo que sorprende mucho.
Fuente: Canal YouTube El País.]
M.G.- Este tema te permite introducir crítica y dar voz a esas actitudes de las autoridades que no hacen nada al respecto. Por ejemplo, hay un caso de violencia doméstica en la novela frente al que la Ertzaintza parece mirar hacia otro lado.
I.M.- Bueno, es que es muy complicado. De entre la gente con la que trabajo para documentarme, tengo amigos ertzaina que trabajan en violencia de género y se quejan de que, primero tienen pocos efectivos, y segundo, de que tienen las manos atadas. Además, hay denuncias que se acaban retirando por falta de apoyo, porque los vecinos o los familiares no prestan testimonio. Mira, en La danza de los tulipanes hay un asesinato machista en el que una vecina, durante un interrogatorio, asegura que el marido de la víctima siempre estaba pegando a su pareja. Sin embargo, esa vecina jamás informó a la Ertzaintza, ni hizo nada. En cierto modo se puede entender que ha sido cómplice. Ese mutismo es algo muy común.
M.G.- Influirá mucho que sean municipios pequeños, donde todo el mundo se conoce, donde todo el mundo sabe todo de todos, y donde es complicado dar un paso adelante por no señalarse.
I.M.- También. Me gusta mucho localizar mis novelas en escenarios rurales, precisamente por esto que mencionas. Hay un dicho que dice: Pueblo pequeño, infierno grande. Es un dicho muy real. Mientras más pequeño sea el pueblo, más infernal resulta para sus habitantes. Desde la ciudad, tendemos a pensar en el mundo rural como en un entorno muy apacible pero, al fin y al cabo, son como grandes vecindarios donde todo el mundo se conoce. En un pueblo pequeño todo se magnifica.
M.G.- Esta novela nos habla sobre la violencia contra la mujer y con muchos personajes femeninos, tanto en primera como en segunda línea de protagonismo, muy potentes y con carácter.
I.M.- Es algo que me ha ido saliendo así. Creo que el motivo puede ser porque me crió principalmente mi madre, he tenido mucha relación con mi abuela y, además, he tenido una hija. Es decir, han habido muchas mujeres en mi vida, aunque suene un poco... (ríe). Quiero decir que he vivido en un entorno muy femenino. A la hora de escribir, me siento más cómodo desarrollando personajes femeninos. Crecen más por su propio pie. En algún momento, he pretendido que un personaje masculino tenga más peso pero no me sale su desarrollo. Así que, en esta novela hago un juego bonito con Ane y Julia. Bueno, también está Madrazo pero queda más en su segundo plano.
M.G.- Ahora que mencionas a Madrazo, él protagoniza una subtrama. Está al margen de la investigación porque está recorriendo el Camino de Santiago, con un propósito que añade mucho misterio a la novela.
I.M.- Madrazo es el jefe de Ane pero tiene un secreto. Obviamente el lector, al igual que Ane Cestero, entiende que ahí pasa algo, que no se trata de un peregrinaje sin más. Lo que le ocurre a Madrazo tiene que ver con el pasado y se irá viendo con el avance de la trama.
M.G.- La mitología vasca asoma en esta novela. No puede faltar porque es una tierra con muchas leyendas y mitos.
I.M.- Uno de los puntos fuertes de la cultura vasca es la mitología. Alguna vez me he preguntado por qué el País Vasco o mejor, toda la cornisa cantábrica, tiene una mitología tan rica. Creo que tiene mucho que ver con la climatología. La mitología no deja de ser un puñado de historias que se contaban al calor del fuego en las tardes lluviosas de invierno, y que han ido pasando de generación en generación. El clima hostil que tenemos en el norte ha fomentado una mayor cantidad de horas de encierro o temor a la naturaleza, con la niebla, la lluvia o los mares de nubes. Todo eso genera mitos y leyendas que, con otro clima, no se producen. Pero me gusta que toda esa mitología esté presente.
M.G.- A mí me encanta. Como también me han parecido muy interesante esos negocios que surgen en la zona. Vemos la cubierta del libro, con ese agua rojiza, fruto de la proliferación de las algas rojas, que tienen mucha presencia en la novela. O también, los vinos submarinos. No había oído hablar de este tipo de vinos jamás.
I.M.- La recolección de algas es muy habitual en esa zona. Cuando llegan las mareas vivas en septiembre, se desprenden las algas rojas del fondo del mar. De esas algas se extrae la gelatina de origen vegetal y suelen comprarlas tanto las farmacéuticas como la industria alimentaria. Ver toda la costa vasca llena de este tipo de algas impresiona mucho. Hay gente que se dedica a cosechar esas algas. Hacen uso de unos teleféricos, muy rudimentarios, que se accionan con el motor de un tractor, para ir subiendo fardos de algas desde el fondo de los acantilados. Luego, esas algas se extienden por los campos para que se sequen.
M.G.- ¿Te he leído que la novela la has escrito dentro de una furgoneta? ¿Esto es posible?
I.M.- (Ríe) Sí, sí, es verdad. Empecé a escribir yendo a Hondarribia porque me gusta pasear por los escenarios que luego uso en la novela. Pero llegó el confinamiento y en casa soy incapaz de escribir. Entonces, un vecino me ofreció una furgoneta aparcada en la puerta de casa, la acondicioné como pude, y ahí me pasé todo el confinamiento, escribiendo dentro de la furgoneta. Esa fue mi oficina, en la que pasé mucho frío a primera hora de la mañana y mucho calor cuando la furgoneta se recalentaba a mediodía.
M.G.- Ibon, la acción transcurre en un par de semanas. Muy poco tiempo para todo lo que ocurre. No sé si estarás de acuerdo conmigo en que la acción no es muy frenética, ¿no? No percibo un ritmo vertiginoso. Por lo menos, hasta donde yo llevo leído.
I.M.- En cuanto al ritmo, el libro tiene dos partes diferenciadas. En la primera mitad, la novela avanza a un ritmo más lento. Sin embargo, llega un momento en el que, al producirse un secuestro, toda la acción se agiliza. A partir de ahí, la novela se acelera. En cualquier caso, intento que el lector pueda, por un lado, investigar y sumergirse en la investigación y, por otro, disfrutar del entorno, paseando por Hondarribia, impregnarse del salitre de los acantilados o sentir el xirimiri cayendo en el cabo de Híguer.
M.G.- Ya para ir terminando, es verdad que, en 2020, no hubo altercado en el Alarde porque no lo hubo en ningún punto de España, a causa de la pandemia. Sencillamente, no hubo Alarde. En cuestión de unos meses, si se celebra este desfile, ¿habrá jaleo otra vez?
I.M.- El otro día hablaba con alguien de Hondarribia y me decía que ahora que se ha producido este parón, se podía haber aprovechado para resetear todo esto y empezar de cero. No se ha hecho nada. La sensación en el pueblo es de un enconamiento total y el próximo Alarde, que no sé si tendrá lugar este mismo año o no, desgraciadamente será igual que los que hemos vivido en años anteriores.
M.G.- ¿Y vas a seguir escribiendo sobre Euskadi?
I.M.- Sí, entre otras cosas porque me obliga la unidad policial que protagoniza estas novelas. Mientras siga escribiendo con Cestero, Julia o Madrazo como protagonistas, tengo que ceñirme a la Comunidad Autónoma Vasca. Al haber elegido a la Ertzaintza como protagonista me he limitado a tenerme que quedar en el País Vasco.
M.G.- Pues una tierra preciosa. Muchas gracias Ibon por bajar al sur. Ha sido un placer conocerte.
I.M.- Lo mismo digo. Gracias.
Sinopsis: El odio es el enemigo más peligroso.
Las gaviotas sobrevuelan inquietas la ciudad marinera de Hondarribia, que se ha vestido con sus mejores galas para celebrar un día especial. Sus graznidos compiten con los alegres sonidos que inundan las calles, donde los vecinos se preparan para disfrutar de la fiesta ajenos a la terrible amenaza que se cierne sobre ellos.
En mitad del desfile se desata el horror. Una puñalada salvaje y certera riega con sangre el frío suelo de piedra. Una mujer ha muerto asesinada. Y no será la última. La suboficial Ane Cestero y su unidad especial tendrán que dar caza a un asesino feroz e implacable, capaz de ocultarse a la vista de todo un pueblo.
La hora de las gaviotas es un thriller sinuoso, magnético e impecable que nos enfrenta al peor de los enemigos: el odio visceral que late escondido en todos nosotros.