Autor
Edmundo Díaz Conde nació en Orense en 1966. Se licenció en Derecho, carrera que, por convicción, no llegó a ejercer jamás. Ha trabajado como asesor editorial y colaborado, entre otras publicaciones, con El Correo de Andalucía y la revista cultural Mercurio (Fundación José Manuel Lara). Residió en Orense, Santiago de Compostela, Madrid y, actualmente, en Sevilla.
El príncipe de los piratas es la historia de Íñigo Santa Cruz -llamado Lefthand por los ingleses-, tan falsa como todas las leyendas y tan cierta como cualquier historia de piratas.
Buenos días, aprovechando que estamos inmersos en la lectura conjunta de El príncipe de los piratas,os traigo una entrevista con su autor, Edmundo Díaz Conde, para que conozcáis de primera mano lo que tiene que contarnos de su nueva novela.
Edmundo Díaz Conde nació en Orense en 1966. Se licenció en Derecho, carrera que, por convicción, no llegó a ejercer jamás. Ha trabajado como asesor editorial y colaborado, entre otras publicaciones, con El Correo de Andalucía y la revista cultural Mercurio (Fundación José Manuel Lara). Residió en Orense, Santiago de Compostela, Madrid y, actualmente, en Sevilla.
Su primera novela, Jonás el estilita, mereció el III Premio Ciudad de Badajoz. Su siguiente obra, La ciudad invisible, se alzó con el finalista del XXXIII Premio Ateneo de Sevilla. El club de los amantes fue su tercera novela publicada y El veneno de Napoleón (finalista del Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio 2008) ha sido publicada en Rusia.
Concibe la escritura como una pasión, además de un oficio. Concibe la vida como un oficio, algo menos apasionante.
Hubo un tiempo en que corsarios británicos, bucaneros franceses y filibusteros holandeses eran los amos del Caribe. Pero poco se ha contado de piratas españoles como Íñigo Santa Cruz, forzado a convertirse en caballero de fortuna por una patria que desampara a sus propios hijos y los obliga a vagar por el mundo.
En aquella misma época también había tesoros fantásticos como el de la Dama del mar, por el que Henry Morgan organizará la mayor flota de filibusteros jamás conocida, ciudades como Panamá, que se dicen inexpugnables y encienden la codicia de los hombres, y mujeres como Elena, capaces de provocar la pasión y la ternura del corsario más insensible.
Buenos días, aprovechando que estamos inmersos en la lectura conjunta de El príncipe de los piratas,os traigo una entrevista con su autor, Edmundo Díaz Conde, para que conozcáis de primera mano lo que tiene que contarnos de su nueva novela.
Es una lástima que no podáis oír la grabación. Os daríais cuenta de que fue un conversación cargada de carcajadas (no me había reído tanto en una entrevista). Edmundo es un gran conversador. Le apasionaba hablar de literatura, de los libros y se nota a leguas que le gusta lo que hace. Charlando con él se pasan las horas volando, tanto es así que nos citamos a las siete de la tarde, y sentados a una mesa del café cultural La mercería, nos dieron las diez de la noche de un viernes en el que el bullicio pre-fin de semana se dejaba caer por el local. Aquí os traigo un fragmento de aquella conversación de tres horas ¿Vamos allá?
Marisa G.- Leyendo tu biografía, observo que tienes tablas en esto de escribir libros. El príncipe de los piratas es tu quinta novela ya, pero además has publicado anteriormente Jonás el estilita, La ciudad invisible, El club de los amantes y El veneno de Napoleón y todas ellas de temática muy dispar. Cuéntanos un poco tu trayectoria.
Edmundo D.- Cada libro es una aventura y no tiene por qué parecerse al anterior, excepto en algunos puntos comunes que tienen que ver con tu manera de afrontar la literatura. En mi caso, cada vez es una aventura distinta y pertenecen a géneros diferentes. El anterior que publiqué con Planeta era un libro de carácter histórico, sin embargo este no. Este es un libro de aventuras, muy romántico y muy pasional. Este mundo es tan rico y tan amplio que permite que uno haga su singladura, nunca mejor dicho, procelosa a través de los libros y vaya encontrando su propia voz.
También influye mucho el momento en el que escribes, el momento histórico. No es lo mismo escribir ahora que hace 10 o 15 años. Ahora todo es mucho más complicado, sobre todo para la gente joven que quiere publicar. No significa nada que hayas publicado anteriormente o que lo hayas hecho con Planeta. Cada libro es algo nuevo.
M.G.- Y ahora nos traes una novela de piratas que la sitúas alrededor de 1670 a la que no le falta absolutamente nada. Tenemos grandes barcos, fieras batallas, tesoros maravillosos, envidias, celos y muchísimo ron. ¿Por qué una historia de piratas?
E.D.- Siempre he querido escribir sobre piratas. Cuando pensaba en ellos, no pensaba en el perfil de pirata histórico que era un tipo marginal, empobrecido, cruel,... No pensaba en eso. Pensaba en playas de arenas blancas y finas del Caribe, el mar de color turquesa, el bergatín, la mujer, a poder ser hermosa, a mi lado, la botella de ron y rumbo al infinito, rumbo a la aventura. Muchos, cuando éramos jóvenes, leímos novelas de aventuras, vimos películas con El cisne negro,... Creo que necesitamos que nos cuenten bien el cuento y como el pirata de corte romántico nos ha llegado a través de las novelas y de las películas pues no podemos desprendernos de él. Creo que es mucho más importante para nosotros este icono romántico que la realidad de los piratas. Yo quería recuperar todo esa iconografía romántica pero hacerlo a través de un personaje protagonista español, que tuviese virtudes y pecados.
M.G.- Leyendo tu novela he recordado aquellos cómics de piratas que leían los niños de pequeños y esas películas y no te hablo de Piratas del Caribe, sino de aquellas mucho más antiguas como El cisne negro (Henry Morgan),
E.D.- Claro, ¿y quién no? A fin de cuentas la historia tiene mucho que ver con las emociones por eso yo lo etiquetaría como un libro eminentemente romántico. En el primer plano de la novela se encuentran las emociones y las pasiones de los personajes: ambición de poner, envidias, rencor... Todo ese mundo de ambiciones y pasiones es tremendamente romántico. Tenemos una aventura en pos de un tesoro, una aventura en pos de un amor (el que siente el protagonista por su hija) y una aventura en pos de un amor pasional (el que siente el protagonista por una mujer). Por tanto sí que me remito a aquellos cómics y a aquellas referencias cinematográficas que tienen que ver con la juventud y la juventud tiene que ver con la emoción y la emoción con el romanticismo. Todo esto es lo que a mí me interesa, suscitar la emoción del lector a través de las emociones de los personajes.
M.G.- El personaje principal de tu novela es Iñigo Santa Cruz, un personaje ficticio, no así Henry Morgan que existió realmente. Sobre piratas españoles se sabe bien poco, ¿no? Todo el mundo conoce a Barbanegra, a Francis Drake, ¿por qué se sabe tan poco sobre los piratas españoles?
E.D.- Muy sencillo, porque nosotros en aquella época éramos el Imperio y al Imperio había que atacarlo. Inglaterra, Francia,... pretendían reducirnos. A través de las películas hemos llegado a pensar que ellos eran los protagonistas del Caribe y no es así. Los protagonistas éramos nosotros pero como somos un país desmemoriado, un país ingrato, un país cainita,... nos hemos olvidado de estas cosas. Me apetecía poner de relieve ese protagonismo nuestro a través de un personaje de ficción. De este modo surgió Íñigo Santa Cruz, un personaje lleno de sentimiento de culpa, con muchos pecados y vicios, pero también con mucha fuerza. La gran pregunta de Íñigo Santa Cruz está implícita a lo largo de toda la historia: ¿qué puedo hacer yo para mejorar la vida de mi hija? Él quiere dejar la piratería, sus vicios,... quiere redimirse y recuperar a su pequeña pero por las circunstancias adversas de su vida se ve arrastrado sin poder escaparse. Él encara ese destino que le ha tocado y abordar la última misión para salvar a mi hija.
M.G.- Tus piratas no son todo ferocidad, salvajismo,… tienen corazón y sentimientos muy nobles. ¿Los has humanizados o has querido mostrar el lado menos esteriotipado?
E.D.- Efectivamente. Yo quería recoger toda la iconografía romántica del pirata pero al mismo tiempo también he querido humanizarlos, sin edulcorarlos. Yo he pretendido que el lector se acerque al libro y conecte con el niño o el adolescente que lleva dentro pero que los personajes no reflejasen las emociones de un niño pequeño, sino que fueran adultos y por tanto complejos, pero no incomprensibles. Los sentimientos son una realidad que están muy presente en los personajes y eso es humanizarlos, acariciarlos, respetarlos, amarlos,... Si el autor se acerca a sus personajes con cariño, intentando comprenderlos, entendiendo las razones que los mueve a actuar de un modo u otro y los trata bien, entonces es posible que el lector también acabe tratándolos bien.
M.G.- De entre todos los personajes, y alejándome un poco del protagonista principal, me gustaría destacar a Henry Morgan, un personaje real que me ha divertido mucho por ese carácter hipocondríaco que tiene, muy melindres con cientos de achaques constantes y que requiere de la presencia de su médico a todas horas. ¿Este personaje era así o tú lo caricaturizas? Porque dista mucho del Henry Morgan de las películas.
E.D.- Me gusta mucho que digas eso, que te haya llamado la atención y quieras seguir sabiendo de este personaje. La diferencia entre el personaje de la película y el del libro a lo mejor estriba en que yo he pretendido escribir una obra madura, si se puede decir así, mientras que las películas sólo pretenden crear personajes de cartón piedra, de una sola pieza.
M.G.- Los buenos y los malos, ¿no?
E.D.- Claro, yo ese maniqueísmo no lo quería. Quería personajes humanos pero no con ello aburridos porque me encantaría que el lector se divirtiera con la novela. La relación entre el protagonista y Henry Morgan es fundamental porque no sabemos si son amigos o no, si se están utilizando el uno al otro. Es el lector quién tiene que averiguarlo.
M.G.- A raíz de lo que comentas sobre divertirse con tu novela, entre sus páginas no sólo hay aromas a ron sino que también se destila mucho humor. Incluso en los momentos tristes intercalas una nota humorística como la escena en la que uno de los piratas está agonizando y hace un comentario sobre lo ruidosa que es el arma secreta que usa el enemigo. Y luego los tres hermanos, Melquíades, Blas y Ginés son simpatiquísimos.
E.D.- Sí, ellos tres cargan con el peso cómico de la novela aunque también he pretendido salpimentar el resto de las escenas con humor. Considero que el humor es fundamental. Os puede parecer una brutalidad lo que os voy a decir, pero soy de la opinión de que no hay gran autor, gran novelista que no tenga sentido del humor y que no lo proyecte en sus libros. Normalmente los autores demasiado serios a veces pecan de coñazo y es algo de lo que yo siempre he querido alejarme. Uno de los grandes objetivos que he perseguido con esta novela es lograr el encanto. Es algo que siempre reseño si me lo permite el entrevistador. El encanto es la magia que te permite fascinar, sugiere al lector un estado tal que es capaz de leer un página y esbozar una sonrisa al mismo tiempo que le brillan los ojos. Stevenson por ejemplo tenía mucho encanto, Scott Fitzgerald igual,...
En cuanto al humor que hablábamos antes, lo soportan los tres hermanos. Me divertía muchísimo tratar de conjugar la emoción del coraje, el valor,... con el humor. En una escena en la que un personaje se encuentra encarcelado, en un ambiente tan sórdido, aparecen dos tipos que van vestidos de putas y uno de ellos, por ser tan miedoso, lleva bajo las faldas un barrilito de pólvora,... oye, yo me divertí mucho escribiendo esa escena y pensé que ojalá el lector sea capaz de armonizar con ella y volverse cómplice. Si he conseguido que el lector se ría en ese momento, entonces lo he hecho bien. No importa si ese tipo de situación se daba en la vida real o no, lo que importa es que el lector se lo crea.
M.G.- Embarcas al lector en una aventura que toca muchos puertos (Madrid, Toledo, Sevilla, Cádiz, el Algarve portugués, la Isla Tortuga ,… ) ¿Tocas tantos escenarios para enriquecer la novela?
E.D.- Sí, claro. Había varios retos. Uno de ellos era encajar el universo de la ficción en el universo histórico. Aunque yo no he querido hacer una novela histórica, la parte histórica tenía un peso que yo no quería eludir. Había que investigar mucho sobre la época. Todo lo que se cuenta de la Isla de Tortuga es exactamente así. Era una tierra española que los españoles la dejaron, no desmantelaron la artillería, los piratas aprovecharon y la convirtieron en un fortín del Caribe,... Todas las localizaciones que figuran en la novela eran muy importantes. Además una aventura romántica, pasional, marítima, de piratas que van en un barco,... tienen que viajar, tienen que hacer parada en diferentes puertos. La aventura no es sólo pasional, que lo es, sino también es náutica y por eso tenía que tocar tantos lugares. Todas estas localizaciones eran fundamentales.
M.G.- España no sale siempre muy bien parada en tu novela. Se dice de ella que es la peor de todas las madres y muchos sienten especial repulsión. Tus piratas tienen un sentimiento contradictorio. Por un lado piensan que no les deben nada a España pero por otro les resulta doloroso ver la bandera española en llamas.
E.D.- Pero, ¿quién no se ha sentido así en su tierra? Creo que todos en general. Es un sentimiento de ida y vuelta. Íñigo Santa Cruz ama su tierra. Su padre fue un capitán de fragata que murió en batalla, momento en el que él estuvo presente y arrastra un sentimiento de culpa desde entonces. Todo esto conforma su sentimiento hacia la patria, hacia su tierra. Ese sentimiento es un amor cargado de dolor y de resentimiento porque esa tierra se ha portado mal con su padre. Es cierto que en aquella época, España maltrataba a toda la marinería, la desprestigiaba mucho. En Inglaterra ocurría al contrario. España siempre ha abocado a su gente a la piratería y a la marginalidad, de hecho lo sigue haciendo ahora. Mientras escribía la novela, una de las preguntas que me hacía y que me gustaría que se formulara el lector es: ¿un país como este se merece lealtad? Es normal que se tengan sentimientos muy contradictorios.
M.G.- Me he encontrado en tu novela con una narración en la que todo es grafismo. Tus descripciones consiguen que el lector recree las escenas, las contiendas y flota siempre un aire muy épico y muy tangible, ¿cómo definirías tu estilo?
E.D.- Me vais a permitir ser un poco gallego. Me gustaría que una pregunta tan interesante como esa la respondiera el lector. Todo está hecho exclusivamente para el lector porque si no hubiera lectores, yo no escribiría. Para mí es muy estimulante estar aquí con vosotros. Esto tiene muchísimo encanto.
Con respecto al carácter cinematográfico que puedan tener las escenas, he intentado lograrlo de manera contraria a como suelen hacer los escritores que, a lo mejor, no son vocacionales sino que son historiadores, por poner un ejemplo. No he querido ahondar demasiado en los detalles, con demasiada meticulosidad porque eso aburre. Hay que dar algo de pábulo a la imaginación del lector.
Y ahora, si me lo permites, me gustaría recuperar una cuestión anterior. En relación al amor filial y al amor pasional, soy de la opinión de que hay muy pocos autores masculinos capaces de escribir una historia de amor interesante, deliciosa, con encanto, romántica. Creo que es un mundo infinitamente femenino porque el mundo emocional femenino es muchísimo más rico que el masculino. Y voy a decir más. Voy a confesar que he sido capaz de meterme con una historia de amor pasional porque he tenido un ángel de la guarda que me ha ido dirigiendo.
M.G.- ¿A quién está dedicado el libro?
E.D.- Sí, a Camino. Si no sería incapaz. Por eso, no me parece casual que, hoy por hoy, el 80% de los lectores de ficción sean mujeres y el 20% hombres. Esto no es casual.
M.G.- ¡Es magnífico que un hombre diga algo así!
E.D.- Pero es que hay muchos datos que así lo confirman. Mira, un hombre puede intentar seducir a una mujer con palabras pero no lo conseguirá si ella no lo permite. En cambio en el hombre... La región relacionada con la cuestión verbal la mujer la tiene mucho más desarrollada que el hombre.
M.G.- Ahí estamos totalmente de acuerdo.
E.D.- Por eso leéis mucho más. Y por eso las historias de amor las vivís mucho mejor. El hombre es más pobre emocionalmente. Tu coges a Jane Austen, por ejemplo, y sus relaciones de amor son infinitamente ricas. Un hombre coge a Jane Austen y aunque sabe que es una gran escritora, no te pondrá buena cara.
M.G.- Estoy alucinada. Que un hombre diga lo que tú estás diciendo no es tan fácil de encontrar.
E.D.- Porque yo vivo con una mujer muy especial. Ella me ha enseñado mucho. Yo también he aprendido algo y también he ido viendo cosas. Creo que estas carencias es horrible para el hombre. Nos estamos quedando atrás. El futuro es de la mujer.
M.G.- Entonces tu novela, El club de los amantes, es visionaria, ¿no?
E.D.- Mira, Camino siempre me dice que debería retomar El club de los amantes y rehacerla lo que pasa se que ahora no quiero meterme con ciencia-ficción, pero ella sí cree que es una novela de interés y que habría que mejorarla. Y sí, sí,... estoy convencido. El mundo futuro es vuestro. En todos los sentidos además, en el área política, económica,...
M.G.- Incluso en el mundo laboral, ¿no? Cada día me encuentro con más parejas amigos en las que ellos han perdido el trabajo y la mujer es la que mantiene a la familia.
E.D.- Quizás es porque es más versátil, más inteligente. ¿Por qué una mujer es capaz de hacer varias cosas a la vez? Sus conexiones neuronales probablemente funcionan de forma distinta y tienen esa capacidad. Pero un hombre... Yo soy un ejemplo. Yo puedo hacer un sola cosa, si acaso bien, pero sólo una. Pero mi mujer, mientras yo hago una, ella hace tres. Esto en principio hace gracia, pero si lo llevas a cuestiones importantes como las laborales... Lo que pasa es que en este país hay todavía mucho machismo y no es fácil reconocer estas cosas.
M.G.- Mucho machismo y mucho moderno que de puertas para adentro cambian de opinión.
E.D.- Pues sí... Y mira, otra de las preguntas que yo me hacía mientras escribía la novela es la siguiente: ¿Qué diferencia hay realmente entre un sentimiento nacionalista y un sentimiento patriótico? Porque algún periodista me ha dicho que mi novela es patriótica pero no es que sea patriótica. Lo que intenta es poner de relieve el concepto de un Estado conflictivo y luego a partir de ahí el lector tiene que adoptar su postura pero, en cualquier caso, ¿cuál es la diferencia entre un sentimiento nacionalista y uno patriótico? Que haya un Estado internacionalmente establecido. Si existe ese Estado, estaremos ante un sentimiento patriótico y si no, pues será un sentimiento nacionalista. La base de fondo es la emoción que tú sientes por tu entorno cultural más próximo. Esto es lo que importa en la novela.
M.G.- Otra cosa que me ha llamado la atención es la forma de expresarse de algunos personajes. Por ejemplo, Henry Morgan usa frecuentemente la expresión ¡Por Júpiter! Y luego encontramos a los Ancianos de Isla Tortuga que se expresan en latín, ¿esto era así realmente o es una licencia que te permites?
E.D.- Pero ¿tú te creíste que podía ser así?
M.G.- Totalmente, para qué te voy a engañar pero necesitaba preguntártelo.
E.D.- A ver existieron los Ancianos de Tortuga pero no tengo constancia de que ninguno de ellos hablara latinajos. No importa si era así o no, lo que pretendo es crear una escena en la que el lector se sienta cómodo.
M.G.- Desde luego tiene su gracia ¿eh?
E.D.- Mira si escribes una novela del siglo XVII, se supone que tienes que adaptar y cuidar el lenguaje pero sin ser demasiado riguroso. Si utilizo muchos términos de la época ya en desuso, se hubiera entendido todo peor. Creo que hubiera sido más pesado. Bueno, esto son enfoques de autor.
M.G.- Casi al final de la novela, relatas la leyenda de la Dama del mar, que dicho sea de paso, es una preciosidad. No sé si esta leyenda tiene alguna base real o se apoya en otra leyenda o bien es de tu propia invención.
E.D.- Fundamentalmente es de mi propia cosecha. Ahora bien, hay un par de detalles. El tesoro de la Dama del mar es un trasunto de El Dorado, aunque transformado. Esta leyenda está muy relacionada con el tema de la novela, es decir, el patriotismo, el amor por la tierra. Ese es el tema cardinal. Todo va girando en ese sentido. El tesoro de la Dama del mar es el tesoro de la tierra, de la patria, y ese tesoro, según reza la leyenda, no debe salir de la tierra de Panamá. Eso es patriotismo. Por eso la leyenda funciona de esa manera porque es un elemento más que gira alrededor del tema principal.
M.G.- El Príncipe del mar es una novela de piratería pura y dura, bueno y la piratería no es algo que quedó tan atrás porque hoy en día hay muuuuucho pirata suelto en todos los sentidos y no me refiero al pirateo de música, libros, películas sino a esos otros piratas que ocupan un mullido sillón.
E.D.- Claro, pero ese es el gran problema de este país. Yo he preferido hablar del pirata romántico pero del que tú hablas, es que no tiene gracia ninguna. Ese es el realismo español. La piratería está presente en este país. Existía antes y existe ahora. Yo creo que en algunos casos la piratería no deja de estar legitimada porque si resulta que los que ostentan el poder son los mayores piratas y el pueblo liso y llano tiene que pagar las consecuencias, ¿cómo se atreven a pedirnos algo? Esto es para ponerse serio de verdad.
M.G.- Bueno y para terminar te voy a dar mi sincera opinión sobre el libro.
E.D.- Sí, por favor.
M.G.- El título, por razones obvias, te hace pensar que te vas a encontrar una historia de piratas como las que veíamos en las películas. Yo no suelo leer este tipo de historias porque además, hoy en día, encontramos pocas historias de piratas, por no decir ninguna, entre las novedades editoriales.
E.D.- ¿Pero te parecía una historia masculina?
M.G.- No, no era ese el problema. La cuestión era que no me veía yo leyendo una aventura de piratas, no es mi estilo... Sin embargo, me he encontrado con unos personajes con los que me he reído, con una historia de piratas, muy bien, pero que me ha ido atrapando a medida que avanzaba en la lectura, especialmente en la última parte del libro. Me vengo a referir que yo al principio comencé a leer con cierta distancia...
E.D.- Con escepticismo, ¿no?
M.G.- Sí, con escepticismo distancia, no muy confiada... pero me he dado cuenta de que mi interés crecía, que iba de menos a más. De hecho cuando llegan a Panamá me sentía atraía por el devenir de los personajes y por ver cómo se iba a resolver todo. En definitiva, creo que el balance ha sido positivo. No te voy a decir que ahora me voy a poner a leer todas las historias de piratas que caigan en mis manos, ni a ver todas las películas del género, pero sí que me ha gustado arriesgar esta vez. Al final he disfrutado con la historia y no he tenido la sensación de haber perdido el tiempo.
E.D.- Pues te agradezco tus palabras. Me llegan al corazón. Para mí el gran reto con el que me he enfrentado es llegar a las chicas con este libro, por lo que os contaba antes, lo del universo femenino,...
M.G.- ¿Qué opina tu mujer del libro?
E.D.- Bueno, es que ella se involucró mucho y es parte interesada. Esto es como tener un hijo adoptivo,... Está demasiado próxima para emitir una crítica. Estoy muy interesado en saber lo que las chicas piensan del libro. ¿Por qué? Pues por que tú ves de entrada el título y no sé si se van a hacer una idea...
M.G.- Claro, pero porque tenemos en la cabeza los personajes de las películas. Para nosotras los piratas son tipos duros, agrestes, que huelen a ron,... pero Íñigo Santa Cruz no es así, es un buen tío, con sentimientos, que no quiere hacer daño y que tiene muy arraigado el sentido de la paternidad, son de carne y hueso.
E.D.- Me gusta mucho que digas esto porque alguien me ha dicho que estos piratas no son piratas pero claro eso me lo dicen hombres. Una mujer lo ve como tú lo has visto y eso me agrada.
M.G.- Pues a mí tus piratas me han gustado mucho. Es verdad que al principio me lancé a la lectura sin saber lo que me iba a encontrar pero hay que ahondar en la historia y no quedarse en la cubierta del barco. Al final he disfrutado mucho y me ha encantado descubrir ese lado humano de los piratas. Te agradezco de verdad este tiempo que has compartido con nosotros y espero que tengas muchísima suerte con tu novela.
E.D.- Gracias a vosotros.
Y hasta aquí la entrevista que nos concedió. La verdad es que Edmundo es una persona encantadora con la que puedes conversar de mil cosas. Lo pasamos francamente bien y espero que los apuntes que nos ha facilitado sobre su novela os sirvan a muchos de los que estáis inmersos ahora mismo en la lectura de su último libro.