Autor
Antonio Mercero (Madrid, 1969) es licenciado en Periodismo. Trabajó en las agencias de noticias LID y FAX PRESS, dirigidas por Manu Leguineche, entre 1990 y 1992, y fue colaborador de La Gaceta de los Negocios en Nueva York.
En 1994 empezó a trabajar como guionista en la serie Farmacia de Guardia. Desde entonces, ha escrito en series como Hospital Central, Lobos, MIR y Siete días al desnudo. También ha escrito las miniseries El pacto, dirigida por Fernando Colomo, y El Rey, de Norberto López Amado.
En cine ha colaborado en el guion de La vergüenza, dirigida por David Planell, y es coguionista de las películas Quince años y un día y Felices 140, de Gracia Querejeta.
Ha publicado las novelas La cuarta muerte (2012) y La vida desatenta (2014). El final del hombre (2017) fue la primera entrega de la serie policíaca protagonizada por el policía Carlos Luna, que pasará a llamarse Sofía Luna tras su operación de cambio de sexo. Tras una calurosa acogida por parte de la crítica y los lectores llega la segunda entrega: El caso de las japonesas muertas. Los derechos de ambas novelas han sido vendidos para una serie de televisión.
Sinopsis
Las hermanas Müller cuentan cada jueves su vida a millones de seguidores en el canal de YouTube Pleamar, pero en el vídeo de esta semana aparecen amordazadas y maniatadas, en un lugar oscuro, y llorando desesperadamente. Las visualizaciones crecen por horas sin que nadie sepa si va en serio o es una broma macabra. Los padres denuncian la desaparición y el caso es asignado a una extraña pareja de investigadores: Darío Mur, divorciado y enamorado de la literatura clásica, y Nieves González, adicta a las citas online y víctima de acoso en la comisaría. Cuando la muerte de Martina Müller es retransmitida en directo, Darío se enfrentará al mundo de los influencers, al que su propia hija es adicta y que la ha convertido en una chica violenta y conflictiva.
[Información tomada directamente de la web de la editorial]
La que se ha organizado este fin de semana con el fallo del Premio Planeta. La edición 2021 no solo trae un nuevo ganador (y finalista) sino que también ha desvelado la verdadera identidad de Carmen Mola. ¡Revuelo en la sala! Desde que salió a la venta La novia gitana en 2018 y supimos que Carmen Mola era un seudónimo se lanzaron al aire mil conjeturas. Se oyeron nombres dispares y se dispararon varias balas al aire. Creo que la inmensa mayoría hemos errado en el tiro. Porque Carmen Mola no es mujer, es hombre. Y no uno, sino tres -Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero-. La sorpresa fue mayúscula y con ella vino la polémica. Se ha oído de todo en las redes sociales y en los foros, que si qué engaño, que por qué usar el nombre de una mujer con lo que a las mujeres os cuesta luchar por nuestro sitio, que si los libros de Carmen Mola no son tan buenos, que si este premio está amañado,.... Yo también me sorprendí pero, en mi caso, mi sorpresa radicaba en que fueran seis manos las que estuvieran detrás de este seudónimo. He leído novelas escritas por dos autores, con un resultado excelente, pero jamás me he enfrentado a una escritura a tres bandas. ¿Cómo se hace eso? Me encantaría saberlo. Imagino que, con la promoción de la novela, sabremos detalles en las entrevistas que concedan. Por lo demás, que si han usado un nombre de mujer, que si el premio estaba ya dado, que si pitos y flautas son cuestiones en las que no voy a entrar porque no me parecen importantes. Yo leo libros, -novelas, teatro, algo de poesía y ensayo- y califico el producto como tal. Si está escrito por un hombre o una mujer, me da igual. Si ese hombre o esa mujer vota a un partido u otro, me importa muy poco. Si en vez de una mujer son siete, pues más curiosidad siento. Si en vez de siete mujeres son tres hombres, más de lo mismo. Si el autor es político, empresario, policía, profesor, barrendero, guionista o mago no me afecta. Lo que busco en un libro es, primero entretenimiento, y si además aprendo cosas nuevas, más gratificante es la experiencia. Por lo tanto, todo este revuelo que se ha formado alrededor de Carmen Mola me da igual. Me parece muy descabellado todo el jaleo que se ha montado.¡¡Si hasta una librería ha anunciado que va a retirar la trilogía de sus estanterías!! ¿En serio? Como digo, más allá de descubrir que son tres personas a las que se les atribuye la autoría de una de las trilogías que mejores críticas ha recibido desde que se publicó la primera novela, no me repercute en nada más. Si no he leído antes a Carmen Mola es porque no soy muy fan de las sagas pero aprovecharé ahora para estrenarme y leer La bestia, que además tiene un título brutal.
Y dicho lo cual, hoy vengo a hablaros de la última novela de Antonio Mercero -en solitario-,Pleamar, que he leído este verano. Os cuento un poco.
Las hermanas, Martina y Leandra Müller, han sido secuestradas.Las chicas gestionan un canal de YouTube bajo el nombre de Pleamar, con dieciocho millones de suscriptores. El espacio ofrece un vídeo cada jueves, con un pequeño adelanto los miércoles. Pero los seguidores del canal se han encontrado una sorpresa, un vídeo de cinco segundos en el que se ve a las hermanas amordazadas.¿Es una broma de las chicas? ¿Se trata de una estrategia de marketing? ¿Acaso pretenden escandalizar para hacerse virales y conseguir así más seguidores? Pues va a ser que no. Lo que se podría pensar como una payasada de las jóvenes se convierte en certeza. Las chicas han sido realmente secuestradas. Están ilocalizables. Sus padres, Tobías y María, dos personas influyentes desde un punto social y mediático, dan la voz de alarma. Él es un cirujano plástico, al que apodan el doctor Milagro. En sus manos se ponen las mujeres más famosas para hacerse algún arreglito. Y ella es una despiadada tertuliana en un programa rosa de la televisión. ¿Quién puede querer hacer daño a las niñas? ¿Es una manera de venganza contra los padres? Todos son incógnitas. Los hechos se irán desarrollando de la peor forma posible. Las agresiones, los asesinatos y la muerte salpicarán a más de un personaje en esta trama.
Y para investigar la desaparición de las niñas tendremos al inspector de homicidios Darío Mur y a la subinspectora Nieves González, dos policías a los que también va a repercutir su situación personal. Lo más inmediato será interrogar al círculo más cercano a las niñas -padres, novios, amigos, representante y, por supuesto, a las demás influencers con las que competían, como Acacia o Sofía Lombo. Ambos inspectores averiguarán que no todo el mundo dice la verdad. ¿Qué esconde cada uno de los personajes? También tendrán que visionar varias horas de contenido del canal de las niñas, descubriendo todo un mundo que, más a Darío que a Nieves, le queda un poco lejos.
Algunos flashbacks que nos permitirán ir conociendo cómo era la vida de las chicas más allá de las cámaras, qué relación existía entre las hermanas, cómo era la rivalidad con otras influencers, o sus relaciones amorosas. Pero no todo gira alrededor de las jóvenes. ¿Qué pasa con los padres? ¿O cómo van a vivir Darío y Nieves esta investigación? ¿En qué les afecta su vida personal? Te adelanto que la novela nos tiene guardada más de una sorpresa y un giro brutal que me dejó clavada en el sitio. Todo esto lo descubrirás si decides asomarte a Pleamar.
Temas
Tengo que decir que, de esta novela, me ha interesado mucho más los temas que toca que la propia trama. La historia que se narra en Pleamar no deja de ser negra, policíaca, con muertes, asesinatos, criminales movidos por la venganza y policías con pasado. Hasta ahí, nada nuevo bajo el sol. La estructura sobre la que se sustenta el argumento no es original pero sí lo es las cuestiones que aborda.
Me ha parecido interesantísimo todo lo que se cuenta sobre el mundo youtuber porque hay canales y canales. En esta novela se habla de esos espacios que acumulan millones de seguidores, administrados por jóvenes que consiguen popularidad, fama y dinero de forma muy rápida y vertiginosa. La vida de esos influencers, que llegan a convertirse en la imagen de marcas muy reconocidas, que mueven muchos miles de euros y cuya agenda debe estar gestionada por un representante, se reduce al número de seguidores que tienen y a la cantidad de likes que consiguen con cada una de sus publicaciones. Es una competición. Luchan por estar en la cresta de la ola y si su posición se tambalea un poco -pierden seguidores o bajan algún puesto en el ranking- lo viven como un auténtico drama, y llegan incluso a la depresión. ¿Exagerado? Bueno, para ellos, esto es su trabajo, pero es verdad que hay mucha frivolidad alrededor de estos jóvenes que no disfrutan de su día a día ni aunque estén de vacaciones en las playas más paradisíacas del planeta. Su máxima preocupación es hacer la foto perfecta, que los coloque en el número 1, aunque eso implique estar hiperconectados todo el día y vivir como esclavos del móvil, hasta tal punto que algunos tienen que recurrir a terapia de desconexión. Una absoluta locura si su terminal está a punto de quedarse sin batería.
Pleamar nos va a descubrir ese mundo. La novela descorre el telón para dejarnos ver cómo es la vida de estos chicos y chicas, frente a una actividad que, no carente de mucho trabajo y de muchas horas frente a los focos y la pantalla de un ordenador, convierte un mundo virtual en toda una realidad.
Unido a este tema, la novela aborda también la relación entre padres e hijos. ¿Cómo gestiona un padre o una madre que sus hijos adolescentes ganen más dinero que ellos? ¿Cómo soportan el ego, la soberbia, la tiranía de sus retoños? Pero no hay ser un hijo rico para pisotear a un padre o a una madre. En Pleamar vamos a enfrentarnos a la agresividad de los adolescentes, a esos padres que tienen miedo porque, independientemente de la edad que tengan o de la profesión que ejerzan, se ven amenazados por unos hijos incontrolables y rebeldes, títeres de su ira y su rabia. Tengo que reconocer que hay ciertas escenas que me han puesto los vellos de punta. Yo, que no soy madre, me he puesto en la piel de esos padres que sufren día a día el despotismo de los hijos. Y aun así, son padres. Esos hijos son carne de su carne, sangre de su sangre. ¿Hasta dónde pueden aguantar? ¿Hasta dónde está dispuesto un padre a llegar por amor a su hijo?
Y nuevamente, unido a los temas anteriores, tenemos a la familia. Recojo aquí una reflexión que me parece que resume perfectamente parte de los entornos familiares que veremos en esta novela:
«Él creció pensando que la familia era un pilar indestructible para todo el mundo. Ahora le parece que una bomba de racimo ha caído sobre esa venerable institución y las esquirlas saltan por todos lados: hijos que detestan a su madre, madres que escapan de sus hijos, jóvenes que rechazan la autoridad y hasta la existencia de los padres... Padres que no saben si quieren a sus hijos». [pág. 112-113]
Por último, dos cuestiones más. Por un lado, el mundo televisivo. A través de María, la madre de las hermanas Müller, veremos qué se cuece entre bambalinas. Hay programas del corazón que tienen mucha audiencia porque, reconozcámoslo, el morbo, vende, y mueve mucho dinero. A los Müller, por una cuestión que no voy a desvelar, les hace falta cash. ¿Es lícito moralmente vender la tragedia personal en un programa de televisión? Ahí lo dejo.
Por otro lado, otro asunto que me ha parecido muy original en el mundo de la novela negra. Me refiero a las prácticas de cirugía estética. En Pleamar, conoceremos a médicos y a pacientes. Los primeros hacen magia con sus manos. Los segundos se quitan unos cuantos traumas tras pasar por quirófano. ¿Realmente la cirugía estética es la solución a tus problemas?¿Que patología hay detrás de todas esas personas que ya no parecen ellas mismas con tanta operación?
Personajes
Entre las páginas de Pleamar se van a pasear unos cuantos personajes. Todos están bastante bien trazados y responden con verosimilitud al perfil que representan. Pero me voy a centrar en los dos inspectores.
Darío Mur es un hombre triste y gris, de costumbres fijas. Casado durante veinte años, su mujer lo abandonó porque se enamoró de otro hombre. Aquella ruptura sentimental le hizo caer en picado. Dejó todo atrás y decidió marcharse a otro lugar para cumplir el sueño de escribir una novela. Si lo consigue o no, lo dejo en el aire. Pero, la vida viene como viene. Por diversas circunstancias, Darío tiene que reincorporarse a su puesto de trabajo y hacerse cargo de su hija adolescente. Ángela es un hueso duro de roer. Darío lo va a pasar muy mal. No entiende cómo el mundo y su vida ha llegado a este punto. No comprende los valores de la gente joven de hoy día, no conecta con ellos, se siente totalmente fuera de lugar. A su vez, es un hombre reservado, al que le pesa la soledad, pero que también necesita liberarse y quitarse pesos de encima.
«He descubierto que callarme me hace daño y proclamarlo a los cuatro vientos me sirve de exorcismo». [pág.40]
Le angustia la idea de no ser un buen padre. Le oprime la teoría de que, todo lo que le ha ocurrido en la vida -su divorcio, la relación con su hija- sea culpa suya.
En cuanto a Nieves, la subinspectora tiene treinta y siete años. Es una mujer que encaja mucho mejor que su compañero en estos tiempos. Alegre y jovial, también tiene un gran peso sobre sus espaldas. Sufrió abuso sexual en su destino anterior. Lo denunció y eso la ha condenado al recelo. Diría que le afecta mucho más la actitud que tienen sus compañeros con ella que el propio abuso en sí. Pero, a mi juicio, es un personaje algo contradictorio. A pesar de haber sufrido acoso por un conocido, le gusta citarse con otros hombres a los que no ha visto nunca a través de páginas de contactos. ¿Por qué lo hace? La profesión de policía quema mucho. No debe resultar fácil ver cada día las miserias humanas, comprobar cómo de mezquino y ruin puede llegar a ser el hombre. Por eso necesita darse una alegría de vez en cuando y su manera de escapar es esta, el sexo ocasional. Esta necesidad convierte a Nieves en un personaje de carne y hueso, con debilidades y momentos de bajón. También veremos a una mujer que sabe sobreponerse al pasado y sacar lo mejor de sí misma en el terreno profesional, a través de su inteligencia y su perspicacia.
Estructura y estilo
Estructurada en cuatro bloques y con capítulos cortos, Pleamar se lee con agilidad. La alternancia de capítulos, entre lo que ocurre en el presente y lo que ocurrió en el pasado -dos meses atrás- nos permite hacer una composición total de toda la trama. Además, es una novela muy visual, probablemente fruto de la trayectoria de Mercero como guionista. Sería una novela perfecta para llevarla al cine. Por otra parte, y dado que toca temas con bastante enjundia, Pleamar está bien documentada. Se nota que el autor ha indagado en ciertos temas de peso, en los que profundiza, tal y como nos comentó en la entrevista que puedes leer aquí, y de los que he aprendido mucho. ¿Sabías que los influencers tiene representante? Yo no tenía ni idea.
En definitiva, poco más os puedo contar. Pleamar esconde una trama negra, llena de venganza, celos, infidelidades, chantaje que me ha gustado leer. Insisto en que sus temas me han parecido originales y novedosos, y eso ha contribuido a que la lectura haya sido más grata. Por cerrar esta reseña, me gustaría dejaros con una cita que no tiene desperdicio.
«El mundo se ha banalizado hasta un punto que no admite vuelta atrás. Dos hermanas se hacen famosas grabando vídeos de una estupidez sonrojante. Se convierten ídolos para millones de personas, son admiradas, perseguidas, imitadas, anuncian marcas de ropa, de bolsos, de relojes, adquieren la categoría de embajadoras de tiendas, de restaurantes, de agencias de viaje. Ganan cantidades astronómicas de dinero porque la estupidez, si es jaleada por muchos, se transmuta en un talento que hay que proteger como un tesoro. La exhibición de la vida personal ha convertido las redes sociales en escaparates de postureos ridículos y de felicidades prefabricadas. La búsqueda desesperada de likes, de seguidores y de comentarios favorables alcanzan proporciones grotescas. Las clínicas de cirugía estética tienen listas de espera porque todo el mundo persigue la eterna juventud. Las aplicaciones para ligar en internet ganan más y más terreno y sepultan para siempre los viejos juegos de seducción, las indirectas, el cruce de miradas, la sutileza». [pág. 377]
Y por cierto, Antonio Mercero, muchas felicidades. A ti, y al resto de premiados.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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