Quantcast
Channel: Lecturápolis
Viewing all articles
Browse latest Browse all 2535

MARTA BARRIO: ❝No hubiera podido escribir este libro sin ser madre❞

$
0
0

Marta Barrio vive rodeada de literatura. No solo por las historias que escribe sino porque es editora desde hace muchos años, ejerciendo como tal en la actualidad dentro del sello Alianza Editorial. Para la autora nacida en New Haven (1986), los últimos años le han salido redondos. Tras quedar finalista en la Semana Negra de Gijón con Los gatos salvajes de Kerguelen, es la última ganadora del Premio Tusquets de Novela con Leña menuda, sumándose así a una lista de premiados que contiene nombres como Bárbara Blasco (Dicen los síntomas), Elisa Ferrer (Tiempo de avispas), María Tena (Nada que no sepas), o Daniel Ruiz García (La gran ola). 

Hace unos días, Marta Barrio visitó Sevilla para promocionar la novela ganadora, que nos permite asomarnos a un complicado universo femenino. La protagonista, de la que jamás sabremos su nombre completo, iniciará una andadura de ilusión al saberse embarazada pero la gestación quedará truncada tras un terrible diagnóstico. Será entonces cuando esta joven tendrá que enfrentarse a una situación de desamparo para tomar la decisión más complicada de su vida. Inspirada en la historia de muchas mujeres, hablamos con la autora. 

Marisa G.- Marta, segunda novela y vas de premio en premio. O por lo menos subiendo escalones. La anterior, Los gatos salvajes de Kerguelen, fue finalista en la Semana Negra de Gijón. Con esta, alcanzas el Premio Tusquets. ¿Qué te mueve a presentarte a premios literarios?

Marta B.- La esperanza de que alguien lea la novela. Con el libro anterior fue una sorpresa porque no es un premio al que postules, sino que te seleccionan. Además fue muy gracioso porque estaba de paseo por el campo con mi niña cuando me mandaron un enlace que vi por la noche, al regresar a casa. Y qué felicidad porque fue una cosa totalmente inesperada. Con el Tusquets hay una parte de voluntad a la hora de presentarme al premio y rezo para que me toque.

En este momento de gran desprestigio de los premios literarios, que parecen que todos están..., tú sabes, hay algunos en los que efectivamente el jurado se lee las obras y en el que existen encuentros inesperados. Esta mañana me decía un periodista que no es solo una novela valiente sino también un premio muy valiente porque no es una narración al uso, sino muy digresiva, con muchos vericuetos, y a la vez muy introspectiva, con una mirada muy pausada, y muy íntima. 

M.G.- Es curioso que entre la publicación de ambas novelas haya pasado tan poco tiempo.

M.B.- Ya sabes que son cosas del azar. Con la primera novela se metió por medio el covid. Con esta ha sido mucho más rápido y repentino. Ni de broma suele ocurrir que, una novela que presento al premio el día 19 de febrero, esté publicada en octubre. No es habitual. Los planes editoriales llevan su ciencia.

M.G.- Tema muy complicado el que tocas en Leña menuda. ¿Cómo llegas a esta historia?

M.B.- Por una parte, hay una serie de noticias de periódicos que me van llamando la atención. Al igual que no hay dos personas que lean el mismo libro de igual modo, cada uno lee el periódico a su manera.  Por otra, me contaron esta historia. Pensé en recoger todas esas noticias en forma de novela porque casaba con una serie de inquietudes que había ido teniendo a lo largo del tiempo.

M.G.- Tú muestras una moneda, la maternidad, de la que generalmente se enseña la cara alegre y positiva. En cambio, te fijas en todo lo contrario.

M.B.- Esta novela parte de la ilusión, que luego se torna en decepción. Sin embargo, luego resurge de nuevo la esperanza. La protagonista quiere ser madre, quiere encontrar en esa maternidad un afecto que no va a encontrar en este hijo que está esperando por un diagnóstico muy oscuro.

M.G.-  Y tú, que eres madre, ¿cómo ha sido meterse en el papel de una mujer que ha sufrido algo tan brutal como lo que le ocurre a la protagonista de esta novela? Entiendo que, desde el punto de vista de una mujer que ya es madre, no ha debido de ser fácil. 

M.B.- Bueno, el embarazo de mi hija Claudia fue de riesgo, aunque obviamente no tan terrible como lo que ocurre en la novela. Pero sí sentía miedo por no ser un buen recipiente o por no poder llevar a buen término algo que deseaba. Ese es un miedo que está ahí, en toda mujer gestante. Simplemente me acordé de lo mal que lo pasé en ese momento y lo multipliqué por diez. También he contado con muchos otros testimonios ajenos que me han ayudado muchísimo.  

La parte más onírica es más mía. Todavía tengo sueños raros. El otro día vi Independence Day 2 y soñé que daba a luz a un marcianito. Eso todavía está ahí, pero mi experiencia ha sido mucho más...

M.G.- ¿Liviana?

M.B.- Liviana pero con toda esa parte de miedo y de terror. Recuerdo que me decían que disfrutara del embarazo pero yo tenía contracciones todas las tardes. Me encontraba fatal, tuve que hacer dieta por diabetes,... Tenía miedo. Por la mañana, lo primero que hacía al levantarme era tocarme la tripa y hasta que no notaba cómo se movía, no me quedaba tranquila. Creo que no hubiera podido escribir este libro sin ser madre, si no hubiera tenido esos temores, y esa sensibilidad previa. 

Me ocurrió que, según he ido escribiendo este libro y hablando con las mujeres de mi entorno, fueron surgiendo un montón de historias más, como setas debajo de las piedras. Eso me hizo pensar que hay como una realidad paralela o un dolor oculto que no siempre se cuenta. Y está bien que no se cuente siempre porque uno tiene derecho a su intimidad, pero precisamente porque nunca se cuenta, hay que tener mucho cuidado cuando se le pregunta a una mujer por qué no tiene hijos. Como le ocurrió a una amiga mía, a la que llamaban vaga y comodona por no tener hijos, y resulta que la pobre había tenido ya diez abortos. O igual no te da la gana de tener hijos y ya está pero ¿por qué te tienes que justificar, y abrir las puertas de tu dormitorio o de tu historial médico? Esto me ha enseñado a dar un paso atrás en el camino. Yo antes les daba mucho coñazo a mis amigas con el tema de la maternidad. Les mandaba noticias sobre los límites de la edad fértil. Era una inconsciente. 

M.G.- Te diré que es la segunda novela que leo sobre aborto voluntario, un tema del que se habla poco. ¿Por qué?

M.B.- Cuando escuché el relato de mi amiga, pensé: “¡Menos mal que me lo ha contado! Yo se lo voy a contar a todas las personas a las que pueda contárselo, porque esto no debería ser un secreto, sino algo que sepamos todas”. Lo que le pasa a una nos puede pasar a todas, y si no sabes que tienes una opción —si no te lo cuentan, porque no te lo cuentan— de ir a otro país y poner fin a ese embarazo deseado que se ha torcido irremediablemente y así evitar un sufrimiento todavía mayor. Durante el proceso de escritura fueron surgiendo numerosos testimonios de mujeres cercanas que me confiaron sus experiencias, que me convencieron de que hay cosas no nombradas a las que ya va siendo hora de poner nombre, y del poder de la literatura como proceso catártico, tanto de escritura como de lectura, para dolores propios y ajenos. Creo que la representación de ciertas realidades es subversiva, marginal. Y, por tanto, potencialmente transformadora. Muchas veces nos buscamos en otras novelas y en otros libros y en otras vidas pero no nos encontramos siempre en el canon. Se trata, al fin y al cabo, de otro tipo de destape, consistente en explorar mundos tradicionalmente silenciados. A los personajes femeninos, en literatura, muchas veces les espera el convento, el manicomio, o el suicidio. Incontables heroínas mueren ahogadas tras un desliz, seducidas y abandonadas, o forzadas a la prostitución… Finales edificantes con moraleja: las mujeres caídas no se levantan. Quizás sea hora de redirigir el rumbo, en busca de un nuevo arquetipo.   

M.G.- ¿Cómo se enfrenta la protagonista de tu novela a ese día después, al día en que su hijo ya no está?

M.B.- Este es uno de esos golpes tan duros que nos da la vida, como en el poema de César Vallejo. “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!”. La mujer cae de rodillas, no cae de pie, pero se levanta. Me interesaba contar esa recuperación, y por eso esta novela no acaba en Bruselas, esta novela acaba, unos meses después, cuando sería el aniversario de su hijo, pero en ningún momento hay un arrepentimiento.

Como te dije antes, leí en el periódico una serie de noticias que de algún modo están en la génesis de esta novela. La última, la prohibición total del aborto en Polonia, fue la que me hizo pensar en el destino de esas mujeres embarazadas que recurrirían a un aborto clandestino, con el consiguiente riesgo para su salud. 

  • El jueves 10 de marzo de 2011, varios colectivos estudiantiles organizaron una protesta pacífica en la capilla de la Universidad Complutense, ubicada en Somosaguas, para manifestar su oposición a la existencia de lugares de culto en entornos educativos supuestamente laicos, sufragados con dinero del erario público.
  • El viernes 27 de noviembre de 2015, un hombre de 57 años llamado Robert Lewis Dear cometió un atentado contra un centro de planificación familiar en Colorado Springs, en Estados Unidos, matando a tres personas. Otras nueve fueron hospitalizadas con heridas de bala. Durante las cinco horas del asedio, no dejó de nevar.
  • El sábado 25 de agosto de 2018, la Coalición Argentina por un Estado Laico presentó cuatro mil solicitudes de apostasía a las autoridades eclesiásticas en distintas diócesis del país como respuesta a la campaña del clero contra la legalización del aborto. Este colectivo se fundó en 2009, e impulsó las primeras apostasías colectivas a raíz de la «guerra de Dios» que el actual papa Francisco, entonces arzobispo de Buenos Aires, convocó contra el proyecto de ley del matrimonio entre personas del mismo sexo.
  • El lunes 7 de octubre de 2019, nació un niño llamado Rodrigo en el Hospital de São Bernardo, en Setúbal, al sur de Lisboa. En ninguna de las ecografías se le comunicó a la madre que su hijo no tendría ojos ni nariz, o que le faltaba parte del cráneo, por lo que presentó una denuncia por negligencia contra Artur Carvalho, el obstetra de la clínica privada Edo Sado que había seguido su embarazo sin detectar dichas malformaciones. El caso del «bebé sin rostro» portugués tuvo mucha repercusión mediática y se descubrió entonces que el Colegio de Médicos luso llevaba ya doce reclamaciones contra ese doctor, sin que hubiera habido consecuencias para su carrera profesional.
  • El sábado 16 de noviembre de 2019, Elisa Pilarski fue atacada por una jauría en el bosque de Retz, en Francia. Tenía veintinueve años, y estaba embarazada de seis meses. Llamó a su marido pidiendo ayuda, pero cuando este llegó era demasiado tarde.
  • El jueves 23 de octubre de 2020, Polonia declaró inconstitucional el aborto por malformación fetal, que representaba el 97% de las interrupciones de embarazo llevadas a cabo el año anterior de manera legal en el país, desencadenando una oleada de protestas feministas. La ley polaca al respecto ya era una de las más restrictivas de Europa, debido a la fuerte impronta del catolicismo.

M.G.- Lo que más doloroso me resulta de toda esta situación no es solo la pérdida del hijo sino que la mujer, encima, tiene que pasar por un parto. Esto es algo que la gente desconoce por completo, ¿verdad?

M.B.- Sí, no sé cómo se imaginan que sale eso de ahí... Hay un no pensar en el cuerpo, en lo que supone para una mujer tener que parir un hijo muerto, y la fuerza que se necesita para recuperarse de eso. A mi amiga un compañero de trabajo le preguntó que si no volvía a la oficina a los quince días, no comprendía que se cogiera la baja de maternidad completa si su hijo ya no estaba vivo.

M.G.- ¿Crees que tu novela puede ayudar a mujeres que pasen por la misma situación que atraviesa la protagonista?

M.B.- Sí, creo que hay algo de catarsis en la escenificación de un dolor propio o ajeno. A veces, ayuda poner palabras al dolor. Mi novela indaga mucho en los nombres que le damos a las cosas. Es una reflexión en torno al diccionario, en torno a esas palabras que usamos todos los días, como la palabra madre. Es una manera de pensar qué hay detrás de esas palabras.

M.G.- El título, Leña menuda, tiene mucho simbolismo.

M.B.- Sí. Mi marido es de un pueblo de Palencia que se llama Baltanás, un lugar donde es muy común que las madres les digan a sus hijas: Coge leña menuda para encender el fuego. Con esa leña pequeñita encendían las cocinas, con las que conseguían primero un fuego pequeñito que se hacía grande. Esta novela es un poco así, empieza con un fuego pequeño y termina con uno grande. Me gustaba el adjetivo menudo porque señala algo que no importa, como lo pequeño, lo que se esconde pero, aunque sea menudo, prende el fuego. Y no es un gran tronco que requiera la fuerza de un hombre. La leña menuda la podemos recoger las mujeres. 

M.G.- Para mí leña menuda, como dices, es algo que no tiene importancia pero yo he entendido tu título desde un punto de vista irónico. Es decir, titular este libro usando esta expresión se contrapone a la historia tan descomunal que contiene sus páginas.

M.B.- Ah, está bien que lo veas así...

M.G.- ¿Y crees que idealizamos excesivamente la maternidad? Me refiero a la concepción, al embarazo, el parto, la crianza. 

M.B.- Sí, lo del estado de buena esperanza es algo relativo. Lo que me da pena de la maternidad es que no la podamos disfrutar realmente por el tema de la conciliación. Hoy parece que tienes que llegar a todo pero, en realidad, no llegas a nada. Estamos inmersos en una auto-imposición de producir constantemente. Para mí, el teletrabajo ha sido una bendición porque me he dado cuenta que se podía hacer lo mismo sin estar tan cansada. 

M.G.- Aparte de que en la novela nos vas a contar una experiencia tan traumática, también nos vas a contar un viaje de madurez para la protagonista.

M.B.- Efectivamente, ella recorrerá un camino durísimo que la conduce a otro modo de enfrentarse a la vida. Por suerte, la protagonista del libro es hoy una madre feliz. Ha tenido un hijo no hace mucho. A pesar del miedo, todo salió fenomenal y digamos que ahora está en paz con todo lo que sufrió. Por eso se puede decir que hay esperanza, un bienestar al final del camino, porque para ella ha sido un alivio encontrar esta puerta abierta. 

M.G.- Me gustaría que me hablaras de la estructura de la novela. Es un poco miscelánea. 

M.B.- En todos los capítulos tenemos los mismos elementos que se van repitiendo. En todos ellos hay una palabra del diccionario de la que se desgrana una parte más digresiva o reflexiva. En todos hay una mirada a la naturaleza para desmitificar el tabú del aborto tardío, a través de un reflejo en otros animales.

M.G.- Y también estableces otro tipo de conexiones. Hablas de aborto e inevitablemente hay que hablar también de religión. Incluso, entre las páginas de este libro asoma Mary Shelley y el mito del monstruo. 

M.B.- La novela de Shelley fue de las que más me impactó. En el prefacio de la edición, ella cuenta que firmó primeramente el manuscrito como anónimo y luego con su nombre. Fue cuando le dijeron cómo era posible que una jovencita como ella pudiera escribir una cosa tan tremenda. Como si fuera poco adecuado que tuvieras esa imaginación, por ser mujer. Si lo hubiera escrito un hombre nadie se lo habría cuestionado porque al hombre sí se le achaca esa virulencia. 

El mito del monstruo está muy presente en esta novela, ese miedo a parir un monstruo, ese ser que se va transformando con el paso de los meses de embarazo. Recuerdo que, cuando estaba embarazada, me instalé como unas cinco aplicaciones en el móvil e iba viendo cómo, semana a semana, te iban mostrando la evolución en 3D del feto. Había semanas en las que se veían unas cosas horribles, como una cría de hámster. Era algo terrorífico. Sí, ese mito está en esta historia, unido además a la desgracia porque sabes que los monstruos sufren y tú, como madre, no quieres que tu hijo sufra. 

M.G.- ¿Y por qué decidiste no nombrar a los personajes sino usar únicamente sus iniciales?

M.B.- Primero por una razón de universalidad y luego de anonimato. Esta es una historia que le ha pasado a una persona que no quería ser identificada, pero también es una historia que le puede ocurrir a cualquier mujer que quiera tener un hijo. 

M.G.- Me interesa el hecho de que hayas usado la historia de una persona real y la opinión que esa persona tiene ahora, después de haber leído la novela

M.B.- Está orgullosísima y muy ocupada con la lactancia. El secreto le pesaba mucho porque no se lo había contado a nadie. Esto ha sido como un destape vicario. Le ha servido de desahogo porque ella fue al psicólogo, a la Seguridad Social, y la mandaron a su casa. Parece que, lo que le pasaba era eso, leña menuda.

M.G.- Nunca mejor dicho. Bueno, Marta, no te robo más tiempo. Gracias por concederme parte de tu tiempo. Enhorabuena por el premio y hasta la próxima.

M.B.- Gracias a ti.  

Sinopsis: Una joven vive con ilusión desbordada la confirmación de su embarazo. Comienza un carrusel de planes junto con su pareja para adaptar la casa al nuevo hijo, elegir el nombre, imaginarse la vida con él. Una mañana ocurre un pequeño incidente camino del trabajo: en un atajo por un parque, le sorprenden unos perros que la derriban antes de que la dueña pueda contenerlos. En el hospital, confirman que el feto no ha sufrido daños, pero un doctor experimentado ve algo raro en las ecografías que debería haberse detectado previamente.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 2535

Trending Articles