Conocí a Ana Muela Pareja cuando, en 2018, ganó el I Premio de Novela Policía Nacional con Alma Mater, un acto que tuvo lugar en la Capitanía General de Sevilla. Pero la autora conquense ya había publicado otra novela con anterioridad. El falso cuerno del rinoceronte, que suponía la presentación oficial de su personaje Federico Gajanejos, inspector de la Policía Nacional, también recibió un premio, el XLI Premio Literario Kutxa Ciudad de Irún en 2016.
Muela Pareja va de premio en premio, pues su último trabajo, La lluvia inglesa ha conseguido el XL Premio de Novela Felipe Trigo. Sin embargo, estamos ante una novela totalmente diferente a las dos anteriores, ambas novelas policíacas protagonizadas por Federico. La lluvia inglesa narra la historia de Leona, una mujer que, de un día para otro, vuelve a reencontrarse con su padre, moribundo, con el que aún tiene muchas cuentas que ajustar.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de conversar con Ana, vía Zoom.
[Fuente: web editorial] |
A.M.- Muchas gracias. La verdad es que sí. ¿Qué te voy a decir? Tres novelas y las tres con premio. El premio es la publicación, más que otra cosa.
M.G.- Pues precisamente, una autora poeta me comentaba el otro día que, en poesía, como no sea a través de un premio es muy difícil publicar. No sé si en tu caso piensas igual, que hay ciertas novelas que, si no fuera por los premios, se quedarían en el cajón.
A.M.- Creo que sí, pero no tanto por la novela. Por ejemplo, yo no tengo nombre, no soy nadie. Ganar un premio es una manera de asegurarse de que la novela se publica y además con una buena editorial, como en este caso la Fundación José Manuel Lara, con distribución nacional y con una edición cuidada. Así que sí, creo que es una manera de publicar. Y encima con un premio como este, porque el Felipe Trigo tiene una larguísima trayectoria, con mucho prestigio, limpísimo e inmaculado. Soy la prueba viviente.
M.G.- Ana, cuéntame cómo surge la idea de esta lluvia inglesa.
A.M.- La historia surgió poco a poco en mi cabeza. Estuve viviendo un tiempo en Cambridge y me daba larguísimos paseos. Me gusta mucho caminar y en esos paseos fue surgiendo la idea. El escenario me llevó a la trama, por decirlo de algún modo. Es un escenario real, lo conozco bastante bien, y en esos paseos bajo la lluvia, con las bicicletas pasando a toda velocidad a mi alrededor, fue surgiendo esta ficción.
M.G.- Pero es una historia peculiar. Nos vamos a encontrar a Leona Anaya, una mujer que se va a ver en una situación un poquito complicada, con relaciones familiares complejas. ¿Cómo resumirías el argumento de esta historia?
A.M.- Diría que esta novela es la historia de una venganza. Es una novela de intriga psicológica. Leona es una mujer que vive en Madrid, en un hogar desmantelado porque el marido la ha abandonado y está sin trabajo. De repente, recibe una llamada desde Inglaterra y le dicen que a su padre, al que lleva más de veinte años sin ver, le ha dado un ictus y puede fallecer en cuestión de horas. Leona no se lo piensa y se va a Inglaterra para ver morir a ese hombre que tanto daño le ha hecho cuando ella era pequeña y adolescente. Pero luego, las cosas no suceden así. Aunque la muerte parecía inminente, la situación del padre se estabiliza y ella aprovecha la ocasión para, a través de mil pequeños detalles, ir vengándose poco a poco de todo ese sufrimiento que ha padecido. Las cosas no resultarán ser tan sencillas. Todo se irá enredando, pero ya no cuento más.
M.G.- ¿Y en esos paseos por Cambridge, bajo la lluvia, rodeada de esas bicicletas que se mencionas tanto en la novela, se te ocurre este inicio tan impactante, con esa frase tan demoledora?
«Vive a Cambridge para ver morir a mi padre». [pág. 9]
A.M.- Sí, sí. Ahí se me ocurrió y lo fui pergeñando en la cabeza. La frase es un tanto ambigua. Puede ser que ella vaya a ver morir a su padre porque es una hija amantísima, que quiere estar dándole la manita a su padre en el momento de su fallecimiento. O al contrario, como veremos en el desarrollo de la novela. Es una frase ambigua aunque contundente.
M.G.- Leona Anaya es la narradora y protagonista. ¿Cómo es este personaje? Porque yo he tenido mis más y mis menos con ella, que ahora te contaré.
A.M.- Entiendo que hayas tenido tus más y tus menos porque yo también los he tenido. Al final he terminado por quererla. La he tenido durante muchos meses en mi cabeza y la he terminado de entender y comprender. Es un personaje que ha sufrido muchísimo. Ella es producto de toda la violencia que vivió en su infancia y de todas las penalidades que le han ido sucediendo a lo largo de la vida. Incluso cuando las cosas parecían que le iban bien con su marido, pues también le suceden cosas. A todos nos ocurren mil percances, pero parece que a ella le pasan cosas más terribles.
Leona es un personaje que puede caer bien o mal, lo que me parece muy bien porque eso significa que el personaje no es plano. Puede ser visto desde distintos puntos de vista, es poliédrico, que era justo lo que yo pretendía. Es un personaje que no es ni blanco ni negro, sino que tiene matices en grises, y que evoluciona a lo largo de la trama.
M.G.- Evolucionar, esa es la palabra. Las sensaciones que he tenido sobre Leona han ido cambiando a medida que iba leyendo. Al principio, me costaba muchísimo trabajo empatizar con ella porque tú nos vas dando pequeñas pinceladas de lo que le ha ocurrido, pero no nos das la explicación completa. Por eso, en algunos momentos, cuesta trabajo entenderla.
A.M.- Claro, esa es la intriga psicológica que he querido construir. He ido dejando pistas, pequeños indicios, que expliquen por qué Leona es así y por qué tiene ese rencor tan profundo hacia el padre pero claro, no lo iba a contar todo en las primeras páginas.
M.G.- No, no, vas dosificando la información y vemos esa evolución del personaje que comentamos. Habrá momentos en los que, su forma de ver al padre, con el que ha tenido una relación muy complicada, se dulcifica. Es un personaje que se va amoldando a las nuevas circunstancias.
A.M.- Efectivamente. Leona es cruel con su padre pero va evolucionando, sí. Al fin y al cabo están meses juntos, sin nadie más en esa casa.
M.G.- A Leona solo le queda su padre. Tenía un hermano con el que mantenía una relación muy estrecha, aunque ella lo etiqueta constantemente como un idiota. Y esta etiqueta se la coloca a muchos otros personajes de su entorno. En realidad, es un personaje amargado. Hay un momento en el que ella dice: «A mí no me queda nada más que amargura y contemplar las vidas ajenas desde la barrera de un banco en medio del parque de una ciudad que no es la mía». Leona tiene una mochila muy grande sobre la espalda.
A.M.- Sí, es una mujer amargada. Aparte de la madre que dejó de hablar cuando nació su hijo, los dos grandes afectos de Leona son su hermano y su marido. Es verdad que, de su hermano siempre dice que es un idiota pero también reconoce que lo quiere porque es su hermano. Cuando ella piensa en su muerte, se imagina que el cielo es como una pradera por la que pasea de la mano de su hermano. A Mateo lo adoraba y lo perdió.
En cuanto al marido, ella estaba muy enamorada de él. Lo admiraba, lo quería y también lo perdió. Leona está amargada porque los dos grandes afectos que tenía los perdió en circunstancias un tanto especiales y muy traumáticas para ella. Así que tiene motivos para estar amargada.
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M.G.- En la novela hay personajes que están muy presentes pero son muy invisibles. Por ejemplo, has mencionado a Ricardo, el ex marido de Leona; Mateo, el hermano fallecido; y la madre que, según yo veo, intenta educar a su hija en valores muy arcaicos. Le llega a decir que no monte en bicicleta porque eso no es decente.
A.M.- La madre es una mujer muy antigua, atrapada en un matrimonio difícil. La madre es la gran presente-ausente, incluso en la propia infancia de Leona. Su vida la inunda el padre. La madre es una sombra benigna y, aunque tiene una educación muy arcaica, no la agrede como la agrede el padre.
M.G.- Hay otros personajes que inquietan muchísimo. Tenemos a Christopher, el dependiente de una ferretería. Y luego hay un médico que también tiene lo suyo. Son personajes que tienen mucha importancia en la trama.
A.M.- Son muy importantes en el presente, porque a ella le siguen pasando cosas, al margen de todo lo que le ocurrió en el pasado.
Christopher es un personaje que me gusta mucho. Es un tipo muy inglés. Puede parecer brusco, pero es un brusco de terciopelo.
M.G.- Es un personaje que despierta mucho recelo. En algún momento, incluso la propia Leona teme que le haga algo.
A.M.- Es muy inquietante, con esa sonrisa canalla que tiene. Pero es un personaje que me gusta. Aporta mucha intriga a la trama.
M.G.- Sí porque la novela no solo trata sobre Leona y sus relaciones familiares, sino que cuenta con muchísimo suspense y un final que no me esperaba bajo ningún concepto.
A.M.- El desenlace puede ser interpretado de diversas formas pero no vamos a añadir nada más para que cada lector lo vea a su manera. Para mí es un final ordenado, con cada cosa en su sitio. Cada personaje termina donde tiene que terminar pero, por otro lado, también se puede entender como un final abierto.
M.G.- Para mí es un final cerrado y lo veo como una tabla de salvación para Leona. Creo que es lo mejor que le podía ocurrir en su vida.
A.M.- Sí, creo que sí. Ya le ha ocurrido todo lo malo. A partir de un momento dado, las cosas tienen que cambiar para bien. Creo que ese final es como una puerta que se le abre.
M.G.- Ana, esta novela, más que de acción, es de reflexión. Entre las páginas de este libro nos vamos a encontrar a Leona pensando y pensando, en todo lo que le ha ocurrido.
A.M.- Efectivamente. Además la novela está escrita en primera persona. Como lectores, vamos a seguir a Leona en todo momento, lo que dice, lo que hace y lo que piensa. Nos vamos a meter en su cabeza y eso la convierte en una novela de pensamiento.
M.G.- ¿Y te ha costado construir el personaje? Lo digo porque la vamos a ver haciendo ciertas cosas un tanto duras.
A.M.- Me ha costado muchísimo. Es una novela muy trabajada. A mí las musas no me visitan. Me siento delante del ordenador y todo es a base de trabajo y de esfuerzo. Meterme en la piel de Leona, entenderla, plasmarla de tal manera que al final el lector termine por empatizar con ella me ha costado mucho.
M.G.- ¿Y por qué contar la historia en presente?
A.M.- El presente y el pasado se combinan constantemente. Como tiempo verbal, el presente es muy inmediato. La novela es muy dura, y pensé que el presente quedaría mejor al ser un tiempo verbal menos evocativo.
M.G.- He tenido la sensación de estar leyendo un diario.
A.M.- En realidad, ella cuenta su día a día. Cómo llega a Inglaterra, lo que hace en cada momento, contando desde sus pensamientos más íntimos hasta las cosas más prosaicas y más cotidianas. Es casi un diario, sí.
M.G.- Inglaterra, Cambridge, es el escenario principal de la novela. Vamos a asomarnos a esa forma de ser de los ingleses, a la forma de pensar, a la manera de enfrentarse a la vida. Esta novela tiene mucho de observación.
A.M.- Quería que la ciudad fuera casi un personaje, que el lector la viera, la viviera, la oliera, y notara esa lluvia persistente. Me gusta leer libros de viaje en los que se ve la mirada del viajero hacia el otro, y quería plasmar esa mirada extranjera, desde fuera. Es verdad que hay mucho tópico, como que la comida inglesa es muy mala -cosa que es verdad-.
M.G.- Cuando uno coge el libro y ve la cubierta tan bonita, tan evocadora, puede llegar a pensar que en su interior se va a encontrar una historia amable. Sin embargo, no es así. Hay mucho contraste entre la ilustración de la cubierta y la historia del interior.
A.M.- La cubierta me encanta. Ha sido labor de la editorial, que han hecho un trabajo estupendo. Efectivamente es una portada amable que puede despistar pero bueno, en la contraportada se explica perfectamente el tipo de novela que es.
M.G.- Y, Ana, entiendo que esta novela es como un descanso que le has querido dar a Federico, ese otro personaje protagonista de El falso cuerdo del rinoceronte y Alma Mater.
A.M.- Sí, quería cambiar un poco, de estilo, de registro, de tono, de género... Quería un cambio y realmente es un cambio tremendo. Ahora estoy de nuevo con mi inspector, con Federico, que me da tantas alegrías. Me lo paso muy bien con él, con ese tono de humor que me complace tanto.
M.G.- ¿Y te has sentido igualmente cómoda escribiendo La lluvia inglesa que, como tú dices, es un género totalmente diferente a esas dos novelas policíacas protagonizadas por Federico?
A.M.- Sí. En la novela policíaca me siento muy cómoda porque me gusta mucho como lectora. Mi trabajo de fin de máster fue sobre la novela policíaca de Camilleri, así que he estudiado el género desde un punto de vista académico. Como escritora, también es un género que me gusta porque tiene unas reglas fijas. Tiene que haber un asesinato y su investigación. A partir de ahí se construye toda la novela. En este sentido es más fácil que la novela psicológica, en la que uno tiene que inventarse más derroteros.
M.G.- Ana, no tengo más que preguntarte. No sé si tú quieres añadir algo más.
A.M.- Pues deseo que los lectores que lean La lluvia inglesa la disfruten y que pasen un buen rato, a pesar de lo dura que puede llegar a ser en ciertos momentos.
M.G.- Te agradezco que me hayas atendido. Y espero poder verte con la próxima, con Federico.
A.M.- Esperemos. Muchas gracias.
M.G.- Gracias a ti.
Sinopsis: Una novela ambigua y reflexiva, que aborda una historia dura atendiendo a la complejidad psicológica de los personajes
Leona Anaya malvive sin trabajo ni dinero, con su hogar desmantelado después de que su marido la abandonara, cuando recibe la llamada de un hospital de Cambridge: su padre, al que hace más de dieciocho años que no ve, ha sufrido un ictus y su muerte es inminente. Leona no duda un instante y coge el primer vuelo a Londres; quiere ver morir a ese hombre que tanto sufrimiento le ha causado. La situación del padre, sin embargo, se va estabilizando con el paso de los días, y Leona ve ante sí una oportunidad aún mejor: ahora que no puede defenderse, es el momento de su venganza. Instalada en su casa para cuidarlo, se dedica a atormentar al padre con mil detalles, evocando los recuerdos de una infancia llena de violencia y crueldad, el dolor de su madre, la trágica muerte de su hermano. Tal es la situación de partida de esta novela en la que Ana Muela Pareja combina la intriga, el impecable retrato psicológico y una trama absorbente, marcada por los vuelcos insospechados, en la que participan otros personajes de la nueva vida de Leona con los que la protagonista mantiene encuentros y desencuentros. La lluvia inglesa habla de antiguas heridas, nunca superadas, que se suman a las de un presente que no da tregua: engaños y pérdidas, pero también hallazgos, ganancias imprevistas y un final donde crece la semilla de la esperanza.