El pasado 28 de septiembre, mi querida amiga Charo Jiménez presentó su cuarto libro, Mientras alguien nos recuerde (Extravertida Editorial) en el Ateneo de Sevilla. A mi Charo la conocí cuando publicó Ara, como el río en 2017 y la reconocí, con la calidez que ella sabe transmitir, entre las páginas de Cenizas y rosas (2020). Regresa ahora esta autora sevillana con un cambio de registro, con una biografía sobre Eulogio Serrano, fotoperiodista nacido el 1 de octubre de 1917 en Riotinto, y que escribió una importante página del periodismo de la época.
Debo admitir que no conocía a Eulogio Serrano pero todo lo que se contó en la presentación me pareció tan extraordinario que sentí unas ganas inmensas de saber más sobre su vida. Y a ello me dispongo, a encontrar el tiempo necesario para leer lo que Charo Jiménez ha escrito sobre este retratista, en un libro que ella considera más una novela que una biografía o unas memorias.
Con una nutrida mesa, el acto se inició con la intervención de Manolo Gordo, miembro de la Agrupación teatral Álvarez Quintero, y amigo de Eulogio, que fue fundador de dicha compañía teatral. Gordo, conductor de la presentación en todo momento, dio la bienvenida a una sala repleta de público. Con sus palabras iniciales retrató al fotógrafo como un hombre, «travieso, sin maldad, noble a más no poder, y siempre entrañable», que nunca dejó de ser niño. Comentó que a Serrano lo caracterizaba la alegría, incluso en los momentos más duros. No soportaba la tristeza a su alrededor y siempre recurría al chiste para destensar el ambiente.
Tras su intervención cedió la palabra al director de la cabalgata del Ateneo de Sevilla, Manuel Sáinz Méndez, quien explicó las conexiones personales que lo unían a Serrano, pero también al teatro. Agradeció que el libro se presentara allí, en aquella institución siempre abierta a la cultura.
[Fuente: Facebook Charo Jiménez] |
Antes de dar paso a las palabras de la autora, la verdadera protagonista de la presentación, tomó la palabra Francisco Correal, periodista muy premiado, afincado en Sevilla, con una reconocida trayectoria profesional, y al que su entorno llama Paquiño. Nacido en Ciudad Real, pero residente en la capital hispalense, llegó a esta ciudad hace cuarenta y cinco años, para hacer simplemente unas prácticas, y ya no se marchó de esta tierra. Él fue el encargado de hacer una semblanza mucho más profunda sobre la figura de Eulogio Serrano, del que se decía que había tenido una vida de novela. Correal leyó un elogioso texto en el que el periodista contó parte de la vida del fotógrafo, habló de su carácter y personalidad, y enumeró buena parte de sus logros. Cámara en triste fue «el complemento perfecto de tantos ríos de tinta y de historias de la ciudad de Sevilla». Mencionó algunos reportajes gráficos de Serrano, como el accidente de avioneta de la Operación Clavel, el 19 de diciembre 1961, «las navidades más tristes de la ciudad», y dijo de él que fue un hombre que tocó varios ámbitos como la radio, la prensa escrita, el cine, el teatro y, por supuesto, la fotografía.
Después de todo lo dicho, le tocaba el turno a Charo Jiménez. Agradecida por ver la sala llena, comentó que llegó a la vida de Eulogio Serrano, a través de Carmen, hija del periodista, a la que conoce desde que eran pequeñas. Fue su amiga la que le había contado mil batallas y aventuras de su padre. Y un buen día, en marzo de 2019, Charo le propuso escribir una novela sobre Eulogio. «A partir de ahí empezamos a hablar mucho». Comentó que Carmen tiene un legado fotográfico muy importante y que le ha servido para escribir este libro. «Ha sido un trabajo muy diferente a lo que he hecho hasta ahora, una tarea muy laboriosa porque tenía que tocar muchos palos». Pero también reconoció que se siente muy satisfecha con el resultado.
Aunque le costó dar forma a todo al material que manejó, lo que más le importaba era encontrar la voz del retratista. Y añadió que le había advertido a Carmela Serrano que el personaje que iba a encontrar en la novela no era su padre propiamente pero sí alguien que se le parecía mucho. «He intentado entrar en la piel de Eulogio y acercarme lo más posible a su alma».
Mientras alguien nos recuerdeha obligado a Jiménez a entrevistarse con muchas personas que conocieron a Serrano, «y todos han destacado su profesionalidad pero también su calidad humana. Muchos me han dicho que era una bellísima persona».
Por último habló Carmen Serrano, hija del protagonista de la obra. Fue el momento más emotivo de la presentación pues, entre lágrimas, compartió con los asistentes lo que ha supuesto este libro. No dejó de agradecer a Charo Jiménez, a la que ve como a una hermana, el homenaje que le ha hecho a su padre, a través de este libro, un precioso homenaje a un hombre que tenía como banda sonora de su vida el My way de Frank Sinatra, y el que consideraba que un día sin sonreír era un día perdido.
Llegando al final de la presentación, se proyectó el booktrailer realizado por Víctor Sánchez Jiménez, hijo de la autora, que sorprendió a todos los presentes por el cariño que se desprende del mismo. Te animo a darle al play porque es una preciosidad. [Si cargar el vídeo te da problemas, también puedes verlo aquí]
Y ya, para finalizar, y también para recordar la afición de Eulogio Serrano por el teatro, se representó una pequeña pieza teatral, un fragmento del programa El Carpanta y su costilla... o las cosas de Sevilla, que se emitía en Radio Sevilla, a mediados de los años 50. Serrano era quien daba vida al personaje de Carpanta. En esta ocasión, y con la colaboración de Manolo Gordo y de Bella Belmonte, encarnaría al personaje el actor Carlos Ruíz.
Se dio por concluido el acto, no sin antes las muestras de cariño, las firmas de libros y las fotografías con la autora.
Sinopsis: «Eulogio Serrano no fue un simple poblador de la arrugada faz de la tierra. Fotoperiodista, actorazo impresionante de teatro, cine, radio y televisión, con una vis cómica que ni se puede enseñar ni se puede aprender, que se lleva en la sangre, un andaluz como no hay dos y, por encima de todo, una bellísima persona»», José Luis Garrido Bustamante.
«Delgado como un palodú, defensor a ultranza de la estatura media, narizudo y ojicorto. De profesión: fotógrafo; de condición, actor. Un sinvergüenza pobre, pero honrado y buen actor. Eulogio es puro teatro»,Paco Correal.
«Una de las personas más entrañables y cariñosas que me he encontrado en mi vida. Era el mediador por naturaleza. Tenía un don especial, era pisar el escenario y la gente ya se reía. Su misión fue hacer reír», Manolo Gordo.
«Riotinteño de pro, teatrero hasta la médula, empresario, actor, director, fotógrafo… Sé que el día en que Eulogio se vaya de este mundo, recitando los parlamentos de don Lucio, el de El genio alegre, Sevilla habrá perdido a uno de sus más rendidos enamorados, porque a Sevilla le sobran los piropos, pero le faltan los amores de verdad; de esos que, por toda recompensa, son felices respirando su aire, contemplando su cielo y oyendo sus ecos de inefable armonía […] Cuando llegue la hora de bajar el telón definitivamente, los sevillanos le dediquen el mejor de los homenajes: el del recuerdo y el de la gratitud por habernos hecho a todos un poco más felices», Manolo Barrios.
Estos son algunos de los muchos elogios que, a lo largo de los años, escritores, periodistas y profesionales de la radio, el cine y la televisión han dedicado a Eulogio Serrano, el protagonista de esta historia.
A dos voces, a través de su propio testimonio —escribe sus memorias: Por amor al arte, a las puertas de su ochenta cumpleaños— y de las palabras de su hija Carmela, hacemos un recorrido por sus vivencias, recuerdos y pasiones, su gente y su paisaje. Nos lleva al Riotinto del Año de los Tiros, al Ellis Island de los años 20 del siglo pasado en medio de una diáspora sin precedentes, a Utrera, Jerez, Sevilla… Nos sube al escenario de la Agrupación Álvarez Quintero —que él mismo fundó—, nos baja al terreno de juego del Betis Balompié y el Sevilla Fútbol Club, entramos en los ruedos y en el hogar de Juan Belmonte, nos abre los micrófonos de la radio, revive al Carpanta y su costilla, nos canta el acontecimiento de la primera Misa Flamenca, recrea la Triana de los gitanos de la Cava y nos revela su lado más íntimo y personal.
Y es que, como dice Carmela Serrano, Eulogio vivió una vida de novela.