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ALBERTO CALIANI: ❝Algunas críticas demoledoras son muy ingeniosas❞

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La otra tarde conversé telefónicamente con Alberto Caliani. El autor ceutí acaba de publicar su quinta novela, La sombra del impostor, (Ediciones B). Si tuviéramos que ponerle una etiqueta a esta novela sería la de histórica, pero los que acostumbran a leer a Alberto saben que lo suyo es mucho más que novela histórica. Caliani ha conseguido crear lo que él llama un blockbuster literario, una mezcla de géneros, en los que no falta la historia, el suspense y hasta el humor, con la que los lectores pasan un buen rato. No le gusta la novela seria como tal, sino que él prefiere, en primer lugar, divertirse mientras escribe y, en segundo lugar, divertir al lector mientras lee.

En La sombra del impostor, Caliani nos traslada al siglo XVI. Tendremos dos hilos argumentales. Uno nos introduce en las conspiraciones que tienen lugar en la Italia del Renacimiento para desbancar a las familias más poderosas. Y otra, a través de la cual conoceremos a una joven ingeniera perseguida por el Santo Oficio, al saberse que ha construido un peculiar invento. 

Todo esto y mucho más en la conversación que sigue.

 [Fuente: Twitter autor]

Marisa G.- Hola, buenas tardes, Alberto. Soy Marisa de Sevilla.

Alberto C.- Hola, Marisa, ¿cómo estás?

M.G.- Muy bien. Un placer saludarte. Es la primera vez que hablamos y espero que no sea la última.

A.C.- Esperemos, esperemos.

M.G.- Bueno, me gustaría hablar de la última novela que acabas de publicar, que se llama La sombra del impostor. Si te parece bien, podemos hablar un poco sobre la novela.

A.C.-Muy bien.

M.G.- Creo, si no me equivoco, Alberto, que esta es ya la quinta novela.

A.C.- Efectivamente. 

M.G.- Has escrito también thriller, tienes novelas con temática sobrenatural y la anterior, al igual que esta, son novelas históricas. Pero tú no te ciñes a la novela histórica, sino que tú haces ahí como una mezcla de género.

A.C.- Desde mi primera novela, El secreto de Bocaverde que fue mi debut, siempre he mezclado género. Siempre he sido la pesadilla del librero porque no saben dónde colocar mis libros.  No soy el típico autor que dice que escribe romántica, thriller, o histórica. Yo mezclo todo de forma que se hace un género prácticamente muy identificable. Lo mío es muy identificable dentro de lo que es el thriller histórico. Es lo que estoy haciendo desde que estoy en Ediciones B, y es lo que la editorial quiere. Ellos me animan a seguir haciendo esto porque, según ellos, lo que yo hago lo hace muy poca gente. Y eso además atrae a la gente del thriller a la histórica, y a la gente de la histórica al thriller. Tengo un espectro bastante más amplio.

M.G.- Por eso tú dices en Twitter que si te gusta la novela histórica te atrapará y si no te gusta, empezará a gustarte. Por esa mezcla de géneros que mencionas.

A.C.- Sí. Bueno, eso no lo he dicho yo. Eso lo ha dicho Marketing.

M.G.- Bueno, pero queda muy bien.

A.C.- Pero sí que es muy acertado, es muy acertado. En mi tiempo libre no leo histórica casi nunca. De hecho, escribí La conspiración del rey muerto por dos razones. Una, porque un amigo tenía un montón de documentación que me pasó, y yo escribí la novela. Y dos, lancé por los aires un ejemplar de Los Pilares de la Tierra. Me parece una novela maravillosa. Ken Follett es un maestro pero no soy público para él. Que te explique en veinte páginas todo lo que ha estudiado sobre las catedrales cuando puedo verlo en una fotografía... Me pregunté qué hacía este hombre del siglo XXI, explicando una cosa como si fuéramos del siglo XVIII y no tuviéramos acceso a fotografías, a documentales y demás.

Mucha gente que se ha leído Los Pilares de la Tierra me ha confesado que esas partes se la saltaban. Yo he preferido escribir una novela histórica que se lea a ritmo de thriller. Escribí La conspiración del rey muerto, que fue mi primera novela histórica, y nadie se ha saltado páginas, y eso que tiene setecientas páginas. Y a raíz de ahí, la editorial me pidió que escribiera novela histórica, pero de esta forma que te cuento. Y ahí estoy.

M.G.- Y ahí estás.

A.C.- Sí, donde inicialmente no quería pero mira, está gustando. (Ríe)

M.G.- Bueno, pero te ha salido bien la jugada. Conozco a lectores que ya la han leído entera y están lanzando por redes sociales unas opiniones con las que te tiene que dar todo un subidón. He leído decir a una chica que conozco que es la mejor novela histórica, por catalogarla, que ha leído mucho tiempo.

A.C.- Mira, cuando salté a la arena de la novela histórica, salté aterrorizado porque la novela histórica es la ópera de la literatura. Si se hace histórica, se presupone que la persona que lo hace es alguien que tiene unos conocimientos muy elevados de historia. La mayoría de mis compañeros sí tienen esos conocimientos. Son historiadores, son gente que se documentan hasta la saciedad. Pero claro, yo salto a la arena con El puño del emperador aterrorizado absolutamente. Y digo, a ver, ¿dónde me estoy metiendo? Bueno, a la gente le encantó. Pero hay mucha gente que son académicas, puristas, y me dijeron que sabían que lo que yo quería hacer era divertir, que la novela estaba bien documentada. Yo no investigo ni voy a descubrir nada nuevo. Simplemente me documento y no estoy un año o un año y medio metido en una biblioteca mirando facsímiles para escribir el libro. Eso, no. Y me dieron dos premios y todo. Y ahora, con esta novela, con La sombra del impostor, pues también me ha aterrorizado entregarla porque claro, después de la aceptación tan buena que tuvo la otra, me pregunté si sería capaz de entregar algo la mitad de bueno. Pero todo el mundo me está diciendo que esta es mucho mejor que la anterior, que está enganchando mucho más.

M.G.- Hay gente que a la que le está gustando muchísimo. Me consta porque me lo han dicho. En cualquier caso, aparte de esas opiniones tan buenísimas que está cosechando el libro, a ti no te dan miedo las críticas. Y si son demoledoras, tampoco pasa nada. Eres un autor que se toma las críticas negativas bastante bien.

A.C.- Sí, vamos a ver. Es que llevo ya muchos años y tengo una edad. Me hace mucha gracia ver a compañeros que le ponen una mala crítica y se suben por las paredes y echan espumarajos. Eso a mí me divierte mucho. Cuando una crítica está bien fundada se aprende muchísimo. Pero es que hay gente que se cabrea porque la novela no es lo que esperaba. Y coge, enciende el ordenador, se va al Goodreads, y te planta una crítica demoledora. A mí eso me hace gracia, y no me enfado. Me hace gracia el cabreo del tío porque el pobre hombre esperaba otra cosa y se ha sentido engañado. No me puedo enfadar por eso. 

Algunas críticas demoledoras son muy ingeniosas. Con La iglesia tuve una crítica que me hizo mucha gracia. Me escribieron que la novela era como El exorcista narrada por Melendi. Eso me hizo una gracia impresionante. (Ríe)

M.G.- Bueno, te lo tomas bien. Y aparte de que hay críticas, que si, como tú dices, están bien fundadas, pues el autor también puede aprender.

A.C.- Mucho, mucho, mucho, mucho, mucho. Las primeras que obtuve con El secreto de Bocaverde, y con las primeras novelas, me ayudaron a mejorar mucho. Pero ya, entre tú y yo, Marisa, a estas alturas que está uno ya resabiado, como las vaquillas de las capeas, lo que me digan me da igual. Yo sé lo que funciona y lo que no. Y si esto no funciona para ti, para mí, sí.

M.G.- Bueno, pues ya está. Vamos a centrarnos en La sombra del impostor. Yo sé que tú no quieres que se hable mucho de la novela para no destripar.

A.C.- Es que es un campo de sorpresas. Cada vez que das un paso, te explota una mina. 

M.G.- Pero leemos la sinopsis y sabemos que es una novela en la que aparecen muchos personajes, de los que luego hablaremos. Pero, por dar pequeñas pinceladas, Alberto. La novela transcurre en el Renacimiento, sobre 1500 y pico, y hay dos hilos argumentales. Ahí te dejo yo la pelota en tu tejado para que tú cuentes un poco lo que quieras sobre la novela.

A.C.- El primer hilo argumental se desarrolla en Italia, sobre todo en Turín. Era una ciudad emergente, pero pequeña. No tenía tanta importancia en aquella época como ahora, tan turístico y demás. Nicolás Maquiavelo quiere efectuar un plan maestro para eliminar a las familias más potentes de Italia en aquella época, como los Medici, los Sforza, los Borgia, y sentar en el Vaticano al hijo de Dante Sorrento, que es arzobispo de Turín. De esa forma, lo que se pretende es unificar Italia. Ese es el fin loable que persiguen. ¿Y cómo lo van a conseguir? Bueno, la novela es muy maquiavélica y emplearán los medios más terribles que uno se pueda imaginar. 

Y por otra parte, veremos la persecución de una ingeniera. No se dice en la novela, pero su padre trabajó con Leonardo da Vinci. Ella conserva planos de Leonardo da Vinci, que tampoco se menciona pero es así. Y si hay futuras entregas de estos personajes, de eso se hablará. La mujer será perseguida por un inquisidor, el peor inquisidor que uno pueda imaginar, Zephir de Monfort.  Si yo he hecho villanos malos, Zephir se lleva la palma. Pero es que yo tenía muchas ganas de tener a mi propio Darth Vader.

M.G.- (Río) Creo que te ha salido muy, muy negro.

A.C.- Los escritores tenemos ese poder. He querido tener siempre un Darth Vader y creo que me ha salido un Darth Vader igual de perro que el de George Lucas. Estoy muy contento con mi Darth Vader. 


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale a play]

M.G.- Esta es una trama muy negra donde hay conspiraciones, traiciones, persecuciones. Pero yo sé que tú vas intercalando pizquitas de humor.

A.C.- Sí, porque para mí es fundamental. Yo soy muy oscuro en las escenas oscuras. Raro es el capítulo en el que el lector no me suelta una maldición que va en contra de mi difunta madre. Yo lo acepto, como lo aceptará mi madre desde el más allá, porque tienen razón. Cuando te voy a describir algo, a veces puedo llegar al desmayo. A mí no me tiembla el pulso para cargarme a quien sea. Como nos están grabando la conversación, diré que a quien sea en la novela, no a quien sea en la vida real.

M.G.- Ya, hombre, ya.

A.C.- Es que nos escucha todo el mundo. (Ríe). Me gusta, de vez en cuando, darle un descanso al lector.

Soy un autor muy de diálogos. Casi todas las tramas en mi novela se explican con diálogo. Y me gusta que siempre haya algún personaje locuaz y con retranca que es el que más me divierte. En este caso, ese personaje es Dino D'Angelis.Este personaje, cuando habla con Arthur Andreoli, lanzándose tiros el uno al otro, me ha divertido muchísimo. 

M.G.- El primero que se divierte eres tú.

A.C.- Es que, si no te diviertes con una novela... Esa novela podrá ser muy instructiva pero... Además es que yo soy así en la vida normal. Y tengo una teoría. Una persona aburrida es incapaz de hacer una novela divertida. No quiero hablar, pero conozco a gente, a compañeros, que son gente muy seria y hacen novela muy seria. Serán mejores que las mías, pero coño, son muy serias. No te diviertes. A ver, mis novelas son serias pero me gusta rodearlas de un halo divertido y entretenido. De esa forma te entra mejor. Es como echarle sacarina o azúcar al café.

M.G.- Bueno Alberto, no me has contado porque tampoco te he preguntado. ¿Cuál fue el detonante para escribir esta novela? ¿Qué es lo que te llama la atención para plantearte meterte en el Renacimiento y mezclar las conspiraciones en Italia con el Santo Oficio?

A.C.- Lo del Santo Oficio fue porque me lo dijo Carmen Romero, la editora de Ediciones B. Carmen Romero tiene una mente que se dispara en diez segundos. Yo le explico la trama de La sombra del impostor y me dice, vale, pero mete también una trama española con esto, esto y esto. Pero eso fueron diez segundos, diez segundos. Y dije vale, de acuerdo, perfecto. Y a mí se me encendió todo. No me dijo nada más. Solo me dio tres pinceladas.

M.G.- Porque tú solamente querías escribir algo sobre el Renacimiento.

A.C.- Sí, sí, sobre las guerras secretas allí. Pero claro, llega Carmen... A Carmen hay que escucharla. Si tú eres escritor y tienes la suerte de sentarte con Carmen Romero, ábrete de orejas. Eso está claro. Si te sientas frente a ella tienes a la mente más preclara en la industria de la literatura. Además es que a ella le gusta. Mientras más salvaje sea la cosa, mejor. Ella no te va a decir que te estás pasando. No, no, no. Te da una libertad maravillosa. Estoy súper encantado. 

Y mi segunda editora, igual. También es una maravilla. Es que me ha tocado un binomio maravilloso.

M.G.- Y Alberto estamos hablando de novela histórica. Tú hablas de las tramas que se desarrollan en Italia, en Turín, durante el Renacimiento. Hay personajes reales de los que ahora hablaremos, pero tú aquí obviamente, te basas en hechos reales, pero metes mucha ficción.

A.C.- Claro, claro, claro. Aquí la mayoría de los personajes, la mayor parte, son ficticios. Por ejemplo, sí sale el Duque de Saboya, aparece Carlos I,... Poco más. Bueno, el juez Beccuti existió. Y también metí al principio a un médico que era real, pero pensé que si sus herederos viven, me iban a demandar. Así que le cambié el nombre porque hace unas cuantas perradas por ahí. De hecho, lo que hace es prácticamente real, pero no quise meterme en tinglados porque oye, que a uno tampoco le gusta que hablen mal de su tatarabuelo. Y lo quité por respeto a la familia.

M.G.- La lista de personajes que aparece al principio de la novela es tremendísima. He contado sesenta y dos personajes en total. ¿Cómo haces para manejar a tanta gente?

A.C.- Pues mira, Marisa, no lo sé. Hay gente que me pregunta ¿cómo haces eso? Pues debe ser un don, porque no me cuesta trabajo. Si te fijas, cada personaje tiene su trasfondo. Aparece lo que le ha pasado, lo que le está pasando, cómo piensa,... Cada uno es cada uno y tienen su personalidad propia. Y los secundarios también están muy trabajados. Disfruto mucho con los personajes. 

Es muy raro que yo tenga una novela con pocos personajes, incluso La Iglesia, que es una novela que es mucho más corta, que todo se desarrolla en una semana, tiene menos personajes, pero están todos construidos con mucho mimo. Me gusta mimarlos porque los personajes son los hijos de los autores. Tenemos que mimarlos, aunque después nos los carguemos y los torturemos.  Eso es otra cosa.

M.G.- Y entre esos personajes aparece uno que es muy atractivo porque se ha escrito mucho sobre él, solo que en tu novela, bueno, aparece un poco más camuflado, que es Maquiavelo. No es voz cantante.

A.C.- Mira Marisa, vamos a hacer el spoiler que hago siempre. Es una novela de Maquiavelo, pero sin Maquiavelo, porque palma en el capítulo uno. Pero está constantemente presente en la novela. Y hacer una novela de Maquiavelo sin Maquiavelo es un reto. 

La vida de Maquiavelo es muy interesante, sobre todo su final. La última fase de su vida es muy bonita para llevarla a la literatura, pero no es mi estilo. A mí me gusta más, como lo que decía el de Airbag [se refiere a la película dirigida por Juanma Bajo Ulloa, en 1997], que haya hondonadas de hostias, que haya puñaladas traperas, flechazos, callejones oscuros, y todo siniestro y sombrío.

¿Qué hubiera pasado si Maquiavelo hubiera tenido un sucesor? Eso es realmente de lo que trata la novela. Es maquiavélica, con un montón de conspiraciones muy maquiavélicas y es maquiavélica en el sentido más peyorativo de la palabra. Pero Maquiavelo tampoco fue un hombre tan malo. En ese sentido, se le ha tratado bastante mal. Yo me leí El príncipe, para saber de qué iba el tema, y ahí no se trata de algo tan maquiavélico ni se dice que el fin justifica los medios. Únicamente es un tratado político diferente a lo que era la prensa de la época. Es una cosa mucho más moderna que se podría aplicar casi al día de hoy.

M.G.- A nosotros nos ha transcendido la parte más negativa del personaje.

A.C.- Sí, sí, sí. Maquiavelo tiene una cara de tío desagradable y sabelotodo, que provoca rechazo. Le pasa como a Rasputín. Son caras que las ves y te provocan rechazo y hasta casi miedo. Yo creo que son los cuadros los que han gestado la impresión que tenemos de ellos. Nosotros, todavía, nos fijamos mucho en el aspecto físico y es que Maquiavelo tiene cara de comadreja.

M.G.- Me interesa también que me hables de las mujeres de la novela, que hay unas cuantas, y sobre todo de algunas de ellas, que son así como que muy potentes. Mujeres que para su época eran muy distintas.

A.C.- Sí, sí. Estudiando documentos, artículos y demás, eso de que la mujer estaba tan, tan, tan, tan denostada en la antigüedad... Vale que no podían ejercer pero las mejores médicos eran mujeres, eran las curanderas. Aunque es verdad que no estaba bien visto que ejercieran, iban a buscarlas a sus casas donde ellas aplicaban sus remedios a los enfermos.

En esta novela quise meter a una ingeniera, una especie de constructora, de inventora, más que una ingeniera. Lo que pasa es que usé ese término para que el lector lo entendiera más fácilmente. A veces hay que tener un poco de flexibilidad con los términos.

En la historia tenemos muchas mujeres. De una de ellas no se puede hablar. Otra es Margherita, la hermana de Maquiavelo.  Esta es la esencia mala de Maquiavelo. Es lo que se nos viene a la mente cuando decimos que algo es maquiavélico. Es la mamma, la que domina a la familia, es la que mueve los hilos. La tengo físicamente en mi mente. Para mí sería Michelle Pfeiffer.

M.G.- Con esa mirada fría y gélida.

A.C.- Sí, sí, esa mirada que te juzga cuando te mira.

Y luego está Leonor. Es una chica que ha vivido bastante bien toda su vida, y de repente, se encuentra en peligro. Pero le echa narices y no da un paso atrás. Además, como tiene que proteger a un desgraciado, que es medio tonto, y le podemos quitar el «medio», pues le echa valor.

Leonor es un personaje que me encanta. Es feúcha, pequeñita, con una nariz gigantesca pero es un personaje que enamora a la gente.

M.G.- Y te tengo que preguntar por Sevilla. Me llevé una sorpresa cuando supe que aparecía en tu novela. Estamos hablando de Italia, y aparece Florencia, aparece Turín, pero también aparece Sevilla. Incluso figura un pueblo cercano, Carmona. ¿Cómo fue lo de meter a Sevilla en la novela? ¿Cómo se vivía en aquellos años por aquí?

A.C.-Bueno, se vivía un poquito mejor y peor que en otros sitios. Era casi capital. Como Sanlúcar de Barrameda. Eran como los aeropuertos internacionales. Todo ocurría allí, porque allí llegaban o de allí partían los barcos para el Nuevo Mundo. Sevilla, junto con Toledo, eran las ciudades más importantes. Madrid era una mierda en aquella época. El centro era Toledo. Hasta que Felipe II no instala la Corte en Madrid, Madrid era una ciudad más. 

Sevilla era donde la gente montaba sus negocios. Era un gran centro neurálgico. Y en Sevilla se viviría mejor porque había más riqueza, pero también se viviría peor porque había más delincuencia y pillaje. En aquellos puertos de mar tenían que reunirse una serie de gentuza importantísima, gente que se quería ir al Nuevo Mundo. ¿Y por qué puse Sevilla? Pues muy fácil, porque yo quería poner un auto de fe y lo puse en Sevilla. 

M.G.- Se celebraban en la plaza de San Francisco.

A.C.- Exactamente. Ahí es donde Daniel está mirando pasar... Bueno, no contemos mucho más. 

M.G.-  Dices tú que no te documentas excesivamente, sino solamente lo que te hace falta. Pero te escuché aquella charla que tuviste con Gómez-Jurado y me llamó mucho la atención saber que, para ser un libro de setecientas páginas, lo has escrito muy rápido.

A.C.- Sí, sí, sí. Es que cuando me pongo a escribir, trabajo una barbaridad. Muchas horas. Además no soy de esos que dicen que le tiene que venir la musa. Si dices eso, no eres profesional. Si te tiene que venir la musa no te dediques a esto. Tienes que sentarte cada mañana, abrir el ordenador y enfrentarte al procesador de textos. Hasta que no acabes un capítulo, no te levantes. Si no eres capaz de hacer eso, olvídate. Búscate otra cosa. 

M.G.- Para cerrar esta entrevista, Alberto, ¿qué dirías?

A.C.- A todo el que se enfrente a una de mis novelas le diría que no espere un tratado de historia, que abra la mente, y que esté dispuesto a pasárselo en grande. Si hay algo en lo que todos los lectores coinciden es que mis novelas son para divertirse. Para eso escribo y por eso soy feliz. Me gusta hacer blockbusters literarios, que es como me gusta a mí llamarlos, y que jamás se podrán pasar al cine porque serían carísimos.

M.G.- Alberto, ha sido un placer conversar contigo. Y seguimos en contacto. 

A.C.- El placer ha sido mío. Muchas gracias.

M.G.- Gracias a ti. Un saludo.


Sinopsis: Turín, siglo XVI. Esta es una historia sobre hombres corruptos que persiguen un fin noble, y hombres nobles que cometen atrocidades.

También es un relato de locura y superstición; de un inquisidor implacable y de una joven ingeniera adelantada a su tiempo; de un padre y un hijo que se odian y se necesitan; de un buscavidas sin escrúpulos que descubrirá que vale más de lo que él mismo cree; de una adolescente que huye de sí misma hasta encontrarse al borde de la muerte, y de un misterioso asesino invisible que acecha entre las sombras.

Pero, sobre todo, es una epopeya de violencia e intrigas para acabar con el papa de Roma y con las poderosas familias que mantienen dividida a una Italia debilitada por la guerra. Y todo ello, respaldado por una gran mentira que perdurará a través de los siglos.


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