M.G.- Bueno, JP es uno de los protagonistas, junto con Elena. Él será el policía encargado de investigar la muerte de la elefanta. Es un tipo con un humor muy ácido, que siempre lleva una coraza puesta. Es muy escéptico y llama a los animales usando el término bicho. Es un hombre que se extraña que haya gente capaz de amar más a los animales que a las propias personas.
M.R.- Sí, sí, sí. Últimamente estoy haciendo encuestas sobre este tema en mis redes sociales. El otro día preguntaba si los animales y los seres humanos somos iguales. El 49% no dijo que los humanos fuéramos más importantes. Las respuestas se dividieron en dos grupos. El 51% dijo que los seres humanos éramos más importantes. Y el 49% restante respondió que, o que éramos iguales, o más importantes que los animales, o que no sabría contestar. Creo que vivimos un momento en el que hay mucha fascinación por los animales pero también pienso que hay mucho desconocimiento sobre los animales. Es decir, hemos visto muchos vídeos en Internet donde hacen cosas muy monas, pero realmente no sabemos cómo son los animales. Por eso, en este libro, hay una pequeña parte divulgativa. Creo que, cuando lo acabas de leer, entiendes un poco más el comportamiento de los animales.
M.G.- Sobre ese comportamiento voy a mencionarte algo después que a mí me ha dejado totalmente noqueada. Pero, volviendo a los personajes. JP tiene una compañera que se llama Violeta. Es mucho más joven que él y con una mente más abierta. Me gusta mucho el contraste generacional que existe entre los dos, ese pique,... Pero se llevan muy bien. Incluso, Violeta respeta mucho a JP y lo admira.
M.R.- Me gusta mucho trabajar los contrastes, efectivamente. Y Violeta responde a algo que me han contado últimamente, que en los estudios de criminalística casi todos los estudiantes son mujeres jóvenes. Mujeres que luego se tendrán que enfrentar a la realidad de un asesinato. Y Violeta será una de esas chicas que se enfrenta a la realidad. Aunque parece una chica muy frágil, según avanza la novela, vamos viendo que no es así, que es muy inteligente, que tiene fuerza, capacidad de decisión,... Cualidades que ella misma irá descubriendo. Violeta llega siendo muy tímida, muy apocada, pero en la novela evoluciona mucho. Es algo que a mí siempre me interesa, que los personajes evolucionen.
M.G.- Y también tendremos a Elena, la veterinaria, que, al margen de su amor por los animales y su implicación en el caso, lucha contra un dilema personal, íntimo e interior.
M.R.- Sí, es la primera novela que escribo con una historia de amor, un poquito más clara. Hay un triángulo amoroso. Elena tiene una pareja. Es una mujer mayor que ella. Y luego, hay un chaval que trabaja en el parque, un senegalés, que a ella también le gusta. Elena se va a mover entre esas dos personas pero esas dos personas van a jugar de una manera muy simbólica. No es que Elena tenga una historia de amor con las dos, sino que Cristina representa a la mujer madura, inteligente, muy centrada, que la ayudará en la investigación desde el punto de vista más cerebral. Cristina es informática. Trabaja para una empresa informática y sabe mucho del tema. Puede hackear móviles. Ella es como la cabeza. Sin embargo, Sidy, el chico senegalés es todo lo contrario. Él representa la pasión, la fuerza, la energía, la juventud, el amor por la naturaleza y el riesgo. Entonces, digamos que ella no solo está eligiendo entre dos personas, sino que está eligiendo entre dos maneras de vivir.
M.G.- Tu novela no solo nos acerca al mundo animal sino que también vas desgranando, poco a poco, diversos temas. Hablas del amor, en el caso de Elena, pero también tratas el tema del duelo, el que Elena siente por la muerte de la elefanta porque, para ella, es como si hubiera muerto un familiar. E igualmente, abordas el tema de la maternidad, una cuestión muy interesante que tendrá diferentes acercamientos, según el personaje.
M.R.- Sí, de una manera distinta. El duelo en los humanos también lo comparo mucho con el duelo de los propios elefantes, que es uno de los animales que hacen más duelo cuando se muere alguien de la familia. Ellos viven mucho el duelo. Es un animal que nota la muerte y, de alguna manera, le apena. No sabemos hasta qué punto, pero claramente le afecta.
Y luego, también aparece el tema de la maternidad. Hay algo sorprendente y es que, desde hace 3800 millones de años, los seres vivos transmiten los genes sin más. Desde las bacterias hasta las panteras, los peces,... todos han ido transmitiendo sus genes sin más. Y sin embargo, ahora el ser humano nos podemos plantear qué queremos hacer. Somos la primera especie que, después de 3800 millones de años, podemos decidir que no queremos tener hijos, o intentar no tener hijos, o intentar tenerlos. Es decir, tenemos libertad por primera vez en toda la historia de la evolución. A mí eso es algo que me llama mucho la atención y de esto no se habla. Y bueno, en la novela también se plantea un poco este tema como reflexión. Esto es algo que nos diferencia de los animales. Tenemos la capacidad de decidir si tener descendencia o no.
M.G.- Y, al hilo de lo que comentas, hay otro personaje, Marina Santaolalla, una profesora universitaria. Ella en sus clases habla sobre la evolución de las especies, sobre el comportamiento animal y sobre esa transmisión de los genes. Hay una reflexión muy interesante porque, además, ella compara mucho el comportamiento humano con el de los animales. Llega a decir que los hombres hemos abandona muchos de esos comportamientos que sí mantienen los animales.
M.R.- Sí, sí, sí. Lo que yo quiero con mis novelas es que, primero sean un policiaco que entretenga y con el que la gente se lo pase bien. Eso es obligatorio. Pero también intento que los lectores se queden con algo más. Igual que en La huella del mal, la gente aprendió mucho sobre prehistoria y la hice reflexionar un poco, aquí pasa lo mismo. Con esta comparativa entre humanos y animales, cuando terminas la novela, creo que has podido reflexionar un poco sobre ti mismo, sobre cómo somos los humanos, sobre por qué hacemos las cosas que hacemos. Si esos comportamientos son culturales o vienen realmente de la biología más primitiva. Si aprendes, es algo más que te llevas al leer la novela. Te quedas con unos conocimientos y una pequeña reflexión.
M.G.- Te quedas con muchas cosas, Manuel. Es verdad lo que comentabas antes del mundo animal, cuando pensamos que todo es maravilloso. Me he quedado alucinada con los datos que aportas. Por ejemplo, los delfines jóvenes raptan a las hembras y las violan durante varios días. Y como esto, leo en tu novela otras muchas cosas más.
M.R.- Sí, sí, sí. A veces tenemos esa sensación de que los animales son maravillosos y los humanos somos los malos. Y la realidad es que hay de todo. No es que sea el comportamiento más habitual en los delfines pero es verdad que, en ocasiones, se ha grabado a delfines machos raptando a una hembra para tener sexo con ella no consentido, por decirlo de alguna manera. Pero también hay casos curiosos entre los elefantes. Por ejemplo, cuando los elefantes machos empiezan a crecer y se hacen jóvenes, las madres los echan de la manada y los mandan a la selva. Son como unos chavales adolescentes perdidos que van destrozándolo todo, que van metiéndose en líos, hasta que encuentran a un elefante macho. Y cuando encuentran a ese elefante macho, este deja que lo sigan y les enseña a comportarse. Me pareció fascinante cómo estos elefantes camorristas andan por ahí hasta que, de repente, llega el elefante macho y les dice: Oye, hay que saber ser elefante. No se puede ir por ahí rompiéndolo todo. Bueno, son comportamientos como muy curiosos que la gente no conoce. Creo que saber esto hace que te intereses más por los animales y no solo por los vídeos esos graciosos, en los que se ve cómo un elefante coge un sombrero y se lo pone.
M.G.- Y todo esto me lleva a preguntarte por la documentación. Obviamente habrás tenido que leer mucho y aprender mucho, para luego transmitirnos todo lo que has leído. Hablas de los libros de Juan Luis Arsuaga en la novela. Imagino que habrán sido libros de cabecera. ¿Qué más material has tenido que manejar?
M.R.- Como te decía antes, desde niño, siempre me ha interesado el tema. Así que siempre he leído mucho sobre animales y he visto muchos documentales. Pero, una vez que decido que iba a escribir una novela, aparte de los libros de Arsuaga, donde analiza de manera muy interesante la evolución, he hablado también con etólogas que me han recomendado otros libros. También he ido a algún refugio de chimpancés que hay cerca de Madrid y he hablado con primatólogos. Así que sí, he hablado con un montón de gente para que lo que se diga en el libro esté documentado. Aunque tenga un barniz literario, porque siempre lo va a tener, que siempre tenga un fondo de biología, de comportamiento animal que sea, de verdad, creíble.
M.G.- Y no solo has tenido que aprender sobre comportamiento animal o sobre actuaciones criminales, aunque esto último es habitual en las novelas policiacas, sino que también has tenido que profundizar en cuanto al hackeo de ordenadores y dispositivos electrónicos.
M.R.- Pues también, sí. En Agradecimientos está todo. Cada día se lleva más que los autores, al final del libro, demos gracias a la gente porque escribir una novela es muy complejo. En esta novela, hay dos páginas de agradecimientos, donde hablo de cazadores, tiradores de precisión, francotiradores, etólogos, policías, comisarios,.... Y, efectivamente, tengo un amigo que sabe mucho de hackeo de móviles y siempre dice que los expertos en eso son los israelíes. Bueno, pues lo que cuento en la novela sobre el hackeo, que también tenga una base creíble. Que si alguien que entiende del tema, lee esta novela, que no diga que no me he documentado.
M.G.- Manuel, esta novela se llama El olor del miedo. ¿A qué huele el miedo?
M.R.- Pues yo tengo un olfato fatal, así que no lo sé. Busqué en Internet y no hay ninguna respuesta que me parezca brillante. No sé. Habría que preguntárselo a los animales.
M.G.- Muy bien. Lo dejamos aquí. Un placer tenerte de nuevo en Sevilla. Estoy disfrutando mucho con la lectura. En dos tardes me he plantado en doscientas páginas,...
M.R.- Pues ya verás porque las últimas doscientas son vertiginosas. O sea que,...
M.G.- Gracias.
M.R.- A ti.
Sinopsis: No hay animal más peligroso que el ser humano.