Autora
Yolanda Guerrero nació en Toulouse (Francia) en 1962 y es licenciada en Periodismo. Trabajó con el Instituto Internacional de Prensa (IPI, por sus siglas en inglés) en la sede de Londres y en sus asambleas de Buenos Aires, Montevideo, Estambul y Berlín. A su regreso a España, desarrolló durante más de 25 años su profesión en el diario El País, especialmente en su edición latinoamericana y en suplementos internacionales como The New York Times en español, hasta que, a partir de 2014, comenzó a dedicar su actividad prácticamente en exclusiva a la literatura. Además de colaborar habitualmente con reseñas y artículos en la revista literaria Zenda, ha publicado dos novelas: El huracán y la mariposa (2017) y Mariela (2019).
Sinopsis
Lisa, gibraltareña, y Manuel, malagueño, se enamoran en el concierto que celebraron los Beatles en Madrid. Desde ese día, viven encontrándose y separándose, incomprendidos por sus familias e inmersos en una época turbulenta: por un lado, una dictadura que ha encontrado en el lema «Gibraltar español» un denominador común que comparten tanto quienes se oponen al régimen como quienes lo defienden; por otro, una España que poco a poco se incorpora a la modernidad. Pero cuando el cierre de la Verja en 1969 separa a los amantes, en suelo español se queda también la hija que han tenido ambos, un bebé de pocos meses. Audrey Hepburn, a quien Lisa ha conocido en Marbella, se convierte en una cómplice inesperada de la pareja y quizá la única que pueda ayudarlos.
Después del éxito de Mariela, Yolanda Guerrero vuelve a desplegar su excepcional talento como narradora para contarnos con un relato conmovedor cómo el amor es la última arma contra el dolor y la injusticia. Un inolvidable Romeo y Julieta moderno ambientado en un momento histórico que transformó el país para siempre.
[Información tomada de la web de la editorial]
Ahora que estamos todos instalados en la rutina, después de las vacaciones estivales, y cuando ya vamos rumbo al otoño, no quiero dejaros de hablar de este libro. El día que mi madre conoció a Audrey ha sido una de las lecturas más bonitas de los últimos meses y, probablemente, una de las más entrañables de todo este año. Ya lo comentaba cuando publiqué la entrevista a su autora, Yolanda Guerrero, que ella es capaz de transmitir como pocos saben, de construir historias en las que los personajes son auténticos supervivientes. Dejadme que os cuente.
Para empezar os diré que, la Audrey a la que hace referencia el título es la Audrey que posiblemente se te venga a la mente en primer lugar, la actriz norteamericana Audrey Hepburn. Aquella joven menuda que cantaba Moon River sobre el alféizar de una ventana, rasgando melancólicamente las cuerdas de una guitarra, en la película Desayuno con diamantes, será parte importante de esta historia. Creo que decirte esto será suficiente para captar tu atención pero El día que mi madre conoció a Audrey es una historia mayúscula en la que otras muchas cuestiones terminarán por seducirte.
La nueva novela de Yolanda Guerrero cuenta la historia de Manuel y Lisa. Los jóvenes se conocen en el concierto que los Beatles dieron en la Plaza de Toros de las Ventas, el día 12 de junio de 1965, un evento que el NO-DO retrató a su antojo, como una actividad familiar y tranquila, y no lo que realmente fue, la revolución de la juventud deseosa de libertad. Manuel y Lisa tenían 20 años y cada uno venía de un lugar distinto. Manuel lo hacía desde Ronda. La entrada para el concierto se la consiguió su tía. Lisa viajó a Madrid desde Gibraltar y consiguió una entrada a través de su padre. Pero antes de llegar a ese punto, a esa tarde del 12 de junio de 1965, la autora dedica los capítulos previos a desvelarnos el universo familiar de cada uno de ellos, del que os hablaré un poco más adelante.
Al concierto de los Beatles, Manuel y Lisa acuden en solitario. Se encontrarán dentro del recinto. Empiezan a hablar, a conocerse, mientras los británicos entonan sus temas más conocidos. Acaba el concierto y salen juntos, se cuentan sus vidas y terminan enamorándose el uno del otro. Desean no separarse nunca más y trazan un plan, pero la vida les tiene preparados otros designios y la promesa de vivir un amor se evapora en el tiempo. Manuel y Lisa tendrán que continuar cada uno por su lado, a la espera de que el destino decida volverlos a unir o no. Lo que ocurre a partir de ese concierto de los Beatles no te lo voy a contar porque para eso está la novela de Yolanda Guerrero, una novela que no dejaré de recomendar nunca.
No obstante, quizá en este momento te preguntes qué pinta Audrey Hepburn en esta historia, en un relato que parece el de un amor sencillo entre dos jóvenes. A ver, eso tampoco te lo voy a contar pero sí te adelanto que la actriz tendrá mucho que ver en la historia de amor de Manuel y Lisa, aunque tardará en aparecer en escena. Así se muestra Hepburn por primera vez, ante los ojos de uno de los personajes:
«Era alta y muy delgada, con pantalón corto de vichy azul y blanco, sencilla camisa de algodón celeste, sandalias planas, cuello largo, cabeza erguida, pelo oscuro y corto con un pañuelo de flores anaranjadas sujetándolo a mondo de turbante y unas gafas de sol grandes y redondas que le ocultaban los ojos». [pág. 308]
Salpicada de muchos apuntes históricos,El día que mi madre conoció a Audrey es una preciosísima e intensa historia de amor, con Ronda y Gibraltar como puntos de partida, aunque también visitaremos otros escenarios como la Marbella de Alfonso de Hohenlohe, con su fastuosidad, cuyas calles se llena de actores y actrices famosas que pretenden huir del mundanal ruido y de la fama. Esa Marbella se convertirá en un lugar «lleno clubes de playa verdaderamente privados, a salvo de flashes y fotos», con un «turismo caro y exclusivo, sobre todo exclusivo, para huir de la riada de españoles con tartera, sombrilla y tumbona que habían inundado las playas de Torremolinos». Era una Marbella que por la noche se transformaba, donde el bikini no era pecado, «un paraíso de futuro en medio de este país al que aún le falta un rato para salir del pasado». Pero el lujo, las fiestas exclusivas, el glamur y los invitados célebres también dan paso al otro lado de la moneda, al mundo de las drogas. A ellas sucumbirán algunos personajes de este libro con la intención de aliviar su dolor porque, a veces, se sufre tanto que necesitas algo que te anestesie por completo y te haga olvidar.
Sabéis que, al redactar una reseña, siempre destaco lo que me ha gustado de una novela y lo que no me ha convencido en dos secciones diferentes. En este caso, sobra esa partición porque deEl día que mi madre conoció a Audrey me ha gustado absolutamente todo. Me parece que esta novela hace un homenaje maravilloso al amor, al tiempo que la autora cumple el sueño de desarrollar una historia en Ronda, como parte de las localizaciones, tierra a la que está unida por vínculo familiar (así me lo contó en la entrevista que puedes leer aquí). Pero también, y esto contribuye a engrandecer la novela, Guerrero hace un retrato de la vida política y social a lo largo de diversas décadas, y narra de manera accesible la realidad de Gibraltar. Y, como dije antes, todo esto con Audrey Hepburn de fondo, de quien conoceremos su lado más íntimo y personal.
Estamos ante una novela que nos habla del amor, de la lucha, de los sueños rotos pero, sobre todo, de la esperanza. Al mismo tiempo, la música cobrará igualmente gran protagonismo. De entrada, a través de ese concierto de los Beatles que supone el punto de inicio, y cuyas letras también se irán desgranando y traduciendo a lo largo del texto, porque a algunos personajes les pasará lo que nos pasa a muchos de nosotros que, a veces, creemos que las canciones hablan de nuestras propias vidas. Pero a la novela de Guerrero no le faltará tampoco el suspense y la intriga. Entre los diversos avatares que tienen que vivir los personajes también habrá alguna que otra muerte violenta perpetrada por alguien desconocido. Habrá que averiguar quién ha cometido ese crimen, como otras muchas acciones que generarán gran intriga en el lector, consiguiendo que no nos despeguemos de estas páginas.
A través de los giros, muchos inesperados y dolorosos, así como debido a las penalidades que sufren los personajes, conseguiremos sentir, por medio de la ternura con la que Guerrero narra esta historia, una enorme empatía y una gran compasión por ellos. Todo esto hasta llegar a un desenlace épico y terrible pero profundamente conmovedor, que te hará entender la fuerza que radica en el amor verdadero.
Temas
Una novela de casi setecientas páginas, si sabes enjaretarla bien, dan para mucho. Obviamente, uno de los temas principales de la historia es el propio amor, uno de esos amores que no entienden de barreras y que persisten, a pesar de todas las dificultades por las que tiene que atravesar. El amor será el eje principal de esta historia, un amor que no se rinde.
No obstante, hay otras cuestiones a destacar. Por ejemplo, me ha gustado mucho la aproximación al mundo del periodismo, en un momento en el que había mucho control sobre los medios de comunicación. Emil, el padre de Lisa, funda un periódico en Gibraltar. Desde niña, Lisa estará muy unida a ese mundo y ella misma ejercerá como periodista. Adentrarse en ese terreno le hará entender, por un lado, el poder de la prensa pero, por otro, la manipulación a la que se somete el periodismo por parte de los gobiernos. Gracias a su labor como periodista, el lector aprenderá mucho sobre la profesión en ese momento, un oficio que le permitirá a Lisa conocer a muchos personajes, algunos tan reales como tú y como yo.
Y no es una cuestión de profundo calado en la historia pero también aparece entre estas páginas y me gustaría señalarla. No olvidéis que la acción se inicia en tiempos de dictadura, unos años en los que el hombre y la mujer sabían perfectamente qué es lo que se esperaba de ellos y cómo tenían que comportarse. Pues bien, por entonces, la homosexualidad ya era un hecho, una realidad oculta, sometida a una profunda represión. Al homosexual se le trataba como a un enfermo al que había que curar de su mal (hasta no hace mucho seguía siendo así). Es algo que veremos en la novela de Guerrero, a personajes que corrían un grave riesgo si se salían del redil cuando, lo que debería ser, tal y como dice uno de los personajes, es lo siguiente:
«—Dos mujeres, dos hombres o dos ángeles.... ¿a quién le importa, más que a los que se quieren?» [pág. 213]
Pero ya se sabe que «Amar no es fácil, amigo mío. Y, a veces, tampoco es divertido». [pág. 215]
No va a faltar música entre estas páginas y no faltará no solo en lo relativo a los Beatles, sino porque también se hace un breve recorrido por los grupos musicales más conocidos del momento, como The Who, Los Nikis, los Bravos y Los Brincos, entre otros.
Personajes
El día que mi madre conoció a Audrey es una novela muy coral. Aunque los personajes principales sean Manuel y Lisa, lo cierto es que por estas páginas pasearán un buen puñado de hombres y mujeres que tendrán mayor o menor transcendencia en el desarrollo de los hechos. No serán pocos los personajes reales que asomen a esta historia. Más allá de la propia Audrey Hepburn, también veremos a Deborah Kerr o Sean Connery, al margen de aquellos que ocupan la esfera política.
Además, tengo que señalar que en esta historia, los personajes no viven aislados en su mundo. Unos y otros se desplazarán por la geografía de tal modo que, de manera muy inteligente, Guerrero los irá haciendo coincidir en el espacio y en el tiempo, tejiendo una red de relaciones en la que, de una manera u otra, estarán vinculados. Pero, me centro en los más principales.
Manuel Calle Martínez nace en una época en la que el mundo estaba dominado por el fascismo. Su nacimiento, el 27 de abril de 1945, permite a la autora hacer una semblanza del contexto político-social del momento, cuando el mundo estaba liderado por dictadores. Pero a Manuel ese mundo le queda lejos de su Ronda natal.Él se circunscribe a su entorno más cercano, al más íntimo, el que conforman su madre, conocida como la Búcara, y su tía Toñi, apodada la Diezduros. Manuel crece si padre. Raimundo Calle González fue un guardia civil de la República que tuvo que echarse al monte cuando llegó Franco y los suyos. La cosa no acabó bien y esa desgracia se convirtió en una densa nube posada sobre las cabezas de la familia. Y con respecto a su madre, Manuel mantiene una relación algo complicada con Mariquilla, una mujer de nervio, resuelta y echada para delante pero algo manipuladora. Sí, perdió a un marido. No quiere que su hijo crezca y también la abandone al hacerse un hombre. Por eso, a veces, Mariquilla juega al chantaje emocional y Manuel, un hombre bueno, cederá en más de una ocasión. Ese juego de tiras y aflojas condicionará la vida del joven pero es que, una madre es una madre.
Manuel es uno de esos personajes que el lector se puede imaginar con mucha facilidad. Es un hombre de pocas ambiciones aunque siente pasión por la música y también por los cómics. Lo más grande que ha conocido es el amor a Lisa, pero es un amor que no se lo pondrá fácil. Lo veremos en su pueblo, tratando de construirse una vida sencilla y tranquila, resignándose a veces a lo que le toca en suerte. Y a pesar de que su familia únicamente se dedica a caminar los días y a buscarse la vida para sobrevivir, no serán pocas las tragedias a las que tengan que hacer frente. De entrada, a la ausencia del cabeza de familia. A Manuel se le coge cariño porque es un hombre que le pide poco a la vida, tan solo paz, tranquilidad y amor.
Lisa, o como realmente se llama «Elisabeth (por la futura reina, Dios la salve) de la Inmaculada (porque así la mantendría tanto como le fuera posible) Concepción (por la añorada Línea...)» Drake Requena. Hija de evacuados gibraltareños, sus padres -Emil y Connie-, contemplaron el nacimiento de su niña en un barracón militar de Belfast, en el que estuvieron tres años. Acabada la guerra europea, consiguieron regresar a España, a su peñón, no sin antes pasar un tiempo en Málaga.
La relación de Lisa con sus padres no puede ser más dispar. La madre tardó tres días en mirar la cara de su hija, tras el parto. Se negaba a compartir el oxigeno de la misma habitación con ella. Para Connie, parir a Lisa fue el principio del fin, la boca de un agujero negro en el que se hundió y arrastraba a todo el que estuviera cerca. En cambio, para Emil, el nacimiento de su hija fue un regalo frente a tanta adversidad. Se enamoró de aquella niña y se impuso como misión criarla, «aunque fuera mujer», como un ser valiente y libre. Esa relación tan distinta de Lisa entre su padre y su madre forjó su carácter pero las relaciones paterno-filiales no serán inamovibles sino que, a medida que se vayan produciendo sucesos, irán avanzando o retrocediendo, aproximándose o alejándose. Nos deparan grandes sorpresas en el seno familiar de Lisa, hasta tal punto que la opinión que tenemos de los padres de la joven se irá modulando.
Lisa vivirá el amor con el mismo dolor con el que lo vive Manuel pero, al contrario de lo que le pasa al joven, su mundo se expandirá. Ella pasará de vivir rodeada de humildad, a codearse con nombres importantes y a formar parte del lado más colorido del mundo.
Gibraltar
Quizá uno de los escenarios más importantes de toda la novela sea Gibraltar. Yolanda Guerrero ha querido echar la vista atrás y hacer justicia con ese promontorio británico en la costa sur española. Solamente he visitado Gibraltar una vez en mi vida y me pareció una moneda con dos caras. Lo que vi en la frontera me pareció terrible. Desconozco cómo estará la situación ahora, después del Brexit, pero lo que sí os puedo garantizar es que Yolanda Guerrero retrata muy bien cómo era la vida en los años sesenta, setenta, ochenta,... en ese pedazo de roca.
El Gibraltar de la novela era un centro de mercadería. Hasta allí se desplazaban los que se ganaban el sustento con el intercambio de mercancía. Es el caso de Mariquilla, la madre de Manuel, una matutera que viajaba regularmente al peñón para ir y llevar encargos propios y ajenos.
«Así regateaba con los comerciantes que la abastecían de mercancías desconocidas o escasas en España a cambio de alimentos que en el Peñón no se producían». [pág. 31]
Hay muchas cosas que no conozco (que no conocemos) sobre los llanitos (como así se llama a los gibraltareños) o sobre la historia de Gibraltar y esta novela te permite, a través de sus personajes y sus vivencias, acercarte a su historia.Guerrero recoge muchas curiosidades que a mí me han resultado muy interesantes, por ejemplo, cómo vivían los gibraltareños antes del cierre de la verja, el referéndum, cómo se las apañaron cuando prácticamente los aislaron, los intentos de comunicación entre un lado y otro, qué sintieron cuando, por fin, pudieron entrar y salir libremente o algo tan curioso como qué hecho define la nacionalidad gibraltareña.
Ese recorrido por la historia de Gibraltar está lleno de datos interesantes que te ayudan a comprender unos años en los, más que nunca, había muchos tiras y aflojas entre España y Gran Bretaña, y hasta hoy llegan los ecos de entonces cuando, quizá no ya con tanta frecuencia, se sigue escuchando en reuniones, medio en serio medio en broma, aquello de «Gibraltar, español».
Estructura y estilo
La novela cuenta con un capítulo introductorio de un par de páginas, narrado en primera persona por una voz femenina. ¿A quién pertenece esa voz? Yo no lo voy a decir aquí, aunque la propia autora lo desveló en la entrevista. Ella será la encargada de contarnos la historia, «sencillamente, la historia de un amor»,una voz que aparecerá fugazmente en la narración para que no nos olvidemos que de su presencia y para matizar u opinar sobre lo que hacen o deshacen los personajes pues, al fin y al cabo, todo lo que ellos hacían, condicionaría su existencia.
A partir de ahí la narración se apoya en diversos bloques, a lo largo de los cuales se distribuyen capítulos de corta extensión, encabezados por los nombres de los personajes a los que se dedican los mismos y en los que, ocasionalmente se introducen cartas, de tal modo que la novela cobra un ligero toque epistolar. El recorrido vital e histórico abarca desde 1945 hasta casi nuestros días, hasta ese desenlace que, como dije antes, te va a resultar conmovedor.
Yolanda Guerrero cuida mucho los detalles de esta historia. No se conforma construir un mundo que resulte idéntico al que hubieran vivido los personajes ficticios de este relato de haber existido de verdad, sino que, además, se esmera a la hora de dar forma a cada uno de ellos. De ahí que cuide mucho la personalidad de los hombres y mujeres de esta historia, retratando la forma de hablar de aquellos más humildes, de los que no han tenido estudios o ese inglés un tanto sui generis que tenían los gibraltareños. Por eso, Mariquilla, la madre de Manuel se expresa así:
«—Te digo que Manuel, Paqui, cojones. Quiero otro como el que tenía, que Dios me lo estaba debiendo, asín que con este me lo cobro. Manuel le llamo y sanseacabó, coño ya». [pág. 19]
Los diálogos entre Mariquilla y su hermana Toñi son absolutamente maravillosos y muy divertidos.
El día que mi madre conoció a Audrey no cuenta con un ritmo frenético. No le van al faltar giros, ya lo dije antes, pero es una novela para leer de manera sosegada, para dejase llevar por la historia de amor de Manuel y Lisa, y deleitarse con ella porque ellos dos son «los Julieta y Romeo del Estrecho».
Poco más debo contar. Yolanda Guerrero vuelve a conquistarme con sus narraciones. En este caso, lo hace con esta preciosa novela, en la que el amor ilumina la vida de los personajes, que también tendrán que pasar penurias y calamidades. Una novela con la que se aprende sobre la historia de Gibraltar, que nos permite asomarnos a la vida de Audrey Hepburn o pasear por las calles de aquella Marbella de fiestas nocturnas y lujo.
«El día que mi madre conoció a Audrey, todos comenzamos a tocar el cielo y el infierno a la vez con ambas manos». [pág. 11]
Más que recomendable.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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